¿Existen las segundas oportunidades? Lilia es una mujer divorciada y con problemas de autoestima, que vive con la culpa de haberle sido infiel a su exesposo. Esa fue una de las razones para haber terminado su relación con él, asimismo, tomar la decisión de empezar de nuevo en otra ciudad junto a su hijo. Por otro lado, está Bratt, la razón de su confusión y desquicio. Un mujeriego egoísta y muy apuesto, que la hizo sucumbir en la más placentera tentación y de quien ha decidido escapar. Él, con las consecuencias de su vida loca y egocéntrica sobre los hombros, busca desesperado volver a llenar el vacío que la despedida de Lilia le dejó. Un reencuentro y una realidad de la que ella lucha por escapar; sin embargo, la atracción de sus cuerpos será más fuerte que la represión y la voluntad. ¿Volverá Lilia a recaer en esa adictiva intimidad? O... ¿será que esta vez podrían amarse de verdad?
Leer másRegresar a casa siempre se siente bien, en especial cuando ella ha pasado todo un verano sin ver a su hijo; sin embargo, hay una angustia que empaña ese alivio y alegría.El anillo en su dedo es una causa de felicidad, pero, al mismo tiempo, podría desatar un gran problema. Ya se imagina a su ex amenazándola con quitarle la custodia de Alan cuando se entere de su nueva relación.Bratt le sostiene la mano con delicadeza al percibir lo que la preocupa, y un beso tierno en la cabeza es el tranquilizante que calma sus temblores.—Todo estará bien, amor mío —le asegura él con esa dulzura que lo caracteriza.Lilia se muerde el labio inferior en respuesta y desea, con todo su corazón, que en verdad todo resulte como él dice. Necesita vivir esa felicidad sin problemas y tener la seguridad de que nada ni nadie la separará de su hijo.Nerviosa y con la respiración alterada, ella abre la puerta del apartamento. Ni siquiera entiende el motivo de su nerviosismo, pero, en esos días, sus emociones h
Los rayos solares se cuelan a través del cristal descubierto, y su resplandor provoca que los ojos de Lilia parpadeen. Tras un bostezo profundo, ella se incorpora y mira a su alrededor un poco desorbitada. ¡No lo puede creer!—¿Dormimos todo el día? —pregunta a la nada, puesto que Bratt todavía se encuentra rendido. El dolor de estómago le confirma que, de hecho, sí durmieron todo el día anterior—. Bratt... —Ella lo remueve por la espalda.—Ummm... —se queja él, aferrándose más a las sábanas y usando la almohada para cubrirse la cabeza.—Despierta... —Ella continúa moviéndolo hasta que él se incorpora con expresión de queja y todo desaliñado—. Vaya, incluso con el cabello parado te ves bien. ¿Acaso eres real?El mutismo se instala entre ellos debido a la desorientación de Bratt. Tras unos segundos con la mirada perdida, él capta y procesa sus palabras. Entonces, su carcajada ronca rompe el silencio y hace eco en la habitación.—Ay, mi amor, sales con cada cosa —comenta Bratt, divertid
Los labios de Lilia siempre le han parecido suaves, como si su textura fuera de seda y su sabor la más dulce miel. Le encanta la manera pausada de ella disfrutar de su boca, cómo su lengua le corresponde en una danza exquisita que lo enciende y el olor de su aliento. Ella sabe bien en todas partes y su aroma es como un perfume fino, que te envuelve en sus encantos y te hace prisionero.Es tan adictiva...Bratt empieza a desesperarse, ya que su cuerpo le pide más de su amada. Necesita lamer cada centímetro de esa piel blanca como la leche, escuchar la música de sus gemidos y fundirse en ella como si fueran una sola carne.Sí, la anhela debajo de su cuerpo desnudo, ahora.—Hadita, te amo —jadea sofocado, debido a la mezcla de emociones.—Yo también te amo, Bratt.Sus labios vuelven a unirse con hambre. Las lenguas ansiosas se encuentran y juegan entre ellas, mientras que las manos traviesas de Bratt buscan piel para tocar.Pronto la ropa de Lilia cae al piso.Ella se queda expuesta ante
Lilia y Bratt llegan a un complejo de apartamentos lujoso, donde son recibidos por dos guardias de seguridad que lo dirigen hasta el estacionamiento.Los muros que rodean aquel ostentoso lugar parecen murallas de hierro, cuyas rejas dan la sensación de que fueron creadas como si se quisiera proteger de un ataque terrorista o mantener la privacidad de las personas que viven en el complejo, convirtiendo el interior en un sitio casi clandestino.«¡Qué exagerados son!», piensa Lilia cuando nota las opulentes murallas que rodean el lugar y a la seguridad extrema.Está segura de que allí deben vivir algunas celebridades y gente de la élite. Eso explicaría que Bratt tenga que poner su huella hasta para abrir el ascensor.Una vez dentro del cubo metálico, Lilia suelta el aire retenido y se relaja, ya que tanta minuciosidad solo para entrar a un apartamento la ha tensado.—Me sentí como si estuviera entrando a una oficina de la CIA —bromea ella con una sonrisa nerviosa.Bratt se relame los lab
Temprano en la mañana, cuando por fin su turno ha terminado y puede regresar a la posada para descansar, Lilia se toma una avena caliente, que buscó en la cafetería, mientras se conduce a la salida del hospital.Está tan agotada que siente que podría dormirse en cualquier momento.—Lilia... —La voz de Bratt la despabila, pero ella no se atreve a encararlo. No después de que él se fuera con otra mujer a hacer quién sabe qué.—Me voy a dormir a la posada porque me toca turno en la tarde —responde con un tono brusco.—No tendrás ningún turno hoy, necesitas descansar.—Ya me anoté, Bratt.—Me importa una mierda. Tú te vienes conmigo. —Él se le coloca en frente para mirarla a la cara.—¿Qué? —interpela, estupefacta—. ¿Por qué tendría que irme contigo? ¡Déjame en paz!—¡Con un demonio, Lilia! Tienes una semana entera trabajando día y noche. ¿Cuál es la necesidad de que te brinques los descansos?—No es tu asunto, Bratt. Es que ni siquiera entiendo por qué me estás jodiendo cuando deberías e
Todo su alrededor empieza a desvanecerse y se torna irreal, como si fuera una imagen borrosa, un fondo difuminado que resalta un único elemento: Bratt.Los nervios, cuan viles enemigos, dejan en evidencia lo mucho que su encuentro la afecta, al no ser capaz de controlar los temblores de su cuerpo, la manera violenta en que su pecho sube y baja ni la sofocación en su forma de respirar. Es como si, de imprevisto, en su interior se desatara un huracán de emociones que empieza a arrasar con toda la compostura que desea mantener. Su corazón, cuyos latidos aumentan con una intensidad tormentosa, reconoce a ese hombre que siempre ha sido su dueño.Lilia, aunque lucha contra sus emociones, no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas. Por lo menos, ha logrado contenerlas allí.«Es él...», piensa, aterrada.Los músculos se le tensan, por lo que sus extremidades no reaccionan, y la mente se le ha quedado en blanco. ¿Qué debe hacer? La última vez que lo vio, Bratt estaba muy enojado y dece
Lilia observa el paisaje natural con una sonrisa en la cara. La brisa le levanta las pocas hebras que se han salido de su coleta alta, debido a que está expuesta a ella porque se encuentra en la parte trasera de una camioneta, junto a un grupo de doctores y enfermeros.La carretera pierde el pavimento y frente a ellos se abre un sendero terroso. El vehículo hace movimientos bruscos por causa de las piedras que han sido desparramadas en la calle, con la intención de que el lodo no impida el tránsito. Aunque, debido a la sequedad, en vez de lodo hay polvo, cuyas partículas son levantadas por el viento caliente y los tambaleos de la camioneta.—¡Llegamos! —anuncia uno de ellos, tras parquearse frente a un consultorio pequeño, con varias casetas y una clínica móvil de remolque.Lilia descubre que hay muchas personas —tanto adultos como niños— que circulan allí en orden y hacen largas filas, para poder acceder a los médicos y enfermeros que asisten al gran flujo de pacientes.La lástima y
El camino se hace más largo de lo que debería. Las manos, que se encuentran aferradas al timón del carro, le tiemblan con la misma intensidad que le late el corazón.—Sé dónde encontrarte, ¿ahora qué? —Ella se muerde el labio inferior, gracias al nerviosismo que siente en ese momento.Le encantaría ir a aquella ciudad de imprevisto e ignorar que no tiene dinero suficiente para sobrevivir allí, como tampoco un lugar dónde hospedarse. Se pasaría por alto esos detalles si no fuera por Alan, quien ya no puede quedarse un día más con Adrián porque tiene que ir a la escuela.—Debo calmarme... —se anima a sí misma.Tiene la tentación de ir por el niño, ya que se encuentra en Diamond con su padre; sin embargo, no se siente de ánimos para el interrogatorio de Adrián, así que mejor esperará a que él lo lleve a casa.Debajo de las gotas tibias que salen del grifo, ella maquina la manera de ir por Bratt, pero ¿qué le dirá? Él se veía muy enojado aquella mañana, además, pudo ver la misma expresión
El dedo tembloroso presiona la opción de llamada y, de inmediato, ella escucha el timbre por medio de los auriculares que se aferran a sus orejas.Desde que percibe que la llamada entra, Lilia empieza a hablar sin esperar a que su objetivo conteste:—Adrián, necesito que te quedes con Alan por unos días más, por favor.—¿Por qué? ¿Acaso te piensas ir de rumba con el noviecito de pacotilla que ahora tienes? —Su respuesta tosca sale de impulso, con un tono de reclamo que irrita a Lilia. —¡Escúchame! —lo interrumpe, alterada—. No te importa a dónde ni con quién iré, ya que es mi problema. Así como Alan es mi hijo y yo tengo que encargarme la mayor parte de él, tú también tienes la responsabilidad de cuidarlo. » ¿Crees que con verlo cada quince días cumples con tu rol de padre? ¡Pues no! Estoy harta de tener que sacrificarme todo el tiempo mientras tú vives tu vida tan tranquilamente. Te quedarás con él y no me joderás con preguntas que no vienen al caso porque, ¿adivina qué?, ¡soy libr