Una esposa para mi sobrino

Una esposa para mi sobrinoES

Chick Lit
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Resumen
Índice

Sofía, una joven de orígenes humildes, se enfrenta a una encrucijada desesperada: salvar a su hermano enfermo del corazón. Su destino cambia radicalmente cuando acepta la oferta de Don Jan Carlo Ferreti, un millonario con un secreto mortal, quien le ofrece una fortuna a cambio de casarse con su arrogante y egoísta sobrino, Estuardo.

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CAPÍTULO 01
—Señorita Martínez... —dijo el doctor en un tono suave, pero solemne, dejando que sus palabras flotaran un momento antes de continuar—. Lamento decirle que la situación de su hermano Pablo es más delicada de lo que habíamos pensado.El aire pareció desaparecer de la habitación. Sofía apenas pudo mantener el equilibrio, sintiendo que sus rodillas amenazaban con ceder bajo el peso de las palabras que aún no se habían pronunciado del todo.—¿Qué... qué significa eso? —preguntó, su voz apenas un susurro. Era como si temiera escuchar la respuesta.El doctor la miró con ojos compasivos, pero no se detuvo. Su deber era decir la verdad, y no había manera de suavizarla.—Pablo necesita asistencia para que su corazón siga funcionando. —Hizo una pausa breve, evaluando la reacción de Sofía antes de continuar—. Necesitará aparatos que le ayuden a bombear la sangre hasta que podamos encontrar un donante para un trasplante.Cada palabra del doctor resonaba como un eco en la mente de Sofía, y mientr
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CAPÍTULO 02
—Un… matrimonio. —repitió Sofía, casi atragantándose con su propia saliva—. Ni siquiera me conoce. —Perdone mi insolencia —extendió su mano—. Soy Jan Carlo Ferreti, un multimillonario y usted es…Sofía adivinó que el viejo era rico, pero no se dio cuenta de que se trataba de la familia Ferreti, uno de los tres apellidos más importantes del mundo.—Señorita, mi jefe le está preguntando.Al oír el recordatorio del mayordomo Sofía sólo se despegó del sobresalto.—Sofía…Sofía Martínez… —tomó la mano del anciano. —Señorita Martínez. Tengo una proposición para usted.Sofía se volvió, su corazón latiendo con fuerza, como un peón frente a la reina.—La condición de su hermano es grave —comenzó, su tono medido—, y el equipo médico que necesita está más allá de sus posibilidades financieras. Yo puedo proporcionar los fondos para su operación y los dispositivos que requiere, pero hay una condición.Su respiración se detuvo. La oferta era el salvavidas que tan desesperadamente necesitaba, pero
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CAPÍTULO 03
—¿Estás segura? Niña.—Sí, señor.—No te arrepentirás —dijo colgando la llamada. Se giró hacia su mayordomo—. Prepara todo, Fabio. Que mi sobrino sea el peón en este tablero, y que entienda lo que es estar al borde del jaque mate. Haré que sienta en carne propia lo que es la desesperación, lo que es depender de los demás.—Señor…. ¿Seguro de esto? —le preguntó su amigo Fabio—. La pobre chica no tiene la culpa.—A veces tenemos que pagar las consecuencias de nuestros padres. **Dos días después**Sofía estaba parada en la acera, su aliento visible en el aire fresco de la mañana. Los rayos del sol asomaban tímidamente sobre el horizonte, proyectando largas sombras en la calle vacía. Se acercaba el día de la boda y nunca imaginó que sería uno de los días más tristes de su vida, pero entendía que su sacrificio valía la pena. Su padre no apareció, sólo vinieron a despedirla su madrastra y su hermanastra Carla.—Mija —comenzó Catalina, su voz cargada de arrepentimiento—, tu padre… qué pe
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CAPÍTULO 04
Sofía se paró frente al espejo, sus dedos rozando el delicado encaje de su sencillo vestido blanco. La tela se ajustaba a sus curvas con una elegancia discreta, en marcado contraste con la extravagancia que había esperado de una familia como los Ferreti. Tomó una respiración profunda, intentando calmar el nerviosismo que revoloteaba en su estómago.En sus cortos veintitrés años, ese era el vestido más fino y elegante que había utilizado. La puerta chirrió al abrirse, y Sofía se volvió para ver a una de las sirvientas, entrar en la habitación con una jarra de agua y un vaso equilibrado precariamente en una bandeja de plata.De repente el vaso se le escapó de sus manos, rompiéndose en brillantes fragmentos sobre el pulido suelo de madera.—¡Oh! ¡Lo siento mucho, señorita! —exclamó esa chica.—No te preocupes por eso —dijo Sofía suavemente, arrodillándose junto a Priscila para ayudar a recoger los pedazos. Sus manos se rozaron brevemente, y Sofía le ofreció una sonrisa reconfortante.
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CAPÍTULO 05
El anuncio provocó exclamaciones de sorpresa entre la familia Ferreti. Sin embargo, Sofía, aunque trató de sonreír, sintió cómo su corazón latía más rápido. La palabra "noche de bodas" retumbaba en su cabeza como un eco que no podía acallar. Don Jan Carlo, observándola con sus ojos sabios, se inclinó levemente hacia ella.—No temas, Sofía —dijo suavemente—. Todo estará bien. Eres fuerte y más capaz de lo que crees.Sofía asintió, tratando de aferrarse a esas palabras como a una tabla de salvación en medio de una tormenta. Mientras tanto, Estuardo, aparentemente ajeno a sus emociones, ya estaba tomando su teléfono y llamando al chofer para que preparara el auto.El viaje al hotel fue largo, o al menos así lo sintió Sofía. Sentada en el asiento de cuero del lujoso auto, sus manos temblaban ligeramente mientras observaba la ciudad pasar por la ventanilla. A su lado, Estuardo estaba completamente absorto en su teléfono, enviando mensajes. El silencio entre ellos era espeso, cada kilóm
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CAPÍTULO 06
Estuardo estaba en el centro de la habitación, tambaleándose, con los ojos desorbitados y desenfocados. Estaba tirando objetos—jarrones, almohadas, cualquier cosa a su alcance—al suelo en un ataque de furia alcohólica.—¡Estuardo, para! —la voz de Sofía era temblorosa, pero firme mientras se acercaba cautelosamente—. Cálmate, por favor.—¿Calmarme? —balbuceó, sus palabras impregnadas de veneno—. Tú, ¿¡Le dijiste a ese viejo que Amanda estaba aquí!?Estuardo apretó el cuello de Sofía y la empujó contra la pared.—Yo… No entiendo de qué hablas. ¡Suéltame!—¡Tú me obligaste a este matrimonio de mentira! La empujó con más fuerza y, por primera vez, Sofía se sintió asfixiada.Pero no podía morir, mordió el dorso de la mano de Estuardo tan fuerte como pudo.Él le soltó la mano con dolor y Sofía cayó al suelo sin apoyo.—ESCUCHA ESTUARDO ¡Yo no te obligué! Fue tu tío...—¡No lo metas en esto! —caminó tambaleándose hacia ella, su aliento apestando a alcohol, sus ojos ardiendo de furia—. Ere
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CAPÍTULO 07
Navegando por los pasillos laberínticos, Sofía sintió cómo su ansiedad aumentaba con cada paso. Finalmente, se encontró en la cima de una gran escalera, el suave tintineo de los cubiertos, guiándola hacia el comedor abajo.Respirando hondo, descendió, su mente llena de incertidumbres sobre lo que le esperaba.Los pasos de Sofía resonaban sobre el suelo de mármol mientras se acercaba al comedor, su corazón latiendo al compás de cada paso. Las imponentes puertas dobles estaban entreabiertas, revelando destellos de la familia Ferreti ya sentada. Tragó con fuerza y empujó la puerta un poco más, entrando en la habitación. a.—Ah, ahí estás —la voz de Don Jan Carlo cortó el suave murmullo de la conversación como un cuchillo. Estaba sentado en la cabecera de la mesa, su presencia imponente a pesar de su apariencia frágil. A su lado estaba Estuardo, desaliñado y apenas despierto, y alrededor de ellos, el resto de la familia la observaba con miradas que variaban entre el interés y el desp
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CAPÍTULO 08
—¿Siempre invades la privacidad de las personas de esta manera? —balbuceó Sofía, tratando de mantener sus ojos fijos firmemente en su rostro.—Acostúmbrate —dijo él, con una voz baja y suave que se deslizó sobre su piel como terciopelo—. Si vamos a pasar un año juntos, más vale que empecemos a construir confianza.—La confianza no se construye con apariciones sorpresivas a medio vestir —replicó ella, aunque su voz carecía de la convicción que deseaba tener.—Tal vez no —concedió él, con una sonrisa burlona en los labios—, pero es un comienzo. —Se enderezó, acercándose a ella, con el aroma de su colonia mezclándose con el vapor que aún quedaba de su ducha—. Ahora, cámbiate. Vamos a salir.—¿Salir? —Su ceño se frunció, confundida—. No quiero ir a ningún lado.—Eso no es una opción —respondió Estuardo, con un tono más firme—. Vamos a un bar cercano. Es hora de que empecemos a actuar como una verdadera pareja.—Pero yo...—No discutas, Sofía —la interrumpió, con una orden tan casual como
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CAPÍTULO 09
—¡Espera!Sin previo aviso, una mano desconocida se aferró a su brazo, sacándola de sus pensamientos. Sus ojos verdes se alzaron para encontrarse con los del extraño: un hombre de aspecto desaliñado y una mirada que hablaba de demasiadas copas y muy poco respeto.—Ven, baila conmigo —balbuceó él, tirando de ella hacia él.—Suéltame —dijo Sofía con firmeza, tratando de liberar su brazo. Su corazón latía con una mezcla de miedo e ira.—No seas así —insistió él, apretando su agarre. La presión de sus dedos se clavaba en su piel.—Que. Me. Sueltes. —Esta vez, su voz fue como un latigazo en el aire cargado de humo. Cuando él la ignoró y tiró con más fuerza, algo se rompió dentro de ella. Con toda la fuerza que pudo reunir, levantó la mano y lo abofeteó en la cara. El sonido resonó, una aguda puntuación en la música amortiguada.Luego el hombre tambaleó hacia atrás, pero no por la bofetada de Sofía. Se desplomó en el suelo, revelando a Estuardo detrás de él, con los puños apretados, la fu
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CAPÍTULO 10
—¿Qué demonios haces aquí, Nora? —gruñó Estuardo, tratando de mantener su voz baja para no despertar a Sofía. Su mirada recorría con desagrado el atuendo de su cuñada, un camisón sensual, sabiendo perfectamente que ella había elegido vestirse así con un propósito.Nora levantó una ceja, claramente disfrutando de su incomodidad. Se recostó despreocupadamente contra el marco de la puerta, como si estuviera completamente en su derecho de estar allí.—¿Es así como recibes a una visita? —respondió ella, burlona, mientras sus ojos se paseaban por la habitación, deteniéndose un momento en la figura de Sofía dormida—. Oh, pero qué sorpresa... tu esposa sigue dormida. No sabía que se había mudado al sillón. —Nora rió suavemente, una risa que era más un filo de cuchillo que una muestra de diversión—. Estuardo, ya hueles a pordiosero, pero no puedo evitarlo... —agregó, inclinándose un poco hacia él, su voz un susurro cargado de insinuaciones—¡Vete de aquí Nora! —le exigió Estuardo. —Aún me g
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