SANATHIEL

SANATHIELES

Balloleth  Recién actualizado
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Resumen
Índice

En un mundo donde los antiguos linajes y oscuros pactos dictan el destino, Sanathiel emerge como un líder improbable entre los Nevri, una ancestral manada de licántropos. Hijo adoptivo de Luciano Kerens, un hombre marcado por un pacto demoníaco, Sanathiel carga con el peso de una herencia maldita. Atrapado en una red de traiciones, magia oscura y alianzas frágiles, su única certeza es el peligro. Varek, su hermano inmortal y despiadado, y Sariel, un vampiro nacido de los muertos, son piezas clave en un juego mortal donde la sangre siempre se cobra un precio. Pero cuando Aisha, una joven con un vínculo enigmático con su pasado, irrumpe en su vida, despierta fuerzas que ni siquiera él puede controlar. Mientras las sombras de su origen salen a la luz y una profecía amenaza con destruirlo todo, Sanathiel deberá enfrentar el legado oscuro de su familia y decidir entre la redención o la venganza. ¿Podrá proteger a su manada y a aquellos que ama, o sucumbirá al destino que lo persigue? "Sanathiel: Entre lobos y sombras, su pasado lo persigue." Una historia de magia y aventura donde la lucha por la supervivencia choca con los lazos de sangre, y el valor se enfrenta a las tinieblas en un viaje hacia la verdad… y la salvación.

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Prefacio I: Las cenizas de un Nombre
Luciano Kerens no eligió nacer entre cicatrices. Fue hijo del silencio que dejaron las guerras, un huérfano que aprendió a morder la vida antes de que la vida lo mordiera. En el Pueblo Esperanza del Ciervo, donde creció, lo llamaron imprudente por robar pan para alimentar a Kevs —su hermano sin sangre—, e ingenuo por creer que algún día ese lugar lo aceptaría. Pero la verdadera imprudencia fue descubrir la cripta oculta en el bosque, sus muros carcomidos por el tiempo y repletos de oro maldito. Robaron juntos, Kevs y él, convencidos de que el mundo les debía algo a cambio de tanta hambre.Con el botín, compraron una cabaña cerca de un convento. Allí, Luciano conoció a Beatrice, una novicia de sonrisa quebradiza y manos marcadas por los rezos. La sedujo entre sombras, entre susurros de salmos y secretos compartidos bajo la luna llena. Ella, ahogada por votos que no eligió, se dejó amar. Y cuando el vientre de Beatrice se hinchó de vida, Luciano cometió su segundo error: liberó a Azael,
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Capítulo 1: La maldición del lobo blanco
La luna colgaba sobre el bosque como un ojo pálido, iluminando el altar de piedra donde Luciano Kerens se arrodillaba. Las marcas en su piel ardían con un fuego familiar, recordándole que el pacto seguía vivo. La tormenta había pasado, pero la oscuridad en su pecho persistía, más densa que la niebla invernal que envolvía los árboles.El frío mordía su piel, pero eso era lo de menos. Lo que realmente lo consumía era el peso del juramento grabado en sus huesos, aquel que había sellado el destino de tres generaciones. Sus ojos, apagados por décadas de sombras, recorrieron las hendiduras del altar. Las piedras gastadas por el tiempo aún transpiraban el mismo hedor a azufre que recordaba de aquella noche.Un chasquido de ramas quebró el silencio.Antes de que pudiera girarse, una voz cargada de resentimiento heló su sangre:—Luciano…Se volvió con la lentitud de quien reconoce lo inevitable. Entre los árboles, una silueta esbelta avanzaba. La luz lunar acarició primero las garras: curvadas,
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Capítulo 2: Sombras del destino
Sanathiel abrió los ojos de golpe. No estaba dormido, pero la voz que lo llamaba surgía desde un lugar más profundo que sus pensamientos. Su mirada se perdió en el reflejo de la ventana, donde las luces de la ciudad danzaban sobre su pálido rostro.—Sanathiel…La voz repitió su nombre, esta vez con un matiz distinto, más insistente, como si una mano invisible intentara alcanzarlo desde la penumbra.Su mandíbula se tensó. No era Aisha.Era otra presencia.Una que reconocía, pero que no esperaba sentir en ese momento.—Tarde o temprano, tenías que aparecer… —susurró para sí mismo, cerrando los ojos un instante.El vínculo con sus hermanos era un eco distante, una cuerda rota que a veces aún vibraba con la memoria de lo que fueron. Y ahora, en esta noche cargada de presagios, uno de esos ecos se manifestaba con claridad.Sariel.El nombre ardió en su mente como una marca incandescente.—No juegues conmigo —gruñó Sanathiel, apretando el papel con el retrato de Aisha hasta arrugarlo.La voz
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Capítulo 3: Cartas bajo la tormenta
La tormenta aullaba como una bestia herida, y las gárgolas de la mansión escupían agua por sus fauces de piedra. El auto avanzaba lentamente, sus faros cortando la oscuridad mientras Sanathiel observaba su reflejo en el parabrisas: ojos dorados, cabello rubio, y una cicatriz en forma de media luna que le cruzaba el cuello. Un recordatorio de que ni siquiera el tiempo curaba ciertas heridas.Al detenerse, pisó un charco. Su imagen se fracturó en el agua, y por un instante, vio los ojos de un lobo mirándole desde el fondo.—Señor —el mayordomo le tendió una sombrilla negra con empuñadura de plata—. La comunidad está inquieta.Sanathiel ignoró el objeto y caminó bajo la lluvia. Las gotas le helaban la piel, pero no tanto como el pergamino que el mayordomo le entregó con manos temblorosas.—De la Casa Verona —murmuró el sirviente—. Sellado con cera de veneno.El sello era una serpiente devorando su cola. Sanathiel lo partió con el pulgar, y un aroma a azufre inundaba el aire. Mientras leía
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Capítulo 4: “El nuevo”
El aire matutino se filtraba por los pasillos vacíos, arrastrando consigo el aroma a lluvia y el eco lejano de voces dispersas. Aisha apenas lo notaba.Una gota resbaló por su mejilla - fría como un susurro mortal - teñida de rojo por el vitral sangrante. Su mirada se alzó instintivamente. La imagen la dejó sin aliento.Allí, enmarcada en el vidrio teñido, una luna sangrante flotaba sobre un paisaje sombrío. Era idéntica a la de sus sueños, a aquella que la perseguía cada noche con su fulgor escarlata.Un escalofrío le recorrió la espalda.Por un instante, sintió el peso de una mirada ardiente sobre su nuca, intensa y dorada, como si alguien—o algo—la estuviera observando."Deben ser solo sueños... Nada más que sueños."Sacudió la cabeza y aceleró el paso.Fue entonces cuando dobló la esquina y chocó contra alguien.El impacto la hizo tambalearse, pero antes de que pudiera caer, unas manos firmes la sujetaron.—Lo siento —murmuró una voz profunda.Aisha levantó la vista y el aire pare
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Parte III: Secreto
La luz mortecina de la lámpara del hospital recortaba el perfil de Aisha contra las sombras, su respiración sincronizada con el tic-tac del monitor. Rasen observaba cada parpadeo de aquella máquina como si fuera una cuenta regresiva. El olor a antiséptico no lograba ahogar el rastro de bergamota y hierro que emanaba de él, un recordatorio de que su mundo ya no era el de los vivos.—No te vayas —susurró Aisha, clavando las uñas en la sábana. No era una súplica, sino un desafío.Rasen tomó su mano sin pedir permiso. Sus dedos callosos rozaron la vía intravenosa, y por un instante, el resplandor violeta del relicario bajo su camisa iluminó la habitación. Aisha entrecerró los ojos: en la foto desgastada del colgante, una niña de trenzas jugaba bajo un roble. Ella misma, años antes de que la noche roja todo lo borrara.—Te llevaré lejos de aquí —dijo él, siguiendo su mirada hacia la ventana—. A donde ni los fantasmas te alcancen.En el cristal empañado, el reflejo de Rasen se fundió con el
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Capítulo 5: El Lobo Blanco y la Luna Roja
Sanathiel se reintegraba a sus labores dentro de la comunidad de los trece, una asociación de científicos cuya sed de poder los empujaba a experimentar con su sangre como un recurso invaluable. Sus investigaciones, supuestamente para fines médicos y de innovación, ocultaban oscuros propósitos políticos y económicos. Habían creado a Lionel como resultado de estos experimentos, una advertencia viviente del alcance de su ambición.Desde que su castigo fue anulado, las cláusulas impuestas a Sanathiel eran un recordatorio constante de su subordinación. Obligado a participar en los procedimientos del laboratorio, aceptaba las condiciones con una mezcla de resignación y estrategia. Su presencia no era solo un requisito: era la pieza clave para los nuevos avances de la comunidad, moldeando organismos capaces de neutralizar el poder de su sangre y, por ende, de él mismo.Esa noche, Sanathiel fue convocado al consejo, un eufemismo para el frío y estéril laboratorio donde la comunidad llevaba a c
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Capítulo 6: El retrato de un pasado perdido
Sanathiel avanzaba por la residencia de Itzel con pasos pausados. Cada movimiento resonaba en el mármol frío como un eco que no termina de disiparse. "Las paredes de mármol brillaban bajo la luz del atardecer, pero las grietas en los retratos —pequeñas y casi imperceptibles— delataban historias censuradas. Sanathiel pisó una losa suelta en el suelo, y el crujido resonó como un gemido ahogado."La ama de llaves lo condujo hasta una sala rodeada de cristales. Allí estaba Itzel, sentada junto a una mesa baja. Su porte seguía siendo impecable, pero sus ojos... ellos contaban otra historia. Había algo marchito en su mirada, una tristeza que parecía tatuada en su alma.—Toma, es uno de mis favoritos —dijo, ofreciéndole una copa de vino con una sonrisa que no alcanzó sus ojos.Sanathiel aceptó la copa, sin apartar la vista de ella. Algo en su postura, en los pequeños movimientos de sus manos, lo mantenía alerta. Mientras sorbía lentamente, sus ojos se fijaron en un retrato colgado en una esq
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Capítulo 7: Promesas en la oscuridad
La cicatriz en su cintura latía como un eco del monitor cardíaco, un recordatorio de que la muerte la había rozado. Fuera, la luna llena se reflejaba en los ventanales del hospital como un ojo ciego observándolos. Rasen apoyaba la frente contra el cristal frío, trazando con el aliento un círculo que se desvaneció enseguida.—Necesito salir —dijo Aisha, rompiendo el silencio. Su voz no era un ruego, sino el filo de una daga desenvainada—. ¿Me ayudarás o seguirás decorando ventanas?Rasen giró lentamente. La luz neón recortaba sus pómulos afilados, y el relicario violeta brillaba bajo su camisa.—¿Sabes lo que pides? —dejó caer las palabras como una trampa al descubierto—. Afuera hay más periodistas y doctores.Ella se incorporó con un gemido ahogado, tirando de la vía intravenosa hasta que la aguja saltó de su piel. Una gota púrpura brilló en su antebrazo antes de desvanecerse.—Lo que hay fuera… —murmuró, limpiándose con el dorso de la mano— es mi guerra. Y tú eres mi cómplice, no mi g
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Parte 2: Sombras en el túnel
Parte II: Sombras en el túnelEl túnel respiraba. Las paredes sudaban un frío que calaba hasta los huesos, y cada paso de Aisha y Rasen resonaba como un latido fantasma. La luz del hospital había desaparecido, devorada por una oscuridad que no era natural.—Rasen… —Aisha apretó su mano, deteniéndose. El eco de su voz se multiplicó, como si el túnel repitiera su miedo.Él sintió el peso de su mirada antes de verla. Las sombras se retorcían en los bordes de su visión, danzando al ritmo de un susurro que no provenía de ningún lado. El relicario bajo su camisa vibraba, calentándose hasta quemar.—No es solo un túnel —murmuró Rasen, corriendo los dedos por la pared. La piedra cedió bajo su tacto, líquida y gelatinosa, antes de solidificarse de nuevo.Aisha retrocedió. Donde su espalda había rozado el muro, quedó impresa la silueta de unas alas rotas.Un estruendo los separó.El túnel se estiró, las paredes ondulando como intestinos de bestia. Rasen gritó su nombre, pero el sonido se desgarr
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