Frente a la verdadLa conversación con su padre no salió como esperaba. Keila había ensayado cada palabra en su cabeza, una y otra vez, tratando de encontrar la manera perfecta de explicarle su proyecto personal. Pero apenas comenzó a hablar, él la interrumpió, cuestionó su decisión y minimizó su esfuerzo.Sintió cómo su voz se apagaba.Cuando colgó la videollamada, permaneció inmóvil, mirando la pantalla apagada de su celular. ¿Eso era todo? ¿Ni siquiera una palabra de apoyo? En su pecho se instaló un vacío que no supo cómo llenar. Tal vez debería llorar, pero no lo hizo. Guardó el teléfono, se acostó y cerró los ojos, con la sensación de que el mundo a su alrededor se hacía más pequeño.Después de esa noche, algo en ella cambió.Los meses pasaron, y la distancia con David dejó de ser su mayor preocupación. Ahora, el verdadero problema era ella misma.Llegaron las fiestas de San Juan y San Pedro al pueblo. Mientras las calles se llenaban de música, baile y alegría, Keila se sentía ca
Como de película...Keila había aprendido a vivir con el silencio. Por años, se convirtió en su refugio, su escudo contra el mundo. Pero después de la videollamada con su padre, algo dentro de ella se rompió. Se dio cuenta de lo pesada que era esa carga invisible que llevaba en el pecho.Aun cuando intentaba abrirse poco a poco, las palabras se atascaban en su garganta.Las salidas con su madre la ayudaban. Los pequeños gestos, los cafés en la plaza, las caminatas sin rumbo… Todo parecía devolverle una parte de sí misma. Sus amigas también lo notaron; aunque seguía sin contarles todo, al menos su sonrisa ya no se sentía completamente falsa.Y entonces, un día cualquiera, en medio de la rutina, el destino decidió sorprenderla.El 14 de agosto, día del Señor de los Milagros en el pueblo, Keila salió a hacer un encargo para su tía. Caminaba sin prisa, sin pensar demasiado en nada. La feria inundaba el ambiente con risas, música, el aroma de buñuelos y café recién hecho flotando en el air
Razones que nadie esperaHan pasado semanas desde aquella tarde en la panadería, pero Keila aún no logra olvidar la sensación de vacío que le dejó ese encuentro.La frase "el tiempo lo cura todo" encaja perfectamente en esta historia. Como saben, Keila y David no se habían visto en meses, y cada vez que se cruzaban, solo intercambiaban palabras sobre asuntos triviales, como los productos del supermercado, ya que ese era el único lugar donde coincidían.Con el tiempo, las heridas que David había dejado con su inmadurez —tanto en los mensajes que envió por Facebook como en sus gestos no verbales— empezaron a sanar. Sus acciones nunca fueron explícitas, lo que las hizo menos graves y permitió que se olvidaran con el tiempo. Al ser olvidadas, pudieron sanar, y esa es la única explicación que puedo darles por ahora. Sé que muchos se preguntan si aquella chica de la feria era su novia o no. La verdad es que, sinceramente, nunca se supo. Y aunque me duela admitirlo, Keila tampoco lo descubr
El muro que comenzó a desmoronarseÚltimamente, David pasaba de ser un pensamiento lejano a un recordatorio constante de lo que no entendía. Y justo cuando creía que podía manejarlo, él volvía a aparecer. Pero lo que más le desconcertaba no era solo su presencia, sino la sensación de que él sabía algo que ella no.¿Qué había pasado realmente en la panadería?La duda la perseguía más de lo que estaba dispuesta a admitir. Desde aquel día, los recuerdos de su crisis de ausencia se mezclaban con las imágenes borrosas de David sonriendo, hablándole… y luego desapareciendo. Como si hubiera algo en ese momento que ella no podía recuperar del todo.A veces pensaba que tal vez había exagerado. Que tal vez él simplemente se había ido como cualquier otra persona lo haría. Pero una parte de ella se resistía a creerlo. Algo en su pecho se oprimía cada vez que recordaba el vacío repentino que sintió cuando volvió en sí y él ya no estaba allí.La personalidad de Keila, para muchos, se caracterizaba
Mucho, poquito o nadaEn los meses de agosto y septiembre, sé que se celebran muchas fechas especiales de amor y amistad. Sin embargo, para Keila, estos meses representaban algo diferente. Eran un tiempo en el que, de alguna manera, David parecía notarla por primera vez. En su mente y en sus encuentros resonaba la frase de aquella canción: "Me quiere mucho, poquito o nada".Cada encuentro con él estaba cargado de emociones contradictorias, como si las expectativas estuvieran siempre en juego.Voy a contarles algunos detalles que ilustran a qué me refiero con la frase “mucho, poquito y nada”, para que me entiendan un poco más, queridos lectores…- Mucho:Un día, como les comenté en el capítulo anterior con más profundidad, David felicitó a Keila por su graduación. A ella no le pareció mal, pero sí le resultó un poco extraño que, después de meses de solo cruzarse y nunca pronunciar su nombre en voz alta, él le hablara por primera vez. Como dijeron todos: por fin hubo diálogos entre esto
La Confusión de las RedesEn el mundo actual, las redes sociales son esenciales. Para Keila, TikTok no era solo una plataforma; era su espacio seguro, un refugio donde podía liberar su creatividad y mostrar su lado alegre, ese que muy pocos conocían en su vida diaria. En cada video, plasmaba sus recuerdos y pensamientos, pequeñas historias de menos de tres minutos que capturaban su esencia.Publicar en TikTok le generaba una mezcla de emoción y vulnerabilidad. Allí podía ser auténtica, compartir sus pasiones y, a veces, sus inseguridades más profundas. Pero no olvidemos que, en el pasado, alguien había utilizado ese mismo espacio para lastimarla. Afortunadamente, queridos lectores, eso parecía haber quedado atrás... o al menos, eso quería creer.Después de aquel encuentro inesperado en la panadería, Keila no pudo evitar notar algo extraño en la actitud de David. Sus gestos, aunque sutiles, parecían diferentes, como si quisiera acercarse a ella, aunque de una forma que ni ella misma lo
Un invitado sorpresaEs octubre. Para muchos, es el mes de Halloween, el mes de los brujitos, el mes del niño, el mes de los cortes de cabello aprovechando las fases de la luna, el mes de la Biblia, y el mes en el que hay una semana de receso para descansar y desconectar.Un mes lleno de tradiciones y simbolismos, de magia en el aire, de descanso merecido y de nuevos comienzos.Pero para Keila y David, octubre es mucho más que un simple cambio de estación.Es el mes en el que el destino da un giro inesperado en sus vidas.Después de que David vio a Keila por primera vez con otro chico que no fuera su hermano, algo cambió entre ellos. Fue un momento confuso y casi imperceptible, como una nube pasajera que cubre el sol por un instante. Sin embargo, los lectores pueden notar lo frágil que puede ser la conexión entre dos personas cuando los sentimientos se mezclan con percepciones y silencios no aclarados.Pero les contaré con más detalle qué sucedió…Durante la semana de receso, José, e
El distanciamiento que nadie vio venir.Desde aquel día en el supermercado, cuando David la vio con José, algo había cambiado. Keila no podía señalar el momento exacto en que todo empezó a sentirse diferente, pero lo supo desde la forma en que él bajó la mirada después de sonreírle. Tal vez no era nada, o tal vez era el comienzo de esa distancia silenciosa que ahora los separaba sin explicación.Después de todo, su relación con David siempre había sido extraña: miradas prolongadas, silencios incómodos y momentos que parecían significar algo, solo para desmoronarse en segundos.Pero esta vez era diferente.Las coincidencias entre ellos empezaron a desaparecer. Si antes lo veía en el supermercado o en la calle sin buscarlo, ahora esos encuentros simplemente dejaron de ocurrir.Llegó el cumpleaños del pueblo, la celebración más esperada del año.Las calles estaban llenas de luces de colores, banderines colgaban entre los postes y el aire tenía ese aroma inconfundible de comida callejera