Elizabet es una joven y exitosa escritora que se mueve en los recuerdos de un aterrador pasado que la marcó de una forma cruel e inhumana. En su camino hacia la sanación conocerá a un ángel que revolucionará su mundo. La despojará de sus miedos y le enseñará a pelear por sus sueños. ¿Podrá la joven interpretar de forma adecuada las indiscutibles señales del destino?
Leer másSentada frente a mi escritorio, con casi 60 primaveras en mi cuerpo, enfrentándome a una narrativa más moderna, pienso en mi vida a lo largo de estos años, surcada por momentos difíciles y por otros que han marcado de forma positiva mi mundo. En el pasado pude presenciar y vivir con horror el abuso, las calamidades, la soledad y el desamor. Mi adolescencia fue un infierno terrenal y tuvo que aparecer Mirian para salvarme del fuego que me estaba devorando. A pesar del esfuerzo y los implacables desafíos del destino la soledad siempre golpeaba a mi mundo, hasta que llegó él, para enseñarme a amar, perdonar y luchar por mis sueños. Conocí entonces la otra parte de la vida, enriquecida por la esperanza y el amor. Ahora, a casi 40 años de aquel acontecimiento, veo con claridad que él fue un emisario divino que llegó para dar luz. Todas las personas que he conocido a lo largo de estos años han jugado su papel fundamental en la educativa y particular escuela de la vida, incluso aquell
Salí de mi despacho luego de un día completamente creativo, envuelta en narraciones románticas con finales felices e increíbles personajes principales. Estaba acabando otro de mis libros. Todas mi historias desde hacía algún tiempo trabajaban la figura femenina a través de sus protagonistas. Eran féminas empoderadas, que mostraban el ejemplo de su resistencia y crecimiento personal. Quería dejar un legado y demostrar al mundo, que no importa cuán fuerte te golpee el destino si tu deseo de salir adelante se impone. Miré a mi alrededor, escuchando las risas y gritos de mis nietos, jugando en la alberca y no pude dejar de sonreír. Los niños se hacían bromas inocentes, sacudiendo el agua y mojando a los demás. Era una recreación sana que requería de los agradables chillidos, que eran música para mis oídos. Tenía cuatro nietos, tres de ellos de mi hijo Adrián y uno de la pequeña Liliana, porque para mí seguía siendo la preciosa niñita que exigía vestiditos de princesa para salir a la c
La Navidad siempre es un acontecimiento digno de júbilo. Se celebra en las familias, tomando como punto de partida el nacimiento de Jesús, el hombre que ofrendó al mundo una prueba de amor incondicional para sus semejantes. Como parte del festejo se realizan las famosas cenas familiares que posibilitan la unión de todos sus miembros. Cuando pequeña odiaba estas fechas, porque me recordaban lo triste y sola que siempre me encontraba. Ni siquiera ese día era diferente, mi madre vendía su cuerpo por dinero y mi padrastro mantenía su misma rutina de abuso hacia mí, sin embargo, todo cambió con mi adopción, Mirian y James se encargaron de hacer, de este día, una fecha especial, digna de celebrar y, aquí estaba yo, siguiendo la tradición, preparando una glamorosa cena de Navidad. - ¿Todo está listo Tamara? - le pregunté a la joven mirando cada uno de los platillos encima de la meseta de la cocina - mira que son muchos los invitados. - Elizabet, cálmate, todo está bajo control - respondi
Meses más tarde mi hijo nos dio la grandiosa noticia de su boda. Todos nos alegramos, pero, en mí, además de alegría por él, estaba la incertidumbre de no saber que tenía preparado el destino para su nueva vida. Como toda madre protectora quería evitarle problemas a Adrián, aunque estaba consciente, de que todos los seres humanos tenemos que vivir nuestras experiencias para aprender, porque eso es exactamente lo que nos hace más sabios. Ayudé en los preparativos de la boda, asumiendo gran parte de los gastos, pues mi hijo apenas estaba estudiando y la familia de la chica no tenía una solvencia económica estable, preparando para ellos una celebración de ensueño. Una tarde, días antes de la ceremonia, el chico entró nervioso a mi despacho, donde trabajaba en mi nuevo proyecto. - ¿Mami podemos hablar un momento? Su actitud solemne me hizo levantar de inmediato la vista de mi cuaderno de anotaciones. - Claro mi amor - respondí. - Quisiera pedirte que me dejaras vivir en esta c
El tiempo inflexible sigue su tránsito, modificándolo todo a su paso. Mi vida se llenó del amor de los míos y de esa lucha constante por mantenerme centrada en mi objetivo. A lo largo de estos 15 años he tenido éxito en mi vida profesional y personal. Publiqué cinco obras que tuvieron un caluroso recibimiento por parte de mis seguidores y he visto crecer a mis hijos, disfrutando de cada uno de sus éxitos. - ¿Todo está listo? - preguntó Jerry, refiriéndose a los preparativos para la cena donde conoceríamos a la novia de mi hijo Adrián. - Espera - digo nerviosa - se me olvidaron algunos asuntos en la cocina. - Calma, todo va a salir bien - expresa mi chico, dándome un beso breve en los labios. Penetro en la estancia y observo a mi empleada, fiel y eficiente, moverse con habilidad por la cocina, dándole órdenes a las otras chicas encargadas del servicio, que hoy se encuentran bajo su tutela en las tareas culinarias. - ¿Todo bien? - Le pregunto a Tamara, acercándome al fogón.
A veces el destino nos muestra caminos diferentes y rectos en medio de las tribulaciones, ofreciéndonos una vía de escape a tanto sufrimiento. Para Dunia el comienzo era difícil e incierto, pero después de días de conversaciones con su esposo, decidió perdonarlo y volver a Cuba, a su lado, quizá por el hecho de considerarlo su única familia, o porque ya había perdido mucho y no estaba dispuesta a darle paso a la soledad. Mirando a mis hijos, esa noche, mientras los acurrucaba entre las sábanas, supe que había acabado de romper, con todos mis traumas del pasado. Allí estaba, viviendo una vida diferente a la que tenía, e incluso mejor a la que había imaginado. En todas esas noches de desvelo, en mi adolescencia, nunca imaginé que años más tarde gozaría de paz y que tendría una familia que sería mi orgullo y mi fortaleza. Recordaba que ese mismo día había asistido a uno de aquellos eventos molestos, que causaban malestares en el pasado. Mi editora me había llamado en la mañana, recor
En nuestro vagar conscientes por la vida los seres humanos debemos enfrentarnos a situaciones difíciles, que atacan directamente nuestras mentes, llevándonos a la locura y ponen a prueba nuestra capacidad de resistencia. Perder a un hijo debe ser, para una madre, un derrumbe total de su mundo, una de esas situaciones límites que nos hace cuestionarnos la decisión de seguir con vida. Dunia, mi amiga cubana, sufrió la pérdida de su hijo, condenado, desde su nacimiento, a padecer una extraña enfermedad que atacaba a su organismo, afectando su sano y adecuado crecimiento y desarrollo y, particularmente al sistema inmunológico, dejándolo sin defensas para la lucha contra el padecimiento. Sumida en su dolor y aferrada al recuerdo del pequeño, la morena, abrazó una depresión de grandes connotaciones, que la envolvió en la tristeza y la desesperanza. Pasaba horas llorando en la habitación del pequeño, lamentando su desdicha. Su esposo, quien se había mantenido a su lado durante el proc
Cuando supe del diagnóstico de Mirian sentí que el destino me estaba arrebatando una parte importante de mi vida, pero Adrián, mi pequeño fue determinante para aguantar los avatares de mi mundo. Murió lejos de mí, pero haciendo justo lo que quería, disfrutando de sus últimos días en la tierra. Tuve la fuerza para soportar la pérdida de una de las personas más importantes para mí, porque se fue cómo había vivido, con dignidad. Observé a James, derrumbarse frente a mí cuando tuvo que acatar la decisión de mi madre, sufrió su pérdida y, particularmente su ausencia con mucho pesar. Acepté su boda con mi suegra, porque pensé que le traería paz y tranquilidad a su alma, sin embargo, ese acontecimiento era un grito de auxilio, de ese miedo genuino y fuerte a la soledad. Fue un buen compañero para Amara, pero nunca el esposo devoto que ella quería. - La lloraba todas las noches, cuando pensaba que yo no escuchaba ni lo veía, sufrió cada día de su vida la pérdida de su esposa. Yo lo cons
El joven militar resultó ser un adicto al trabajo. Sus obligaciones nunca se limitaron a acompañarme a los diferentes eventos diarios a los que asistía. A veces dormía en la mansión, realizando recorridos nocturnos. Lo contemplaba desde mi habitación extasiada con tanta belleza masculina. Me embargaba su olor varonil y su conducta seria y distante, pero era inocente y con escasas experiencias en cuanto a técnicas de seducción. Mis únicos encuentros íntimos habían sido generados por violaciones, por lo que tampoco podía precisar cómo reaccionaría ante una situación romántica. Comencé a pensar que quizás la atracción era mutua, porque en más de una ocasión lo sorprendí mirándome, pero ninguno mostró nunca su juego, quedando la posibilidad de una relación, relegada a un segundo plano. Me cuidaba con devoción y celo. En cada evento se mantenía a mi lado evitando el contacto con las personas. Un día presenció uno de los ataques de pánico, generado por mis inseguridades y la poca tolera