La vida tiene una forma extraña de jugarnos bromas, de ponernos en caminos que nunca imaginamos recorrer y de unir a personas que, en otras circunstancias, jamás se habrían cruzado. Alexandro siempre ha tenido el control. Dueño de una mente aguda para los negocios y de un atractivo innegable, ha vivido bajo sus propias reglas: sin ataduras, sin complicaciones. Heredar la empresa familiar solo reafirma su convicción de que nada puede sacudir su mundo perfectamente estructurado. Vanessa, en cambio, es puro caos envuelto en determinación. Inteligente, apasionada y con un carácter que desafía cualquier autoridad, lo último que esperaba era verse atrapada en una situación que pondría a prueba su paciencia… y su corazón. Cuando el destino decide juntarlos, el choque es inmediato, explosivo y, por qué no decirlo, divertido. Pero lo que comienza como una batalla de voluntades pronto se transforma en algo que ninguno de los dos puede controlar. Entre encuentros inesperados, desafíos laborales y una convivencia forzada, Alex y Nessa aprenderán que el amor y el odio a veces caminan de la mano. ¿Podrán ignorar lo que sienten por más tiempo? ¿O descubrirán que, cuando el destino interviene, resistirse es simplemente una causa perdida?
Leer másEl jardín de la casa Montenegro estaba lleno de vida. Globos de colores flotaban en el aire, mesas decoradas con guirnaldas y un enorme pastel rosa con detalles dorados ocupaban el centro de la celebración. La pequeña Mia, con sus dos años recién cumplidos, corría entre los invitados con su vestido blanco y una tiara de flores en el cabello, riendo mientras Nico la perseguía, moviendo la cola emocionado.—¡No me atrapas, Nico! —gritó entre risas la niña, corriendo hacia su primo Mathias, el hijo de Mariana, que a sus más de 2 años se unió al juego.—¡Vamos, Mathi, corre más rápido! —lo animó Mariana, riendo mientras veía cómo los niños se divertían con el perro.Vanessa, con una copa de jugo en la mano, observaba la escena con una sonrisa tierna. La fiesta de su hija había sido un éxito, y el jardín estaba lleno de familiares y amigos. Mariana y Damián estaban cerca, entretenidos con su propio hijo, mientras que Pablo discutía con Alexandro sobre quién sería el mejor padrino de los pe
Las risas llenaban cada rincón del hogar, y aunque las noches sin dormir les pasaban factura, nadie se quejaba. Bueno, quizá Alex, cuando la bebé jalaba su cabello con fuerza a las tres de la mañana y Vanessa solo se reía desde la cama. Nico, el verdadero guardián de la casa, no se despegaba de la cuna ni un segundo.—Estoy empezando a sospechar que Nico la quiere más que a nosotros —murmuró Alex una noche, mientras el perro movía la cola al escuchar a la bebé llorar.—Obvio —contestó Vanessa, estirándose con pereza—. Ella no lo regaña cuando se sube al sofá.Las visitas eran el pan de cada día. Mariana y Damián llegaban siempre cargados: pañaleras, sonajeros y su bebé en brazos, completamente enamorados de su nueva vida.—¿Ya les pasó que la bebé hace popó justo después del baño? —preguntó Damián, muy serio.—¿Solo después del baño? Qué suerte tienen —dijo Alex, mientras todos reían. Mariana y Vanessa se miraban con complicidad mientras sus hijas “jugaban” (o más bien se miraban fija
Un mes después ... El desfile de Montenegro Luxe era el evento más importante del año. La pasarela estaba lista, las luces enfocaban el escenario y la expectación en el ambiente era palpable. Vanessa, con su impecable sentido del estilo, había trabajado incansablemente para asegurarse de que cada detalle fuera perfecto. Pero esta vez, no solo era su talento el que brillaba en el evento, sino también su presencia como la esposa de Alexandro Montenegro.Alexandro estaba de pie junto a ella, impecable en su traje a medida, con la mirada atenta a cada movimiento en el evento. Se aseguraba de que todo transcurriera sin inconvenientes, pero su mayor distracción seguía siendo Vanessa. La forma en que se movía con naturalidad entre diseñadores y modelos, con esa energía que lo había cautivado desde el primer día. Sabía que era la persona indicada para liderar Montenegro Luxe a su lado.La velada avanzaba sin contratiempos hasta que una presencia inesperada captó la atención de todos. Victori
El jardín estaba iluminado con luces cálidas, y el aroma de las flores frescas flotaba en el aire. Era la boda que Vanessa nunca imaginó que tendría, pero que ahora sentía como el único destino posible. Dos meses después del nacimiento de Mia, su amor por Alexandro solo había crecido, y aunque su relación siempre había sido intensa, ahora también tenía una ternura que la hacía aún más fuerte.Desde la ventana, Vanessa observaba cómo los invitados se acomodaban. Sofía y Mariana terminaban los últimos retoques a su vestido mientras Nico, con un moño negro al cuello, se sentaba a sus pies, como si entendiera la importancia del momento.—No sé quién está más ansioso, si tú o el perro —bromeó Mariana.Vanessa acarició la cabeza de Nico y suspiró.—Ni yo misma sé lo que siento… Es emoción, es nervios… pero sobre todo, es amor.Sofía sonrió, tomando su mano.—Te mereces esto, Vane. Tú y Alex son como una tormenta, pero de esas que traen vida después de la lluvia.Cuando la música comenzó a s
El hospital era un completo caos.Alexandro, con el rostro pálido y las manos temblorosas, caminaba de un lado a otro mientras Vanessa intentaba respirar entre contracción y contracción. Sofía y Mariana trataban de calmarlo, aunque ellas mismas estaban al borde de un ataque de nervios.—Montenegro, si sigues caminando así vas a hacer un surco en el piso —bromeó Vanessa entre jadeos, intentando aliviar la tensión.—¡¿Cómo puedes estar bromeando ahora?! —explotó Alex, con los ojos desorbitados, pasándose una mano por el cabello ya despeinado.—Porque alguien tiene que hacerlo —respondió ella con una sonrisa débil—. Y porque si me estreso más, esta niña va a nacer con cara de enojo.Damián, con Mathias dormido en sus brazos, observaba la escena con una risa divertida.—Tranquilo, hermano. Solo tienes que aguantar las próximas horas y ya. Fácil —dijo con un tono burlón.—¡¿Fácil?! —Alexandro casi lo estrangula—. ¡Mi mujer está a punto de dar a luz!—Oh, ahora sí soy tu mujer, ¿eh? —Vaness
El baby shower de Mia estaba en su punto máximo. El jardín de la casa que unió a Vanessa y Alexandro estaba decorado con luces cálidas, arreglos florales y una mesa repleta de postres delicadamente preparados. Amigos y familiares reían, disfrutaban del evento y compartían anécdotas mientras Mariana cargaba a Mathias, su pequeño de un mes, que dormía plácidamente en sus brazos.—No puedo creer que ya seas mamá —dijo Sofía emocionada mientras acariciaba la cabecita del bebé—. Y pensar que en cualquier momento será el turno de Vanessa.—Vanessa tiene que sobrevivir primero a sus antojos, hormonas y a un Alexandro que la consiente demasiado —bromeó Damián, haciéndolos reír.Alexandro, parado junto a Vanessa, le ofrecía un plato con fresas cubiertas de chocolate. —¿Segura que no quieres otra cosa, nena? ¿Un helado? ¿Unas papas con chocolate? Lo que sea, lo consigo.—Deja de consentirla tanto, hermano, que luego no te dejará respirar —comentó Damián, recibiendo un codazo de Mariana.Vanessa
El tiempo pasó rápidamente, y Vanessa se encontraba en los últimos meses de su embarazo. Su vientre redondeado era el testimonio del amor entre ella y Alexandro, quien estaba completamente cautivado, pero también al borde de la locura con sus cambios de humor y antojos impredecibles.—Montenegro, necesito helado de pistacho con papas fritas —exigió ella, mientras se acomodaba en el sofá con Nico echado a su lado.Alexandro, que acababa de llegar del trabajo, la miró con una mezcla de ternura y resignación.—Nena, es la tercera vez en la semana que me mandas a buscar esa combinación…—¡Pero lo quiero ahora! —Vanessa hizo un puchero, cruzándose de brazos.Él suspiró, pero no pudo evitar sonreír. La amaba, con todo y sus locuras hormonales. Se inclinó, besando su frente antes de salir de nuevo en busca de su antojo.Mientras tanto, en la empresa, todo marchaba a la perfección. La nueva línea de ropa para maternidad había sido un éxito rotundo. Vanessa, Mariana y Sofía se encargaron de di
El sol brillaba con fuerza aquella tarde en la casa que tanto significaba para Alexandro y Vanessa. El jardín estaba decorado con flores frescas y luces delicadas que colgaban entre los árboles, creando un ambiente cálido y acogedor. El aroma de las flores se mezclaba con el de la comida recién preparada, llenando el aire con una sensación de hogar y celebración. La gran mesa estaba dispuesta en la terraza, cubierta con un mantel de lino y adornada con vajilla de porcelana fina. Una comida exquisita esperaba a ser servida, mientras una suave música instrumental flotaba en el aire.Vanessa se ajustó el vestido de lino que resaltaba su vientre de embarazo. Sus manos acariciaron suavemente la curva de su abdomen, sintiendo la vida que crecía dentro de ella. Sofía y Mariana la ayudaban con los últimos detalles de la reunión, asegurándose de que todo estuviera perfecto.—Dios, esto parece más una boda que un simple almuerzo familiar —bromeó Sofía, observando la elegancia de la decoración m
El cielo seguía iluminado por los restos de los fuegos artificiales cuando Alexandro envolvió a Vanessa en sus brazos, sosteniéndola con firmeza, como si temiera que se desvaneciera entre sus manos. Ella reía, aún con el corazón acelerado y las mejillas ardiendo por la emoción.—No puedo creer que realmente hiciste esto —susurró, apoyando la frente contra la de él.—Créelo, nena. Y acostúmbrate, porque pasarás el resto de tu vida lidiando con mis locuras.Vanessa suspiró con una sonrisa, sintiendo la calidez de su amor envolverla. Sus dedos recorrieron la línea de su mandíbula antes de darle un beso suave y prolongado. Nico ladró, reclamando atención, y ella rió mientras se inclinaba para acariciar la cabeza del perro.—Parece que alguien también está emocionado —comentó Alex, rascando detrás de las orejas del golden retriever negro.Vanessa se acomodó en su asiento, observando la villa iluminada en la distancia. La brisa del mar le acariciaba la piel, y por primera vez en mucho tiemp