Capítulo 2

Un año después...

En una villa glamurosa, donde solo las personas poderosas de Diamond pueden darse el lujo de hospedarse, un encuentro social de varios días se lleva a cabo. Allí se reúnen los hombres de negocios más influyentes junto a su familia, con la intención de pescar un buen matrimonio o por lo menos encontrar un socio ideal para hacer alianzas y negocios.

Cansada de tantas etiquetas e hipocresía, Lilia camina entre los arbustos, escapando de las personas superficiales que buscan llamar la atención de su familia.

—¡Mira lo que me encontré por aquí! Una hadita… —espeta un chico, a quien ella descubre tirado en la grama.

Él la mira con una sonrisa socarrona mientras muerde un palito verde.

—¿Por qué estás aquí? —cuestiona ella mientras se cruza de brazos.

—¿Acaso es un delito estar en este lugar? En todo caso, tú también deambulas por estos lares. ¿Qué? ¿Escapando de las exigencias sociales y de todas sus pendejadas?

—Creo que te conozco —dice ella mientras entrecierra los ojos y se acerca más al chico para poder admirar su apariencia, debido a que los faroles no alumbran directo a él.

—Me imagino, he salido en unas cuantas revistas. —Él se pone de pies y la encara.

—¿Eres modelo? —Lilia lo mira de arriba a abajo por instinto—. Bien podrías serlo.

Bratt sonríe pícaro y acorta la distancia con la chica pequeña y de cuerpo curvilíneo, a quien se imagina desnuda debajo de él.

—¿Me estás diciendo que estoy bueno? —Se relame los labios mientras la mira de forma intimidante.

—Eres atractivo y lo sabes... —Ella se abraza a sí misma y enfoca su atención en los labios de él, que se acaban de humectar y que se extienden en una sonrisa maliciosa.

—Bueno, Hadita, tú no te quedas atrás. —La detalla sin disimulo—. Lástima que eres diferente a las chicas con las que ligo. —Toma distancia.

Una sensación amarga recorre a Lilia y abraza su cuerpo por instinto, como si quisiera esconderlo de él.

«Pero he hecho bien la dieta y todos los ejercicios», piensa frustrada, al sentir que nada de lo que hace funciona, por lo tanto, su cuerpo nunca luce como el de las modelos.

Por su parte, Bratt la mira con disimulo porque a él le encanta la forma de reloj de arena de aquel cuerpo que luce virginal, la piel blanca y delicada, y el rostro inocente que denota mucha pureza.

Le pican los dedos por apretarles las mejillas llenas y besarle la boca hasta quedarse sin aliento; no obstante, sería como si le hiciera aquello a su amiga Serena, y ese es un error que él no volverá a cometer.

No quiere involucrarse de esa manera, dado que para él es más fácil la conquista de una noche y decir adiós. Es por esto, que se ha impuesto reglas y una de ellas es no involucrarse con niñas ingenuas y virginales.

Aquella noche, Bratt y Lilia hablan acerca de sus vidas, de sus temores y dolores, asimismo, de sus sueños y metas.

Ella le cuenta sobre la miseria de vida que lleva, a pesar de ser la hija de uno de los hombres más poderosos de Diamond. Él, en cambio, le dice lo mucho que extraña a sus padres, quienes murieron en un accidente, casi dos años atrás.

***

Aquella actividad veraniega dura unos días, en los que Bratt y Lilia suelen escabullirse para encontrarse en el mismo lugar y conversar. Se siente bien poder hablar de cualquier tema con alguien sin sentirse juzgado, esa es la razón por la que esos pequeños encuentros al día se convierten tan adictivos, al punto de causarles ansiedad cuando no pueden escabullirse de su familia para verse.

—Esta es mi hija menor. La mayor no pudo venir porque tienes exámenes en la universidad. Esa otra chica es un genio y muy sobresaliente, será a quien le confíe mis negocios —dice su padre a un grupo de hombres estirados.

—¿Qué hay de esta jovencita? ¿Ella también se encargará de tus empresas? —pregunta un señor mayor, pero que luce fuerte.

—Señor Nisson, si tengo suerte, Liliana podría encontrar un buen esposo que la represente, un hombre de negocios que saque adelante a nuestras empresas.

El señor se queda pensativo, entonces mira a la chica con interés.

—Quizás tú y yo podamos hacer negocios en el futuro —dice alusivo. El padre de Lilia sonríe satisfecho, debido a que hacer una alianza matrimonial con los Nisson sería un gran logro.

***

Ella lo busca con la mirada, ya que él le había dicho que estaría cerca de allí.

Después de ojear en medio de todo el gentío, su corazón late frenético al visualizarlo a lo lejos. La sonrisa socarrona que él le atina le da a entender que ya la ha visto, aunque disimula delante de los demás.

Con el rostro, Bratt le hace señas para insinuar que ya está listo para su encuentro, por lo que ella busca la manera de escapar de allí.

Tras lograr escabullirse de sus padres, Lilia se aleja de la celebración en el amplio lugar y se adentra al conglomerado de árboles. Minutos más tarde, se encuentra en un claro donde visualiza a Bratt acostado en la grama mientras mira al cielo con los ojos entrecerrados.

—Hola... —saluda, tímida.

Poder estar a solas con él se siente tan bien que todo su cuerpo reacciona al instante.

—Ven aquí, Lilia —la invita mientras le da palmadas al suelo.

Ella llega a él con pasos nerviosos y mirada tímida, puesto que nunca en su vida había tenido tanta cercanía con un chico.

—¿Qué haces aquí tirado? —inquiere ella. Tiene que entrecerrar los ojos porque el resplandor del cielo le molesta.

—Le estoy buscando formas a las nubes. Mira —apunta al cielo—, allí hay una pareja besándose —dice malicioso.

La cara de Lilia se pone roja al instante. Ella mira al cielo por un largo rato, mas no logra ver esa forma que él asegura que sí está.

—¿Dónde? De verdad no la encuentro —dice, después de que él le insistiera que buscara bien.

—Aquí... —Bratt acerca su rostro al de ella y la mira a los ojos con aire seductor.

Lilia, por su parte, se ha quedado estática y ni siquiera sabe si está respirando.

—¿Qué vas a hacer? —interpela asustada, pero con muchas ganas y expectativas al mismo tiempo.

Ella cierra los ojos para recibir su primer beso, pero la risa de Bratt rompe la burbuja que ella había creado a su alrededor.

—¡Te lo creíste! —se burla él—. Caes muy fácil en las bromas, Lilia. Eres muy divertida, ¿sabes?

Ella se incorpora mientras finge reírse de su chiste sin gracia. Lucha contra las lágrimas que insisten en salir para desahogar la humillación, la vergüenza y la decepción que siente en ese momento.

«Soy una tonta. ¿De verdad creí que un chico como él querría besarme?», piensa desilusionada.

—Hoy es el último día de la actividad —cambia el tema—. Voy a extrañar tus estupideces —dice con tirria.

—Podemos seguir siendo amigos, ya que vivimos en la misma ciudad. ¿Irás a la universidad?

—Sí. Desde que se termine el verano.

—¿Qué estudiarás?

—Me gusta la enfermería, pero papá quiere que estudie medicina general, para luego especializarme en cirugía.

—¿Es en serio? —expresa emocionado—. Voy a estudiar medicina. ¡Qué casualidad! Tenemos mucho en común, Lilia.

Ella se sonroja.

—Creo que sí.

Ellos caminan por los alrededores mientras conversan acerca de sus vidas. Lilia le cuenta lo infeliz que es porque no tiene amigos y su familia la menosprecia.

Por su parte, Bratt le dice que él tenía unos padres maravillosos, pero que ahora se siente solo, dado que estos murieron junto a su tío casi dos años atrás, y que nadie en esa familia lo quiere o lo trata con cariño; por el contrario, solo buscan la manera de humillarlo.

Luego hablan acerca de sus relaciones fuera del ámbito familiar, de lo mucho que odian las reuniones y fiestas sociales, también, su desacuerdo en cuanto a los matrimonios arreglados, a los que todos los que nacen en la cúspide de Diamond están expuestos.

—Entonces nunca has tenido un novio —confirma él con una sonrisa maliciosa.

—No...

—¡No te creo! Tienes dieciocho años, deberías por lo menos haberte besado con alguien.

—Nunca me he besado —confiesa avergonzada.

—¿Nunca te ha gustado alguien? —inquiere asombrado.

—Sí, muchas veces. —Se abraza a sí misma—. Pero nunca nadie me ha cortejado y yo no me atrevería a coquetearle a un chico. En especial, después de la vergüenza que pasé a mis quince años.

—¿Qué te sucedió? —pregunta él con tono curioso.

Lilia se abraza a sí misma, como si de repente le diera frío, luego lo mira con timidez.

—Había un chico en la escuela que se me acercaba, entonces yo malinterpreté su buen trato. Me ilusioné y decidí confesarle mis sentimientos.

—¿Qué te dijo él?

—Se burló de mí delante de todos y me dijo que quien le gustaba era mi hermana, que por eso se había acercado a mí.

Bratt siente lástima por ella cuando nota que la voz se le quiebra y que los ojos se le cristalizan, por lo que asume que quedó muy afectada por aquel rechazo cruel.

—¡Qué escoria de tipo! —espeta molesto.

—Quizás yo fui muy pretenciosa. No te imaginas lo difícil que fue acercarme a él y las veces que lo practiqué. Al final, me fue peor de lo que temía.

» Lo más doloroso fue cuando él y mi hermana se hicieron novios; ella me lo restregaba en la cara. Me decía que eso me pasaba por ser gorda y fea.

—¡Ah! Creo que recuerdo a la puta de tu hermana. —Bratt se pone la mano en la boca al caer en cuenta de que habló sin pensar—. Perdón, pero es que se portó feo contigo aquella vez.

—Ah, entonces lo recordaste. —Se sonroja.

—¿El qué?

—Cuando nos conocimos...

—Ah, lo recordé ahora. —Se rasca la cabeza—. Pero el tema importante aquí es que tú no te has estrenado de ninguna manera. De lo que te estás perdiendo, Lilia. Me lo hubieses dicho antes y te hubiera presentado al tonto de mi primo. Pero ya es tarde, creo. Además, el pendejo aún es menor, así que desvirgarlo ahora sería un delito, supongo.

Lilia mira al suelo más roja que un tomate, pero también incómoda; no solo por la alusión a la actividad sexual, también porque a ella le gustaría que fuera él quien la estrenara, no su primo.

—¿Qué hay de ti? ¿Cuándo te besaste por primera vez? —inquiere curiosa.

Bratt se queda pensativo y suspira con nostalgia.

—Ese es un tema complicado. —La mira, dubitativo—. Nunca le he contado esto a nadie, aunque tampoco debería porque se lo prometí a mi amiga. Sin embargo, a veces necesito poder hablar sobre ello con alguien.

—Puedes confiar en mí, yo te guardaré el secreto.

Bratt sonríe aliviado de poder encontrar a una persona que lo escuche y hasta le pueda dar un consejo. La que siempre hace ese papel es su mejor amiga Serena, pero en este caso ella es la causa de la conversación.

—Todo empezó aquel verano, tres años atrás... —Él se relame los labios—. Mi mejor amiga de toda la vida, Serena, me invitó a pasarme las vacaciones veraniegas con ella, en el pueblo de su nana.

» Puesto que la señora se estaba retirando y ya Serena no la iba a volver a ver, sus padres accedieron a que ella se pasara esos meses allá. Los míos también me dieron permiso. Ese fue un gran verano, lleno de aventuras, libertad y diversión.

Lilia lo mira sonriente, puesto que le gusta el brillo en los ojos de él mientras relata.

—Suena bien. ¡Qué envidia!

—Fue un viaje inolvidable, en especial porque... —Bratt hace una pausa y sonríe nostálgico—. Bueno, deja ver cómo te lo cuento para que no te enredes. A mí me atraía una chica de la escuela, por lo que le iba a pedir que saliéramos, después de las vacaciones. El problema era que nunca me había besado con nadie y temía hacerlo mal.

» Es por esto que le pedí a mi amiga que nos besemos para practicar. Así ambos estaríamos listos para nuestros ligues. El problema fue que me gustó demasiado y nos pasamos todo el verano en eso. Recuerdo que íbamos al lago casi a diario solo para poder besarnos. También nos escondíamos en los rincones de la casa y debajo de la cama.

—Entonces descubrieron que se gustaban. Supongo que se hicieron novios.

Bratt se muerde el labio inferior y sonríe nervioso.

—No sucedió tal cosa. Hubiese sido muy raro porque Serena y yo somos amigos desde siempre. Tan cercanos como hermanos. Nunca nos tuvimos malicia, incluso nos bañábamos juntos y todavía dormimos en la misma cama cuando se requiere.

» Decidimos no decírselo a nadie ni volver a recordarlo. Se quedó como un secreto que guardamos en nuestro baúl de la amistad y ni siquiera debemos volver a mencionarlo.

—Ummm... —Lilia lo mira con desaprobación y se cruza de brazos—. Creo que solo estaban asustados, pero que se quieren. Incluso tu semblante cambia cuando hablas de ella; la amas y deberías decírselo. —De momento Lilia siente un poco de envidia por tan bonita relación. Se le hace similar a las historias románticas que suele leer, donde dos mejores amigos se enamoran.

Suspira con añoranza porque le gustaría experimentar algo parecido. Sería lindo que alguien la amara y que le brillaran los ojos cada vez que pensara o hablara de ella. No obstante, eso solo ocurriría en sus fantasías, puesto que ella no es el tipo de mujer que a los hombres les gusta. Ni siquiera sabe si se merece ser amada.

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