Historia de época + hombres lobo, inspirada en la novela de tv CORAZÓN SALVAJE. Desde su infancia, Rebeca ha sabido que su destino estaba unido al de su primo Iván Felipe. Su compromiso era un acuerdo inquebrantable… hasta que el corazón de Iván Felipe eligió a otra. Marta, la hermana de Rebeca, se convirtió en su esposa, ocultando un pasado prohibido con otro hombre. Rebeca, leal y sacrificada, haría todo lo que estuviera en sus manos para que su primo nunca descubriera la verdad. Pero el regreso de Pablo, el hombre que alguna vez fue amante de Marta, amenaza con derrumbarlo todo. Sin embargo, Pablo ya no es el mismo de antes. Como alfa de su manada, su prioridad es comprender el mundo humano para garantizar la supervivencia de los suyos. Lo que no esperaba era encontrarse con Rebeca… ni que su alma rugiera al reconocerla como su compañera. Durante años, los licántropos creyeron que su Diosa los había condenado, negándoles el vínculo sagrado de los compañeros. Pero ahora algo ha cambiado. De repente, muchos de su especie están encontrando a su otra mitad entre los humanos. ¿Es este un nuevo amanecer para su raza o solo el preludio de un conflicto aún mayor? Mientras los cazadores acechan y el destino de ambas especies pende de un hilo, Rebeca deberá decidir entre su deber hacia su familia o el llamado irresistible de su corazón. ¿Podrá el amor entre una humana y un licántropo desafiar las barreras de sus mundos? ¿O será solo un imposible entre la luna y el destino?
Leer másAún me cuesta creer que hayas sido tan temeraria.Rebeca duerme a mi lado, y no puedo evitar sonreír como una idiota al pensar en todo lo que ha cambiado mi vida desde que la conocí. Han pasado casi tres meses desde que salí de la cárcel, y todavía me embriaga la misma sensación de plenitud que sentí el día que bajó aquellas escaleras para verme… aún cuando yo mismo le había prohibido que lo hiciera.Convenció a las monjas para que la dejaran infiltrarse entre ellas, y aunque no sea una loba, ese acto lo dice todo: el lazo que nos une es más fuerte que cualquier linaje. Al salir, no pensaba en otra cosa más que en correr a casa para verla. Y aunque el recibimiento en la manada fue cálido, con festejos que casi me impidieron avanzar, apenas tuve la oportunidad, me escabullí hasta ella.—No me vas a entrar oliendo así —fue lo primero que me dijo, apenas nos vimos.La miré, desconcertado, y ella dio un paso atrás, señalando mi camisa con un gesto firme pero divertido.Aquella mujer de man
Todos parecían satisfechos en la reunión. Rosalba se había esmerado tanto en el arreglo y la decoración del gran salón, que no pude evitar preguntarme si, en el fondo, ella también anhela algo así. No estoy seguro de poder adoptar por completa la religión que siguen los humanos, pero fingir… fingir para que el rito se lleve a cabo, eso sí lo haría sin dudar.Uno a uno, los invitados comenzaron a retirarse. Tras una última ronda por los límites del ahora llamado pueblo, regresó a la casa de la manada. Rosalba, rodeada de un grupo de muchachas, estaba ocupada devolviendo cada cosa a su lugar. Aunque algunas de las otras mujeres me miraron con extrañeza, no dudé en unirme a ellas para ayudar.En realidad, lo que deseaba era que todo terminara pronto, poder irnos y finalmente descansar.—Fue una linda velada —murmuro cuando regresamos a nuestra habitación.Deja el chal sobre la silla del tocador —obviamente debí adecuar la habitación para los dos— y suelta su cabello. No entiendo del todo
La boda fue rápida y sencilla. No necesitábamos más, pese a los insistentes esfuerzos de Luna Rebeca por adornarlo todo con detalles innecesarios. Lo único en lo que me dejé ayudar fue con el vestido de novia.Ver la expresión de Juan Benedicto iluminarse a medida que me acercaba me confirmaba que había sido la elección correcta. No me importaba la fiesta ni los regalos que, al parecer, son costumbre entre los recién casados. Lo único que realmente importaba era que, en cuanto ese anillo rodeara mi dedo, ese hombre también sería mío ante todos.—Esta noche no te escapas —susurré en su oído cuando mi Alfa me entregó a él.Su mirada me lanzó un reproche silencioso, pero sabía que estaba tan ansioso como yo. Fueron tiempos difíciles. Tenerlo tan cerca, tan disponible y, al mismo tiempo, tan lejos fue una tortura para ambos. Su cuerpo me lo gritó en más de una ocasión. La carga del liderazgo pesaba sobre sus hombros, y yo estaba más que dispuesta a aliviar su tensión, aunque fuera por un
El único motivo por el cual estoy en esta fiesta, es porque he sido obligado. Mi situación en la fuerza depende de lo progresistas que sean las mentes de mis superiores, así que no tengo muchas esperanzas de continuar en mi cargo y mucho menos de seguir creciendo laboralmente ahí. "Hasta que se tome una decisión deberás hacer solo trabajo administrativo", dijo mi mayor Duarte.Pocos compañeros conocen mis nuevas condiciones, así que la gran mayoría solo me mira con curiosidad y especulan a mi espalda el motivo por el cual he dejado el trabajo de campo, mientras que los otros solo guardan distancia. No me importa, solo espero con resignación mi destino, rogando a Dios que no me consideren una amenaza. Tengo fe en ello.Todo podría ir muy mal para mí, pero estoy decidido a limpiar mi conciencia y que mis actos vuelvan a ser tan transparentes como antes. No me agrada la idea de esconder quien soy a mis compañeros y jugar a cazar a quienes ahora entiendo que son personas con defectos y vi
—Estoy tan sorprendido como tú —dice don Noé mientras me pone al tanto de los últimos acontecimientos—. Siempre supe que, en el fondo, Iván Felipe era un buen hombre, pero jamás imaginé que pudiera hacer algo así.— ¿No será alguna especie de trampa? —pregunto con escepticismo.—No lo creo. Esta mañana me pidió que lo acompañara ante el juez Vinazco. Se disculpó por el comportamiento de su madre y firmó los documentos para retirar los cargos en tu contra.Pasa el brazo a través de la reja y apoya su mano en mi hombro antes de continuar:—Pronto estarás libre. Si hubiera querido, podría haber destruido esa carta, y solo Dios sabe cuánto tiempo habrías permanecido aquí.Las palabras resuenan en mi mente. Me cuesta creer lo que escucho. Después de cumplir con el supuesto trabajo con los reos, en unos días podrás salir de este lugar.—Me aguanto solo porque no quiero que esos hombres sigan libres, haciendo de las suyas con los míos. Pero aún no me convence del todo… Sigue interesado en mi
Sé que lo que acabo de pensar es una locura, pero la certeza es tan abrumadora que no puedo apartar la mirada de la muchacha. Algo en ella me llama, me ata, me atrapa en un hechizo del que no quiero —ni puedo— escapar.Entonces, su mirada me encuentra. Es solo un instante, pero es suficiente. Una emoción arrolladora me sacudió, una sensación que solo había experimentado una vez en mi vida… cuando conocí a Marta.—Hola, hijo. ¿Qué haces aquí?La voz de mi madre es apenas un murmullo lejano. Todo mi ser sigue anclado a la joven, quien, con delicadeza, me ofrece una leve reverencia antes de apartar la vista. Apenas tiene tiempo de hacerlo cuando un grupo de señoras la rodea con entusiasmo. Conversan animadamente, invitándola a sus casas con una hospitalidad demasiado evidente. Sé lo que traman. En esos hogares hay hombres solteros, y estas mujeres han olfateado una oportunidad.—¿Te ha llamado la atención la señorita María? —pregunta mi madre con una sonrisa velada—. Es una excelente opc
Recuerdo que siempre soñé con regresar a mi hogar a mi patria. Anhelaba los días calurosos y los paisajes que mi mente guardaba como un bello recuerdo infantil. Hoy siendo un hombre observo el mismo cielo y las mismas montañas y la sensación es diferente, todo debería ser igual de bello, pero ahora parece cubierto por una capa de melancolía que a duras penas me permite reconocer el paisaje.El coche avanza y me acerca a un lugar que responderá de manera inequívoca a mis dudas. Mi proceder tras escucharlo marcarán el lado de la balanza en la que estaré ubicado el resto de mi vida.Antes de partir Jaime, tuvimos una conversación significativa. Mi amigo no podía acompañarme más, tiene sus propios problemas que solucionar y una vida por vivir.—No estoy seguro de como va a terminar mi vida. Pero de lo que si estoy seguro es que no me arrepentiré de lo que haga.—¿Cómo puedes estar seguro de eso? Yo estaba contento y seguro de mi decisión de casarme con Marta, pero después… me pesó mucho —
Los informes sobre asesinatos escabrosos se alejan cada vez más de este lugar. Las investigaciones indican que la manada circundante—que ahora sé que pertenece a mi "hermano"—es pacífica, lo que lleva a una conclusión lógica: el asesino es un licántropo desterrado.Si bien no son comunes, existen casos en los que algunos licántropos son condenados al exilio. Ignoro la naturaleza exacta de sus faltas, pero sé que la manada se libra del problema liberándolos al mundo.Las jornadas de trabajo han sido largas y agotadoras, acumulando un peso sobre mis hombros que se suma a mis otras preocupaciones personales.—¿Está seguro de que no necesita nada más, señor Ortega? —pregunta por tercera vez la criada—. Parece que le vendría bien un masaje para relajarse.Capté, por fin, la insinuación oculta en sus palabras. Siempre he sido lento para notar esas cosas, y escuchar la misma oferta en tres ocasiones debió haber sido suficiente para entenderla. La observo con atención por primera vez, pese a
—¡Eres injusto! —exclamo con la voz temblorosa, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos—. Me estás arrebatando cualquier oportunidad de socializar y encontrar un marido.Mi tío suspira, visiblemente irritado, y responde con esa mezcla de frustración y autoridad que siempre lo caracteriza:—No digas disparates, María. No estoy impidiendo que te relaciones, pero los Ortega no son buena gente. Son personas turbias, y no quiero verte cerca de ellos.Es mi tío, sí, pero a veces tengo la sensación de que me detesta. Su trabajo nos obliga a mi madre ya mí a cambiar constantemente de pueblo, como hojas arrastradas por el viento. Eso ha hecho imposible que forme amistades duraderas, mucho menos que encuentre un esposo. La frustración me consume. Ya tengo veinte años; el tiempo avanza implacable para mi y, sin embargo, él parece ignorarlo por completo.—Me voy a mi cuarto. —Doy media vuelta con dramatismo, ignorando cualquier otra palabra suya, y me precipito escaleras arriba. Al llegar a