En un vecindario donde todo parece cotidiano, Keila, una chica extrovertida y llena de vida, vive en la cuadra de al lado del lugar donde trabaja David, un chico que a los ojos de Keila parece tímido y reservado. A pesar de sus diferencias, siente que podría haber algo especial entre ellos si lograran romper el silencio que los separa. Pero, ¿son realmente el uno para el otro? Mientras enfrenta sus propios deseos y temores, Keila se pregunta si el amor entre ellos siempre será solo miradas y palabras perdidas en el viento y el tiempo, o si algún día se convertirá en algo más cercano y auténtico. Únete a Keila en su viaje emocional mientras cuenta su historia y descubre si el amor puede florecer entre la timidez y la extroversión
Leer másLa confirmación del encuentroEl encuentro de Keila resultó ser real y se confirmó unos días más tarde. Aunque para los lectores ya era evidente, era necesario que ella tuviera otra oportunidad para estar segura de que todo lo que había vivido no había sido una ilusión o un sueño, como temía. Las dudas y el anhelo se entrelazaban en su mente como una melodía persistente.Todo comenzó cuando, mientras iba a comprar unas cosas para su abuelo, volvió a encontrarse con el chico del supermercado. Esta vez, él se le acercó, la miró y le sonrió. Su sonrisa era cálida y genuina, como un rayo de sol que rompía la nube gris que a veces la envolvía. En ese momento, hubo un cruce de miradas que parecía significativo, haciendo que el resto del mundo pareciera desvanecerse. Las palabras no eran necesarias; sus ojos hablaban un lenguaje propio que Keila no podía ignorar. Era como si el universo entero se hubiera alineado para permitir ese instante, suspendido en el tiempo.Keila se dio cuenta de que
Un encuentro inesperadoEn un día aparentemente ordinario para Keila, en el que nada fuera de lo común parecía estar por suceder, ocurrió lo inesperado. ¿Qué fue?, se preguntarán ustedes. Muchos ya imaginarán que se encontró con David, pero mejor empecemos desde el principio...Después de leer unas páginas de "Basta de amores de mierda", como solía hacer en las tardes, Keila decidió ir al supermercado. Su abuelo le había pedido que comprara unos bombillos, y aunque la tarea parecía sencilla, se sentía extraña, como si una nube gris cubriera su ánimo. Al despertar, los rayos del sol filtrándose por la ventana la sorprendieron, dándole un ligero calor en la piel. Sin embargo, ese calor no era suficiente para disipar la nube de melancolía que la había acompañado en las últimas semanas. Se estiró en la cama, tratando de sacudir la pesadez que sentía en su pecho.Entró al supermercado con un aire de desánimo, sin entender del todo por qué se sentía así últimamente. Todo a su alrededor pare
La renovación y la liberaciónLos días pasaban, y Keila se encontraba en medio de una etapa crucial: la de liberarse por completo del "susodicho". Pero, como bien sabía, no sería tan sencillo. Los recuerdos que compartían seguían acechándola, presentes en cada rincón de su habitación. Aunque su cuarto no era grande, cada detalle parecía recordarle las promesas incumplidas y las ilusiones rotas atrapadas entre esas cuatro paredes. Determinada a dejar atrás ese capítulo de su vida, decidió remodelar su espacio, buscando deshacerse de los rastros de un pasado que había sido su refugio, pero que él había utilizado para distanciarse de ella.Comenzó por deshacerse de las cosas que le recordaban a él: fotos, videos y pequeños objetos que, en su momento, le habían parecido significativos. Al principio, se sintió abrumada, como si cada objeto representara una carga emocional que debía soltar. Pero luego, con cada recuerdo que sacaba de su vida, sentía que era un peso menos que se quitaba de s
Un San Valentín agridulceEl Día de San Valentín, celebrado por muchos como el día del amor y las parejas, no traía precisamente buenos recuerdos para Keila. En lugar de flores y cartas románticas, este día estaba marcado por la constante invasión de videos en TikTok que mostraban a parejas felices, disfrutando de momentos que parecían sacados de un cuento de hadas. Ella, en cambio, no era la protagonista de su propio cuento, sino solo una espectadora silenciosa. Cada uno de esos videos le recordaba los "hubiera" que nunca se materializaron con su ex, el "susodicho", quien no perdía la oportunidad de hacer acto de presencia con likes en su perfil, justo en una fecha tan sensible.Estos gestos insignificantes despertaban en ella preguntas que parecían no tener sentido fuera de su propio mundo: ¿Acaso él también la extrañaba? ¿Por qué seguía pendiente de ella? Aunque sabía que no debería importarle, cada "like" hacía tambalear su proceso de sanación, recordándole lo que ya no tenía. En
Entre recuerdos y promesasAunque parezca increíble, esta historia comenzó con un adiós. El 18 de enero, día del cumpleaños de su hermano, Keila terminó su relación a distancia con su casi novio, quien había dañado profundamente su estabilidad emocional y física. Con el apoyo de sus amigas y su madre, intentó seguir adelante, deseando borrar todos los recuerdos que había construido junto a él. Sin embargo, llevaba consigo la oscura sombra del dolor en su corazón, una herida que, a pesar de todos los esfuerzos por ocultarla, seguía doliendo en silencio.En ese momento, vivía en la ciudad con su padre, luchando por recuperarse y continuar con sus planes y sueños. Parecía que las cosas estaban mejorando tras recibir buenas noticias sobre su carrera; la universidad le había otorgado buenas calificaciones en sus últimos exámenes del semestre. Ese logro le devolvió un poco de la confianza que había perdido. Poco a poco, esos éxitos y el tiempo compartido con otras personas la ayudaron a olv