Lucía Valdés , una madre soltera rechazada por su familia y traicionada por su esposo, enfrenta una batalla desesperada por salvar la vida de su hijo de cinco años, Nico , quien necesita urgentemente un trasplante de corazón. Cuando todo parece perdido, un hombre poderoso y enigmático ofrece salvar la vida del niño, pero bajo una condición: Lucía debe permitirle que el niño viva bajo su techo y ser reconocido como el padre. Sin amor ni matrimonio de por medio, ella acepta, sabiendo que es la única oportunidad de salvar a Nicolas. Sin embargo, el vínculo entre ambos se complica cuando Dante, jefe de una de las mafias más temidas de toda Italia, guarda sus propios secretos y demonios. Con la sombra del regreso de una mujer que Dante creyó muerta, traiciones familiares, conspiraciones mafiosas y secretos enterrados, Lucía y Dante luchan entre la desconfianza, la atracción y las cicatrices del pasado para encontrar un camino hacia la redención y el amor.
Leer másLucíaEl sol de la mañana baña el patio trasero con un resplandor dorado, filtrándose entre las hojas de los árboles y proyectando sombras danzantes sobre la mesa de piedra donde Francesca y yo compartimos el café. El aroma fuerte y amargo del espresso impregna el aire, un contraste con la dulzura de los panecillos que Francesca ha traído en una bandeja.A pesar de la tranquilidad del ambiente, mi mente está lejos de estar en paz. No dejo de pensar en ella . En Sofía .El día anterior, cuando se presentó en la casa, su actitud me dejó inquieta. Su mirada era la de alguien que me estaba analizando, que estaba midiendo cada uno de mis movimientos. Pero lo que más me molestó fue su seguridad , la forma en que se movía por la mansión como si le perteneciera.—Francesca —digo finalmente, rompiendo el silencio.La mujer levanta la vista de su café y arquea una ceja.—¿Si?Dudo por un momento, pero al final me atrevo a preguntar.— Sé que no debo hacer muchas preguntas de nada, pero ¿quién
SofíaEl murmullo lejano de los guardias y el sonido del viento contra los ventanales me mantienen alerta mientras camino por los pasillos de la mansión Morelli. Mi expresión es la de una mujer perdida en pensamientos preocupados, alguien que no tiene nada que ocultar. Pero la realidad es otra.No vine aquí solo por Dante. Vine con un propósito.Uno que llevo años preparando, que hizo que me mezclara con esta familia, la más importante de Italia, la más poderosa, pero aún así unca pude llegar a dónde quería.Me gané el favor de la dulce e ingenua Clara, pero Dante… Dante es un caso aparte, por eso me alejé cuándo me di cuenta que mi plan estaba fallando, pero solo para buscar las piezas que me faltaban.Ahora estoy lista.Me detengo cerca de una mesa decorativa en el pasillo, fingiendo arreglar un jarrón mientras deslizo la vista hacia el patio trasero. Justo como lo planeé, uno de los guardias se encuentra cerca, lo suficientemente alerta como para escucharme.—¡Oh, Dios mío! —excla
LucíaDante regresa tarde.Lo sé porque llevo más de una hora deambulando por la mansión como un fantasma sin encontrar qué hacer para calmar la inquietud que se ha instalado en mi pecho desde que Sofía pronunció esas palabras: "Dante y yo tenemos historia".Esas palabras siguen rondando en mi cabeza, repitiéndose en un eco venenoso que no me permite concentrarme en nada más. La curiosidad me está matando, aunque sé que no debería importarme.Nuestro acuerdo fue muy claro y no incluye que yo me esté metiendo en su vida, pero han sido ya más de tres meses viviendo bajo el mismo techo.Casi cuatro meses en los que ha pasado de todo, en los que he estado al borde de la muerte y él siempre ha estado ahí. No solo para mi sino para Nico. Por momentos parece que puedo ver debajo del hombre de hielo, y es justo eso lo que tiene con la cabeza hecha un lío.¿Qué me afecta si Dante ha estado con ella? ¿Por qué me carcome la idea de que tal vez Sofía es la razón por la que él nunca ha intentado n
DanteLa brisa del puerto arrastra consigo el olor a sal ya óxido, mezclándose con el hedor metálico de la sangre que aún impregna el suelo. El aire es denso, pesado, cargado de una tensión que casi se puede palpar. Mis hombres han limpiado la zona, pero la sombra de lo ocurrido sigue presente.Diez muertos.Tres heridos.Y mis armas en manos de los rusos.Mi mandíbula se tensa al recordar las palabras del prisionero."Danos a la mujer y tus problemas con la Bratva acabarán."Lucía.Otra vez.Ajusto los puños dentro de los bolsillos de mi abrigo, sintiendo el ardor de la furia subiendo por mi espalda. No pueden quererla a ella sin razón, no cuando ha demostrado ser simplemente una mujer que escapaba de un infierno personal. Algo más hay detrás, algo que todavía no logro ver.Luciano está a mi lado, con la misma expresión de preocupación que ha mantenido desde que salió del almacén.—Hemos revisado las rutas de escape, pero no dejaron rastro. Estos cabrones sabían lo que hacían.No me
SOFÍA El reflejo en el espejo me devuelve una imagen impecable, pero yo sé lo que hay debajo. Sé lo que me ha costado llegar hasta aquí. Me llevo la copa de vino a los labios, permitiéndome saborear el dulzor antes de tragar. No estoy aquí por casualidad. No creo en casualidades.Desde el primer momento en que vi a Lucía supe exactamente quién era. Su cara ya la había visto antes en fotografías. Una extraña en la vida de Dante, pero no una cualquiera. Hoce toda la farsa de no reconocerla, de no saber quién era, porque eso es lo que se espera. Pues ¿En dónde pude haberla visto si no estaba en el país? No puedo hacer nada que arruine mis planes y ahora haberlo hecho y que ella no sepa que la conozco me da la ventaja de estudiar su reacción, de medirla, de ver cómo se desenvolvía en esta casa que no le pertenece.Pero lo que no esperaba era la forma en la que Dante reaccionó. Eso ha puesto mi plan totalmente en jaque, pues el Dante que yo conozco no habría hecho todo esto. ¿Espera
DanteEl aroma del café recién hecho llena el comedor cuando me siento en la mesa. Frente a mí, Sofía sostiene la taza entre sus manos, sus dedos delgados rodeándola como si buscara calor o seguridad en ella. Sus ojos recorren la habitación como si esperara que en cualquier momento algo o alguien apareciera de las sombras para atacarla.—Gracias por dejarme quedarme aquí, Dante —dice, su voz apenas un susurro.Levanto la mirada de mi plato y la observo. Sus facciones han cambiado con los años, pero sigue conservando ese aire de fragilidad que siempre la caracterizó.—No tienes que agradecerme —respondo con neutralidad, llevando el café a mis labios—. Me encargaré personalmente de saber quiénes son los que te están acosando.Sofía deja escapar un suspiro entrecortado y asiente con la cabeza.—Porque te juro que siento que me persiguen en todas partes —continúa—. La última vez que llegué a mi apartamento, la puerta estaba entreabierta... Yo siempre la cierro con llave, Dante, siempre.N
LucíaEl enojo burbujea dentro de mí, una mezcla de humillación y frustración que me quema por dentro mientras camino por los pasillos de la mansión. No sé qué me molesta más: si la manera en que esa mujer me miró como si fuera inferior, o el hecho de que Dante ni siquiera se molestó en presentarme. Simplemente me ignoró como si fuera invisible, como si no tuviera ningún tipo de lugar en su vida.Apreté la bandeja con la torta que preparé para Nico, sintiendo la madera crujir bajo mis dedos. Respiro hondo, tratando de calmarme. No es el momento de pensar en Dante, ni en la mujer rubia que llegó con su aire de superioridad. Ahora lo más importante es mi hijo.Cuando entro en la habitación de Nico, mi corazón se calma un poco al verlo despierto y con mejor semblante. Sonríe con emoción al ver lo que llevo en las manos.—¡Mami, hiciste torta! —exclama con una alegría que me derrite por dentro.—Sí, mi amor. Quería darte algo dulce para que te sientas mejor.Coloco la bandeja sobre la me
DanteEl humo del cigarro se retuerce en el aire mientras me esfuerzo por contener la rabia que aún arde en mi interior. Mis pensamientos están divididos entre el ataque de los rusos, las palabras del hombre que capturamos y lo que sea que esté pasando en la mansión. Sin embargo, mi mente le da especial importancia a un pensamiento: la Bratva quiere a Lucía. Y eso no va a suceder.Mientras el auto se detiene frente a la mansión, mi instinto se activa. Algo no está bien. La forma en que Francesca me ha llamado, su tono de voz. Me bajo rápidamente y avanzo hasta la puerta, encontrándome con ella en la entrada. Está pálida, con las manos entrelazadas frente a su delantal. Algo ha pasado.—¿Qué demonios es lo que ha pasado? ¿Quién ha venido? —mi voz es un gruñido bajo y peligroso.Francesca hace una mueca al escucharme, pero antes de que pueda responder, una voz suave y calculadora se filtra en el aire desde detrás de mí.—Hola, Dante. He regresado.Esa voz…Mi cuerpo se tensa de inmedi
LucíaEl silencio en el ala médica es cálido, casi sofocante, solo interrumpido por el sonido acompasado del monitor que vigila los signos de Nico. He estado tan asustada. Por un instante pensé que era el rechazo definitivo del corazón, que la cuenta regresiva había regresado y mi pequeño ángel se iba a ir de mi lado.De solo pensarlo siento como un nudo se forma en mi garganta. No puedo perderlo.Me acomodo en el sillón junto a su cama, observando su respiración tranquila, su pequeño pecho subiendo y bajando acompasadamente. La fiebre ha bajado, pero el miedo a que algo vuelva a ocurrir sigue anidado en mi pecho, enredándose con cada pensamiento oscuro que me asalta.Tantas cosas han pasado en tan poco tiempo. El envenenamiento. La emboscada en la villa de los Vitelli. Los rusos. Y Dante…Me muerdo el labio al recordar el beso.Él no solo me besó. Me besó para detener mi crisis. Y lo peor de todo es que funcionó. Me sentí segura en sus brazos, protegida, hasta que el momento se romp