Capítulo 04. La oferta

   Irina no sabía que decir, que pensara que el doctor era mal marido no significaba que quisiera a su esposa muerta.

   —Veo su intención, y me disculpo por mi comentario, pero ella podría tener complicaciones…

   —De ser así la traería de inmediato.

   —Bueno, supongo que tiene todo a disposición —masculló Irina apenada.

   —Entonces no hay más que decir, en cuanto transfieran a mi esposa vendrá con nosotros. Le pagaré como si fueran horas extra, sin comprometer su salario en el hospital, usted dirigirá el cuidado con dos enfermeras más para que ella tenga atención las 24 horas, por eso la necesito a tiempo completo, es decir se mudaría a mi casa.

   —Doctor Salvatore, tengo un hijo y no puedo dejarlo con mi madre por tiempo indefinido…

   —Claro que no, su hijo vendría con usted. Le proporcionaré niñera, terapia con la mejor psicóloga infantil de la ciudad y la matrícula de una excelente escuela privada.

   Irina parpadeó repetidamente, intentando asimilar la insólita propuesta de su jefe, estaba en shock.

   Ante el silencio de Irina, Alex continuó con su último argumento. 

   —Usted trabaja para este hospital y lo que yo le pido es sencillamente su trabajo.

   —Yo no soy su esclava doctor Salvatore, puedo negarme si quiero.

   —Pero no lo hará, porque una oportunidad como esta no se volverá a presentar.

   —Tengo que pensarlo —acotó Irina feliz de tener la última palabra, la cafetera indicó que terminó de colar e Irina sonrió de medio lado, fue por dos vasos plásticos y sirvió dos cafés.

   Alex observó el vaso desechable y lo tomó, al beberlo puso cara de asco.

   — ¿Es muy malo el café? —Preguntó Irina con expresión inocente—. Claro, no es de una máquina de expreso como la que hay en la sala de doctores, es el humilde café de la tienda preparado en una cafetera barata, aun cuando somos las enfermeras quienes debemos estar pendiente de todos los pacientes y no tenemos tiempo ni de estirar las piernas.

   Alex la observó, reconociendo en ella una contrincante.

   — ¿Quiere una máquina de expreso para la sala de enfermeras?

   —Vaya doctor Salvatore, sería usted muy amable en considerarlo.

   —¿Y qué tal una chaise lounge también? —Preguntó Alex sarcástico.

   —De esa manera se medita mejor cualquier oferta.

   Alex resopló y fue la primera vez que Irina ve en su rostro algo parecido a una sonrisa, pero le dio la espalda.

   —Todo tiene precio en metálico —susurró con ironía mientras giraba—. Para el siguiente turno estará en mi casa, enfermera Foster.

   Irina se dejó caer en un incómodo asiento con el corazón a millón.

   — ¿Qué demonios acaba de pasar? —Irina se puso una mano en el rostro—. Desafié al jefe supremo del hospital y no me despidió —Irina miró al techo—. No creo que pueda trabajar en su casa.

   Irina recordó las peleas que tenía con James por sus largas ausencias a razón de las exigencias de Alex Salvatore, ella le tenía resentimiento—. Es autoritario y no le importa la vida de nadie, pudo hacerme perder mi matrimonio y ni siquiera se presentó en el funeral de James. Ah no… él no puede despedirme por no aceptar un cambio como ese.

  Más tarde Irina comía en la cafetería con su amiga Rachel, ella era residente y quien desconectó a James.

   —Irina, lamento mucho haber sido yo…   

   — ¡No! ¿De qué hablas, Rachel?

  —Te llamé varias veces, no devolviste la llamada y creí que quizás… Irina, lamento no haber salvado a James.

   —Rachel, sé que hicieron lo que pudieron, si me ausenté fue porque quería pasar lo más posible con Ryan —Irina recordó algo inquietante—. También ese detective que me ha llamado varias veces al día, por eso apagaba mi teléfono.

   — ¿Qué es lo que quiere ese sujeto?

   —No entiendo, ya le expliqué que debe investigar por otra parte, pero él insiste, como si yo supiera algo.

   —Si necesitas algo, sabes que solo debes decirme.

   Irina negó con la cabeza.

   —Estoy bien, aunque me hubiera gustado quedarme un poco más en casa con Ryan, regresé al trabajo porque las cuentas no paran, y ahora solo tengo mi sueldo.

   —James tenía seguro ¿Cierto?

    —Sí, pero no quiero utilizar el dinero del seguro de vida de James ahora. Planeo usarlo para la carrera universitaria de Ryan.

   —Tendrás que ser muy ahorrativa para vivir con tu sueldo de enfermera, también tienes a tu madre.

   —Así es, ella no tiene seguro, jamás pudo arreglar correctamente sus documentos, quienes la trajeron de Rusia no eran buenas personas.

   —Irina, si necesitas dinero…

   Irina levantó la palma negando con la cabeza.

   —Estás hasta el cuello de créditos universitarios, no te aceptaré dinero.

   —Algún día seré médico titular y patearé las pacas de dinero al caminar, como los de la plana mayor  —dijo señalando a la mesa de doctores junto a Alex Salvatore a unas cuatro mesas de distancia.

   Irina mordió sus labios para no reír.

   —El doctor Salvatore me pidió trabajar cuidando a su esposa en su casa, no la dejará en el área vip del hospital.

   Rachel abrió la boca impresionada.

   — ¡Que desconsiderado!, espero que no hayas aceptado, ella está viva gracias al corazón de James.

   —En realidad no tengo resentimientos, por el contrario me alegra que James haya hecho bien a muchos, no tengo problemas en atenderla, pero no aceptaré, prefiero quedarme en el hospital, no puede despedirme por eso.

   — ¿Amenazó con despedirte?

   —No de manera directa, no te preocupes.

   —Es que es una situación peliaguda, si ocurre el más mínimo error serías investigada, te podrían acusar de estrés postraumático y que le hiciste daño a propósito. Para empezar él no debería sacarla del hospital.

   —Ese hombre no siente el más mínimo valor por la familia, compadezco a su esposa.

   Rachel la entendía, Irina tenía problemas con James a causa de su trabajo.

   — ¿Cómo te sientes? —Preguntó la doctora en voz baja.

   Irina desvió la mirada.

   —Culpable…

   — ¿Por qué?

   —No he sentido su ausencia, al llegar a la soledad de mi habitación me duermo sola, como estoy acostumbrada.

   Un joven de encomiendas le entregó un sobre de correo.

   — ¿De qué se trata? —Preguntó Rachel.

   —Es del seguro de vida de James.

   Irina abrió el sobre con los ojos aguados.

   —Una parte de mí espera que sea mentira y que James regresará bronceado, como siempre de sus viajes de negocios.

   Irina comenzó a leer y abrió mucho los ojos al ver las palabras: Rechazo en el reclamo.

   — ¿Qué pasa Irina?

   Irina leyó un párrafo más adelante que decía sin ceremonia ni rodeos:

—Con base en las políticas de nuestra compañía y las cláusulas establecidas en la póliza de seguro de vida contratada, las actividades delictivas excluyen la cobertura de beneficios. Debido a esto, no estamos en posición de proceder con el pago del seguro de vida.

   — ¿Actividades delictivas? —Inquirió Rachel.

   —Dicen que James murió mientras participaba en actividades delictivas.

   —Pero eso es imposible.

   Irina recordó al detective.

   —Debo ir al recinto de policía.

   — ¿Qué vas hacer?

   —Rachel, la muerte de James tiene más misterio de lo que parece.

   — ¿Misterio? Fue un accidente Irina.

   —Rachel ¿Crees que James haya sido un delincuente?

   —No, pero…

   — ¿Y si lo incriminan? Si su accidente no fue accidente.

   — ¿Quién se beneficiaba con su muerte? Aparte de quienes recibieron sus órganos claro…

   —Iré con ese detective.

   —Espera, yo te acompaño —expresó Rachel decidida.

   Ambas se levantaron de sus asientos como resortes y al girar encontraron a Alex Salvatore frente a ellas.

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