CelesteDicen que la curiosidad mató al gato, y espero que, los humanos no tengamos el mismo destino. El rey parece nervioso. Las señoritas lo seguían e intentaban hablarle, y cada mirada que él les daba me afectaba. No sé por qué. Él ya había dicho en varias ocasiones, aproximadamente en cada interacción que tuvimos juntos, que yo no era bienvenida, que yo era una enemiga y no debería estar aquí. Pero igual me afectaba, porque uno no controla sus sentimientos. Que esas mujeres fueran tan atractivas, elegantes y superiores no ayudaba en nada en lo absoluto.Por un momento, él desaparece y yo vuelvo a la cocina cuando escucho una discusión acalorada en lo que parecía ser una oficina. No podía creer que de nuevo me topaba con el rey, esta vez con Fabrizio, y ahora no se medían en vociferar.— ¿Cómo es posible que me traiciones de esta manera? —pregunta Alaric, agobiado.—¿Traicionarte? ¡Alaric, por favor! Solo perdoné una vida, bueno, varias... pero todas inocentes——¿Inocentes? ¡Esa man
Celeste La oficina en donde estoy, hermosamente decorada y amplia, se siente pequeña. La luz y claridad que había, era como si de pronto se hubieran apagado. El ruido de la gente más allá de la cocina, de los invitados a lo lejos, el canto de los pájaros nocturnos y el paso de los sirvientes se habían acallado. El mundo se había reducido a él: a sus brazos, al latir de su corazón cerca del mío, a su mano tomando mi mejilla, la otra en mi cintura, a sus labios sobre los míos.Sus labios son como las olas de una playa furiosa, que arremete contra la orilla para luego desperdigarse, brillando entre la arena. No sabía qué esperar; mi vida había cambiado desde que llegué al castillo. Pero jamás imaginé estar así con él, y mucho menos sentir un beso de esta manera. Sus labios parecían decididos, convencidos de probarme, de callarme... y, sin embargo, en cuanto su boca está sobre la mía, es como si nos lanzaran a otro mundo.Escucho cómo exhala, entre desesperado y sorprendido. Su suavidad
Celeste—¿Estos son objetos personales de ella, tu compañera? —pregunto al vampiro cuando saca una caja de madera con varias cosas organizadas: cartas, cuadernos viejos, llaves, una pulsera con detalles de flores, un broche y un pequeño peine con algunos cabellos sueltos de color rojizo.—Sí... y no —me indica él, y empezó a contarme una historia tan increíble como aterradora. —Yo vi a mi compañera, hace siglos. Estábamos en un puerto, y su olor me atrajo. La vi solo por un instante, y cuando fui a ella, ya no estaba. Tú entenderás que eso, para un vampiro, es casi imposible. La voz de ella... la escuché por días, semanas, años... pero creí que la había perdido. Me involucré con los humanos cuando surgieron noticias de que algunos lobos traficaban con humanos y otras criaturas——Así que terminaste en el mundo de los hombres lobo —comenté, y él sonrió.—Así es. Tengo muchos amigos alfas. En la última batalla, cuando uno de ellos quiso obtener más poder y cometieron aberraciones contra o
Celeste —Creo que hemos hecho muchos avances, ¡tremendos avances! —exclamó Fabrizio, muy emocionado. Yo no creía que fuera así, pero él estaba completamente satisfecho. Yo había leído algunos datos, parecían listas y entendí que se trataba de palabras claves, al parecer cuadraban en la mente del vampiro.—De verdad que sí, hemos estado atorados en esto desde hace meses. Vampirito se estaba volviendo insoportable —añadió Eva con gracia.—Creo que tienes buenos instintos. Quizás podríamos hacer algo para mejorarlos. Si los potenciamos, avanzaríamos más rápido —indicó él. Se suponía que si desciframos más de estas claves, daríamos con la compañera de él. Fabrizio buscaba una ubicación, decía que estábamos frente a un mapa desorganizado. Yo, sabiendo el sentido de urgencia que tenía, acepté cualquier cosa que dijera.No había palabras para explicar lo feliz que me hacía todo esto. Había pasado años escuchando que era una fracasada, que no servía para nada, y esos vampiros, fuertes, antig
Alaric Necesitaba escapar. Salir de aquí. Nunca había sido feliz en ese maldito castillo, y mucho menos quería ser rey o tener ese rol fatídico, pero las cosas sucedían por una razón. Aun cuando quisiera hacer oídos sordos a las señales, tenía que cumplir con mi destino. El destino, esa fuerza extraña que ahora parecía estar en mi contra. Se suponía que un rey podía hacer cualquier cosa. Y, en cambio, yo estaba preso, prisionero del bendito destino.—No importa a dónde vayamos, no va a salir de nuestra mente —resoplaba mi lobo, Roy, mientras corríamos por el bosque. Mi familia había sido la de los primeros lobos, pero nunca fuimos una familia feliz. En la última guerra me enfrenté al único hermano que me quedaba vivo... y lo maté. Era él o el resto del mundo, y yo, como siempre, elegí a todos menos a los míos. —Hicimos lo que teníamos que hacer —repetía mi lobo. Ni siquiera podía escapar de mi lobo. Roy había sido enterrado dentro de mí, muy lejos, hace mucho tiempo. Y justo
Alaric Yo veía todo rojo. Si esto era un hechizo, funcionaba perfectamente. En ese preciso momento, era capaz de vender el castillo con todos sus habitantes dentro con tal de proteger a la hechicera.—¿Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde está? —repetía desesperado Roy, rogándome que le diera el poder. Lo había hecho varias veces. Él quería asegurarse de que ella era real, y todas las veces, había sido catastrófico. Se rendía como un cachorrito ante ella, y yo no iba a dejar que eso sucediera.—¡Apártense del camino! —grité. Había estado días lejos del castillo, sintiendo como una especie de eslabón invisible atado a mi pecho, me jalaba a ella. Y ahora tenía que reconocer que me volvía a sentir poderoso, como si recuperara toda mi fuerza.—Es por ella —jadeaba Roy, buscando cada vez más pruebas de que ella era… esa palabra que ni siquiera quería repetir. Cuando vi las magnolias en el suelo y a ella retrocediendo, con el lobo acorralándola, no pude controlar a mi bestia. Me transformé en e
CelesteEl lobo se abalanzó sobre mí mientras yo retrocedía aterrada, consciente de que no podría escapar de él. La noche se cernía sobre nosotros y los árboles desnudos hacían todo aún más tenebroso. Y ahí… juro que vi la luz. Reconocería a esa bestia incluso con los ojos cerrados. Sus ojos verdes, como esmeraldas, relampagueaban.—¡Acábenlos! —gritaba Amelia cuando aparecieron más lobos. A mis pies, el rogue ya estaba destrozado, pero vi que otro venía con una pequeña espada. Y era una locura, pero esa pieza de metal me llamaba. Sentía que… susurraba mi nombre, y un zumbido me desconcentró. La llevaba un hombre desgarbado, de ojos rojos, un rogue.—¡Su Majestad! —grité, pero ya era tarde. El rey caía herido, y corrí hacia él.—No, no puede ser... —susurré mientras él extendía su mano hacia mí. La sangre brotaba de la herida en su mano, y yo presionaba con la tela de mi falda para intentar contenerla.—Va a estar bien... va a estar bien —murmuro.—¡Muchacha, aléjate de él! No te lo v
Alaric Cuando me despierto la escena que tengo enfrente me quita el aliento. Celeste toma mi mano con delicadeza, sus dedos entrelazados con los míos, mientras su pulgar descansa en la palma de mi mano. —Nos ha estado cuidando —dice mi lobo, y yo gruño.—Ningún mate ha ayudado a mi familia. Lo que hacen es destrozarnos——Ella es diferente. Nosotros somos diferentes —responde.No sé si es por las hierbas que me ha colocado o simplemente por su toque, pero me siento mejor. Sabía que la herida iba a ser terrible. No era la primera vez que este tipo de artefactos con hechicería me hacía daño. La última vez... había sido catastrófico. Por eso todos en el castillo habían estado tan preocupados.Sin embargo, debían confiar en ella, puesto que la pequeña humana, que supuestamente no tenía poderes, yacía aquí. Yo mismo había demandado sacarla, y aquí estaba. Me quedo observándola un tiempo, ajena a lo que yo hago. Veo su cabello oscuro cayéndole sobre la cara, sus labios entreabiertos. Parec