El rival de mi esposo.

El rival de mi esposo. ES

Romance
Liliana Gómez   Recién actualizado
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Resumen
Índice

#Amor prohibido #De odio al amor #Romance oscuro #Venganza #Millonario Karina White es una esposa complaciente, criada bajo reglas arcaicas y machistas. Su mundo giraba en torno a su esposo, Williams. Pero todo cambia cuando este le entrega los papeles de divorcio tras problemas de fertilidad por parte de ella. Williams planea quedarse con la herencia que le corresponde a Karina y la empresa de su padre. Ella sabe que no puede ganar esta guerra sola porque no posee conocimientos del mundo empresarial, ya que las mujeres no son aptas para manejar negocios (según los hombres de su vida) Karina quiere recuperar su matrimonio, mas no por amor. Piensa que no tiene salida y que su único propósito es servir a su marido. Hasta que conoce al infame empresario Austin Cooper. Odiado por muchos, amado por nadie. Es el enemigo mortal de Williams, cuyas razones de enemistad desconoce Karina. Al descubrir la traición de Williams, decide vengarse de la mejor manera; seduciendo al rival de su esposo, metiéndose en su cama y entre sus sábanas. Austin hará lo posible por robarse aquella mujer para que permanezca a su lado. Pero, ¿por qué está tan interesado en ella? ¿La quiero por venganza, placer, amor?

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Capítulo Uno: una noche de malas noticias.
―Marta, la mesa de postre irá en aquella esquina, junto a la mesa de aperitivos ―informé a la sirvienta, paseé mi vista por la pulcra y espaciosa habitación. Mi atención sé dirigió al centro del salón, decorado con una fuente escultural de cristal; dos hombres vestidos de traje y estrechando sus manos como si se tratara de un trato de negocios. Justo del tema que se trataba la reunión de mañana. En el piso rodeando la escultura, se encontraba plasmado un sol pintado en tonos dorados. ―Siento que le falta algo… ―Señora Karina, necesito que escoja las flores que usaremos mañana. Una sirvienta me entregó dos ramos distintos de flores. ―Lirios ―respondí al instante. No tenía que pensarlo dos veces, era mi flor favorita. Todo debía quedar perfecto. Mañana, mi esposo, Williams, buscaría nuevos inversionista para un proyecto. Vendrán muchos amigos de negocios de mi esposo… y otros no tanto. Williams no se llevaba bien con algunos de los inversionista. Pero son negocios, no se ten
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Capítulo dos: La casa de cambio.
Me tragué las palabras ante el rostro inexpresivo de Austin. Sus cejas pobladas estaban fruncidas. ―¿Por qué no miras por dónde vas? ―Me gritó con su mandíbula apretada. Sus ojos bajaron por mi cuerpo, no de forma lujuriosa. Terminó viendo mis pies descalzo cubiertos de tierra. ―¿Por qué te encuentras en ese estado? ¿Y tus zapatos?― ¡No es de tu incumbencia! ―dije, exaltada―. Una disculpa por meterme en tu camino. Me retiré con el mentón elevado, pasando frente al coche. Ya me disculpé, no tenía razones para quedarme a sociabilizar. Y si ya no iba a ser la esposa de Williams White no tenia que fingir ser amable con sus colegas de profesión. ―¡Oye! ―Me gritó y lo ignoré. Crucé la calle, siguiendo mi camino, aunque no sé a qué camino me dirigía. Necesitaba idear un plan para conseguir un lugar donde dormir. ―¿No me escuchas? Mi primer movimiento: vender las joyas que traía encima. Salí sin mi bolso, mi billetera, mis tarjetas, ni siquiera traía mi celular. Y ni habla
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Capítulo tres: Vendido.
―¿Ese no es tu nombre? ―preguntó, pasándose las manos por el cabello. ―Mi nombre es Karina, no Kari ―Me señalé a mi misma. ―Pero es un diminutivo de tu nombre. Tus amigos deben llamarte…―No. Nadie nunca me ha llamado así ―Lo interrumpí. No sé por qué, pero me inquietó escucharlo llamarme así. Me provocó un hormigueo en mi espina dorsal. No. Se sintió diferente, como si ya hubiera vivido esto. ¿Es acaso lo que las personas llaman deja vu? La boca de Austin Cooper se abrió y volvió a cerrarse. Un hombre mayor salió de una puerta detrás del mostrador y se aproximó a nosotros. Mi acompañante se relajó ante la interrupción.―¿Qué quieren? ―El frágil y demacrado anciano se dirigió a nosotros de mala gana. Me impresionó tal trato a sus cliente. Carraspeó y escupió en una cubeta. O al menos espero que haya sido en una cubeta y no en el suelo, de nuestro lado del mostrador no se puede apreciar nada que esté en la parte inferior, gracias a Dios. ―¿Y entonces? ―gritó el viejo cascarr
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Capítulo cuatro: hotel equivocado.
Fijé mi vista en los billetes verdes mientras eran dejados sobre el mostrador. El lugar estaba en silencio. El señor Cooper estaba detrás de mí, su fragancia era fuerte y varonil. Me negué a verlo. Con cada billete que soltaba yo exhalaba, liberando presión y rabia. Ya estaba harta de estar en medio de los hombres poderosos. No resistía más siendo utilizada para su beneficio. No sé preocupaban por mis intereses, solo por los suyos. Solo era un peón en su juego. Una vez que ya no servía me desecharan, como lo hizo mi esposo. Era tan humillante. Maldito Williams, haría que se arrepintiera. Yo sé que se dará cuenta que tomó una decisión apresurada. Solo habló desde el odio. Debía admitir que esperaba que él me pidiera regresar. Y eso me hacía sentir miserable, porque siempre dependí de Williams y mi padre. Resultaba vergonzoso, pero era la vida que escogí al casarme con él. Si se divorcia de mí, no me quedarán más que las sobras y tendría que humillarme a mí misma para que me deje v
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Capítulo cinco: La propiedad del señor Cooper.
Pasos, voces, oscuridad. No sé si era parte de mi sueño o estaba despierta, mas me negaba abrir los ojos. Unas fuertes manos me rodeaban el pecho y los muslos. Solo podía ver oscuridad. Pero había algo que reconocí, un olor… un perfume. Lo sentí tan familiar y al mismo tiempo tan nostálgico, como si tuviera años sin olerlo. Y sabía a quién le pertenece y era por eso que se me hacía tan extraño que me resultara familiar. Era el de Austin. Morfeo me estaba llamando y no me pude resistir a la tentación, volví a caer rendida.…. Unas manos recorrían mis adoloridos pies, los acariciaba. Era relajante, hasta que me comenzó arder y me desperté del susto. Lo primero que vi fueron los ojos de Austin, avellanas. Sí, definitivamente no eran dorados ni cobre, eran avellanas tildando a dorado. Creí que empecé a delirar e imaginar cosas, porque vi un destello, una imagen en mi mente de esos mismos ojos viéndome. ¿En dónde? ¿Cuándo, cómo? El pecho me subía y bajaba a gran velocidad. Él se encont
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Capítulo seis: ¿Nos conocemos?
Austin parpadeó, cayendo en cuenta de sus propias palabras. Dudó, lo vi en sus ojos. ―Lo supuse. ―¿Y por qué supones eso? ¿Qué te llevó a tal conclusión? Las sienes me palpitaban, el dolor se volvió insoportable.―Por como ignorabas las conversaciones cuando se tornaban sobre el trabajo, negocios…―Esa es una respuesta muy vaga y un análisis muy superficial. Puedo ignorar la conversación por muchas razones; aburrimiento, charlas que escucho todas las noches, negocios que no son míos. Enumeré cada una de las opciones. La silla rechinó al levantarse abruptamente. ―No me voy a poner a discutir ridiculeces en estos momentos. Es de madrugada y no estoy de humor.―¡Esto no se va a quedar así! ¿Por qué estás tan interesado en mi matrimonio? Le grité. Se detuvo en la puerta, viéndome. Cuando pensé que iba a decir algo, terminó dándose la vuelta y saliendo. Pero pude escuchar un susurro, o tal vez me lo imaginé. “Esta no es la vida que tú querías”. Me dejó sola con mis dudas. Los
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Capítulo siete: Preguntas sin respuestas.
Austin me sonrió con suficiencia. ―Muy bien ―carraspeé―. ¿Nos conocimos en primaría? ―No. Esperé, esperé y esperé, pero no dijo más. No me corrigió ni me informó sobre el lugar y ocasión en la que nos conocimos. Solo un simple: no. Su sonrisa se ensanchó. Caí en cuenta de la trampa empresarial. Lo que llamaríamos “letra chiquita”. Yo solo le dije que tenía que responder mis preguntas y como condición debería iniciar primero. No le pedí que fuese específico, que me diera detalles, que mencionara lugar, fecha, hora. Solo que respondiera. Ese fue mi error. Me mordí la mejilla interna. Me tragué el disgusto. ―¿Nos conocimos en la secundaria? ―No. De nuevo el silencio. No me molesté en esperar y continué. ―¿Nos conocimos en preparatoria? ―No.―¿Nos conocimos en la universidad?―No. ―¡¿Entonces?! ¿Dónde nos conocimos? ―dije, exasperada. Si no fue en primaría, secundaria, preparatoria y universidad, no se me ocurre ningún otro lugar. ―Aquí no fue. Utilizó el vacío legal par
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Capítulo ocho: sensaciones prohibidas.
Austin invadió mi boca, introduciendo su lengua, causándome escalofríos. Intenté defenderme, pero entre más jugaba con mi lengua, más me costaba alejarme. Ese sabor tan culposo como placentero estaba ganando la batalla. No me dejaba descansar y tampoco quería que lo hiciera. Fue dominante, posesivo. Siempre controló el juego. Mis manos fueron a su pecho, me propuse apartarlo y no lo logré. Sus músculos se notaban apretados contra mis manos. No podía respirar, la cabeza me daba vueltas, el vientre me hormigueaba, mis emociones me traicionaban, al igual que todo mi cuerpo. ¡Estaba casada! ¡Quería recuperar mi matrimonio! ¡Debía serle fiel!¡No podía tener una aventura siendo una mujer casada!¡No podía traicionar a mi esposo! Mis pensamientos se convirtieron en humo. Mi cuerpo no obedecía. En algún punto terminamos contra la puerta del baño. Sus manos viajaron por mis piernas desnudas, para luego tocar zonas indebidas que estaban cubiertas por la ropa. No podía negarlo, mi zo
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Capítulo nueve: ¿Matrimonio salvado?
Entré a paso firme. Mi mirada fue directo al hombre sentado frente a un escritorio, con su cabeza enterrada en unos papeles. No me molesté en ver las paredes de cristal, para evitar desmayarme. ―Padre ―anuncié. ―Te estaba esperando ―dijo sin levantar la vista, pero pude notar como comenzó a escribir más rápido para prestarme atención. Nunca dejaba un papel a la mitad, debía terminarlo y luego es que hablaba. Y efectivamente, Williams le contó a mi padre. Esto era un trato de negocios, es normal que lo hiciera. Pero me molestaba, ya que lo mostraba muy decidido. Una vez que terminó, soltó el lápiz y levantó su cabellera rubia canosa. A diferencia mi persona, él si era rubio natural. Yo no. Me pintaba el cabello desde hace varios años, es que me hacía parecer más su hija de ese modo. Apenas que un mechón negro se comenzaba a notar, no tardaba en echarme tinte. Miré el rostro de mi padre, esperando divisar la molestia y la decepción en sus ojos café, pero encontré calma y tranqu
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Capítulo Diez: días de miseria.
Transcurso del día siete desde que recuperamos nuestro matrimonio (antes de la tragedia): Me dormí a las una de la madrugada. Tuve un sueño espeso, tan vivido y al mismo tiempo, tan extraño. No tenía sentido, eran pequeños fragmentos de segundos. Era como si me pusieran escenas al azar, repartidas como un rompecabezas que necesitaba armar. Aunque ese no era el problema; todo lo veía borroso. Como si fuera una sección de mi cerebro que estaba bajo mantenimiento. Mi maleta estaba hecha un desastre… No había nadie ahí, pude sentir rabia y furia. Tiraba cosas dentro de la maleta. Era… ¿Era yo? ¡Eran mis manos! La escena cambiaba. Un día sombrío en la playa, una playa que desconocía, pero ahí estaba. Pude escuchar truenos, la piel se me erizó. La escena cambiaba. Oscuridad, seguida de música. Era un grupo musical, pero no sabía cuál. ¡No! Si lo conocía. Mis huesos recordaban la melodía, pero mi cerebro no. La he escuchado en algún lado, pero, ¿dónde? La escena cambiaba. El tors
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