Celeste
—Aún no lo sé, pero odia a los lobos rebeldes. Se está vengando uno a uno hasta que den con el alfa Simón. Debo suponer que no tienes información de él— insiste Fabrizio.
—No sé donde está. Y no lo digo por lealtad, nunca ha sido bueno conmigo —contesto, tengo miedo de decir que es mi tío. El vampiro me mira admirado, supongo que no es común que haya poca lealtad en las manadas.
—Pero te sacrificaste por ellos, ¿por qué? —pregunta curioso mientras me acerca un paquete. Veo con asombro que contiene ropa, accesorios, elementos de aseo, y no puedo describir lo feliz que soy. Jamás tuve tanto en la vida, me siento como una princesa.
—Mi padre fue un alfa, y alguien me dijo alguna vez que el rol del alfa es cuidar a todos—
—Son palabras sabias y has hecho bien, corriste peligro al salvar a los niños y tu amigo. Pero ahora estarás bien, confía en mi Celeste. Te haremos pasar por empleada de la cocina. Más allá hay un pequeño jardín con hierbas y vegetales. Dices que no eres una hechicera, pero hueles como ellas, con sus pociones y hierbas —indica con una media sonrisa, y no puedo negar que este hombre me cae cada vez mejor.
—Muchas gracias, esto… los niños…—
—Todos están bien y pronto podrás visitarlos. Volveré pronto mientras soluciono algunas cosas, pero dejaré a alguien que te cuide. Yo me encargaré de Su Majestad—agrega él, y me sorprende que lo diga así, como si tuviera una relación cercana con ese hombre aterrador.
Me cambio feliz de tener ropas nuevas, es un vestido largo y blanco, el uniforme de la gente del castillo, en pocas horas, estoy trabajando en la cocina. Hago lo que me piden, y cuando voy al jardín con las hierbas, me siento en mi lugar ideal. La gente en la cocina es realmente amable y me trata bien; no les importa que diablos sea yo.
—Muy bien Celeste… ¡Eso huele maravilloso!— dice una de las señoras cuando preparo un aderezo. El trabajo es arduo pero reconfortante. Me dan una pequeña habitación cerca, la cama es cómoda y tengo una mesa, un lugar para dejar mis pocas cosas. Yo muevo unas tablas en el piso y coloco mis hierbas y pociones..
Al día siguiente aparece Elías de nuevo, lleva un traje de guerrero y se ve realmente complacido, siempre fue su sueño ser un guerrero. El traje es oscuro con detalles de cuero y no puedo dejar de asombrarme de lo apuesto que luce. sus ojos oscuros brillan, su cabello resplandece, se ve más alto, fornido ¡Un verdadero guerrero!
El vampiro ha cumplido su palabra, es alguien honorable. Nada de esto encaja con lo que yo pensaba que eran mis enemigos. Me ha ayudado, y yo cumpliría mi parte también.
—¿Sabes algo de los demás de los Lobos Rebeldes?— me pregunta y tengo miedo de contarle sobre Félix y los lobos que intentaron atacarme, y que el rey o la bestia en la que se transforma los ha acabado.
—Algunos siguen presos— menciono y él se queda observándome. Aparta mi cabello del hombre, siempre tenía parte del cabello cubriendo mi cara, mi horrible cicatriz, solo me lo ataba si cocinaba.
—Te ves muy bien, Celi... totalmente cambiada —dice mi amigo, y yo me ruborizo. Esta cercanía es lo que siempre quise, y él vuelve a ser amable conmigo. Me gusta esto, él y yo conocidos aquí. Se queda conmigo un tiempo hablando, y almorzamos juntos. En la manada nunca tuvimos tanta comida.
¿Quién iba a pensar que mi vida cambiaría de esta manera? Escapando de mi aterrador destino con los lobos rebeldes, y ahora, aunque esté escondida, estoy mejor aquí, en la casa de mi enemigo.
Y no sé si estoy completamente loca, pero por las noches sueño con la gran bestia, con esos ojos verdes como el bosque. Lo extraño, sus visitas y la forma en que me decía "hechicera" su voz despierta algo agradable en mí. Me defendió de Félix y los otros…aunque me duele que diga que soy un error, que no debería existir… y la forma en que mira mi rostro… me carcome el alma.
Esa tarde me encuentro con una vampira que me espera. Tiene un aire de chica mala, piel morena, cabello rizado y largo. Es imponente, segura de sí misma, deslumbrante, y tiene una sonrisa maravillosa.
—Así que tú eres la pequeña humana. Realmente necesitas protección, eres una cosita — dice, mirándome con interés.
—¿Y tú eres...? —pregunto.
—Eva. Fabrizio me pidió que te cuidara, ya sabes, aquí en el castillo— me sorprende que el vampiro no le haya mencionado que, según él, soy una hechicera, pero le sigo la corriente.
—Dice que demo quedarme escondida—
—Sí, ese vampiro serio tiene muchos secretos. Pero es agradable, así que accedí a cuidarte— menciona ella y se acerca a mí —Ummm… pero hueles a lobo, ¡No me digas que te has estado juntando con el nuevo guerrero!— exclama sonriendo. Yo siento la cara caliente de la vergüenza.
—¿Quién? No…—
—Ese de cabello rojizo, fortachón y callado ¡Adorable!—
—No… nosotros… yo…— digo tartamudeando y ella se ríe cuando nos interrumpen.
—Celeste, vamos a recibir a una gran cantidad de alfas y necesitamos tu ayuda —aparece una de las señoras de la cocina, y me pongo manos a la obra.
—Pues pórtate bien pequeña. Te estaré observando, ¡no te metas en problemas! Y si te portas mal… pues que nadie lo note—agrega Eva guiñando un ojo y se va, silbando como si nada, y me deja atónita. Me dirijo al jardín a buscar algunos condimentos cuando siento a alguien detrás de mí, pienso que es ella de vuelta o Elías… pero la sensación es totalmente diferente. Mi cuerpo sabe quién es, antes que mi cabeza.
—Tú, hechicera…— casi me desmayo al ver que es el rey. Lleva un traje completamente negro, sus guantes son rojizos, y ahora, a la luz del día, se ve aún más imponente y maravilloso. Mis rodillas fallan, mi respiración se agita.
—¿Qué haces aquí? ¿Dónde has estado? — pregunta, furioso, su cara conteniendo rabia, mientras yo retrocedo hasta quedar pegada a una pared y él viene a mí. Me escapé de él, me iba a llevar lejos… y estoy escondida aquí en su castillo ¿En qué pensabas Celeste?
Tengo miedo cuando él olfateó el aire.
—Dime inmediatamente, ¿De quién es ese olor? ¿Qué hombre ha estado cerca de ti? ¡Dímelo!— pregunta y estoy perdida hasta que entiendo. Tengo terror de que le suceda algo a Elías o a Fabricio, quienes son los que he visto últimamente.
—Nadie no es nadie... —respondo. ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Qué interés tiene en mí?
—Eres una bruja, una hechicera. ¿Crees que puedes andar usando tus poderes como si nada? ¿A quién andas encantando? Eres mi prisionera, siempre lo serás, y tu lugar es encerrada, en mis dominios. Harás exactamente lo que yo te diga —susurra pasando sus dedos por mis labios.
Su pulgar, ahora sin guantes, se posa sobre mi labio inferior, empujándolo hacia abajo. La sensación del contacto con su piel es… lo mejor que he sentido en toda mi vida, tengo vergüenza de admitirlo, pero es verdad. Parece como si no supiera qué hacer, molesto porque yo escapé de mi celda. El rey se acerca más, apoyando su cuerpo contra el mío.
—Eres todo lo que no debió ser, tu objetivo es volverme loco… pero yo acabaré contigo mucho antes, pequeña hechicera—susurra sobre mis labios, y me quedo sin aire cuando se inclina hacia mí y siento su aliento.
CelesteCreo que nunca había estado tan cerca de un ser tan poderoso en toda mi vida. No solo eso, sino que sentía su arrojo, su decisión, su poder en cada poro de su piel. El rey de los Lobos no era alguien común, y lo sabía. Yo estaba atrapado entre su cuerpo... y no sabía si era algo malo o bueno. Vi sus labios voluptuosos, tan cerca de mí que podía detallaros claramente, y esa idea me agitaba. Podía adivinar la textura de su traje, oler su cabello. Todo en él indicaba ideas opuestas a lo que había mostrado el rey hasta ahora. Me detesta y quizás cuando estamos más cerca del sol es cuando más nos quemamos, y yo ya no sabía qué pensar. Me empecé a desesperar cuando una voz nos interrumpe.—¿Su Majestad? —escucho, y él se sobresalta. Los lobos tienen habilidades poderosas y distintas; reaccionan más rápido que cualquier humano, y estaba segura de que el rey tenía todas esas habilidades aún más desarrolladas. Pero, aun así, había sido tomado por sorpresa por la vampira que estaba aho
Celeste—Es parte del servicio… Su Majestad —comenta el guerrero.—¿Qué? ¿Qué?—responde el rey atónito, y me mira con odio. Fue entonces cuando la vampira Amelia, que estaba sentada un poco más allá, se levanta y dio golpecitos a su copa con una cucharita.—¡Atención a todos! Su Majestad y el castillo les dan la bienvenida. Cada reunión de nuestros aliados fortalece al reino y debilita a nuestros opositores. Hay mucho por hacer aun luego de la Gran Guerra, pero me agrada informarles que, hace pocos días, atrapamos a varios de los villanos de los Lobos Rebeldes. Sus guerreros opusieron resistencia, pero fueron derrotados. Nuestros hombres y mujeres están trabajando para que pronto demos con su líder, alfa Simón. Estarán aniquilados en poco tiempo —dijo ella, y varios aplaudieron.—¿Alfa? No se le puede ni llamar manada a ese grupo de lobos perdedores —escucho decir a otro hombre más allá, y agacho la cabeza con vergüenza. Aún sentía los ojos de Alaric sobre mí; no creo que le prestara
CelesteDicen que la curiosidad mató al gato, y espero que, los humanos no tengamos el mismo destino. El rey parece nervioso. Las señoritas lo seguían e intentaban hablarle, y cada mirada que él les daba me afectaba. No sé por qué. Él ya había dicho en varias ocasiones, aproximadamente en cada interacción que tuvimos juntos, que yo no era bienvenida, que yo era una enemiga y no debería estar aquí. Pero igual me afectaba, porque uno no controla sus sentimientos. Que esas mujeres fueran tan atractivas, elegantes y superiores no ayudaba en nada en lo absoluto.Por un momento, él desaparece y yo vuelvo a la cocina cuando escucho una discusión acalorada en lo que parecía ser una oficina. No podía creer que de nuevo me topaba con el rey, esta vez con Fabrizio, y ahora no se medían en vociferar.— ¿Cómo es posible que me traiciones de esta manera? —pregunta Alaric, agobiado.—¿Traicionarte? ¡Alaric, por favor! Solo perdoné una vida, bueno, varias... pero todas inocentes——¿Inocentes? ¡Esa man
Celeste La oficina en donde estoy, hermosamente decorada y amplia, se siente pequeña. La luz y claridad que había, era como si de pronto se hubieran apagado. El ruido de la gente más allá de la cocina, de los invitados a lo lejos, el canto de los pájaros nocturnos y el paso de los sirvientes se habían acallado. El mundo se había reducido a él: a sus brazos, al latir de su corazón cerca del mío, a su mano tomando mi mejilla, la otra en mi cintura, a sus labios sobre los míos.Sus labios son como las olas de una playa furiosa, que arremete contra la orilla para luego desperdigarse, brillando entre la arena. No sabía qué esperar; mi vida había cambiado desde que llegué al castillo. Pero jamás imaginé estar así con él, y mucho menos sentir un beso de esta manera. Sus labios parecían decididos, convencidos de probarme, de callarme... y, sin embargo, en cuanto su boca está sobre la mía, es como si nos lanzaran a otro mundo.Escucho cómo exhala, entre desesperado y sorprendido. Su suavidad
Celeste—¿Estos son objetos personales de ella, tu compañera? —pregunto al vampiro cuando saca una caja de madera con varias cosas organizadas: cartas, cuadernos viejos, llaves, una pulsera con detalles de flores, un broche y un pequeño peine con algunos cabellos sueltos de color rojizo.—Sí... y no —me indica él, y empezó a contarme una historia tan increíble como aterradora. —Yo vi a mi compañera, hace siglos. Estábamos en un puerto, y su olor me atrajo. La vi solo por un instante, y cuando fui a ella, ya no estaba. Tú entenderás que eso, para un vampiro, es casi imposible. La voz de ella... la escuché por días, semanas, años... pero creí que la había perdido. Me involucré con los humanos cuando surgieron noticias de que algunos lobos traficaban con humanos y otras criaturas——Así que terminaste en el mundo de los hombres lobo —comenté, y él sonrió.—Así es. Tengo muchos amigos alfas. En la última batalla, cuando uno de ellos quiso obtener más poder y cometieron aberraciones contra o
Celeste —Creo que hemos hecho muchos avances, ¡tremendos avances! —exclamó Fabrizio, muy emocionado. Yo no creía que fuera así, pero él estaba completamente satisfecho. Yo había leído algunos datos, parecían listas y entendí que se trataba de palabras claves, al parecer cuadraban en la mente del vampiro.—De verdad que sí, hemos estado atorados en esto desde hace meses. Vampirito se estaba volviendo insoportable —añadió Eva con gracia.—Creo que tienes buenos instintos. Quizás podríamos hacer algo para mejorarlos. Si los potenciamos, avanzaríamos más rápido —indicó él. Se suponía que si desciframos más de estas claves, daríamos con la compañera de él. Fabrizio buscaba una ubicación, decía que estábamos frente a un mapa desorganizado. Yo, sabiendo el sentido de urgencia que tenía, acepté cualquier cosa que dijera.No había palabras para explicar lo feliz que me hacía todo esto. Había pasado años escuchando que era una fracasada, que no servía para nada, y esos vampiros, fuertes, antig
Alaric Necesitaba escapar. Salir de aquí. Nunca había sido feliz en ese maldito castillo, y mucho menos quería ser rey o tener ese rol fatídico, pero las cosas sucedían por una razón. Aun cuando quisiera hacer oídos sordos a las señales, tenía que cumplir con mi destino. El destino, esa fuerza extraña que ahora parecía estar en mi contra. Se suponía que un rey podía hacer cualquier cosa. Y, en cambio, yo estaba preso, prisionero del bendito destino.—No importa a dónde vayamos, no va a salir de nuestra mente —resoplaba mi lobo, Roy, mientras corríamos por el bosque. Mi familia había sido la de los primeros lobos, pero nunca fuimos una familia feliz. En la última guerra me enfrenté al único hermano que me quedaba vivo... y lo maté. Era él o el resto del mundo, y yo, como siempre, elegí a todos menos a los míos. —Hicimos lo que teníamos que hacer —repetía mi lobo. Ni siquiera podía escapar de mi lobo. Roy había sido enterrado dentro de mí, muy lejos, hace mucho tiempo. Y justo
Alaric Yo veía todo rojo. Si esto era un hechizo, funcionaba perfectamente. En ese preciso momento, era capaz de vender el castillo con todos sus habitantes dentro con tal de proteger a la hechicera.—¿Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde está? —repetía desesperado Roy, rogándome que le diera el poder. Lo había hecho varias veces. Él quería asegurarse de que ella era real, y todas las veces, había sido catastrófico. Se rendía como un cachorrito ante ella, y yo no iba a dejar que eso sucediera.—¡Apártense del camino! —grité. Había estado días lejos del castillo, sintiendo como una especie de eslabón invisible atado a mi pecho, me jalaba a ella. Y ahora tenía que reconocer que me volvía a sentir poderoso, como si recuperara toda mi fuerza.—Es por ella —jadeaba Roy, buscando cada vez más pruebas de que ella era… esa palabra que ni siquiera quería repetir. Cuando vi las magnolias en el suelo y a ella retrocediendo, con el lobo acorralándola, no pude controlar a mi bestia. Me transformé en e