Mis cariñitos ya se nos viene el final!!!! Que emocioooóón Gracias por el apoyo!
Dante La oscuridad de la casa no augura nada bueno y el hecho de que el portón esté a medio abrir hace que los músculos de mi cuerpo se tensen por completo y mi instinto tome el control. Listo para enfrentarme a lo peor, porque ahora que he llegado hasta aquí, no voy a permitir que nada ni nadie me arrebate lo que amo. Como el infierno que no. Mis pasos resuenan en la entrada de la mansión. Todo está oscuro. Luciano camina a mi lado, con el cuerpo en tensión. Lucía y Nico están justo detrás de mí, moviéndose con cautela. Puedo sentir los ojos de Lucía en mi nuca y el hecho de que nuestro regreso se la arruinado hace que me llene de furia. Nico aprieta la mano de su madre y luego lleva sus enormes ojitos marrones hacia mí y me dice en un susurro: —Papá… tengo miedo. Mi mandíbula se aprieta con fuerza. Mi instinto se activa al instante. Cualquiera que intente lastimarlos morirá esta misma noche así deba llevarme por delante media Italia, lo voy a hacer. Van a conocer la peor
LUCIA Valeria está aquí. Valeria está aquí. Las palabras se repiten en mi mente pero no consigo procesarlas. ¿A qué vino? ¿Por qué no está en España? Dante me había dicho que la había dejado vivir con la condición que se fuera lejos, y estuve de acuerdo. Ella iba a ser madre, no hubiese podido vivir conmigo misma si Dante le hubiese hecho algo a ella o al bebé. Pero ahora…. Ahora ella está aquí y no sé qué pasará . El aire parece volverse denso en cuanto escucho el nombre de Valeria salir de los labios del empleado. —¿Qué demonios hace ella aquí? —gruñe Dante, poniéndose de pie tan rápido que la silla chirría contra el suelo de mármol. Lo veo tensar los puños, listo para arremeter contra quien se cruce en su camino. —Dante… —empiezo, pero él ya está caminando hacia la puerta con pasos largos y furiosos. Mi pecho se aprieta. NO.NO. NO Esto no es bueno, para nada. Suelto mis cubiertos de golpe y me pongo de pie, antes de que pueda hacer algo de lo que se arrepienta. —
ESTE CAPITULO SERÁ DESDE AMBAS PERSPECTIVAS, ATENTAS. Lucia El silencio de la habitación me envuelve como una manta pesada. Me siento en el sofá, sosteniendo a Sofía en mis brazos. Su cuerpecito tibio y su respiración pausada deberían calmarme. Pero no lo hacen. Mis ojos viajan, una y otra vez, a la cama. Allí, sobre la sábana inmaculada, está la prueba de embarazo. Positiva. Siento que el mundo se tambalea bajo mis pies. Un bebé. Acabamos de adoptar a Sofía. Apenas estamos estabilizándonos como familia. ¿Cómo le digo a Dante que estoy embarazada? Sofía se mueve ligeramente en mis brazos, su pequeño puño se cierra alrededor de mi blusa. Han pasado ya siete largos meses desde que está con nosotros y cada día que pasa me hace saber que tomé la desocupe correcta. Sofía es.. luz Nico la adora, la cuida como un guardia a una princesa y Dante, bueno Dante ha enloquecido un poco pensando en cómo será cuando Sofía crezca. Por eso saber que ahora puedo tener una Sofía más en l
Lucía—Mami, ¿Papá no viene hoy tampoco? —La débil voz de Nicolás rompe el silencio de la habitación. Sus grandes ojos marrones me miran desde la cama del hospital, llenos de una mezcla de esperanza y tristeza que desgarran mi corazón.Ningún niño en el mundo debería pasar la época de navidad en un lugar como este. Y el hecho de que sea mi bebé, mi pequeño angelito me destroza por completo.Me esfuerzo por mantener la sonrisa, aunque siento que estoy al borde de romperme. Aprieto los puños y me acerco a la cama, acariciando su mejilla con suavidad.—Papá está muy ocupado, cariño. Está buscando la forma de quitarte el dolor —le digo con un tono calmado, aunque por dentro estoy gritando.Nicolás ladea la cabeza y me mira fijamente, como si pudiera ver más allá de mis palabras.—Yo creo que papá no me quiere. Nunca está conmigo.Sus palabras son como un puñal en mi pecho. Trago el nudo en mi garganta y fuerzo otra sonrisa.—Eso no es cierto, mi amor. Papá te quiere mucho. Ya mismo voy
LucíaSintiendo los latidos en mis oídos y el dolor esparciéndose por mi cuerpo, empiezo a caminar hacia dónde mi esposo se encuentra.— ¿Qué significa esto? —pregunto ganando la atención de ambos.Odio que mi voz tiemble, pero no me detengo.Esteban me mira con desdén, como si verme aquí y estar descubierto no importara, como si yo fuera una molestia menor. Marcela, por otro lado, sonríe descaradamente. Ella sin duda lo está disfrutando.—Lucía, no deberías estar aquí —dice Esteban con frialdad.No puedo creer lo que dice… es un… es ….—¡Mi hijo está muriendo, Esteban! Está en este mismo hospital en dónde no has ido a verlo —grito, sintiendo que las palabras se ahogan en mi garganta. Señalo hacia el hospital—. ¡Tu hijo está muriendo! NUESTRO HIJO! ¿Y tú estás aquí… con ella?Marcela se ríe suavemente y acaricia su vientre, llamando mi atención. Me doy cuenta de la protuberancia en su abdomen y siento que mi estómago se hunde.Es entonces cuando me doy cuenta de que ella no es la ú
Lucía—¡No puedo creer que esa mujer te haya golpeado! ES UNA SALVAJE. Se lo diré a mi madre.La voz de mi hermana hace que apriete los dientes, pero lo que termina de hacer explotar mi enojo es escuchar a Esteban hablarle con una dulzura impropia de él.—Con calma, cariño. El médico dijo que el enfado perjudicará a nuestro hijo.No podía seguir escuchando, la traición de mi esposo amado ahora me hacía sentir que mi corazón chorreaba sangre. Camino directamente hacia la habitación del médico a pesar de las miradas compasivas de la gente que me rodeaba. Lo último que quiero es seguir viendo a ambos....—Lo siento, aún no hay corazón adecuado.La luz tenue del monitor cardíaco parpadea en la habitación, marcando cada segundo como una eternidad. No puedo contener las lágrimas mientras miro a través del cristal a mi pequeño en la cama.De repente, veo como mi angelito levanta la cabeza para mirarme a los ojos y me apresuro a darle la espalda para secarme las lágrimas. Respiro profunda
LucíaSiento como si el aire se escapara de mis pulmones. Mi pecho se llena de una mezcla de pena y miedo. Respiro hondo tratando de calmarme, pues es la primera vez que Nic hace una pregunta tan directa Me acerco más a él, acariciando su carita.—No, mi amor, no lo harás. No lo permitiré. Solo… solo quiero que sepas algo… ella ahora debe estar descansando, debe estar en su forma de ángel.Los ojos de Nicolás se abren muchísimo, llenos de una extraña mezcla de fascinación y tristeza, con ese toque infantil que debería estar cada día en sus ojos.—¿Ella será un ángel? —pregunta con un tono de inocencia que me rompe.Intento sonreír, aunque mi corazón está en pedazos.—Claro que sí, amor. Todos los niños cuando son llamados al cielo se convierten en ángeles.Nicolás se queda en silencio unos momentos, procesando mis palabras. Su mirada se pierde en el techo mientras su pequeña mente trabaja. Entonces, me mira nuevamente, con algo nuevo en sus ojos.—Mami… si yo soy llamado y me vuelvo
LucíaEl doctor me mira con fijeza por unos segundos sin decir nada. sin admitirlo ni negarlo y yo siento que estoy a punto de enloquecer.Estoy desconcertada y al mismo tiempo ilusionada y eso me asusta, pero no quiero renunciar ni a un atisbo de esperanza.—Dígame, doctor, por favor, solo…. solo dígalo.El hombre finalmente deja salir un suspiro y veo que traga un poco antes de empezar a hablar.—Hay… Alguien que quiere hablar contigo, Lucía. Alguien que puede ayudar a Nicolás.Mis piernas se sienten débiles, y el aire en mis pulmones parece evaporarse.— ¿Quién? —logro preguntar, aunque mi voz apenas sale.El médico solo hace un gesto hacia el pasillo, indicando que lo siga.—No puedo decir mucho más, él lo hará, ahora por favor, ven conmigo.Ni siquiera lo dudo, pues si se trata de algo que pueda ayudar a mi hijo siempre voy a decir que sí.… El doctor Silvio camina delante de mí por los pasillos del hospital. La incomodidad en sus movimientos no pasa desapercibida. Sostiene una