Inicio / Romance / Amor en la cuadra de al lado: Escritos y recuerdos / Capítulo 3: De la Oscuridad a la Esperanza
Capítulo 3: De la Oscuridad a la Esperanza

La renovación y la liberación

Cuando despertó aquella mañana, supo que ya no quería ser la misma. Había borrado las fotos de su ex, pero aún quedaban muchas más cosas de las que debía despedirse. Aunque su cuarto no era grande, cada rincón parecía recordarle las promesas incumplidas y las ilusiones rotas atrapadas entre esas cuatro paredes.

Suspiró. Tal vez era hora de cambiar más cosas.

Se levantó con determinación y comenzó a examinar su habitación con una mirada crítica. Sabía que su proceso de sanación no solo dependía de lo que sentía por dentro, sino también de lo que la rodeaba. Si quería cerrar ese capítulo de su vida, debía empezar por su propio espacio.

Lo primero que hizo fue reunir todo lo que le recordaba al "susodicho": fotos, videos, pequeños objetos que en su momento le parecieron significativos. Al principio, se sintió abrumada, como si cada cosa representara una carga emocional difícil de soltar. Pero con cada objeto que sacaba, la sensación de alivio crecía.

Una caja tras otra, los recuerdos de su relación iban desapareciendo.

Tomó una foto en particular, la última que habían compartido juntos en una videollamada. La miró durante unos segundos, tratando de recordar por qué había creído que lo suyo funcionaría. Luego, sin más, la rompió en pedazos.

“Durante tanto tiempo pensé que esta imagen representaba amor. Ahora solo veo lo que estaba ignorando”

Respiró hondo. Un peso menos.

Al terminar, su cuarto se veía diferente, aunque aún sentía que faltaba algo. Necesitaba un cambio más grande. Inspirada por la sensación de renovación, decidió remodelar su espacio. Mover los muebles, reorganizar su escritorio, pintar las paredes de otro color. No solo se trataba de cambiar el lugar, sino de transformar lo que significaba para ella.

Este ya no sería el cuarto donde lloró por un amor a medias. Sería el lugar donde reconstruiría su nueva versión.

Mientras organizaba sus cosas, su madre entró y la observó en silencio.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó con una sonrisa.

Keila sonrió de vuelta.

—No, esta vez quiero hacerlo sola.

Su madre asintió, comprendiendo que esta era una parte importante de su proceso.

Más tarde, mientras descansaba tras horas de acomodar su habitación, tomó su celular y se encontró con una publicación que captó su atención: "Basta de amores de m****a", un libro de autoayuda sobre relaciones tóxicas. Sin pensarlo demasiado, lo compró en versión digital y comenzó a leerlo.

Conforme pasaban las páginas, se vio reflejada en cada historia. Por primera vez, entendió que lo que había vivido no era amor verdadero, sino una ilusión que ella misma había alimentado.

Las palabras de su madre resonaban en su cabeza: "Esa relación abierta y a distancia nunca fue lo que realmente querías. No estabas siendo feliz, solo te convencías de que lo estabas."

Y tenía razón.

El "susodicho" insistió en una relación sin compromisos, sin promesas reales, sin garantías. Y ella, por miedo a perderlo, aceptó algo que en el fondo no deseaba.

Ahora lo veía con claridad.

Tal vez no la había amado. Tal vez solo la quiso cuando le convenía.

Por primera vez, en lugar de llorar o sentir nostalgia, sintió enojo. No contra él, sino contra sí misma por haber permitido tanto. Recordó las veces en que se quedó despierta esperando un mensaje que nunca llegó. Las veces que se disculpó por cosas que no había hecho, solo para evitar que él se alejara más. Nunca más, pensó, con una determinación que no había sentido antes.

Cada capítulo del libro la empoderaba más.

Los días pasaron, y con ellos, su rutina empezó a cambiar. Se despertaba más temprano, se preparaba con más cuidado y se esforzaba por mantener una actitud positiva. Cada mañana, se miraba en el espejo y repetía en voz alta:

"Hoy voy a ser la mejor versión de mí misma."

Pequeñas acciones comenzaron a hacerla sentir mejor consigo misma. Se tomaba selfies para recuperar su autoestima, que se había desgastado poco a poco durante la relación. Recordó cómo en aquellos días lo único que la mantenía conectada con su ex era el celular y las videollamadas diarias. Ahora, en cambio, se estaba reencontrando consigo misma sin depender de una pantalla.

También decidió cambiar su look. Se peinaba con trenzas y coletas, probaba diferentes estilos, y se veía al espejo con una sonrisa. Ya no hacía estos cambios para gustarle a alguien más. Esta vez, lo hacía solo por ella.

Pero hubo un cambio aún más grande en su vida: empezó a escribir.

Al principio, solo era un intento de poner en palabras lo que sentía. Pero poco a poco, se convirtió en su refugio. Escribir la ayudaba a ordenar sus pensamientos y a dejar atrás lo que la lastimaba.

Una tarde, mientras hablaba con Lucía por teléfono, su amiga le preguntó:

—¿Y cómo te has sentido estos días?

—Mejor… diferente. Es extraño, pero siento que al escribir, todo lo que viví cobra más sentido. Como si, al ponerlo en palabras, pudiera verlo con más claridad.

Lucía sonrió al otro lado de la línea.

—Tal vez deberías compartirlo. Seguro que hay muchas personas pasando por lo mismo.

—No sé, ¿y si no es suficiente?

—Créeme, Keila. A veces, lo que menos imaginas puede ayudar a alguien.

Keila se quedó en silencio unos segundos. No había pensado en eso.

Keila también comenzó a escribir un libro; estos relatos que ahora ustedes están leyendo la ayudaron a dejar atrás poco a poco su oscuro pasado. Cada palabra en la pantalla era como un ladrillo que la separaba del pasado. No solo estaba escribiendo una historia. Estaba reconstruyendo la suya.

Pasaba horas en su escritorio, cerca de la ventana, con una taza de café entre las manos y su laptop abierta. Cuando releía lo que había escrito, sonreía al darse cuenta de lo lejos que había llegado.

Por primera vez, empezó a pensar en compartir su historia con otras personas. Tal vez, así como el libro que estaba leyendo la había ayudado, su propia experiencia podría ayudar a alguien más.

Las noches se convirtieron en momentos de reflexión. Miraba por la ventana y contemplaba las estrellas.

Cada estrella representaba un sueño que aún podía alcanzar.

Se dio cuenta de que, aunque había pasado por momentos difíciles, cada uno de ellos le había enseñado algo valioso.

Descubrió su fortaleza. Su capacidad para sanar.

Por primera vez, no necesitaba que nadie le dijera que iba a estar bien. Porque ella ya lo sabía.

"Tal vez, en algún momento, el amor volverá a tocar mi puerta. Pero cuando llegue, quiero estar lista para recibirlo sin miedo."

Keila no sabía lo que el destino tenía preparado para ella. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sintió que algo estaba cambiando dentro de ella.

Continuará...

Después de liberarse de las sombras del pasado y empezar a reconstruir su vida, Keila se encuentra en un momento de nuevos comienzos. En el próximo capítulo, una sorpresa inesperada la espera: conocerá a alguien nuevo, alguien que llega sin previo aviso, rompiendo sus rutinas y sus dudas.

¿Será esta persona el inicio de algo especial? ¿O traerá consigo nuevos desafíos y lecciones?

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP