Hola! Fabrizio no puede atender en este momento, pero sabremos más de él mañana :) Bso Kika
Fabrizio El callejón era de piedra, me había costado llegar hasta aquí, conocía la fama de este tipo de joyería, originaria de esta región, pero solo muy pocos la recordaban. Entré en el pequeño y antiguo taller, casi parecía detenido en el tiempo. Los estantes estaban llenos de relojes, collares y pulseras, pero había algo peculiar en el aire: un leve aroma a madera y flores frescas, que contrastaba con el polvo del lugar. Sonó una campanita y salió un hombre.El joyero era mayor, con manos temblorosas, pero ágiles, me saludó. Percibió de inmediato que yo no era un cliente común. Los vampiros tenemos una presencia que no puede ser ignorada, incluso los humanos deben darse cuenta de que hay algo extraño.—Buenos días, caballero, ¿en qué puedo ayudarle este humilde servidor? —Por lo que sospecho, no es tan humilde. Tengo entendido que es el último representante de la familia Medeas, los más grandes joyeros de antaño —dije, y el hombre sonrió.—El caballero es conocedor y un coleccio
Fabrizio Los guerreros de Su Majestad se expandían mucho más allá de los territorios, y, mientras me acercaba, me di cuenta de que, sin duda, había habido un ataque. No tenía dudas de que, dentro del castillo, se estaban llevando a cabo reuniones con personajes importantes, quienes pudieran ofrecer cualquier tipo de ayuda. Aun así, no pude ocultar la felicidad de ver quién me recibió en la puerta.—¡Fabrizio! —dijo ella con una gran sonrisa.—¡Marina! No había olvidado todos los días y noches que habíamos compartido en expediciones y búsquedas. Marina había pasado por muchas cosas, pero ahora estaba en su mejor momento.—¿Tienes tiempo para nosotros, tus viejos amigos? —pregunto mientras me tomaba del brazo y entrábamos al castillo.—Siempre tengo tiempo para ustedes —contesta. Su Majestad hizo un llamado desesperado a sus aliados y ella vino en representación de Comillas Blancos, la manada más fuerte y la principal aliada.—Cuéntame lo que sepas.—Hubo un ataque de vampiros mercenar
Celeste Cuando me despierto, me doy cuenta de que he dormido plácidamente. Desde que llegué a este castillo, y luego de haber superado el miedo y la incertidumbre, me he encontrado completamente descansada. Pensar que la manada me iba a echar o que mi tío quería casarme con un vampiro tenebroso, ya no me atormentaba.Pero cuando me doy cuenta de dónde estoy, me levanto de un salto. ¡Me había quedado dormida en la cama del mismísimo rey! No podía creerlo y recuerdo lo que había pasado: el beso, el ataque, su pedido desesperado de que me quedara aquí... y así lo hice. Encuentro, como ha sucedido desde hace algún tiempo, algunas magnolias al lado de mi cama, y me quedo pensando si él estuvo aquí conmigo. La idea me hacía soñar. Alaric era un hombre atractivo, fuerte y enigmático... Y a la vez, esto simplemente no podía ser. ¿Por qué el rey de todos los lobos se fijaría en una humana sin poderes? En alguien a quien su enemigo considera un fracaso. Lo hace solo para reírse de mí, pienso
Celeste Había estado con Fabrizio todo el día. Él me había comentado, maravillado, sobre lo que había encontrado de su compañera. No sé si era porque tenía tantas esperanzas en mí, o porque yo sabía más de la historia y lo que había pasado con ella, pero había comenzado a sentir cosas con la pulsera y el broche. El joyero había dicho que parte de la esencia de las personas se quedaba en este tipo de objetos, y yo empezaba a creer que tenía razón.Esa noche, cuando fui a mi habitación, descubrí que había sido vaciada. Con cierta vergüenza, fui a la habitación del rey. Estaba perfectamente ordenada: los vestidos colgados, ropa cómoda para entrenamientos, ropa interior, pijamas... Todo indicaba que era para mí y que esa sería mi nueva habitación.Todo esto se sentía… extraño, pero de alguna manera como si así debería ser. Alaric había dicho que nos veríamos mañana, fue muy tajante en ello y, sin embargo, lo esperé. Me atreví incluso a salir de la habitación. No sabía ni donde buscar, a d
Celeste —Debes ser Celeste. Soy Marina —dice la mujer, acercándose sonriente. Es más alta que yo y se ve fuerte; puedo incluso sentir su poder desde aquí. Es realmente hermosa.—Sí, soy yo —respondo, tragando saliva, mientras ella parece muy dispuesta a hablar conmigo.—Me han dicho que eres muy especial, una humana en una manada de hombres lobo. Mi hermana también lo fue, ella fue adoptada por Medianoche y luego nos cuidaba a mi hermano y a mí —me explica, contando una historia fantástica de una Luna humana. Me quedo asombrada. Me hace sentir un poco mejor saber que una humana puede tener algún tipo de poder o siquiera sobrevivir en este mundo.—Es una historia fascinante —digo, y ella empieza a hablar de otra Luna en su manada, Colmillos Blancos. Es agradable y me hace sentir incluida. Me enseña fotos de ellos y de su sobrino. Lucen todos tan felices que parece otro mundo, uno que yo desconozco.Comienzo a observar a los invitados. Obviamente, todos son lobos y de alto rango, y, a p
Alaric —Su Majestad, debe fijar una fecha para la reunión con los alfas. Ya se ha pospuesto dos veces y están intranquilos —me indica Amelia. Sé que lo que dice es cierto y que es un tema importante, pero es lo último de lo que quiero hablar en este preciso momento.—Los alfas se reunirán cuando yo lo diga. Muchos están vivos y con su pellejo intacto gracias a mí. Ni siquiera vinieron cuando los cité, y otros llegaron cuando ya todo estaba resuelto y el enemigo vencido. Sería bueno que lo recordaran —gruño, y cuando ella se va, suspiro.—Lo siento, Amelia. Lo que pasó con los de tu clan, volver a ver a uno de ellos, es terrible. Sé lo que se siente perder a todos los que amas. Y lucharé por ello. Solo confía en mí —Me preocupa, que el enemigo esté avanzando.—Me reuniré con ellos. Solo dame tiempo.Luego soy interceptado una y otra vez por mis aliados y súbditos, pero solo deseo verla a ella. Al mismo tiempo, quería ver cómo se desenvolvía en este entorno. Necesitaba confirmar deses
CelesteSu Majestad no apareció en la mañana, ni tampoco al día siguiente, pero cada mañana encontraba una magnolia apoyada en mi almohada. Tampoco me encontré con Fabrizio, ni Eva quien se olvidó de mis odiosos entrenamientos. Marina venía de vez en cuando a ver cómo estaba, pero también desaparecía. De nuevo estaba sola en el castillo.En la cocina me dijeron que no podía trabajar ahí, así que me encontré sin nada que hacer. Me perdía entre los libros de la biblioteca, pero no sabía exactamente qué buscar. Pensaba que debían estar ocupados con asuntos muy urgentes, pues Fabrizio tampoco había ido a buscar el retrato de la Dama. ¿En qué estaban? Alaric había empezado a abrirse y contarme algunas cosas, aunque seguía desconfiado. Y yo aún tenía preguntas.Hice lo único que tenía a mano: leer ese diario que había pertenecido al vampiro sin corazón que había retenido por siglos a la compañera de Fabrizio.Estaba escrito en un lenguaje que no entendía, pero algunas palabras me parecían c
Alaric—¿Dónde está el Alfa Simón?—¿Quién es Nana? ——¿Qué esconde Celeste? — Necesitábamos saber su origen y lo que escondía. Cuando Amelia vino a hablarme, el día ya había amanecido. —Su Majestad está con los vampiros que no necesitan dormir. Ellos se alimentan de los prisioneros —me dijo ella—. Usted no puede resistir con pocos cuidados.—Estos morirán hoy si no me dicen lo que necesito saber —amenacé.—¿Y qué pasa con la humana? —preguntó Amelia. Su mirada reflejaba temor, como si creyera que estaba perdiendo la cabeza.—Sabré qué demonios sucede con ella hoy mismo —respondí con dureza, mientras regresaba a las mazmorras. No sabía si era muy desafortunado o ellos demasiado fieles, pero no conseguí las respuestas que necesitaba.—Vamos, lobito, di lo que mi señor quiere saber. Créeme, me gusta golpearte, me mantiene en forma, pero hasta yo me estoy cansando —dijo Eva, con una expresión de hastío.—¿Por qué les interesa tanto la fracasada si ni siquiera tiene poderes? —murmuró uno