La lluvia caía en un incesante murmullo contra los adoquines, envolviendo a Aerisport en una bruma gris que parecía querer borrar las formas del mundo. El sonido del agua deslizándose por los techos de tejas y el aroma a tierra mojada traían consigo un eco del pasado, un recuerdo que Kael había intentado enterrar durante años.
Pero algunos recuerdos eran como heridas mal cerradas: se reabrían en el momento menos esperado.
El eco de un grito. Un rostro pálido en la penumbra. La sensación de una mano deslizándose de la suya.
Kael se detuvo en un callejón oscuro, cerrando los ojos un instante, permitiendo que la lluvia se deslizara por su rostro. Por un momento, no estaba en Aerisport, sino en otra no
La guarida de Draven estaba sumida en una penumbra inquietante, iluminada apenas por las velas dispersas en los rincones de la habitación. El artefacto robado yacía sobre la mesa de madera maciza, su superficie cubierta de inscripciones antiguas que parecían pulsar con una energía latente. Draven lo observó con el ceño fruncido, tamborileando los dedos sobre el borde de la mesa. Algo en ese objeto lo inquietaba, una sensación visceral de que lo que contenía en su interior no debía ser liberado.Y sin embargo, El Errante lo quería.Draven apretó la mandíbula. No le gustaba la idea de entregarle algo tan poderoso a alguien como él, pero sabía que no tenía opción. La sombra que lo había seguido toda su vida lo envolvía ahora más que nu
El aire en la sede de los Vigilantes estaba cargado de tensión. En la gran sala del consejo, iluminada por la luz temblorosa de los candelabros, los miembros de la orden se habían reunido en un círculo cerrado, sus rostros serios y llenos de sospecha. La noticia de que habían descubierto un infiltrado había corrido como fuego en un campo seco.Kael permanecía de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, observando al prisionero en el centro de la sala. Era un hombre alto, de complexión robusta, con el cabello castaño alborotado y un semblante pétreo, como si se negara a mostrar cualquier emoción.Pero Kael lo veía claramente.El licántropo estaba tenso, sus ojos se movían con cautela, midiendo cada rincón de la habitaci&oa
Cuando Kael entró en la sala del consejo, ya sabía que la reunión iba a ser un desastre.Los altos mandos de los Vigilantes estaban sentados en la mesa redonda del centro, con sus rostros tensos y miradas que oscilaban entre la preocupación y la furia contenida. Documentos, mapas e informes de ataques recientes estaban desperdigados por la mesa de madera oscura, pero lo que realmente hacía el aire denso no eran los papeles. Era el miedo.—Los ataques están aumentando —dijo un hombre de túnica azul, su voz grave y tajante—. Criaturas que jamás se habían atrevido a salir de las sombras están ahora invadiendo nuestras calles. No podemos seguir ignorándolo.—Nadie está ignorándolo, Dorian —replicó Kael, cruzándose de brazos—. Estamos rastreando a los responsables.—Y ¿qué hemos encontrado? —La mujer a su lado entrecerró los ojos—. Nada. Solo suposiciones y pistas a los medios.Kael presionó la mandíbula. No soportaba la política, las reuniones eternas donde se lanzaban acusaciones como da
El filo de la espada se detuvo a centímetros de mi cuello.—Muerta otra vez —dijo Kael, bajando la hoja con una mirada severa.Llevé una mano a mi garganta, sintiendo el ardor del esfuerzo. Mi respiración era rápida, entrecortada, y el sudor se deslizaba por mi espalda en un rastro helado. Otra vez. Había perdido el equilibrio justo en el último segundo, dejando una abertura lo suficientemente grande como para que Kael se deslizara dentro de mi guardia sin esfuerzo.—No fue tan malo —bufé, tratando de ignorar la frustración que me quemaba la piel.Kael arqueó una ceja.—Si estuviéramos en una pelea real, estarías en el suelo sangrando —dijo—. O peor.Rodeé los ojos y recogí la espada del suelo, apretando la empuñadura con fuerza.—Tal vez deberías intentar motivarme en lugar de amenaz
La niebla cubría Aerisport como un manto inquietante, suavizando los contornos de las altas torres y los puentes de hierro que conectaban la ciudad en una maraña de calles adoquinadas. Los faroles a gas iluminaban las esquinas con una luz parpadeante, como si la ciudad misma respirara, viva y vigilante. Aerisport no era un lugar ordinario. Bajo su bulliciosa superficie de comerciantes y carrozas, existía un mundo oculto, donde lo mágico y lo humano convivían en un frágil equilibrio.Kael Orin caminaba a paso firme por una de las callejuelas, el eco de sus botas resonando en las piedras húmedas. Las sombras parecían seguirlo, estirándose y contrayéndose con cada farol que dejaba atrás. Había patrullado esas mismas calles durante años, pero algo aquella noche era diferente. El aire estaba cargado, espeso, como si algo invisible acechara entre las grietas de la ciudad.A su izquierda, el Mercado Oculto bullía de actividad. Puestos de madera improvisados ofrecían mercancías que no podrían
La Biblioteca de los Vigilantes, oculta en las profundidades del Bastión, era un lugar que no muchos tenían el privilegio de ver. Se encontraba escondida detrás de una serie de túneles protegidos con runas que repelían a cualquier intruso no autorizado. Incluso para los que tenían acceso, el ambiente del lugar era intimidante. Altos estantes llenos de libros encuadernados en cuero oscuro se alzaban hasta el techo abovedado. Antiguas lámparas de cristal colgaban de cadenas, llenando la estancia con una luz tenue y parpadeante, que apenas lograba disipar las sombras que parecían acechar en cada rincón.Elyra Meris estaba en su rincón favorito, rodeada de montones de libros abiertos. Sus manos, cubiertas de tinta, hojeaban cuidadosamente un tomo viejo y quebradizo mientras murmuraba palabras en un idioma que nadie en la superficie entendía. Aunque la biblioteca siempre estaba silenciosa, Elyra podía sentir el susurro de la magia fluyendo entre las páginas, un zumbido apenas audible que l