Si un día una hermosa mujer vestida de novia se lanza en tus brazos y te pide que la salves, ¿qué harías? ¿Te la llevarías contigo? ¿La salvarías? Pero… ¿qué pasa cuando te despiertas al otro día con una terrible resaca sin acordarte de lo sucedido, con un anillo de matrimonio en tu dedo y un certificado de matrimonio a tu lado? Gerónimo Garibaldi, ha tenido poder, estatus y riqueza desde su nacimiento. Enamorarse y contraer matrimonio no estaba en sus planes. Él sólo quería ayudar a la desconocida que le pareció conocida y que necesitaba su ayuda. Despertarse casado, nunca estuvo en sus planes, sobre todo si ella ha desaparecido. Ahora su vida está de cabeza, llena de preguntas sin respuestas y un matrimonio con alguien que no conoce. —¿Qué vas a hacer ahora mi hermano? —¡Tengo que encontrar a mi desconocida esposa para que deje de serlo!
Leer másGiovanni entrecerró los ojos, considerando lentamente las palabras de su hijo. La posibilidad de una alianza, aunque inimaginable, entre los Garibaldi y los Papadopulos empezaba a serpentear en su mente como un pensamiento peligroso, pero tentador.—Hijo —comenzó a hablar Giovanni—. Sabes lo que esto significa para todos nosotros. No es solo tu vida la que está en juego. Toda nuestra familia podría verse afectada por esta decisión.—Entiendo lo que implica, papá. Pero esta es mi vida y mi decisión. Cristal —Agapy— y yo hemos elegido el amor en medio de esta neblina de rivalidades y secretos. Espero que algún día puedan entenderlo y aceptarlo —dijo, con firmeza.Rosa, aún atrapada en la incredulidad y la ira, se cruzó de brazos, decidida a oponerse a lo que consideraba una gravísima traición.—Gerónimo, no puedes simplemente esperar que aceptemos esto sin más. ¿Sabes lo que nos estás pidiendo? —su voz temblaba entre la furia y el desconsuelo—. ¡No te casarás y punto! Lo dije antes, ten
Gerónimo negó, explicando lo que le había pedido su tío. Tenía que hablar con sus padres y contarles toda la verdad.—Después de que lo haga, iré para allá —dijo, acelerando el paso, deseoso de terminar y poder estar con ella—. Así que ahora me dirijo a casa; si me demoro, no temas, cariño. Pero no te separes de tu hermano, ve a su casa ahora mismo. Mira primero si no hay nadie en el pasillo.—Lo haré, no seas paranoico, nadie sabe que estoy aquí —le respondió ella, obedeciendo su petición.—No seas tan confiada, mi Cielo —exigió Gerónimo con cariño—. Haz lo que te digo antes de salir de nuestra casa.—Ya lo hice, no hay nadie —dijo Cristal al avanzar hacia el apartamento de su hermano—. Ya llegué, no temas. Cuídate tú, amor; hay mucho peligro en las calles, dice Maxi.—Lo haré, Cielo —suspiró, aliviado, Gerónimo—. Te amo.—Más te amo yo —contestó Cristal, lanzando un beso justo antes de entrar en la casa de su hermano.Gerónimo se dirigía rápidamente a su casa, pensando en cómo comen
Gerónimo salió feliz de la oficina de su tío Fabrizio; nunca imaginó que no recibiría un regaño por lo que había provocado en el juzgado y la guerra, y mucho menos que su tío estuviera dispuesto a reconciliarse con los Grecos solo por él. Sentía que no podía contener su alegría. Pensó que iba a tener que luchar contra toda su familia por el amor de su vida, incluso que podría verse obligado a abandonarlos si no la aceptaban. Pero ahora no solo la aceptaban, sino que el jefe de la familia iba a ayudarlo a casarse con su Cielo. Tomó su teléfono y llamó a Cristal, quien le respondió de inmediato.—¿Amor? —preguntó ella.—Sí, soy yo, Cielo mío. Acabo de hablar con mi tío. ¡No vas a creerlo, amor, ni yo mismo me lo creo todavía! —exclamó mientras caminaba rumbo a su casa.—¿Qué cosa? ¿Todo te fue bien? —preguntó Cristal al percibir la alegría en la voz de su esposo.—Más que bien, cariño. Pero, ¿dónde estás? ¿Por qué no siento a tu hermano contigo? —preguntó Gerónimo con preocupación.—Vin
Jarret, aunque aparentaba estar dolido por lo sucedido, podría ser un aliado inesperado para Ellie en sus intentos por separar a Gerónimo de Cristal. No obstante, no podía confiar en él hasta que no verificara si era verdad todo lo que decía. La desconfianza era un fantasma siempre presente, una sombra que acechaba cada movimiento y que definía sus vidas. —Por esto —dijo Jarret, mostrando su teléfono con muchas fotos de él junto a Cristal—, hace cinco años que somos novios y no quiero perderla. Así que si quieres recuperar a tu novio, quizás podamos colaborar. La cafetería, testigo silencioso de confesiones y revelaciones, era un lugar donde las palabras y los sentimientos fluían libres, liberados de las ataduras impuestas por la sociedad y la mafia. El pacto tácito de verdad que Ellie extendía hacia Jarret era frágil. En su mente, el deseo de proteger lo poco que quedaba intacto se convertía en un impulso poderoso. —¿Qué quieres que haga? —preguntó Ellie, viendo un aliado en su
Asiri se acercó y contempló la imagen que le señalaba su amigo. Torció el rostro en una mueca; toda la molestia que tenía regresó de golpe. Tomó aire unos momentos antes de contestar. —Sí, es una conocida mía, y una loca enamorada de Gerónimo. Acabo de estar ahí, en esa cafetería, con ella. ¿Por qué? —preguntó, frunciendo el ceño. —¿Conoces a este tipo? —continuó preguntando Darío, sin responder todavía. —No, es la primera vez que lo veo. ¿Quién es? —quiso saber Asiri, preocupada al ver la expresión seria de su amigo. Darío procedió a explicar que se llamaba Jarret o Sergio; aún no definían cuál de los dos nombres era el verdadero. Era el prometido de Cristal en América, la esposa de Gerónimo, y llevaba un rato tramando algo con Ellie, la conocida de Asiri. Esta se concentró en la imagen de la cámara de seguridad, donde se les veía conversando, mientras preguntaba: —¿Cómo lo conoces? ¿No puedes oír lo que dicen? —No, el audio no se escucha —contestó Darío, y agregó—: Gerón
Asiri estaba muy furiosa después de encontrarse con Ellie en la cafetería. Si había algo que la enfurecía, era que la utilizaran. —¡No puedo creer que ella me haya hecho hacer eso! ¡No lo puedo creer! —exclamó al entrar en su casa y dejar caer su bolso con rabia sobre un sillón.—¿De qué hablas, cariño? —preguntó su esposo Salvador al ver que entraba molesta. Se le acercó con la niña en brazos y le dio un beso—. ¿O de quién?—¡Ellie! —le gritó furiosa—. ¿Sabes que me hizo investigar a la desconocida esposa de Gerónimo?—¿De veras? —preguntó sorprendido—. ¿Y cómo te diste cuenta de que era ella, si todavía no la conocemos?Asiri respiró hondo, tratando de calmar el torbellino de emociones que la embargaba. La presencia de Salvador y su hija le ofrecía un ancla de paz, pero la ira aún ardía en su pecho. Se sentó, intentando recobrar el control, mientras Salvador se acomodaba a su lado, atento.—Porque Cecil estaba allí —respondió, tomando agua—. Ellie también la había invitado, porque
Gerónimo, sabiendo que había ganado más que la aprobación de su tío, se sintió renovado y listo para enfrentar cualquier desafío que viniera en su camino. Por eso tomó aire y le contestó: —Como le conté, ella tenía un nombre falso en América, con el que nos casamos, y sus padres la volvieron a inscribir con su nombre real. Debemos casarnos con ese ahora —explicó, con la esperanza de que lo ayudara a hacerlo. —Entiendo —dijo Fabrizio, sentándose frente a su sobrino—. ¿Qué pinta Luciano en todo esto? —Él es el hijo del mejor amigo del Greco; los habían comprometido desde niños y ahora quiere obligarla a casarse con él —explicó, cambiando de inmediato a una expresión furiosa—. ¡Pero primero lo mato, tío! ¡Cielo es mía, mi esposa! El gesto decidido de Gerónimo no pasó desapercibido para Fabrizio, quien observó la pasión ardiente en los ojos de su sobrino. La situación en el mundo mafioso era compleja, y los corazones no siempre seguían el camino más fácil. Sin embargo, entendía qu
Gerónimo miró a su tío, aún sorprendido de que no lo hubiera regañado por todo lo que había pasado y, mucho menos, de que no se hubiera molestado porque se casó con la hija de uno de los enemigos de la familia. —Sí, tío —contestó con una sonrisa—. Mi Agapy es la hija del Greco, a quien dieron por muerta cuando era niña. —¿La dieron por muerta? —Fabrizio lo miró sin entender y se sentó detrás de su buró—. Empieza desde el principio. Yo recuerdo que habían asesinado a la hija de ellos, hasta un funeral hicieron. —¿Se acuerda de Domenico Vitale, el tipo que quería que la tía Bianca fuera su mujer? —preguntó Gerónimo, tratando de traer ese recuerdo a la memoria de su tío. —¡Claro que me acuerdo de ese degenerado! —exclamó Fabrizio de inmediato—. ¿Qué tiene que ver con tu esposa? Fabrizio frunció el ceño, intrigado por el sorpresivo giro de los acontecimientos. La historia que comenzaba a esbozarse ante él era más compleja de lo que había imaginado. Gerónimo se levantó con determ
Cristal sentía como si cada palabra de Coral despejara un poco más la niebla que había cubierto su vida durante tanto tiempo. A su alrededor, la mafia italiana estaba llena de intrigas y rivalidades que ella no entendía. Su única preocupación era seguir con su verdadero amor.—¿Quieres decir que todavía estoy legalmente casada con mi Gerónimo? —preguntó, con el semblante realmente feliz, como si lo que acababa de decir la prima de su esposo fuera la información que le salvaba la vida. Maximiliano la miró, alborotada, y movió la cabeza negativamente. No podía negar que su pequeña hermana estaba realmente enamorada de Gerónimo, aunque le dolía admitirlo, y temía que él la hiciera sufrir. —Bueno, tendrían que inscribir el matrimonio aquí —aclaró Coral al ver su alegría.