Capítulo 05. La sombra del sospechoso

  Irina dio un pequeño grito espantada, Rachel brincó, pero por el grito de Irina.

   —Me ha dado usted un susto de muerte —dijo Irina con la mano en el pecho.

   Alex frunció el ceño.

   — ¿Está segura que está usted lista para regresar? Tiene los nervios a flor de piel —cuestionó Alex.

   —Y no es para menos, después de la noticia que acaba de recibir —comentó Rachel deseosa de conseguir una figura de poder a su favor.

   Alex observó el sobre que Irina tenía en las manos, el membrete era visible y la certeza de que Alex sabía de qué se trataba invadió a Irina.

   — ¿Puedo ayudar en algo? —Preguntó Alex.

   —Sería excelente… —Emitió Rachel contenta e Irina la tomó del brazo.

   —No es necesario Dr. Salvatore, me encargaré ahora mismo, si no hay problema.

   —Vaya y haga lo que debe hacer, si necesita tomarse unos días más…

   —No será necesario, solo preciso de una hora.

   Irina llegó al recinto policial. El detective Villalobos la esperaba en su oficina, un espacio austero lleno de archivos y fotografías.

   —Irina, gracias por venir —dijo Santiago, señalando una silla, se veía ansioso por agradarle, incluso nervioso, miró a una chica que como él no usaba uniforme de policía y llevaba la placa guindada de una cadena y le indicó con apremio.

   —Trae café para las damas.

   —No soy tu mucama, Villalobos.

   Santiago sonrió apenado.

   —Esto es un caso importante —masculló Santiago.

   —Como todos Villalobos. Es muy fácil manipular una cafetera, a prueba de idiotas.

   Obviamente Santiago no le caía bien a su compañera de trabajo, pero Irina solo quería solucionar sus propios problemas.

   —No se preocupe detective, no es una visita de cortesía —advirtió Irina.

   —De hecho venimos a exigir justicia —declaró Rachel con altivez, Irina le sujetó las manos a su impetuosa amiga.

   —Detective, necesito respuestas. ¿Por qué el seguro de James dice que murió en actividades delictivas? Eso no es justo, él no pudo defenderse.

   Santiago suspiró. 

   —Irina, te dije que teníamos evidencia contundente, es normal que el seguro…

   — ¡¿Normal?! No puede ser normal, contaba con ese dinero para la educación de mi hijo, ¿qué le diré cuando crezca? ¿Le diré que su padre fue acusado de delincuente? Él era un excelente abogado y ustedes se aprovechan de que yo no sé qué hacer…

   Irina se dejó caer en la silla frente al escritorio de Santiago, una vez más él le ofreció su pañuelo y esperó a que ella se calmara, estaba llorando, sentía mucha impotencia.

   —Sé que esto es difícil, pero quizás no todo está perdido —respondió Santiago con voz sosegada.

   — ¿Qué quiere decir?

   —Tenemos indicios de que la muerte de James no fue un simple accidente.

   —El informe policial indica que perdió el control del vehículo —dijo Rachel—. Era tarde, pudo dormirse al volante.

   — ¿Irina podría hablar con usted a solas? —Pidió Santiago sin mirar a Rachel.

   Rachel alzó las cejas y cuadró los hombros.

   —La próxima vez que hable con Irina será delante de su abogado. Yo soy médico, pero mi madre es abogada y mi tío teniente de la policía, créame que conozco muy bien las leyes. Irina nos vamos de aquí, y sepa usted que demandaremos a la ciudad.

   —El teniente Rodríguez está al tanto y prefiere que usted no se vea involucrada en el caso —respondió Santiago muy tranquilo.

   Rachel dio un paso adelante amenazante a pesar de sus ciento cincuenta y cuatro centímetros de estatura.

   —Pues lo que yo sé es lo que mi tío siempre me ha dicho: No hables con policías sin un abogado presente.

   —Me parece bien —respondió Santiago de inmediato—. Buscarán un abogado y de seguro el hospital le asignará uno antes de que pueda llegar uno del ministerio público.

   —Detective, hable de una vez, lo que me diga se lo contaré a mi amiga igualmente. Usted me ha llamado a diario, quiere algo de mí. Y si me puede ayudar y limpiar el nombre de mi esposo, pues dígame.

   —Puede confiar en mí —declaró Rachel—. Quiero lo mejor para Irina.

   —Sé que es de fiar señorita, ya la investigué.

   —Pe-pero… ¡¿Qué?!... Usted no tenía derecho ¿Mi tío lo sabe?, lo llamaré ahora mismo, esto es un atropello…

   —Cálmese, usted no tiene nada que esconder.

   —Bueno sí…

   —Es la chica de 26 años más responsable que he visto, debe hacer algo antes de que caiga con un infarto provocado por estrés y trabajo.

    —Yo no soy tan aburrida, trabajo mucho, pero…

   —Detective, si puedo ayudar, lo haré —interrumpió Irina con determinación, las inseguridades de Rachel no eran asunto de la policía.

   Santiago las observó haciendo una mueca.

   —Sería peligroso —advirtió con las cejas alzadas

   — ¡Peligroso es que nos deje así! —Espetó Rachel—. Si usted me investigó, lo hizo con todos los que rodean a Irina, si ella está en peligro debemos saber de dónde puede venir la amenaza.

   —Creemos que Alex Salvatore asesinó a James Foster.

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