Palabras y eventos confusosLos días pasaron y el interés de Keila por el chico del supermercado, seguía creciendo. Cada vez que cruzaba la puerta del lugar, su corazón latía con más fuerza. No solo por la compra que necesitaba hacer, sino también por el deseo de volver a verlo.Aunque su amiga Lucía, con quien hablaba constantemente a la distancia, le había dado muchos ánimos, Keila aún sentía una mezcla de emoción y temor. Las palabras de Lucía retumbaban en su cabeza:"¡Hazlo, Keila, hazlo!"Pero cada vez que pensaba en acercarse a él, algo en su pecho se encogía.Lucía insistía en que, al menos, le pidiera su nombre. Pero Keila no podía evitar sentirse nerviosa y avergonzada, especialmente porque él parecía estar ocupado en su trabajo. La idea de conocerlo la inquietaba, pero a la vez la emocionaba.Cada vez que sus miradas se cruzaban, Keila sentía que había una conexión especial, como si pudieran comunicarse sin palabras. Además, tenía la sensación de que él la reconocía de algún
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