Celeste Los días siguientes habían sido extremadamente raros. En la cocina me miraban de reojo, las guerreras habían dejado de tratarme como un bicho raro y, si bien me vigilaban, ahora lo hacían con tanto cuidado que era casi imperceptible.Fabrizio dominaba mi tiempo libre, y después de contarle que escuchaba esas armas susurrarme, se había emocionado bastante y me había puesto varias tareas. Entre ellas, un pesado entrenamiento con Eva, quien parecía extremadamente contenta de pelear conmigo. ¿Por qué? No lo sé.—Por la diosa, eres tan débil en cada parte de tu pequeño cuerpo, que no sé ni por dónde comenzar —decía ella, ojeándome luego de que no pudiera ni siquiera terminar los supuestamente básicos y simples movimientos que ella tenía en mente, pero que para mí resultaban una tarea imposible.—Ehhh... gracias —respondí, intentando no parecer ofendida. La realidad es que estaba acostumbrada a ser, como decían en Los Lobos Rebeldes, el eslabón más débil.—Lo siento, no quise ofend
Alaric —Ella ha venido y tú la has rechazado. Lo vas a pagar muy caro, humano infeliz —rezongaba mi lobo.—Si tú no necesitas verla, yo sí. ¡Así que mueve tu trasero hacia nuestra mate! —gritaba desesperado, y juro que me gustaría exorcizarlo.—Ella es la que ha querido alejarse. No quiere nada que tenga que ver con nosotros, ni siquiera ha vuelto a buscarnos —respondí con un tono amargado, aunque sabía que eso no era del todo cierto. Yo le había negado la entrada a mi habitación, aun cuando lo único que ella quería era ayudar. Hasta mis guerreras insistían en que debería verla. Mi mano me dolía, pero mi orgullo aún más.—Ella no entiende el vínculo, aunque lo siente, y tú no ayudas en nada con tus idas y vueltas extrañas. ¡Llévala al jardín, a nuestro jardín! Verás que es nuestra mate —chillaba Roy. El jardín… ese lugar que cree para mi mate. Pero ella no lo era, o al menos eso me decía.Yo pasaba mis días amargado entre reuniones eternas, habladurías y encuentros. Amelia me persegu
Eva Se sentía bien estar en el mundo exterior. Extremadamente bien, para ser sincera. No es que el castillo no fuera cómodo, ni mucho menos; de hecho, estaba tan cómoda como nunca lo había estado en toda mi vida. Me había cansado de ser una vampira mercenaria tratada casi como una esclava. Ahora mismo el vampirito me había dado indicaciones y luego me dejó a mis anchas. Nunca había tenido algo así, y no iba a arruinarlo por nada del mundo. Ni siquiera cuando quería divertirme con el guerrero que me perseguía, solo asustarlo un poco. Fabrizio había dicho que no me metiera con él, pero Su Majestad me había pedido que si era posible, que lo desapareciera.¿A quién le haré caso? Decisiones, decisiones…Lo esperé detrás de un árbol y, cuando salí de improviso, pude escuchar cómo su pobre corazón daba un salto.—¡Por la Diosa en el cielo! —gritó Elías, saltando espantado mientras yo me reía a carcajadas.—Vaya, vaya, pero si no es el guerrero más férreo de Su Majestad —dije con ironía. Era
Alaric —¿Cómo que activaron el protocolo de cierre del castillo? ¡Yo no escucho absolutamente nada! —demando mientras recorríamos los pasillos. Yo llevaba de la mano a la hechicera, prácticamente arrastrándola. Estaba tentado a cargarla entre mis brazos, pero temía que Amelia me lanzara miradas peor de la que ya me estaba dando. ¡Quién lo diría! Yo, el rey supremo y poderoso, preocupado por el qué dirán mis guerreros.—Fue bastante ruidosa Su Majestad, supongo que estaba muy ocupado... —comentó Amelia, y yo gruñí. ¿Para qué negarlo? Estaba perdido en el hechizo de esta pequeña criatura, en su boca, decidido a conocer más de sus secretos. Si no me hubieran interrumpido, no sé a dónde habría llegado.—A donde ella nos los permitiera —añadió Roy.—Además, tuvimos una inundación. Uno de los tanques empezó a filtrar agua —añade ella.—¿Tiene que ver con el ataque? ——No lo creemos. Por ahora, el enemigo no ha entrado al castillo —añadió mientras el suelo retumbaba.—Todo el que pueda pelea
Fabrizio El callejón era de piedra, me había costado llegar hasta aquí, conocía la fama de este tipo de joyería, originaria de esta región, pero solo muy pocos la recordaban. Entré en el pequeño y antiguo taller, casi parecía detenido en el tiempo. Los estantes estaban llenos de relojes, collares y pulseras, pero había algo peculiar en el aire: un leve aroma a madera y flores frescas, que contrastaba con el polvo del lugar. Sonó una campanita y salió un hombre.El joyero era mayor, con manos temblorosas, pero ágiles, me saludó. Percibió de inmediato que yo no era un cliente común. Los vampiros tenemos una presencia que no puede ser ignorada, incluso los humanos deben darse cuenta de que hay algo extraño.—Buenos días, caballero, ¿en qué puedo ayudarle este humilde servidor? —Por lo que sospecho, no es tan humilde. Tengo entendido que es el último representante de la familia Medeas, los más grandes joyeros de antaño —dije, y el hombre sonrió.—El caballero es conocedor y un coleccio
Fabrizio Los guerreros de Su Majestad se expandían mucho más allá de los territorios, y, mientras me acercaba, me di cuenta de que, sin duda, había habido un ataque. No tenía dudas de que, dentro del castillo, se estaban llevando a cabo reuniones con personajes importantes, quienes pudieran ofrecer cualquier tipo de ayuda. Aun así, no pude ocultar la felicidad de ver quién me recibió en la puerta.—¡Fabrizio! —dijo ella con una gran sonrisa.—¡Marina! No había olvidado todos los días y noches que habíamos compartido en expediciones y búsquedas. Marina había pasado por muchas cosas, pero ahora estaba en su mejor momento.—¿Tienes tiempo para nosotros, tus viejos amigos? —pregunto mientras me tomaba del brazo y entrábamos al castillo.—Siempre tengo tiempo para ustedes —contesta. Su Majestad hizo un llamado desesperado a sus aliados y ella vino en representación de Comillas Blancos, la manada más fuerte y la principal aliada.—Cuéntame lo que sepas.—Hubo un ataque de vampiros mercenar
Celeste Cuando me despierto, me doy cuenta de que he dormido plácidamente. Desde que llegué a este castillo, y luego de haber superado el miedo y la incertidumbre, me he encontrado completamente descansada. Pensar que la manada me iba a echar o que mi tío quería casarme con un vampiro tenebroso, ya no me atormentaba.Pero cuando me doy cuenta de dónde estoy, me levanto de un salto. ¡Me había quedado dormida en la cama del mismísimo rey! No podía creerlo y recuerdo lo que había pasado: el beso, el ataque, su pedido desesperado de que me quedara aquí... y así lo hice. Encuentro, como ha sucedido desde hace algún tiempo, algunas magnolias al lado de mi cama, y me quedo pensando si él estuvo aquí conmigo. La idea me hacía soñar. Alaric era un hombre atractivo, fuerte y enigmático... Y a la vez, esto simplemente no podía ser. ¿Por qué el rey de todos los lobos se fijaría en una humana sin poderes? En alguien a quien su enemigo considera un fracaso. Lo hace solo para reírse de mí, pienso
Celeste Había estado con Fabrizio todo el día. Él me había comentado, maravillado, sobre lo que había encontrado de su compañera. No sé si era porque tenía tantas esperanzas en mí, o porque yo sabía más de la historia y lo que había pasado con ella, pero había comenzado a sentir cosas con la pulsera y el broche. El joyero había dicho que parte de la esencia de las personas se quedaba en este tipo de objetos, y yo empezaba a creer que tenía razón.Esa noche, cuando fui a mi habitación, descubrí que había sido vaciada. Con cierta vergüenza, fui a la habitación del rey. Estaba perfectamente ordenada: los vestidos colgados, ropa cómoda para entrenamientos, ropa interior, pijamas... Todo indicaba que era para mí y que esa sería mi nueva habitación.Todo esto se sentía… extraño, pero de alguna manera como si así debería ser. Alaric había dicho que nos veríamos mañana, fue muy tajante en ello y, sin embargo, lo esperé. Me atreví incluso a salir de la habitación. No sabía ni donde buscar, a d