En la vibrante pero peligrosa ciudad de Aerisport, una metrópolis del siglo XVIII existe un mundo oculto lleno de criaturas míticas. Este mundo es protegido por los Vigilantes de la Niebla, un grupo de guerreros elegidos que mantienen la paz entre lo sobrenatural y lo humano. Cuando una serie de desapariciones y ataques amenaza con exponer esta dimensión mágica, tres jóvenes se ven atrapados en una guerra que podría destruir ambas realidades. Kael, un guerrero marcado por un pasado trágico, lucha por redimir sus errores mientras lidera a los Vigilantes. Elyra, una hechicera de orígenes humildes, descubre que es la clave para liberar un antiguo poder. Y Draven, un carismático pero enigmático ladrón, parece saber más de lo que admite sobre las fuerzas oscuras que acechan en Aerisport. Juntos enfrentan un triángulo de secretos, pasiones y traiciones, mientras las líneas entre aliados y enemigos se vuelven peligrosamente borrosas. Con drama, acción y magia en cada esquina, Las Sombras de Aerisport llevará a los lectores por una aventura épica en un mundo donde nada es lo que parece, y todo tiene un precio.
Ler maisEl filo de la espada se detuvo a centímetros de mi cuello.—Muerta otra vez —dijo Kael, bajando la hoja con una mirada severa.Llevé una mano a mi garganta, sintiendo el ardor del esfuerzo. Mi respiración era rápida, entrecortada, y el sudor se deslizaba por mi espalda en un rastro helado. Otra vez. Había perdido el equilibrio justo en el último segundo, dejando una abertura lo suficientemente grande como para que Kael se deslizara dentro de mi guardia sin esfuerzo.—No fue tan malo —bufé, tratando de ignorar la frustración que me quemaba la piel.Kael arqueó una ceja.—Si estuviéramos en una pelea real, estarías en el suelo sangrando —dijo—. O peor.Rodeé los ojos y recogí la espada del suelo, apretando la empuñadura con fuerza.—Tal vez deberías intentar motivarme en lugar de amenaz
Cuando Kael entró en la sala del consejo, ya sabía que la reunión iba a ser un desastre.Los altos mandos de los Vigilantes estaban sentados en la mesa redonda del centro, con sus rostros tensos y miradas que oscilaban entre la preocupación y la furia contenida. Documentos, mapas e informes de ataques recientes estaban desperdigados por la mesa de madera oscura, pero lo que realmente hacía el aire denso no eran los papeles. Era el miedo.—Los ataques están aumentando —dijo un hombre de túnica azul, su voz grave y tajante—. Criaturas que jamás se habían atrevido a salir de las sombras están ahora invadiendo nuestras calles. No podemos seguir ignorándolo.—Nadie está ignorándolo, Dorian —replicó Kael, cruzándose de brazos—. Estamos rastreando a los responsables.—Y ¿qué hemos encontrado? —La mujer a su lado entrecerró los ojos—. Nada. Solo suposiciones y pistas a los medios.Kael presionó la mandíbula. No soportaba la política, las reuniones eternas donde se lanzaban acusaciones como da
Elyra no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido en los túneles. No solo por la criatura que los había atacado, sino por lo que había sentido durante la pelea.La mirada de Draven cuando su magia casi la consumió.La forma en que Kael había estado dispuesto a interponerse entre ella y el peligro sin dudar.
El aire en la sede de los Vigilantes estaba cargado de tensión. En la gran sala del consejo, iluminada por la luz temblorosa de los candelabros, los miembros de la orden se habían reunido en un círculo cerrado, sus rostros serios y llenos de sospecha. La noticia de que habían descubierto un infiltrado había corrido como fuego en un campo seco.Kael permanecía de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, observando al prisionero en el centro de la sala. Era un hombre alto, de complexión robusta, con el cabello castaño alborotado y un semblante pétreo, como si se negara a mostrar cualquier emoción.Pero Kael lo veía claramente.El licántropo estaba tenso, sus ojos se movían con cautela, midiendo cada rincón de la habitaci&oa
La guarida de Draven estaba sumida en una penumbra inquietante, iluminada apenas por las velas dispersas en los rincones de la habitación. El artefacto robado yacía sobre la mesa de madera maciza, su superficie cubierta de inscripciones antiguas que parecían pulsar con una energía latente. Draven lo observó con el ceño fruncido, tamborileando los dedos sobre el borde de la mesa. Algo en ese objeto lo inquietaba, una sensación visceral de que lo que contenía en su interior no debía ser liberado.Y sin embargo, El Errante lo quería.Draven apretó la mandíbula. No le gustaba la idea de entregarle algo tan poderoso a alguien como él, pero sabía que no tenía opción. La sombra que lo había seguido toda su vida lo envolvía ahora más que nu
La lluvia caía en un incesante murmullo contra los adoquines, envolviendo a Aerisport en una bruma gris que parecía querer borrar las formas del mundo. El sonido del agua deslizándose por los techos de tejas y el aroma a tierra mojada traían consigo un eco del pasado, un recuerdo que Kael había intentado enterrar durante años.Pero algunos recuerdos eran como heridas mal cerradas: se reabrían en el momento menos esperado.El eco de un grito. Un rostro pálido en la penumbra. La sensación de una mano deslizándose de la suya.Kael se detuvo en un callejón oscuro, cerrando los ojos un instante, permitiendo que la lluvia se deslizara por su rostro. Por un momento, no estaba en Aerisport, sino en otra no
El aire dentro de la sede de los Vigilantes estaba cargado de tensión. Elyra sentía cada mirada clavada en su espalda mientras caminaba por los pasillos de piedra, con los ecos de sus propios pasos resonando en sus oídos. Kael iba a su lado, en silencio, su expresión severa y su postura rígida como si estuviera listo para la tormenta que se avecinaba.Y vaya que se avecinaba una tormenta.Las puertas de la sala del consejo se abrieron de golpe en cuanto llegaron. Varios miembros de alto rango estaban reunidos allí, sus túnicas oscurecidas por las sombras de las lámparas. El rostro del Maestro Aldric, el líder de los Vigilantes, estaba grabado con la impasibilidad de alguien que había visto demasiados errores en su vida y que no estaba dispuesto a tolerar uno más.
Las noches en Aerisport eran impredecibles.A veces, la luna brillaba con tanta intensidad que las calles empedradas parecían bañadas en plata. Otras, como esta, la neblina envolvía la ciudad con una espesura que transformaba cada sombra en una amenaza silenciosa.Kael avanzaba con Elyra a su lado, sus pasos resonando suavemente contra las piedras húmedas. El aire olía a humo y a magia latente, como si la ciudad estuviera al borde de un despertar oscuro.—¿Cuánto falta? —preguntó Elyra en voz baja.Kael deslizó una mirada hacia ella. Su cabello oscuro se enredaba con la brisa nocturna, y su mano derecha descansaba sobre el pequeño tomo de hechizos que siempre llevaba consigo.