Capítulo 5: Cerca del sol

Celeste

Creo que nunca había estado tan cerca de un ser tan poderoso en toda mi vida. No solo eso, sino que sentía su arrojo, su decisión, su poder en cada poro de su piel. El rey de los Lobos no era alguien común, y lo sabía. 

Yo estaba atrapado entre su cuerpo... y no sabía si era algo malo o bueno. Vi sus labios voluptuosos, tan cerca de mí que podía detallaros claramente, y esa idea me agitaba. Podía adivinar la textura de su traje, oler su cabello. Todo en él indicaba ideas opuestas a lo que había mostrado el rey hasta ahora. Me detesta y quizás cuando estamos más cerca del sol es cuando más nos quemamos, y yo ya no sabía qué pensar. 

Me empecé a desesperar cuando una voz nos interrumpe.

—¿Su Majestad? —escucho, y él se sobresalta. Los lobos tienen habilidades poderosas y distintas; reaccionan más rápido que cualquier humano, y estaba segura de que el rey tenía todas esas habilidades aún más desarrolladas. Pero, aun así, había sido tomado por sorpresa por la vampira que estaba ahora detrás de él.

Amelia parece desconcertada. Alaric es como si estuviera en trance, en un sueño del que de repente ha despertado. Veo en su boca una expresión de disgusto, y cuando me observa mi cara, esas oleadas de odio reaparecen. Temo que sea mi cicatriz, la idea… me descorazona.

—La reunión ya comienza, Su Majestad —menciona ella cortésmente, y me vuelve a mirar con interés, como si no supiera quién soy o qué hacer conmigo.

—Hechizos... —susurra él.

Se voltea y se aleja de mí, yéndose del jardín con fuertes zancadas de sus largas piernas, como si yo fuese una plaga. Me recuesto en la pared y exhalo angustiada. En el suelo están las hierbas que iba a recoger; se supone que estaba ayudando, pero ya no recuerdo qué debía hacer. Mis manos tiemblan, mi pecho está descontrolado.

—¡La cena! —digo apresurada, intentando funcionar como una persona normal. Debía ayudar a preparar la cena, pero había recibido la visita del señor de la casa, el señor del castillo, el señor que nos gobierna. 

Parece ser algo realmente importante, pues todos se mueven de un lado a otro atendiendo diferentes cosas: la comida, los arreglos, los preparativos, las habitaciones para los invitados. Mi corazón galopa recordando ese encuentro en el jardín, y no importa todo lo que tengo que hacer, no puedo olvidarlo. Al rato aparece de nuevo Eva, quien luce aburrida y con ganas de entretenerse en la cocina.

—Vaya, vaya, aquí se ve que ocurre toda la acción... por la diosa, cómo extraño la comida —exclama sentándose, exhalando con aburrimiento mientras observa todo el alboroto alrededor. 

—¿Sabes algo de Fabrizio? Necesito hablar con él —comento. Quisiera ayudar a Fabrizio y luego salir a ver si encuentro a Nana. La extraño, solo de pensar en ella me duele, es como si perdiera a mi única familia, la única persona que realmente me quiso.

—Ohhh, el vampirito. Me agrada, no lo voy a negar. Es atractivo con todo su look de buen señor. Aunque no es mi tipo…y bueno, él tiene sus propios asuntos y su propio ritmo, ya lo verás. Y muchos secretos. Muuuuchos secretos —responde agitando su mano como si dijera algo tenebroso.

—Solo quiero cumplir mi parte, él me ayudó, se lo prometí—

—Él venderá a ti, pequeña humana, créeme—

—¿Y esta cena? ¿Sabes a qué se debe? —pregunto, aprovechando que Eva parece querer hablar. Al parecer, los vampiros suelen estar aburridos.

—Ahh, esto es bastante usual en el castillo. Su Majestad está buscando alianzas por doquier. Tuvo una guerra cruel y necesita saber que tiene apoyo —me dice, y luego se acerca como si fuera a contarme un secreto— Y esta en especial está reuniendo a importantes alfas con sus familias, por eso todo el alboroto. Han venido de bastante lejos —

Todo en el castillo parece complicado. Yo sabía poco de la guerra, solo que mi manada había estado del lado del alfa perdedor. Supongo que me toca estar aquí y seguir como si nada hasta que el vampiro aparezca.

—Vampira, por favor, no interrumpa a nuestras trabajadoras —aparece una señora mayor, y Eva levanta las manos en señal de inocencia.

—Solo estoy aquí bajo órdenes —indica, y luego se va contoneándose. La comida huele deliciosa, y la cena debe estar cerca porque el frenesí en las cocinas se intensifica mientras yo coloco frutas y flores en unas tartas dulces.

—¡Todas, acérquense cuanto antes! —aparece una de las señoras. 

—Aquí tienen, quédense callados y no miren directamente a los invitados. Hablen solo si les hacen una pregunta, y por nada del mundo miren al rey —dice un hombre lobo, entregando bandejas con comida a los trabajadores de la cocina que hacemos fila. A mí me dan una bandeja con las tartas. No sé si es la bandeja o qué, pero es particularmente pesada.

—¿Qué hace una humana aquí? —pregunta un guerrero cuando estamos ya a las puertas del gran salón. Diosa… voy al gran salón.

—La chica está en las cocinas, por orden de Fabrizio —responde una de las señoras. El hombre me mira con suspicacia, pero me hace señas de que continúe. 

Cuando me asomo a la gran mesa, era impactante. Jamás en mi vida había visto tanta abundancia: candelabros de oro, lámparas de brillantes que colgaban majestuosamente, platos de porcelana blanquísima, filas y filas de comida, frutas, carnes, quesos, copas de vino que brillaban de lo pulidas que estaban.

Por supuesto, ahí estaba el rey. Tuve que hacer uso de todas mis fuerzas para mantenerme serena.  Alaric está concentrado hablando con la persona a su izquierda, y me asombro al ver que es Fabrizio. La conversación era más bien una discusión acalorada, y el rey comenzaba a levantar la voz.

—¡Te la pasas haciendo lo que quieres! Esto es inaudito, vampiro. ¿Quién demonios te crees? ¿Acaso tú gobiernas aquí? Ingrato, maleducado…—

—No sé a qué se refiere, Su Majestad. Y por nada del mundo son maleducado —dice el vampiro, todo digno, tomando de una copa un líquido rojizo y denso. ¿Sangre? Debe ser, porque, a diferencia de otros invitados, no tiene plato ni comida.

—Sabes bien a qué me refiero. Sé que estás metiendo gente en mi castillo, gente que no deseo tener cerca y... —dice, y de repente se detiene en seco, oliendo el aire, buscando por todos lados, respirando fuerte, hasta que da conmigo. Esos ojos verdes de nuevo chocan con mi presencia. Me detengo con mi gran bandeja, y por un momento creo que todo queda en silencio. Fabrizio también me observa y ve a su rey extrañado. Alaric se ha quedado como congelado.

Me recuerdo continuar y pasar de largo. El rey me sigue con la mirada mientras avanzo a su lado, los ojos casi se le salen, y voltea su cuello hasta que me pierdo detrás de ellos. 

Un guerrero me hace señas, y me ubico a un costado, pegada a la pared, intentando hacerme invisible. Veo a Eva posicionarse junto a otras guerreras a un costado. Alaric llama a un guerrero que se acerca, y lo escucho cuando dice claramente entre dientes:

—¿Explíquenme claramente quién demonios trajo a la humana aquí? Hablen ya o juro que quemo este salón ahora mismo—

Federica Navarro

Hola a todos! Espero que les guste la historia hasta el momento :) Esta historia tiene personajes de otros de mis libros, aunque se puede leer y entender sin haber leído los anteriores. De todos modos les dejo por aquí en el orden para leerlos, ambos disponibles en buenovela: 1ero Una curvy para el alfa 2do Dos alfas crueles para la humana Bso Kika

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