Lucia El disparo sigue resonando en mis oídos. Mi respiración es un jadeo entrecortado, el corazón golpeando contra mi pecho con una violencia brutal. No sé quién ha sido herido. Desde el suelo del jet, me incorporo bruscamente y me asomo por la ventana. El caos ha estallado en la pista de aterrizaje. Hombres de la Bratva y de Dante se han dispersado, armas en mano, gritos de alerta rompen la noche y las luces de los reflectores iluminan la escena. Pero mi mirada solo busca una cosa. Y entonces lo veo. Esteban. Mi cuerpo se paraliza por una fracción de segundo. Él está ahí, de pie entre los soldados de la Bratva, con una pistola en la mano y una sonrisa cruel. No puede ser. Él no debería estar vivo. Mi mente retrocede al instante. Dante lo había mandado a matar. Después de todo lo que hizo, después de haberme vendido a la mafia rusa como si fuera un objeto, después de haber tratado de matarme… No hay forma de que haya sobrevivido. A menos que alguien lo haya dejado escapar.
Dante Odio los hospitales. Odio lo que representan y las razones que hacen que las personas vengan a uno. Sin embargo, aquí estoy. El olor a desinfectante y sangre seca se mezcla en mis sentidos, despertando recuerdos que preferiría enterrar. Las luces blancas, los murmullos apagados, el sonido intermitente de los monitores… Todo en este lugar me recuerda que la línea entre la vida y la muerte es demasiado frágil. Lucía está sentada junto a mí, con la mirada perdida en el pasillo. Se ve agotada. No de la manera en la que solía verla antes, cuando sus preocupaciones eran las de una madre que haría cualquier cosa por salvar a su hijo. Nico está aferrado a Dimitri, no se ha querido separar de él en ningún momento y se que Lucía está preocupada. Joder, yo lo estoy’! Él no debió presenciar nada de esto. Pero esta es la consecuencia de mi mundo. Mis ojos van hacia donde Lucía está y no puedo evitar notar todo lo que ha cambiado: Ahora es una guerrera. Mi mano busca la suya, la a
Lucia Siento que me estoy enloqueciendo. Por un instante pensé que todos nuestros problemas habían desaparecido, que finalmente iba a poder vivir en paz y feliz junto al hombre que amo. Pero nuevamente la vida parece decidida a separarnos. Dejó salir un suspiro que hace eco en la habitación. El silencio de la mansión es insoportable. Han pasado tres días desde que Dante se fue, y aunque hemos hablado por teléfono, sus llamadas han sido breves y frías. Solo lo suficiente para decirme que está bien, que pronto volverá. Pero yo lo conozco. Su tono es cortante. Su respiración, contenida. Algo ha pasado y no quiere decírmelo. Camino hacia la ventana y miro la noche oscura. Este lugar se siente vacío sin él. Al bajar las escaleras, veo a Nico dormido en el sofá, con un libro en el pecho. Mi pequeño ángel aunque no lo dice, sé que se sienta igual a mí. En los últimos meses había vuelto a reír como hace mucho no lo hacía y cuando Dante llegó él se iluminó por completo. Mi niño
Dante Hace 3 días. Italia. No pensé que regresaría solo y mucho menos para volver a casar a una rata. No puedo creer que este malnacido me haya engañado engañado en mis propias narices por tanto tiempo. Siempre creí que era leal. El viento golpea mi rostro con furia cuando me bajo del coche negro. Frente a nosotros, una casa abandonada en medio de la nada. Luciano está a mi lado, con el cigarro apagado en los labios y la pistola lista en la mano. Los otros hombres esperan mi señal. —¿Seguro que está aquí? —murmuro, observando el edificio. Luciano asiente. —Los rusos confirmaron la ubicación. Y nuestra gente fiable acá en Italia también. El hijo de puta está dentro, escondido como la rata que es. Miro el lugar. No hay luces, no hay movimiento visible. Demasiado tranquilo. —Esto apesta a emboscada. Luciano sonríe de lado. —Por eso traemos juguetes. Hago una señal a mis hombres. —Nos dividimos. Grupo uno, rodeen la parte trasera. Grupo dos, entren por el lado derecho. Luci
Lucia Finalmente el día ha llegado y aunque estoy feliz de finalmente volver a casa y tener el hogar que siempre he querido, también siento que parte de mi corazón está dividido. El aire helado de Moscú me eriza la piel.El auto está listo. Es momento de irnos. Mi padre está de pie en la entrada de la mansión, con su expresión firme y sus ojos observándome con orgullo. Junto a él, Frédéric se apoya en una muleta, aún recuperándose de su herida. Pero eso no impide que tenga esa mirada tan suya mientras no ve llegar. Antes de que hable ya sé que va a intentar provocarme con algo, porque de eso se trata nuestra relación. —No puedes irte así, prima. Me vas a partir el corazón —Su sonrisa burlona es la misma de siempre. Aunque sé que está bromeando no puedo evitar que sus palabras lleguen en lo profundo de mi. Intento mantenerme firme, pero la nostalgia me golpea con fuerza. —Tengo que hacerlo. Italia es mi hogar ahora. Pero podrás visitarme cuando quieras. Eres más que bienvenido.
Dante La oscuridad de la casa no augura nada bueno y el hecho de que el portón esté a medio abrir hace que los músculos de mi cuerpo se tensen por completo y mi instinto tome el control. Listo para enfrentarme a lo peor, porque ahora que he llegado hasta aquí, no voy a permitir que nada ni nadie me arrebate lo que amo. Como el infierno que no. Mis pasos resuenan en la entrada de la mansión. Todo está oscuro. Luciano camina a mi lado, con el cuerpo en tensión. Lucía y Nico están justo detrás de mí, moviéndose con cautela. Puedo sentir los ojos de Lucía en mi nuca y el hecho de que nuestro regreso se la arruinado hace que me llene de furia. Nico aprieta la mano de su madre y luego lleva sus enormes ojitos marrones hacia mí y me dice en un susurro: —Papá… tengo miedo. Mi mandíbula se aprieta con fuerza. Mi instinto se activa al instante. Cualquiera que intente lastimarlos morirá esta misma noche así deba llevarme por delante media Italia, lo voy a hacer. Van a conocer la peor
LUCIA Valeria está aquí. Valeria está aquí. Las palabras se repiten en mi mente pero no consigo procesarlas. ¿A qué vino? ¿Por qué no está en España? Dante me había dicho que la había dejado vivir con la condición que se fuera lejos, y estuve de acuerdo. Ella iba a ser madre, no hubiese podido vivir conmigo misma si Dante le hubiese hecho algo a ella o al bebé. Pero ahora…. Ahora ella está aquí y no sé qué pasará . El aire parece volverse denso en cuanto escucho el nombre de Valeria salir de los labios del empleado. —¿Qué demonios hace ella aquí? —gruñe Dante, poniéndose de pie tan rápido que la silla chirría contra el suelo de mármol. Lo veo tensar los puños, listo para arremeter contra quien se cruce en su camino. —Dante… —empiezo, pero él ya está caminando hacia la puerta con pasos largos y furiosos. Mi pecho se aprieta. NO.NO. NO Esto no es bueno, para nada. Suelto mis cubiertos de golpe y me pongo de pie, antes de que pueda hacer algo de lo que se arrepienta. —
ESTE CAPITULO SERÁ DESDE AMBAS PERSPECTIVAS, ATENTAS. Lucia El silencio de la habitación me envuelve como una manta pesada. Me siento en el sofá, sosteniendo a Sofía en mis brazos. Su cuerpecito tibio y su respiración pausada deberían calmarme. Pero no lo hacen. Mis ojos viajan, una y otra vez, a la cama. Allí, sobre la sábana inmaculada, está la prueba de embarazo. Positiva. Siento que el mundo se tambalea bajo mis pies. Un bebé. Acabamos de adoptar a Sofía. Apenas estamos estabilizándonos como familia. ¿Cómo le digo a Dante que estoy embarazada? Sofía se mueve ligeramente en mis brazos, su pequeño puño se cierra alrededor de mi blusa. Han pasado ya siete largos meses desde que está con nosotros y cada día que pasa me hace saber que tomé la desocupe correcta. Sofía es.. luz Nico la adora, la cuida como un guardia a una princesa y Dante, bueno Dante ha enloquecido un poco pensando en cómo será cuando Sofía crezca. Por eso saber que ahora puedo tener una Sofía más en l