Irina Foster, una enfermera devastada por la muerte de su esposo, James, descubre que él era sospechoso de ser el líder de una siniestra red de tráfico de órganos, conocida como la “Legión Azul”. Mientras lucha por limpiar su nombre y proteger a su hijo, Irina se ve obligada a aceptar un trabajo en la casa del enigmático Dr. Alex Salvatore, en alianza con el detective Santiago Villalobos. Irina está convencida de que Alex es el hombre detrás de toda su desgracia y está comprometida a vengarse. Pero a medida que se acerca a Alex, la atracción entre ella y él se intensifica, haciendo que la línea entre el amor y el odio sea cada vez más borrosa. Dividida entre su sed de venganza y su creciente afecto por el hombre al que considera su enemigo, en una batalla interna entre la razón y el corazón, donde la verdad podría tener un precio demasiado alto. Irina se encuentra atrapada en un juego mortal, dividida entre lo correcto y la culpa, donde un paso en falso podría ser el último. ¿Podrá Irina mantener la cordura y elegir el buen camino que le ofrece la justicia junto al detective Santiago Villalobos? ¿Sucumbirá a los peligros que la acechan? ¿Podrá ver la verdad antes de que sea demasiado tarde?
Leer másAlex la besó, pero esta vez a conciencia, Irina sintió la pared metálica del deposito a su espalda y el cuerpo caliente de Alex sobre ella. El aroma de su colonia la envolvió, la dejó sin argumentos, su lengua sin capacidad de habla, pues ahora recibía la visita de la lengua de Alex que la tentaba a jugar, a dejarse llevar. Irina permitió que su lengua se encontrara con la de él y fue recompensada con la suave y sensual succión de los labios ávidos de Alex. Un escalofrío le recorrió la espalda y se aferró a él con más fuerza, dejando que sus manos subieran por sí solas hasta sus hombros y finalmente se quedaran en su cuello, acariciando suavemente la piel de su nuca mientras se entregaba al beso. Alex interrumpió el beso y comenzó a besar su mejilla, dejando un rastro de besos ligeros hasta llegar al lóbulo de su oreja, que mordió suavemente con los labios. Un jadeo escapó de los labios de Irina, un sonido involuntario que revelaba su creciente deseo y su abandono a la pasión de
Irina estaba conversando con su madre, Olga se sentía esperanzada porque el tratamiento y las terapias comenzaron a hacer efecto. Era de tarde y los niños habían regresado del colegio, ambos harían la tarea con Olga, pero antes ella les permitió jugar un rato al aire libre después de almorzar. El teléfono celular de Irina sonó y ella se alejó del barullo de los niños al percibir que era algo importante. —Sí, bueno… Es Irina Foster. — “Sra. Foster, le hablamos de Raíces de vida, clínica de fertilidad, es para notificarle que no ha sido cancelada la cuota correspondiente a la preservación de óvulos. ¿Desea continuar preservando los óvulos?” Irina no sabía qué decir, siempre pensó que algún momento sería indicado para tener otro hijo, pero ahora no estaba en sus planes. —Es que mi esposo murió, él se encargaba de los pagos y finanzas. — “Comprendo, lo siento mucho, quizás debería cancelar la cuota y pensarlo, no es una situación fácil” —respondió su interlocutora con a
Olga estaba en el diván de Catherine sacando todo eso que lleva dentro encerrado, poder hablarlo ha sido como liberar la presión con una válvula. Catherine la escucha con cuaderno de notas en mano. Olga relató. —Era el primer evento al que asistía, mi amiga Tatiana ya había completado varias misiones, ella tendría unos 20 años, yo aún era muy joven, pero nos preparaban para madurar muy pronto, según los estándares del instituto ya estaba lista para trabajar. — ¿No solo era prostitución? —No necesariamente, infiltrarnos, tomar información, plantar objetos explosivos, interpretar cualquier papel era nuestro trabajo, como hacerlo lo dictaminaba el momento. —Eran espías —dijo Catherine entendiendo. —Pero sin reglas vigiladas por la justicia, nos entrenaban para ser máquinas, pero Tatiana y yo éramos amigas, no habíamos permitido que nos arrebataran la humanidad. —Lo entiendo, ¿cómo te fue en tu primera misión? Imagino estabas muy nerviosa. —Sí, pero también segu
Irina era por completo un lio, jamás en toda su vida había tenido la vida tan patas arriba, pero lo cierto es que tenía responsabilidades que había acordado, la más difícil después de tanto que había hecho Alex por ella era el acuerdo con Santiago y la policía. Irina aprovechó el viaje de Alex, y llamó a Santiago, una vez más se citaron, esta vez en el apartamento de Santiago. Irina tocó la puerta y Santiago abrió, sonrió al verla. —Irina, pasa adelante por favor. —Detective —saludó con una pequeña sonrisa—. ¿Todo bien? Santiago asintió, pero soltó una pequeña risa nerviosa. —Sí… Bueno, no del todo. Quería disculparme por… La última vez que nos vimos. Ya sabes, mi comportamiento... Irina arqueó una ceja, como si intentara recordar, prefería no hablar de eso para nada. —Oh, eso. No se preocupe, Santiago. No lo tomé en serio —respondió con calma, casi desestimando el tema. — ¿No? —preguntó él, medio sonriendo, con una chispa de desafío en sus ojos. Se cruzó d
Irina conversaba con Matilde en la cocina después de almorzar a gusto, cada una con una taza de café. —Tengo esperanza en que la Dra. Reed consiga mitigar el estrés de mi mamá, con eso su enfermedad será más controlable —le dijo Irina ante la preocupación de Matilde, se habían hecho amigas. —De verdad me da pesar, vivir con dolor ha de ser terrible —expresó Matilde con consideración. —Y el umbral de dolor de mi madre es muy alto, ella ha pasado por mucho en la vida, estoy segura que muchas cosas guarda en su interior, secretos para no hacerme sufrir, todo eso se ha acumulado, por eso sé que la Dra. Reed la ayudará. Estoy muy agradecida con el Dr. Salvatore por eso. —Para Alex, Catherine puede solucionar lo que sea. Quien lo dijo fue Bianca, Irina y Matilde se sorprendieron al verla en la cocina, ella jamás entraba allí, ese era un lugar para empleados. —Sra. Bianca, ¿se le ofrece algo? —Preguntó Matilde poniéndose de pie de inmediato. Bianca sonrió. —No te pre
Alex llegó a un laboratorio, un establecimiento moderno y vanguardista, y se presentó con una recepcionista bien vestida entrenada para detectar los millones de posibles clientes. —Señor Smith, está interesado en desarrollar un medicamento revolucionario. Alex sonrió, le pareció ver a su amiga Catherine poner los ojos en blanco por elegir un nombre falso tan trillado. —Así es, tengo suficiente motivación y dinero para invertir en el desarrollo de pastillas adelgazantes que sí funcionaran. Pero necesito hablar con la CEO. Laila Zain. —Muy bien señor, en un momento lo hacemos pasar. En breve escoltaron a Alex por un pasillo exquisito y con buen gusto, con cuadros de artistas famosos y esculturas emblemáticas. Pantallas al rededor promocionaban los últimos avances en la medicina con fármacos desarrollados por los laboratorios. Alex entró en una oficina con enormes ventanales y la hermosa y exuberante Laila se puso de pie, la silueta femenina entallada en el vestido bl
Regresaron a la casa y Olga estaba con mejor semblante, con medicamento y plan de citas con la Dra. Reed. Irina estaba complacida, pero no le habló a Alex en todo el camino, como si él pudiera saber lo que conversó con Rachel con solo verla a la cara. Al llegar Irina se bajó del auto y corrió a atender a Bianca, afortunadamente ella no notó que ella se había ausentado y de paso con Alex, de hecho Bianca no le dio problemas, los inmunosupresores algunos días la hacían dormir desde temprano. A Irina solo le quedaba una tarea, la pierna de Alex. Irina ignoró la extraña sensación que no se iba de su pecho después de su conversación con Rachel. Como si Rachel hubiera abierto la caja de Pandora. Algo que ella se había negado a ver y ahora estaba en primer plano en su mente. —No seas idiota Irina, haz tu trabajo y ve a descansar —se dijo a sí misma. La habitación de Alex estaba en penumbra, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara en la esquina. Irina entró con el b
Cuando llegaron, Olga los esperaba en el porche de la casa junto a la que fue de Irina. A pesar de la vergüenza evidente en sus gestos, su rostro reflejaba cansancio y algo más profundo, una sensación de desconexión consigo misma. —Lo siento, hija —dijo Olga en voz baja, evitando la mirada de Irina—. No sé qué me pasó. Olvidé que ya no vivía allí… Me atacó un dolor fuerte, y le dije al taxista que me llevara a casa. Di esa dirección sin pensar. Irina se acercó, abrazándola con cuidado, susurrándole palabras de consuelo. Alex observaba desde un lado, procesando la escena en silencio hasta que Irina rompió el momento con una explicación. —Mi madre tiene fibromialgia —le dijo a Alex, su tono calmado pero lleno de preocupación—. El estrés está empeorando sus síntomas, ahora está presentando desorientación. Alex asintió lentamente, reflexionando unos segundos antes de hablar. —La directora de psiquiatría, la doctora Reed, le diré que atienda a tu madre —dijo con voz firme, c
El resto de la semana transcurrió sin más contratiempos. Bianca de nuevo era amable con Irina, y ella a pesar de su resistencia inicial se sentía cómoda, para Olga no era el caso. Olga seguía buscando trabajo cada mañana, sin éxito, Irina por más que le había dicho que dejara eso así, ella insistía en encontrar una solución a sus problemas. Marco iba cada mañana, como siempre, pero se encerraba con Alex a trabajar en el estudio. La pierna de Alex estaba mejorando y un día salió todo el día, al regresar le informó a los niños que estaban inscritos en un nuevo colegio y que estudiarían juntos. Irina sorprendida por el alcance de las conexiones de Alex no podía creer que lo hubiera inscrito así, como si nada, en uno de los mejores colegios de New York. La preparación de Ryan, académica y extra que había recibido de su abuela era más que suficiente para no dejar mal a Alex, pero para Irina era muy difícil ver como enemigo al hombre que tanta estima demostraba a su hijo.