Celeste—¿Estos son objetos personales de ella, tu compañera? —pregunto al vampiro cuando saca una caja de madera con varias cosas organizadas: cartas, cuadernos viejos, llaves, una pulsera con detalles de flores, un broche y un pequeño peine con algunos cabellos sueltos de color rojizo.—Sí... y no —me indica él, y empezó a contarme una historia tan increíble como aterradora. —Yo vi a mi compañera, hace siglos. Estábamos en un puerto, y su olor me atrajo. La vi solo por un instante, y cuando fui a ella, ya no estaba. Tú entenderás que eso, para un vampiro, es casi imposible. La voz de ella... la escuché por días, semanas, años... pero creí que la había perdido. Me involucré con los humanos cuando surgieron noticias de que algunos lobos traficaban con humanos y otras criaturas——Así que terminaste en el mundo de los hombres lobo —comenté, y él sonrió.—Así es. Tengo muchos amigos alfas. En la última batalla, cuando uno de ellos quiso obtener más poder y cometieron aberraciones contra o
Celeste —Creo que hemos hecho muchos avances, ¡tremendos avances! —exclamó Fabrizio, muy emocionado. Yo no creía que fuera así, pero él estaba completamente satisfecho. Yo había leído algunos datos, parecían listas y entendí que se trataba de palabras claves, al parecer cuadraban en la mente del vampiro.—De verdad que sí, hemos estado atorados en esto desde hace meses. Vampirito se estaba volviendo insoportable —añadió Eva con gracia.—Creo que tienes buenos instintos. Quizás podríamos hacer algo para mejorarlos. Si los potenciamos, avanzaríamos más rápido —indicó él. Se suponía que si desciframos más de estas claves, daríamos con la compañera de él. Fabrizio buscaba una ubicación, decía que estábamos frente a un mapa desorganizado. Yo, sabiendo el sentido de urgencia que tenía, acepté cualquier cosa que dijera.No había palabras para explicar lo feliz que me hacía todo esto. Había pasado años escuchando que era una fracasada, que no servía para nada, y esos vampiros, fuertes, antig
Alaric Necesitaba escapar. Salir de aquí. Nunca había sido feliz en ese maldito castillo, y mucho menos quería ser rey o tener ese rol fatídico, pero las cosas sucedían por una razón. Aun cuando quisiera hacer oídos sordos a las señales, tenía que cumplir con mi destino. El destino, esa fuerza extraña que ahora parecía estar en mi contra. Se suponía que un rey podía hacer cualquier cosa. Y, en cambio, yo estaba preso, prisionero del bendito destino.—No importa a dónde vayamos, no va a salir de nuestra mente —resoplaba mi lobo, Roy, mientras corríamos por el bosque. Mi familia había sido la de los primeros lobos, pero nunca fuimos una familia feliz. En la última guerra me enfrenté al único hermano que me quedaba vivo... y lo maté. Era él o el resto del mundo, y yo, como siempre, elegí a todos menos a los míos. —Hicimos lo que teníamos que hacer —repetía mi lobo. Ni siquiera podía escapar de mi lobo. Roy había sido enterrado dentro de mí, muy lejos, hace mucho tiempo. Y justo
Alaric Yo veía todo rojo. Si esto era un hechizo, funcionaba perfectamente. En ese preciso momento, era capaz de vender el castillo con todos sus habitantes dentro con tal de proteger a la hechicera.—¿Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde está? —repetía desesperado Roy, rogándome que le diera el poder. Lo había hecho varias veces. Él quería asegurarse de que ella era real, y todas las veces, había sido catastrófico. Se rendía como un cachorrito ante ella, y yo no iba a dejar que eso sucediera.—¡Apártense del camino! —grité. Había estado días lejos del castillo, sintiendo como una especie de eslabón invisible atado a mi pecho, me jalaba a ella. Y ahora tenía que reconocer que me volvía a sentir poderoso, como si recuperara toda mi fuerza.—Es por ella —jadeaba Roy, buscando cada vez más pruebas de que ella era… esa palabra que ni siquiera quería repetir. Cuando vi las magnolias en el suelo y a ella retrocediendo, con el lobo acorralándola, no pude controlar a mi bestia. Me transformé en e
CelesteEl lobo se abalanzó sobre mí mientras yo retrocedía aterrada, consciente de que no podría escapar de él. La noche se cernía sobre nosotros y los árboles desnudos hacían todo aún más tenebroso. Y ahí… juro que vi la luz. Reconocería a esa bestia incluso con los ojos cerrados. Sus ojos verdes, como esmeraldas, relampagueaban.—¡Acábenlos! —gritaba Amelia cuando aparecieron más lobos. A mis pies, el rogue ya estaba destrozado, pero vi que otro venía con una pequeña espada. Y era una locura, pero esa pieza de metal me llamaba. Sentía que… susurraba mi nombre, y un zumbido me desconcentró. La llevaba un hombre desgarbado, de ojos rojos, un rogue.—¡Su Majestad! —grité, pero ya era tarde. El rey caía herido, y corrí hacia él.—No, no puede ser... —susurré mientras él extendía su mano hacia mí. La sangre brotaba de la herida en su mano, y yo presionaba con la tela de mi falda para intentar contenerla.—Va a estar bien... va a estar bien —murmuro.—¡Muchacha, aléjate de él! No te lo v
Alaric Cuando me despierto la escena que tengo enfrente me quita el aliento. Celeste toma mi mano con delicadeza, sus dedos entrelazados con los míos, mientras su pulgar descansa en la palma de mi mano. —Nos ha estado cuidando —dice mi lobo, y yo gruño.—Ningún mate ha ayudado a mi familia. Lo que hacen es destrozarnos——Ella es diferente. Nosotros somos diferentes —responde.No sé si es por las hierbas que me ha colocado o simplemente por su toque, pero me siento mejor. Sabía que la herida iba a ser terrible. No era la primera vez que este tipo de artefactos con hechicería me hacía daño. La última vez... había sido catastrófico. Por eso todos en el castillo habían estado tan preocupados.Sin embargo, debían confiar en ella, puesto que la pequeña humana, que supuestamente no tenía poderes, yacía aquí. Yo mismo había demandado sacarla, y aquí estaba. Me quedo observándola un tiempo, ajena a lo que yo hago. Veo su cabello oscuro cayéndole sobre la cara, sus labios entreabiertos. Parec
Celeste —Tienes que hacer todo por cuidarlo, para que se recupere rápidamente. Ya en otra ocasión estuvo herido... y fue un caos. Te lo pido, Celeste —me había rogado Fabrizio.El rey había salido rápidamente de la habitación y yo volví a mi trabajo en la cocina, pero cuando se hizo tarde, regresé a sus recámaras. La guerrera con el parche en el ojo me vigilaba, pero no dijo nada cuando entré para esperarlo adentro.Su habitación era hermosa, había plantas, objetos antiguos, fotos viejas. Su colección de libros era magnífica, eran viejos, otros estaban en lenguas que yo no conocía. Alaric se había marchado apresurado por la mañana, haciéndome preguntas sobre temas de los que no quería hablar. Se había alejado de mí, y aquí seguía yo...¿Qué haces, Celeste? ¿Sigues el pedido del vampiro o realmente quieres estar aquí? Me preguntaba a mí misma. Ansiaba tanto tener un lobo, alguien que escuchara mis dudas y me diera una respuesta. Cuando Alaric regresó, se sorprendió de que estuviera aqu
Fabrizio —¿En qué piensas, vampirito? ¿Qué idea ronda tu cabeza? —pregunta Eva.—Oh, mi querida mercenaria, en mi cabeza revolotean cientos de cosas a la vez... Y en este preciso momento no puedo decidirme por solo una —contesté, y era absolutamente cierto.Habían pasado tantas cosas en los últimos días, y el castillo había estado revolucionado como nunca antes. Y eso que, en los últimos años, habíamos experimentado ataques, invasiones, la llegada de humanos, dos Lunas como nunca se había visto. —Apuesto a que tiene que ver con Cielito, la hechicera, o con este bendito ataque de los rogues —comenta, intentando sacarme información mientras caminábamos hacia la biblioteca. Eva es una buena compañía: inteligente, fuerte, perceptiva, y se había acercado rápidamente a Celeste. Creía que había sido una buena decisión convencer al rey de que perdonara la vida a la vampira. Me llamaban Fabrizio el Sabio, y esperaba seguir con mi buena racha.—¿Por qué ambos eventos estarían separados? —Teo