5. EL DILEMA DE GERÓNIMO

¿Cómo todo se enredó así? Estaba esperando porque Guido trajera el auto, alguien le indicó que lo llamaban, y vio a esa hermosísima chica, que lo besara en la boda de sus primos, en casa de su tío Rossi en Roma y con la que ha estado soñando todo un año.   ¿Qué locura es ésta? ¿Cómo se pudo haber casado con ella, si no la conoce?  Y si lo hizo de verdad, ¿dónde se metió? ¿Por qué no está aquí con él?

 Mira el anillo en su dedo. ¿De dónde salió ese anillo que le sirve? ¿Por qué ella tenía anillos de compromiso con ella? A lo mejor no es nada Gerónimo, debes calmarte. Quizás solo hicimos la farsa de casarnos y es mentira, no estoy casado. Sí, eso debe ser, ¿cómo me voy a casar en un yate? Eso fue solo la borrachera, y todavía cabe la posibilidad que sea broma de mis primos. 

 Con ese pensamiento se va calmando. Seguro que todo esto no fue más que un juego de borrachos, o quizás una broma de sus primos dirigida por  Oli. Porque si no la chica estuviera aquí y no está. Gerónimo eso fue un juego, una broma de ellos que saben que la quiero encontrar, me las van a pagar por no avisarme que la habían encontrado ellos, cálmate, no hiciste esa locura. Todo fue de seguro una maldad de tus primos y amigos. Está en eso, cuando ve la puerta de su habitación abrirse de par en par violentamente.

—¡Mi hermano, no vas a creer lo que acabo de encontrar en mi cuarto! —Entra Guido con un sobre en la mano gritando con cara de espanto. —¡Mira Gerónimo, es el certificado de matrimonio! ¡Registrado y todo!

— ¡¿Qué?! ¡Eso era lo único que me faltaba! —exclama desconcertado y asustado al mismo tiempo.

 Toda la calma que había logrado reunir pensando que era una broma de mal gusto que le habían gastados sus amigos y primos, se va ante la visión del certificado de matrimonio que le entrega Guido que al parecer ha hecho que también se despierte. Esto no le puede estar pasando, tiene que ser una pesadilla, sí, esto es la peor pesadilla de mi vida, se dice incrédulo. Sólo la salvó, ¡salvó! ¿Como rayos terminó casándose con ella?

 —¿Sabes cómo se llama la chica? —pregunta a su hermano que lo observa en silencio.

—Se llama Cristal Evanguelidi —responde Guido leyendo el certificado. —  Vaya, es la primera vez que escucho un nombre como ese.

—Yo también—confiesa Gerónimo. 
 —Pregunté en la recepción, si se hospedaba aquí y me dijeron que no—le informa Guido tratando de pensar como ayudar a su hermano mayor.

—¡¿Entonces, dónde voy a encontrar a la mujer con quién me casé?! ¡Es una desconocida! —exclama Gerónimo poniéndose de pie,

 Gerónimo con el certificado de boda en sus manos trata de recordar algo más, pero su cabeza es una total confusión. Mira a su hermano que ha recibido el desayuno, y avanza con la mesita de ruedas a su encuentro.

—Ven mi hermano, vamos a desayunar, con el estómago lleno a lo mejor se nos aclaran las memorias—le pide Guido.

 Se sienta en la mesa, mientras su hermano acomoda la comida. No puede creer que haya cometido tamaña estupidez. Todo el sacrificio que hizo fue tirado por la borda en una sola noche. Durante todo el año que han estado en Nueva York viviendo en la casa del doctor Rossi, se dedicaron a los estudios, solo de vez en cuando visitaban los clubes, pero se habían mantenido cuerdos. Sin novias ni mujeres persiguiéndoles.  Y ahora esto… sus padres lo matarán. 

 Hasta ya estaban allí para asistir a su graduación con esa chica que se ha estado escribiendo y hablando por internet. No son novios, pero sí buenos amigos. Hasta barajó la idea de comprometerse con ella, para hacer felices a sus padres. La chica es linda, graciosa, y cree que podría llegar a amarla.

—Guido, después que saliste a todo dar del hotel con nosotros ¿recuerdas si ella dijo algo más que nos dé una pista de dónde encontrarla? —preguntó tratando de armar los recuerdos.

—Solo lloraba y lloraba —contestó Guido sin dejar de comer. — Si tú que estabas al lado de ella. Bueno, ja, ja, ja…, mejor dicho, debajo de ella, no la entendiste, ¿cómo lo voy a hacer yo que estaba tratando de escapar de los que nos perseguían? Por eso fuimos a parar al puerto. Luego nos montamos en aquel yate donde se celebraba otra boda. Así logramos escapar.

— ¿Y qué pasó entonces? —siguió Gerónimo preguntando. —Recuerdo haberme sentado en un bar con ella, que no dejaba de llorar. Me dijo algo de que era una tonta.

— Bueno, yo logré sacarle algo cuando fuiste al baño —agregó su hermano.

— ¿Qué lograste saber? —preguntó de inmediato.

 Guido lo miró en silencio por un momento, mientras le daba un gran sorbo al café negro y amargo que habia mandado a traer para despejarse. Receta de su abuela italiana. Entrecierra los ojos para recordar, diciendo que le parece que Cristal le dijo, que había escapado de su familia mafiosa.

—¿Mafiosa? —pregunta asombrado Gerónimo.

—Sí, lloraba por eso, lo repetía mucho. Que había escapado de su familia mafiosa para ir a caer en otra peor —sigue contando Guido sin dejar de comer. — Resulta que el tipo con el que se iba a casar, solo lo hacía por su familia mafiosa…, eso me contó.

 Guido entrecerró los ojos haciendo un esfuerzo, luego negó con la cabeza diciendo que se había ido a bailar con una morena que estaba de infarto. Y lo otro que recordaba era verlo apuntándole al padre de la iglesia con una pistola y a otro que estaba allí con los libros y certificados de matrimonio. 
—Me obligaste a darles tu pasaporte —se detuvo y miró a su hermano. —¡Y Cristal también tenía el de ella y hasta sacó esos anillos de su bolso! ¿Lo puedes creer? Ahora que lo pienso, parece que te tendieron una trampa. Porque sino, ¿cómo explicas que ella tuviera esos anillos y mira cómo te sirve? Después logré arrebatarle tu pasaporte al notario, pero… me lo quitaste y me lanzaste por la borda.

—¡Por dios Guido, jamás vuelvo a beber a ese punto de poner tu vida en peligro! ¡Te lo prometo mi hermano, jamás lo haré! ¡Perdóname Guido, sabes que daría mi vida por ti! —exclama Gerónimo realmente afectado por lo que le hizo a su único hermano.

—¿Qué vas a hacer ahora mi hermano? —lo saca de sus pensamientos su hermano.

—Encontrarla Guido, tengo que encontrarla — no le queda de otra que solucionar  el enredo en que está metido. —Si papá se entera de esto me va a matar. Tengo que encontrar a Cristal, para divorciarme. Recuerda como me amenazó papá la última vez que discutimos, y creo que lo va a cumplir si se entera. ¡Tengo que encontrar a mi desconocida esposa para que deje de serlo!

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