Capítulo 4: ¿Con quién andas?

Celeste

—Aún no lo sé, pero odia a los lobos rebeldes. Se está vengando uno a uno hasta que den con el alfa Simón. Debo suponer que no tienes información de él— insiste Fabrizio.

—No sé donde está. Y no lo digo por lealtad, nunca ha sido bueno conmigo —contesto, tengo miedo de decir que es mi tío. El vampiro me mira admirado, supongo que no es común que haya poca lealtad en las manadas.

—Pero te sacrificaste por ellos, ¿por qué? —pregunta curioso mientras me acerca un paquete. Veo con asombro que contiene ropa, accesorios, elementos de aseo, y no puedo describir lo feliz que soy. Jamás tuve tanto en la vida, me siento como una princesa.

—Mi padre fue un alfa, y alguien me dijo alguna vez que el rol del alfa es cuidar a todos—

—Son palabras sabias y has hecho bien, corriste peligro al salvar a los niños y tu amigo. Pero ahora estarás bien, confía en mi Celeste. Te haremos pasar por empleada de la cocina. Más allá hay un pequeño jardín con hierbas y vegetales. Dices que no eres una hechicera, pero hueles como ellas, con sus pociones y hierbas —indica con una media sonrisa, y no puedo negar que este hombre me cae cada vez mejor.

—Muchas gracias, esto… los niños…—

—Todos están bien y pronto podrás visitarlos. Volveré pronto mientras soluciono algunas cosas, pero dejaré a alguien que te cuide. Yo me encargaré de Su Majestad—agrega él, y me sorprende que lo diga así, como si tuviera una relación cercana con ese hombre aterrador.

Me cambio feliz de tener ropas nuevas, es un vestido largo y blanco, el uniforme de la gente del castillo, en pocas horas, estoy trabajando en la cocina. Hago lo que me piden, y cuando voy al jardín con las hierbas, me siento en mi lugar ideal. La gente en la cocina es realmente amable y me trata bien; no les importa que diablos sea yo. 

—Muy bien Celeste… ¡Eso huele maravilloso!— dice una de las señoras cuando preparo un aderezo. El trabajo es arduo pero reconfortante. Me dan una pequeña habitación cerca, la cama es cómoda y tengo una mesa, un lugar para dejar mis pocas cosas. Yo muevo unas tablas en el piso y coloco mis hierbas y pociones..

Al día siguiente aparece Elías de nuevo, lleva un traje de guerrero y se ve realmente complacido, siempre fue su sueño ser un guerrero. El traje es oscuro con detalles de cuero y no puedo dejar de asombrarme de lo apuesto que luce. sus ojos oscuros brillan, su cabello resplandece, se ve más alto, fornido ¡Un verdadero guerrero! 

El vampiro ha cumplido su palabra, es alguien honorable. Nada de esto encaja con lo que yo pensaba que eran mis enemigos. Me ha ayudado, y yo cumpliría mi parte también. 

—¿Sabes algo de los demás de los Lobos Rebeldes?— me pregunta y tengo miedo de contarle sobre Félix y los lobos que intentaron atacarme, y que el rey o la bestia en la que se transforma los ha acabado.

—Algunos siguen presos— menciono y él se queda observándome. Aparta mi cabello del hombre, siempre tenía parte del cabello cubriendo mi cara, mi horrible cicatriz, solo me lo ataba si cocinaba.

—Te ves muy bien, Celi... totalmente cambiada —dice mi amigo, y yo me ruborizo. Esta cercanía es lo que siempre quise, y él vuelve a ser amable conmigo. Me gusta esto, él y yo conocidos aquí. Se queda conmigo un tiempo hablando, y almorzamos juntos. En la manada nunca tuvimos tanta comida.

¿Quién iba a pensar que mi vida cambiaría de esta manera? Escapando de mi aterrador destino con los lobos rebeldes, y ahora, aunque esté escondida, estoy mejor aquí, en la casa de mi enemigo.

Y no sé si estoy completamente loca, pero por las noches sueño con la gran bestia, con esos ojos verdes como el bosque. Lo extraño, sus visitas y la forma en que me decía "hechicera" su voz despierta algo agradable en mí. Me defendió de Félix y los otros…aunque me duele que diga que soy un error, que no debería existir… y la forma en que mira mi rostro… me carcome el alma. 

Esa tarde me encuentro con una vampira que me espera. Tiene un aire de chica mala, piel morena, cabello rizado y largo. Es imponente, segura de sí misma, deslumbrante, y tiene una sonrisa maravillosa.

—Así que tú eres la pequeña humana. Realmente necesitas protección, eres una cosita — dice, mirándome con interés.

—¿Y tú eres...? —pregunto.

—Eva. Fabrizio me pidió que te cuidara, ya sabes, aquí en el castillo— me sorprende que el vampiro no le haya mencionado que, según él, soy una hechicera, pero le sigo la corriente. 

—Dice que demo quedarme escondida—

—Sí, ese vampiro serio tiene muchos secretos. Pero es agradable, así que accedí a cuidarte— menciona ella y se acerca a mí —Ummm… pero hueles a lobo, ¡No me digas que te has estado juntando con el nuevo guerrero!— exclama sonriendo. Yo siento la cara caliente de la vergüenza. 

—¿Quién? No…—

—Ese de cabello rojizo, fortachón y callado ¡Adorable!—

—No… nosotros… yo…— digo tartamudeando y ella se ríe cuando nos interrumpen. 

—Celeste, vamos a recibir a una gran cantidad de alfas y necesitamos tu ayuda —aparece una de las señoras de la cocina, y me pongo manos a la obra.

—Pues pórtate bien pequeña. Te estaré observando, ¡no te metas en problemas! Y si te portas mal… pues que nadie lo note—agrega Eva guiñando un ojo y se va, silbando como si nada, y me deja atónita. Me dirijo al jardín a buscar algunos condimentos cuando siento a alguien detrás de mí, pienso que es ella de vuelta o Elías… pero la sensación es totalmente diferente. Mi cuerpo sabe quién es, antes que mi cabeza.

—Tú,  hechicera…— casi me desmayo al ver que es el rey. Lleva un traje completamente negro, sus guantes son rojizos, y ahora, a la luz del día, se ve aún más imponente y maravilloso. Mis rodillas fallan, mi respiración se agita. 

—¿Qué haces aquí? ¿Dónde has estado? — pregunta, furioso, su cara conteniendo rabia, mientras yo retrocedo hasta quedar pegada a una pared y él viene a mí. Me escapé de él, me iba a llevar lejos… y estoy escondida aquí en su castillo ¿En qué pensabas Celeste?

Tengo miedo cuando él olfateó el aire.

—Dime inmediatamente, ¿De quién es ese olor? ¿Qué hombre ha estado cerca de ti? ¡Dímelo!— pregunta y estoy perdida hasta que entiendo. Tengo terror de que le suceda algo a Elías o a Fabricio, quienes son los que he visto últimamente.

—Nadie no es nadie... —respondo. ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Qué interés tiene en mí?

—Eres una bruja, una hechicera. ¿Crees que puedes andar usando tus poderes como si nada? ¿A quién andas encantando? Eres mi prisionera, siempre lo serás, y tu lugar es encerrada, en mis dominios. Harás exactamente lo que yo te diga —susurra pasando sus dedos por mis labios. 

Su pulgar, ahora sin guantes, se posa sobre mi labio inferior, empujándolo hacia abajo. La sensación del contacto con su piel es… lo mejor que he sentido en toda mi vida, tengo vergüenza de admitirlo, pero es verdad. Parece como si no supiera qué hacer, molesto porque yo escapé de mi celda. El rey se acerca más, apoyando su cuerpo contra el mío. 

—Eres todo lo que no debió ser, tu objetivo es volverme loco… pero yo acabaré contigo mucho antes, pequeña hechicera—susurra sobre mis labios, y me quedo sin aire cuando se inclina hacia mí y siento su aliento.

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