Celeste es una chica huérfana en la pobre manada de los Lobos Rebeldes. Huye de su hogar porque su tío, el alfa, quiere casarla con un vampiro temible que solo quiere aprovecharse de ella, ya que dicen que es descendiente de hechiceras, aunque ella nunca ha mostrado ningún poder. Pero, durante su huida, termina en manos de su peor adversario: el Rey de todos los Lobos, quien considera a su manada enemigos y la tiene prisionera bajo su poder. El rey Alaric es un lobo antiguo amargado y violento que se ha dedicado a cazar a todos aquellos que han estado en su contra, pero con la pequeña Celeste no sabe qué hacer. Por un lado, la odia por hechizera y quiere acabar con ella... por otro, no puede alejarse de ella. Tiene muchos enemigos y que alguien le importe, es un lujo que no se puede dar. ¿Pero qué puede hacer cuando su peor enemigo es la persona destinada a estar con él? ¿El Rey poderoso estará dispuesto a sacrificarlo todo por una pobre humana?
Leer másAlaric—¿Pero qué podría haber en Ciudad Ónix? No hay un espacio especial para los lobos o hechiceras—comentó Alfa Rogelio.—Quizás no lo sabemos. La ciudad fue creciendo poco a poco. Alfa Damián la ha reclamado hace poco, y está buscando sobre la historia y lo que había antes. Si fue un refugio en el pasado para hechiceras, vampiros o lo que sea —comentó Xavier.En mi cabeza se repetían las palabras de Alfa Duran. Si Valerius estaba buscando un objeto importante, era porque era vital. Y cuanto antes supiera qué era y pudiera poner mis manos sobre él, mucho mejor.—Alfa Damián está en contacto. Estoy seguro de que pronto nos dirá algo —indicó Rachel. La realidad era que seguíamos en lo mismo: sin avances, perdidos, literalmente esperando a que el enemigo diera su golpe para reaccionar, y esa idea no me gustaba.—Me sigue intrigando cómo Valerius le entregó regalos a Noelia... si es que fue él —susurré de repente. Tenía a parte de mis enemigos aquí, a mis pies, en las mazmorras, y, sin
EvaEl rugido de Valerius resonó en las paredes de la sala como un trueno. Su furia era palpable, su rostro una máscara de rabia contenida mientras sus ojos se clavaban en los tres guerreros del Rey capturados. Caminaba de un lado a otro, su capa oscura ondeando tras él como una sombra amenazante. Félix alzó las manos en un gesto de suplica. —Señor, es mentira, ¡alguien está manipulándolo! Quieren verlo caer. Yo nunca... —sus palabras se ahogaron en un gemido mientras se inclinaba, las rodillas tambaleándose bajo el peso de la desesperación.—¡Te atreves a poner tus sucias garras sobre mi Ágata! ¡Cómo te atreves a decir que soy capaz de ser manipulado como un cualquiera!Las hechiceras parecían desconcertadas, Ágata bajaba la cabeza, dando a entender que era cierto lo que decía su señor. La mesa estaba servida y yo me disponía a comer lo que saliera.Alfa Simón también suplicaba, intentando razonar con Valerius, pero sus palabras eran acalladas por la risa cruel de los vampiros prese
Eva—Me han dicho que has tomado el control de las mazmorras.—Así es, su Excelencia. La bestia ha sido completamente controlada, hemos apresado a otros lobos insurgentes. Y también le he sacado información a otro prisionero. Uno viejo y olvidado —le comento, y Valerius se mueve incómodo en su asiento.—Nunca te dije que hablaras con él —espeta. Realmente le molesta que alguien haya hablado con el verdadero Duque. El viejo y yo habíamos tenido unas cuantas conversaciones en donde yo le sacaba información y le daba un poco de sangre.—Lo sé, mi señor, y le pido disculpas. Simplemente, me di cuenta de que sabía algo—digo, y él se levanta de su asiento.—¿Qué puede saber él?—Sabía cómo controlar a la bestia —respondo dulcemente, y él me mira por un buen tiempo—. Si me permite, creo que todos los vampiros son funcionales, podría ser útil —propongo.—¿Qué sugieres? —dice Valerius, sentándose de nuevo y cruzando sus piernas.—Déjemelo a mí. Le sacaré toda la información que pueda y después.
Fabrizio—¿Qué te hizo él? —pregunté, intentando controlar la rabia. Ella miró hacia sus manos, como si no quisiera recordar. No quería hacerla pasar por esto e iba a decirle que no importaba, cuando ella empezó a hablar.—Él se acercó a nosotros. Estuvo ahí cada hora mientras el pintor hacía su trabajo. Al inicio quería aproximarse a mi padre; lo vi muy interesado en querer saber sobre los vampiros. Pero jamás me imaginé quién era él. Y cuando vi que conocía mucho sobre el tema, no pude evitar hacerle preguntas. Le pregunté por ti, si te conocía —comentó ella, y yo tragué saliva.—¿Él te dijo que me conocía? —Cada vez estaba más en la casa, envenenando a mi padre con información sobre los vampiros peligrosos, especialmente sobre ti. Decía que eras el peor de todos, y yo, aun así, no lo creía. Algo en esa vez que vi en tus ojos, aunque fuera de lejos, me hizo saber que no podrías ser malo.—Debe haber sido muy difícil esconder esto de tu padre, lo que pensabas sobre los vampiros, sobr
Fabrizio —¿Cómo es eso de que Eva está con el enemigo? —pregunto mientras Rachel me da una mirada perdida.—Es lo que dice Su Majestad, todos lo dudamos. Incluso Su Majestad Celeste opina lo contrario —responde, encogiéndose de hombros. Me tapaba la cara con las manos, no sabía cómo iba a afrontar esto y tampoco los problemas que venían. Era obvio que había muchos, y era verdad: el rey me había dicho que todos me esperaban para buscar soluciones. Pero en este momento, solo una cosa me importaba. —Ella está mejor, el hechizo no afectó en la salud para nada. Utilicé mi poder y, por lo que pude ver, está completamente sana. Me atrevería a pensar que quien la puso ahí no quería hacerle daño —comenta Carmen. Yo suspiro de alivio; era mi peor preocupación.—¿Qué crees que haya pasado mientras estuvo ahí?—No lo sé, pero es algo que tienes que investigar, amigo —dice gran alfa. En ese momento señala la puerta del cuarto de ella, y yo me asomo.Desde el primer momento me quedo asombrado del
Eva—Muy bien, viejito. Ahora habla —le decía al tal Duque, un viejo vampiro encerrado aquí abajo de la gran casona de Su Excelencia.Sin proponérmelo mucho, parece que había encontrado un aliado aquí adentro, entre tantas sabandijas desgraciadas y malnacidas. No era lo que yo esperaba, quizás alguien más poderoso, pero no me podía quejar. Sabía que mientras yo hacía planes, mi rey también los haría, y llegaría el momento en que nuestras fuerzas se encontraran. Yo no podía darle un ejército, pero tampoco podía estar con las manos vacías. El pobre hombre tomaba la sangre de la copa que yo le daba como si no hubiese probado algo en años; quizás era así. Necesitábamos la sangre, pero sin ella igual sobrevivimos, pero nos íbamos acabando poco a poco. Una no-muerte lenta y silenciosa.—Valerius es un ser amargado, quizás el más viejo de los vampiros— susurra él.—Esas son cosas que ya sé. Dime algo útil —dije volteando los ojos mientras él seguía tomando la sangre.—Él llegó a estas tierra
Fabrizio—Su Majestad —dije sin poder creerlo. De todas las personas que podrían venir, no pensé que sería él, y aquí estaba.—Estuviste bastante tiempo perdido, vampiro, pero no podías escapar de nosotros por mucho tiempo —agregó con una sonrisa. Yo seguía tosiendo en la orilla, sin creer lo que había sucedido.—Margarita... —jadeé mientras veía a dos lobos conteniendo a los vampiros, Rachel sacándolos del agua, Amelia cuidando a varios, y Lina en los brazos de mi amiga.—Está bien, Marina ya la encontró. Hiciste bien en mandar a ese lobo extraño —respondió él, y sentí que mis fuerzas flaqueaban.—Axel...—Descansa, amigo, lo lograste, realmente lo lograste. Nosotros nos encargaremos del resto —dijo, y caí en un sueño como nunca antes. En mi mente se repetían las guerras en las que estuve, la pelea con Lucio, combatiendo al lado de Sebastián, encontrándome con Xavier en el bosque cuando era un joven lobo. Riéndome con Luna Carmen y jugando con los pequeños alfas. Pensé en Celeste,en n
Fabrizio —¡Sangre! —gritaban los vampiros. Tenía que salir de aquí. Mi Margarita era humana… rodeada de vampiros. Me acerqué más a la laguna y escuché un sonido. Los vampiros se aproximaban.—No, no puede ser. Era como si se liberaran cada vez que yo me acercaba a salvarla, a sacarla… la ponía en peligro. ¡Por todos los cielos! Introduje mi mano en el agua y los gruñidos de los vampiros enloquecieron. Seguían a algunos metros de distancia, pero sabía que eso podía cambiar.—Fabrizio… no lo hagas —me dijo una voz. Era una muchacha pequeña y delgada, una muy querida de Amelia.—Lina —susurré. Era su mano derecha; Amelia la quería como a una hija.—Lo entendiste, ¿verdad? Si la sacas, nos liberarás a todos. Acabaremos con ella —dijo Lina con dolor. Sabía que no era lo que quería, sino que simplemente el instinto de vampiro, la sangre de humano, la llamaría. Estaba en una encrucijada. Parecía una decisión difícil, pero no lo era.—Es mi compañera —respondí. Los vampiros jadeaban, poseíd
Alaric—Habla Durán— comando. Estaba separado de los otros alfas y lobos, y también de su hija. Xavier, Bruno y Amelia han intentado por todos los medios sacar la información. Desde lejos se pueden escuchar los gritos de los lobos, pero la mayoría sigue insistiendo en que son inocentes. Noelia ni siquiera habla. En cambio, con Durán era diferente; al fin y al cabo, había sido un alfa que nos ayudó en la guerra pasada. Xavier y Luna Carmen insistían en que debíamos darle la oportunidad. No había querido hablar, por eso me llamó tanto la atención cuando me llamó.—Juro que jamás he sido un enemigo de Su Majestad. Reconozco que me alteré cuando mató al otro alfa, y me dejé llevar por lo que decían los otros. Pero jamás le hubiese hecho daño a usted, no me hubiese puesto en su contra. En eso tiene que creerme —dice el hombre.—Alfa, eso es exactamente lo que dicen los demás. Los he escuchado una y otra vez entre gritos —resoplo. Durán está en una habitación tranquila y sencilla, pero se v