Irina estaba anonadada. Su madre estaba a unos pasos de ellos, el Dr. Salvatore esperaba una respuesta de ella.
—No sé qué decir —susurró ella y bajó la cara cuando sintió las lágrimas brotar de sus ojos.
—Los órganos de James irán a varios necesitados, con su cuerpo se hará algo bueno por otros.
—Y así era James, siempre presto a ayudar a otros.
—Sí, era tan “servicial” que siempre estaba dispuesto a “ayudar” a cualquiera que pudiera avanzar en su carrera, sin importar el costo.
Irina frunció el ceño, no estaba segura si eran ideas de ella, pero todo lo que decía el cirujano le sonaba a sarcasmo. Sin embargo, Alex Salvatore no era conocido por su empatía.
—Es que… bueno, aun me parece mentira —Irina masajeó sus sienes—. James era su amigo, debe ser difícil para usted también —Irina esperaba la afirmación de Alex, pero el médico no mostró un ápice de empatía.
—Cualquier cosa que necesite Ryan, por favor, no dude en decirme.
— ¡Papi!
Alex se giró con una sonrisa y cargó a la pequeña que abrazaba un muñeco de peluche.
Irina sonrió al ver a la niña. Ella al ver a Irina, extendió sus brazos hacia ella con una sonrisa radiante. Irina sintió una inexplicable oleada de cariño y casi sin pensarlo extendió sus manos hacia la niña que la miró llena de bondad.
— ¿Por qué lloras? —Preguntó la pequeña.
Irina se inclinó para estar a su altura, al verla un sentimiento de familiaridad la invadió, como si conociera a la pequeña desde siempre.
—Estoy algo triste, porque me despedí de alguien muy querido —masculló Irina.
La niña miró a Alex.
—Papá, ¿podríamos darle un oso de peluche a la señora?, para que no extrañe a su papá.
Alex no respondió, de hecho se veía como si estuviera molesto, Irina supuso que no era raro que la niña lo extrañara, lo mismo le pasaba a Ryan, James siempre estaba ocupado en reuniones y eventos del hospital con Alex Salvatore.
Irina le dio un beso a la niña en la frente mirando sus ojos almendrados, colocando un bucle ensortijado y desordenado detrás de su oreja.
—Buena suerte para su familia Dr. Salvatore —dijo Irina con sinceridad.
Se volvió hacia su hijo, pero una figura la detuvo en seco.
— ¡Señora Irina Foster!
Ella levantó la mirada y encontró a un hombre joven, apuesto y muy serio que le mostró una placa dorada.
—¿Usted es?
—Detective Santiago Villalobos, división de crimen organizado, quisiera hablar con usted.
—No entiendo en qué podría ayudarlo detective —respondió Irina atonita.
El detective, un hombre de cabello castaño y ojos verdes inquisidores la miró en silencio estudiando atento a su respuesta.
— ¿Podemos hablar en privado? —Antes de que Irina pudiera responder, se oyeron pasos detrás de ella. Era el Dr. Alex, con su hija en brazos.
—Ven conmigo —dijo el detective. Obviamente quería hablar con ella en privaso. Irina se abrazó a sí misma y caminó por el pasillo desierto junto al detective, dejando atrás al director del hospital.
—Señora Foster, sé que esto es un golpe muy duro y que usted está en shock, pero necesito que me escuche con atención —el detective dejó de caminar—. Su esposo, James Foster, era el presunto líder de una red de contrabando de órganos y equipos médicos apodada la legión azul.
La mente de Irina se quedó en blanco por un momento, pero fue rápidamente sustituida por la ira, y gritó enfadada al detective.
— ¡Eso es imposible! James era un buen hombre, no puedo creer lo que me está diciendo.
—Tenemos pruebas contundentes. Encontramos registros financieros y comunicaciones que lo vinculan directamente con estas actividades. ¿Sabía usted algo sobre esto?
Irina negó con la cabeza impresionada.
—Está cometiendo un error.
El detective bajó la mirada con pesar. Todavía confusa, Irina miró al detective con el ceño fruncido.
—Parece usted genuinamente sorprendida.
Aún no estaba dispuesta a creerlo, Irina dio un paso hacia el detective y cerró las manos en puños.
—Detective, es imposible que mi esposo estuviera involucrado en esa logia, o lo que sea que ha dicho.
El detective suspiró y habló con seriedad.
—Legión Azul, y no es asunto de juego, es una organización delictiva que mueve millones, con crímenes de lesa humanidad, responsable de centenares de muertes en todo el mundo.
Irina abrió mucho los ojos y se tapó la boca con las manos. A ella le parecía estar en una horrible pesadilla y solo ocurrían más y más cosas.
Se obligó a contener las diversas emociones de confusión, conmoción, ira, agobio...
—Mi esposo era abogado de atención médica en este hospital —Irina sintió mucha rabia con el detective—. ¡Lo voy a demandar por perjurio! —le amenazó—. Usted no puede mancillar el nombre de mi esposo ahora que él no puede defenderse —expresó amplificando su voz envalentonada, convencida de la certeza de sus palabras.
—Justo ahí está… Como hilo que desentona en el perfecto tejido —Santiago tomó a Irina por el antebrazo como quien dirá un secreto y la miró a los ojos—. Creo que la muerte de su esposo no fue accidental, creo que ha sido la manera de cubrir a los verdaderos líderes de la organización. Quiero halar ese hilo, ver a dónde me lleva. Tú podrías ayudarme.
Irina se quedó hipnotizada ante la determinación del detective, mirando sus ojos verdes, confundida y más traumatizada, entonces vio que él desvió la mirada a un lado.
— ¡¿Tiene usted derecho a estar aquí?! —Demandó el director del hospital acercándose a ellos.
— ¿Y usted es? —Preguntó el detective con las cejas alzadas.
—Mi nombre es Alex Salvatore, director de este hospital, y no permitiré que acose a la enfermera Irina Foster.
—Vaya, el hospital se llama Salvatore Memorial ¿Casualidad?
—No es casualidad, el hospital fue fundado por mi bisabuelo.
El detective emitió un silbido apreciativo.
—Una familia de médicos entonces, ¿pero será usted algo más que médico?
Alex lo miró con expresión asesina.
— ¿Deme su nombre, detective?… —Espetó Alex con frialdad.
El detective sonrió de lado.
—Villalobos, Santiago Villalobos, número de placa veinticinco, treinta, catorce...
—Mejor se va, o llamaré a seguridad para que lo saquen y a su jefe para que lo despida.
—No hay problema Dr. Salvatore —le interrumpió Irina—, es solo un malentendido y me interesa que se solucione, usted sabe que James era un hombre íntegro que no puede estar involucrado en ningún tipo de mafia.
—Usted es enfermera, el director del hospital es su amigo, es bastante conveniente creo yo —espetó el detective.
Alex bufó y ahora Irina se siente atacada por el detective.
—Mi marido era donante de órganos, ¿cómo es que un mafioso ofrece sus propios órganos si trafica con ellos? —Inquirió Irina desesperada por sacar a su difunto esposo de las acusaciones—. Mi esposo era un buen samaritano, ahora mismo su corazón está dando oportunidad a una madre en este mismo hospital —Irina lloró llena de pena y frustración—. Mi esposo es un héroe, la niña de allá tendrá madre gracias a James. De ninguna manera podía ser un mafioso.
Santiago entrecerró los ojos y se dirigió a Alex.
—La niña de la guardería es su hija ¿Cierto? Muy conveniente, el hombre muere y la madre de su hija recibe un corazón—. Santiago miró a Irina entonces—. ¿Qué le parece el hilo de los acontecimientos? —Expresó de manera sugerente.
Irina ahora no sabía qué decir, miró al doctor que se irguió a toda su altura y se acercó de manera intimidatoria al detective.
— ¿Qué sugiere? ¿Quiere acusarme de algo? —Inquirió con voz letal—. Cuidado con lo que dice detective, parece que le tiene cariño a su placa.
—Ha sido una charla estimulante y esclarecedora, Dr. Salvatore, buenas noches.
Irina aun con la mente vuelta un caos sintió que Santiago le tomó la mano.
—Sentido pésame Irina —luego apretó su mano y se alejó; ya caminaban hacia él tres hombres de seguridad del hospital.
Irina de manera instintiva apretó el puño.
El detective le había pasado una tarjeta de manera discreta para que Alex no se diera cuenta.
Irina hasta ese momento había creído que Alex Salvatore quería cuidarla de las acusaciones del detective, pero ahora podía ver lógica a la apreciación de Santiago.
La madre de Irina la esperaba.
—Irina, ¿qué es lo que ocurre?
—No tengo idea mamá, pero lo voy a descubrir.
Irina obtuvo permiso laboral para encargarse del sepelio de su esposo, los días ya de por sí duros empeoraron cuando la madre de James llena de pena la abrazaba por momentos y la culpaba de cada desgracia en la vida de James al instante. Empleados y amigos del hospital se presentaron; pero por ella, como si a James nadie en su trabajo lo hubiera apreciado. Irina se sentía molesta en nombre de James. Ella tenía claro que James se había entregado en cuerpo y alma a su trabajo y ahora no venía a despedirlo ni su secretaria, ni siquiera el director del hospital que él apreciaba tanto. Irina no entendía como siendo su mejor amigo no había presentado sus respetos. Irina sabía que el doctor Salvatore estaba muy ocupado por la situación de su esposa, pero no podía dejar de resentir que apenas envió una corona de flores en representación del Hospital Salvatore Memorial, algo tan impersonal. ¿Cuántas veces discutió con James por las excesivas reuniones y fiestas a las que debía i
Irina no sabía que decir, que pensara que el doctor era mal marido no significaba que quisiera a su esposa muerta. —Veo su intención, y me disculpo por mi comentario, pero ella podría tener complicaciones… —De ser así la traería de inmediato. —Bueno, supongo que tiene todo a disposición —masculló Irina apenada. —Entonces no hay más que decir, en cuanto transfieran a mi esposa vendrá con nosotros. Le pagaré como si fueran horas extra, sin comprometer su salario en el hospital, usted dirigirá el cuidado con dos enfermeras más para que ella tenga atención las 24 horas, por eso la necesito a tiempo completo, es decir se mudaría a mi casa. —Doctor Salvatore, tengo un hijo y no puedo dejarlo con mi madre por tiempo indefinido… —Claro que no, su hijo vendría con usted. Le proporcionaré niñera, terapia con la mejor psicóloga infantil de la ciudad y la matrícula de una excelente escuela privada. Irina parpadeó repetidamente, intentando asimilar la insólita propuesta de
Irina dio un pequeño grito espantada, Rachel brincó, pero por el grito de Irina. —Me ha dado usted un susto de muerte —dijo Irina con la mano en el pecho. Alex frunció el ceño. — ¿Está segura que está usted lista para regresar? Tiene los nervios a flor de piel —cuestionó Alex. —Y no es para menos, después de la noticia que acaba de recibir —comentó Rachel deseosa de conseguir una figura de poder a su favor. Alex observó el sobre que Irina tenía en las manos, el membrete era visible y la certeza de que Alex sabía de qué se trataba invadió a Irina. — ¿Puedo ayudar en algo? —Preguntó Alex. —Sería excelente… —Emitió Rachel contenta e Irina la tomó del brazo. —No es necesario Dr. Salvatore, me encargaré ahora mismo, si no hay problema. —Vaya y haga lo que debe hacer, si necesita tomarse unos días más… —No será necesario, solo preciso de una hora. Irina llegó al recinto policial. El detective Villalobos la esperaba en su oficina, un espacio austero lleno d
Irina se quedó sin aliento, escucharlo era algo estrafalario, sabía que Alex Salvatore podría acabar con su matrimonio, pero ahora las circunstancias hacían parecer a Alex como un asesino. Rachel replicó. —¿Alex?... ¿Se refiere usted al multimillonario Alex Salvatore? ¿Pero por qué? Ellos eran amigos. El cirujano Alex Salvatore salva vidas, no puede matar, el juramento hipocrático dice que… Santiago la miró con una ceja alzada. —Quizás hizo el juramento con los dedos cruzados, la gente miente, manipula y mata, esa es la vida real. —No entiendo, ¿qué pruebas tienen? Contrario a Rachel, Irina estaba callada, con cautela no se atrevía a señalar a Alex, pero mentiría si dijera que no lo ha pensado. —Irina, hay algo que no es dominio público —le llamó la atención Santiago—. Alex Salvatore fue la última persona en ver con vida a James Foster, se citaron en un lugar y tuvieron una fuerte pelea. — ¡QUÉ! ¿Entonces por qué no están investigando a Alex Salvatore? Yo pue
—No concluyentes. ¿Qué quiere decir? —Inquirió Irina decepcionada—. ¿No hay evidencia por lo cual James haya perdido el control del auto? —Lo poco que recuperaron del vehículo no sugiere desperfecto mecánico… Irina puso una mano en su boca. —Santa María —Exclamó con ojos como platos—. Fue él… — ¿De qué hablas Irina? —Preguntó Rachel. —Escuché a Alex Salvatore conversar por teléfono, pensé que hablaba con su mecánico. — ¿Qué dijo exactamente? —Preguntó Santiago. Irina pasó una mano por su cabello. —No lo sé, solo recuerdo que para mí fue evidente, aunque no dijo la palabra coche. Dijo que aunque hubiera atravesado el infierno debía quedar perfecto, algo así. —Y el coche fue quemado borrando evidencia —completó Rachel. Santiago alzó la palma pidiendo un alto. —El coche está en custodia policial… —Él pudo comprar gente —respondió Irina de inmediato—. De hecho me lo dijo… — ¿Te dijo que compró gente en la policía? —Inquirió Rachel. — ¡Claro que
Irina quería que el piso se abriera bajo sus pies, no tenía manera de escapar, tenía que enfrentar la situación, los esposos Salvatore la habían visto. La estaban viendo. «Al mal paso darle prisa» —Ehh… Este. Buenos días, qué pena. Es algo incómodo, solo quería avisarles que estoy aquí. —Pase adelante —dijo Alex conservando su ceño fruncido—. Bianca te presento a Irina Foster, la enfermera es excelente en el cuidado postoperatorio de pacientes, la mejor del hospital. Irina estaba sorprendida, era cierto que era muy buena en su trabajo, pero ignoraba que al Dr. Salvatore le importara. —Mucho gusto Irina —musitó Bianca con una sonrisa y ojos somnolientos—. Disculpa que nos viste a mi esposo y a mí teniendo una pequeña diferencia… —No se preocupe señora Bianca, no es mi problema. Perdóneme a mí… —No hace falta, está olvidado, comencemos de nuevo —enfatizó con bondad la enferma con una brillante sonrisa. Irina no pudo evitar sonreírle, Bianca Salvatore era una m
Irina hizo un esquema de trabajo con las otras dos enfermeras para cubrir los turnos. No eran del hospital sino de una empresa privada dedicada a la atención de enfermos en casa. Aún no tenía una causa plausible para que Alex Salvatore la hubiera solicitado para el cuidado de su esposa, y no había contratado todo el servicio de la empresa privada. La respuesta parecía obvia. —Quiere saber qué tanto sé yo. Soy un cabo suelto —dijo Irina conversando con Santiago por el móvil seguro que él le dio. Estaba lejos de la casa, viendo a Ryan jugando con Ema en el extenso terreno plano y con árboles frutales, estaba segura que nadie podía escucharla. — “¿Pudiste averiguar algo?” —Preguntó Santiago —Solo lo que ya sospechaba. Alex Salvatore es un mal marido. — “¡No me interesan los dramas de novela, Irina!” “Averigua algo que me sirva para encarcelar a ese hijo de perra”, “¿Acaso no querías venganza para tu esposo?”. —Acabo de llegar, no tengo ni 24 horas aquí —se excus
Irina se dio cuenta que había exagerado con eso de ser amable, ahora tenía que ver como lo arreglaba. —James y yo teníamos discusiones muy fuertes —susurró, su idea era salir del aprieto, pero era cierto lo que decía, ella desvió la mirada y dijo con sinceridad—. Cuando uno ha guardado mucho, suele explotar y decir cosas que no siente realmente. Irina dio un paso a un costado con los ojos aguados, le atormenta la culpa de las últimas palabras que compartió con James, el recuerdo de esa discusión invade su mente cada vez que piensa en su esposo. Alex se dio cuenta y le dio espacio verificando a los niños. Irina agradeció su discreción, a la vez había salido del aprieto. —Mamá, ven con nosotros —pidió Ryan. Irina tomó aire y fue con ellos, la pequeña Ema con mucha solemnidad servía el té ficticio a su padre que muy cómico se veía enorme en la silla rosada. Irina se sentó al otro lado de la mesa para cuatro personas. Irina y Alex correspondieron a comer de mentira cada