La confirmación del encuentro
El encuentro de Keila resultó ser real y se confirmó unos días más tarde. Aunque para los lectores ya era evidente, era necesario que ella tuviera otra oportunidad para estar segura de que todo lo que había vivido no había sido una ilusión o un sueño, como temía. Las dudas y el anhelo se entrelazaban en su mente como una melodía persistente.
Todo comenzó cuando, mientras iba a comprar unas cosas para su abuelo, volvió a encontrarse con el chico del supermercado. Esta vez, él se le acercó, la miró y le sonrió. Su sonrisa era cálida y genuina, como un rayo de sol que rompía la nube gris que a veces la envolvía. En ese momento, hubo un cruce de miradas que parecía significativo, haciendo que el resto del mundo pareciera desvanecerse. Las palabras no eran necesarias; sus ojos hablaban un lenguaje propio que Keila no podía ignorar. Era como si el universo entero se hubiera alineado para permitir ese instante, suspendido en el tiempo.
Keila se dio cuenta de que el chico, llamado David, trabajaba en el supermercado, un detalle que ahora hacía que su conexión con él pareciera aún más significativa. Se sintió intrigada, preguntándose si había algún tipo de destino que los había llevado a cruzarse de nuevo. ¿Era esto un indicio de algo más? Se preguntó si su presencia en ese lugar era simplemente una coincidencia o si había algo más profundo en su encuentro. ¿El chico estaba realmente interesado o solo siendo amable? Keila se sintió intrigada por la conexión que había sentido. La curiosidad comenzó a mezclarse con una pizca de ansiedad, pero esta vez había un nuevo destello de esperanza en su corazón. ¿Qué significado tendría todo esto? Aunque no estaba segura de qué significaba, estaba dispuesta a ver a dónde podría llevar esta nueva atracción.
La vida cotidiana parecía más luminosa a medida que pensaba en el chico. Su mente se llenaba de preguntas: ¿Cómo se llamaría? ¿Tendría intereses similares a los suyos? ¿Y si su historia de vida era tan interesante como su mirada prometía? Se sintió un poco tonta por las preguntas que danzaban en su mente, pero al mismo tiempo, era refrescante permitirse soñar con nuevas posibilidades. Imaginó cómo sería su vida si él se convirtiera en una parte importante de ella.
Lucía, su amiga, se enteró del encuentro y estaba contenta por Keila. Su entusiasmo era contagioso, y al escucharla hablar sobre el chico, Keila no pudo evitar sonreír. "¿Qué te dijo?" preguntó Lucía, emocionada. "Nada en especial, solo me sonrió", respondió Keila, sintiendo que la simple mención del chico le aceleraba el pulso. Aquel instante se convirtió en una joya en su memoria, un fragmento de felicidad en medio de la rutina diaria.
Lucía, siempre la optimista, le dijo: "¡Eso ya es un avance! Significa que está interesado en ti. Tal vez debas ser un poco más atrevida y hablarle la próxima vez". Keila sintió una mezcla de emoción y terror ante la idea de ser valiente. Intentó no dejarse llevar por expectativas demasiado altas, sabiendo que era mejor tomar las cosas con calma. "Quizás deba intentar ser más abierta, pero... ¿y si todo se desmorona de nuevo?", pensó con preocupación. La última vez que se ilusionó rápidamente, las cosas no terminaron bien. Sin embargo, la idea de hablarle le daba un poco de miedo y emoción al mismo tiempo.
Aunque cada pequeño cruce con David llenaba a Keila de emoción, también le hacía recordar las heridas que guardaba de experiencias pasadas. Hubo un tiempo en que se entregaba completamente a una ilusión, y aunque quería creer que esta vez era diferente, temía volver a repetir viejos errores. Se preguntó si su corazón estaba listo para este nuevo viaje. Esta vez, quería tomarlo con calma, observar y entender antes de dar cualquier paso. Reflexionó sobre cómo había cambiado, cómo sus propias vivencias le habían enseñado a proteger su corazón sin cerrarse por completo. “¿Podría encontrar la manera de abrirme sin perderme en el proceso?”, se cuestionó. ¿Sería posible encontrar un equilibrio entre sus deseos de dejarse llevar y su necesidad de cautela? Esta conexión nueva, aunque incierta, parecía darle esa oportunidad de intentarlo.
Los días siguientes transcurrieron, y cada vez que salía, su mente divagaba entre la posibilidad de volver a verlo y los recuerdos de su reciente encuentro. Cada vez que estaba cerca al supermercado, un hormigueo de nervios la recorría. ¿Y si él no aparecía? ¿Y si no sentía lo mismo? La incertidumbre era tanto un desafío como una aventura. La emoción de lo desconocido le daba alas, pero también la aterrorizaba.
¿Sería este el inicio de una historia de amor inesperada? El corazón de Keila latía con una mezcla de esperanza y temor, pero esta vez estaba lista para enfrentar lo que viniera. Sabía que, sin importar el resultado, había dado un paso adelante en su vida emocional, un pequeño triunfo en medio de la rutina diaria.
Reflexionó sobre lo que significaba abrirse nuevamente a alguien. En el pasado, había experimentado desilusión y dolor, y cada una de esas experiencias había dejado huellas en su corazón. Sin embargo, ahora sentía que el riesgo valía la pena. "Cada paso hacia adelante es también un paso hacia el autoconocimiento", pensó. La posibilidad de un amor sincero y genuino era un motivo lo suficientemente fuerte como para desafiar sus temores. Era un nuevo comienzo, una oportunidad para aprender y crecer, no solo en el amor, sino también en el autoconocimiento. Se preguntaba si David podría ser esa persona con la que podría compartir su vida, alguien que no solo la hiciera sentir mariposas en el estómago, sino que también la comprendiera y aceptara.
Continuará...
En el próximo capítulo, Keila explorará más sobre este nuevo vínculo y lo que podría significar para ella. ¿Qué desarrollos traerá esta conexión con el chico del supermercado? Acompáñala mientras sigue adelante con cautela y curiosidad, descubriendo cómo este nuevo encuentro podría influir en su vida.
Entre recuerdos y promesasAunque parezca increíble, esta historia comenzó con un adiós. El 18 de enero, día del cumpleaños de su hermano, Keila terminó su relación a distancia con su casi novio, quien había dañado profundamente su estabilidad emocional y física. Con el apoyo de sus amigas y su madre, intentó seguir adelante, deseando borrar todos los recuerdos que había construido junto a él. Sin embargo, llevaba consigo la oscura sombra del dolor en su corazón, una herida que, a pesar de todos los esfuerzos por ocultarla, seguía doliendo en silencio.En ese momento, vivía en la ciudad con su padre, luchando por recuperarse y continuar con sus planes y sueños. Parecía que las cosas estaban mejorando tras recibir buenas noticias sobre su carrera; la universidad le había otorgado buenas calificaciones en sus últimos exámenes del semestre. Ese logro le devolvió un poco de la confianza que había perdido. Poco a poco, esos éxitos y el tiempo compartido con otras personas la ayudaron a olv
Un San Valentín agridulceEl Día de San Valentín, celebrado por muchos como el día del amor y las parejas, no traía precisamente buenos recuerdos para Keila. En lugar de flores y cartas románticas, este día estaba marcado por la constante invasión de videos en TikTok que mostraban a parejas felices, disfrutando de momentos que parecían sacados de un cuento de hadas. Ella, en cambio, no era la protagonista de su propio cuento, sino solo una espectadora silenciosa. Cada uno de esos videos le recordaba los "hubiera" que nunca se materializaron con su ex, el "susodicho", quien no perdía la oportunidad de hacer acto de presencia con likes en su perfil, justo en una fecha tan sensible.Estos gestos insignificantes despertaban en ella preguntas que parecían no tener sentido fuera de su propio mundo: ¿Acaso él también la extrañaba? ¿Por qué seguía pendiente de ella? Aunque sabía que no debería importarle, cada "like" hacía tambalear su proceso de sanación, recordándole lo que ya no tenía. En
La renovación y la liberaciónLos días pasaban, y Keila se encontraba en medio de una etapa crucial: la de liberarse por completo del "susodicho". Pero, como bien sabía, no sería tan sencillo. Los recuerdos que compartían seguían acechándola, presentes en cada rincón de su habitación. Aunque su cuarto no era grande, cada detalle parecía recordarle las promesas incumplidas y las ilusiones rotas atrapadas entre esas cuatro paredes. Determinada a dejar atrás ese capítulo de su vida, decidió remodelar su espacio, buscando deshacerse de los rastros de un pasado que había sido su refugio, pero que él había utilizado para distanciarse de ella.Comenzó por deshacerse de las cosas que le recordaban a él: fotos, videos y pequeños objetos que, en su momento, le habían parecido significativos. Al principio, se sintió abrumada, como si cada objeto representara una carga emocional que debía soltar. Pero luego, con cada recuerdo que sacaba de su vida, sentía que era un peso menos que se quitaba de s
Un encuentro inesperadoEn un día aparentemente ordinario para Keila, en el que nada fuera de lo común parecía estar por suceder, ocurrió lo inesperado. ¿Qué fue?, se preguntarán ustedes. Muchos ya imaginarán que se encontró con David, pero mejor empecemos desde el principio...Después de leer unas páginas de "Basta de amores de mierda", como solía hacer en las tardes, Keila decidió ir al supermercado. Su abuelo le había pedido que comprara unos bombillos, y aunque la tarea parecía sencilla, se sentía extraña, como si una nube gris cubriera su ánimo. Al despertar, los rayos del sol filtrándose por la ventana la sorprendieron, dándole un ligero calor en la piel. Sin embargo, ese calor no era suficiente para disipar la nube de melancolía que la había acompañado en las últimas semanas. Se estiró en la cama, tratando de sacudir la pesadez que sentía en su pecho.Entró al supermercado con un aire de desánimo, sin entender del todo por qué se sentía así últimamente. Todo a su alrededor pare