Capítulo 10: Silencios y Distancias
El eco de lo no dicho y el peso del tiempo entre ellos.

El tiempo pasó, aunque Keila no supiera muy bien cómo.

Los días se volvieron una rutina sin sobresaltos, y las semanas una sucesión de mañanas parecidas. Las conversaciones con Sol, las compras en el supermercado, las caminatas cortas por las calles del pueblo… Todo parecía moverse en cámara lenta, como si el mundo avanzara sin ella.

Con David, el silencio se volvió la norma.

Si alguna vez se cruzaban en el supermercado, él giraba la mirada como si no la conociera. Y ella aprendió a hacer lo mismo. Dos personas con un pasado compartido, ahora convertidas en desconocidos.

Lo que antes incomodaba, ahora era automático.

Lo que dolía, empezaba a entumecerse.

A veces, sin quererlo, sus ojos lo buscaban entre la gente. Aunque se repitiera que ya no le importaba, algo en su interior seguía esperando una señal, una palabra, cualquier cosa.

Y eso, precisamente eso, era lo que más la frustraba.

Las cosas se complicaron con el inicio de la
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