8

Draven deslizó el artefacto sobre la mesa de madera gastada. La luz de la lámpara parpadeante proyectaba sombras alargadas sobre su superficie dorada, reflejando las antiguas inscripciones que recorrían su contorno como raíces de un árbol ancestral.

Había esperado que el objeto reaccionara de inmediato, que la magia latente en su interior cobrara vida al contacto con su piel. Pero no ocurrió nada.

Nada, excepto el eco de su propia respiración en la guarida subterránea.

Exhaló con impaciencia y apoyó los codos sobre la mesa. Sus pensamientos estaban enredados, una maraña de dudas que lo inquietaban más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Esto no estaba saliendo como debía.

El E

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