La niña mira en dirección al suelo, al tiempo en que juega con sus manitas regordetas y más pequeñas de lo regular. Frente a ella, se encuentra un hombre de ojos verdes y cabello rubio, lacio y peinado con nitidez. Todo en él denota elegancia y autoridad.
Su traje lustre y hecho por diseñadores famosos se ciñe a la perfección al cuerpo esbelto que ahora se encuentra rígido. El rostro atractivo que lo caracteriza luce desfigurado por el enojo y el disgusto.
—De mis dos hijas tenías que ser la más inservible, fea e insoportable. ¿Cómo es eso de que no te has aprendido ni un solo paso de ballet? ¡Eres la burla de la academia! ¿Cómo te atreves a avergonzarme de esa manera, Liliana?
—N-No me gusta el ballet, papá —responde ella con ojitos llorosos.
—¡Me importa un comino si te gusta o no! ¡Te harás la mejor de tu clase o estarás castigada de por vida! ¡¿Me escuchas, niña desobediente?!
Ella asiente mientras trata de retener las lágrimas, puesto que no debe llorar delante de su padre, quien no soporta a las personas débiles e inútiles.
—Ahora, lárgate de mi vista, niña fea —ordena sin mediar esas palabras que tanto daño le hacen a su hija menor.
Ese apodo con el que él la llama muy a menudo y, que su hermana mayor ha imitado, le parte el corazón y la hace sentir muy insignificante.
Ella se dirige a la cocina para ver a la única persona que le muestra afecto en esa mansión, con la esperanza de que ella haya preparado algún postre delicioso que la haga sentir mejor.
—Mi bella, Lilia, ven aquí —la invita mientras jala una silla para que la pequeña se siente—. ¿Por qué estás tan triste, mi niña? —le pregunta con voz dulce y preocupada, al notar el semblante decaído de Lilia.
—Porque papá quiere que yo aprenda a bailar ballet...
—¿No te gusta ese baile?
—No, es muy complicado. Además, todas las niñas de la clase son delgadas y muy bonitas, por lo que se burlan de mí. No quiero ir allá, la profesora me trata feo y me dice gorda.
—¿Le dijiste a tu padre?
—Sí, pero él me dijo que debo rebajar. —Se abraza a sí misma.
—Pero no estás gorda. Eres una niña, así que tu peso está bien para tu edad. Ven, te daré un pedazo de pastel que te hará sentir mejor.
La mujer le sirve una porción grande del postre y se lo pone enfrente. Cuando la niña se lo empieza a comer, siente que su tristeza mengua y el placer dulce la hace olvidarse de las palabras de su padre.
***
Años después...
Ella se mira en el espejo y sonríe, puesto que nunca se había visto tan delgada como en ese día.
A sus diecisiete años, lleva una dieta rígida con sesiones de ejercicios intensas, que la mantienen con las medidas que les exigen los diseñadores de la ropa que usa toda su familia.
Después del desayuno, el chófer las conduce al centro de la ciudad. A una distancia considerable, este vigila a las hijas de su jefe, de manera que no estén desprotegidas, pero que tampoco se sientan cohibidas.
Bajo la observación de aquel hombre entrenado, Lilia, junto a su hermana mayor, Camila; camina por todo el mall para hacer las compras por motivo del viaje que hará la primogénita de su familia al extranjero, donde estudiará su carrera universitaria.
Lilia la sigue con pasos rápidos para poder llevarle el ritmo a su hermana. Esta última compra donde quiera que se detienen, llenando a Lilia de bolsas y paquetes, mientras que ella se encarga de mirar y escoger lo que se llevarán.
Después de que Lilia le ruegue que se detengan en un quiosco que vende bebidas frías y calientes, su hermana entorna los ojos con fastidio y accede a su petición.
—El de ella sin azúcar, por favor —ordena Camila.
Lilia sorbe el capuchino de mala gana porque no soporta beberlo amargo; sin embargo, tiene que ser fuerte para poder hacer ese tipo de sacrificios que la ayudará a mantener un peso ideal y acorde a las exigencias de la familia Rocca.
Ellas empiezan su andar con café en manos, pero como es costumbre, Lilia se distrae, por tal razón choca con alguien a quien embarra con su bebida.
—¡Diablos! —espeta el chico mientras se sacude la remera.
Lilia se queda petrificada en su lugar, al reparar en la belleza de aquel desconocido que parece tener la misma edad que ella.
—L-Lo siento —tartamudea cuando despabila, entonces trata de limpiarlo con la servilleta que le dieron en el quiosco, mas eso no funciona.
—¿Lo estás disfrutando? —bromea él con una sonrisa pícara que la pone muy nerviosa.
Por un momento, se pierde en el azul de su mirada divertida y se atreve a detallar al chico que la ha dejado impresionada con su atractivo.
Sus labios sensuales forman una sonrisa ladina que llama al peligro, mientras que sus ojos celestes la escudriñan como un depredador a su presa.
—Solo te estaba limpiando... —Se muerde el labio inferior
—Yo creo que me estabas tocando —juega malicioso.
—Lilia, ¡mira lo que has hecho! —le reclama su hermana, quien llega hasta donde están ellos y no disimula su impresión con aquel desconocido, así que lo detalla como si este fuera un postre delicioso—. Disculpa... —arrastra la palabra como esperando a que él le diga su nombre.
—Soy Bratt... —responde con coquetería mientras observa a la joven mujer de arriba abajo.
Lilia los mira con decepción, puesto que otra vez su hermana se ha robado la atención del chico lindo y a ella solo le queda mirar cómo estos dos coquetean entre ellos.
—Mucho gusto, Bratt, me llamo Camila. —Le extiende la mano. Él la toma con delicadeza y le besa el dorso. De inmediato, Camila se ruboriza y le sonríe con flirteo.
—¿Cómo te llamas tú, Ojos lindos? —se dirige a Lilia, acción que sorprende a Camila, ya que su hermana menor suele ser ignorada por los chicos lindos cuando ella está presente.
Lilia se pone más roja que un tomate al escuchar el apodo, al tiempo en que las palabras se le traban en la garganta y nunca salen.
—Ella es Lilia, pero es un poco tonta. No tiene importancia que le pongas atención —espeta Camila de forma despectiva, luego lo encara coqueta—. Entonces, ¿intercambiamos números?
Bratt la mira de mala gana.
—No, gracias —responde seco y se va sin añadir más.
Tanto Camila como Lilia se quedan desorbitadas e inertes en su lugar, como reacción al rechazo directo de aquel chico, puesto que es la primera vez que Camila recibe un "no" como respuesta.
Un año después...En una villa glamurosa, donde solo las personas poderosas de Diamond pueden darse el lujo de hospedarse, un encuentro social de varios días se lleva a cabo. Allí se reúnen los hombres de negocios más influyentes junto a su familia, con la intención de pescar un buen matrimonio o por lo menos encontrar un socio ideal para hacer alianzas y negocios.Cansada de tantas etiquetas e hipocresía, Lilia camina entre los arbustos, escapando de las personas superficiales que buscan llamar la atención de su familia.—¡Mira lo que me encontré por aquí! Una hadita… —espeta un chico, a quien ella descubre tirado en la grama.Él la mira con una sonrisa socarrona mientras muerde un palito verde.—¿Por qué estás aquí? —cuestiona ella mientras se cruza de brazos.—¿Acaso es un delito estar en este lugar? En todo caso, tú también deambulas por estos lares. ¿Qué? ¿Escapando de las exigencias sociales y de todas sus pendejadas?—Creo que te conozco —dice ella mientras entrecierra los ojos
Bratt y Lilia regresan a la última celebración cuando ya el sol se ha puesto. Ellos se observan a la distancia y se sonríen con complicidad.—¿Dónde has estado, Liliana? —interpela el señor Rocca con expresión molesta.—He estado por los alrededores, papá —responde asustada.—Pues no te encontré. El señor Nisson quería volver a hablar contigo.Lilia lo mira extrañada. ¿Por qué ese señor querría hablar con ella?—¿Para qué?—Deja de ser insolente, qué te importa a ti la razón. Solo trata de ser amable cuando él te aborde y no saques a relucir lo tonta que eres.Lilia se tensa al escuchar esas palabras porque varios escenarios llegan a su mente y ningunos son agradables. Está segura de que su padre la comprometería con cualquier tipo de la élite que le ofrezca una buena alianza sin importarle su opinión ni sus sentimientos.«¿Y si ese viejo me quiere pedir como esposa?», piensa aterrada.No podría esperar más para su futuro, puesto que no es una persona interesante ni bonita; pero sí jo
Lilia se mira en el espejo y sonríe debido a las ojeras que tiene. Se siente tonta porque esa hinchazón en el contorno de sus ojos le es causa de felicidad. Pero todo se debe a que madrugó la noche anterior, gracias a que estuvo hablando con Bratt por medio de mensajes de texto.Es la primera vez que tiene ese tipo de amistad con alguien, y ha sido la razón por la que le ha subido el ánimo y la autoestima también.—Eres tan divertido y lindo, Bratt —musita mientras mira a la nada con una sonrisa tonta—. Mis momentos favoritos son los que me paso hablando contigo. ¿Te sucederá a ti lo mismo? Puede que no, de seguro tus momentos preferidos son los que le dedicas a tu mejor amiga.Ella se dirige a la cocina para desayunar, pero a medio camino se esconde porque escucha la voz de su madre, lo que significa que ella se encuentra allí.Escondida, espera a que su progenitora salga para ella poder entrar. Todo se debe a lo estricta y brusca que suele ser su mamá, en cuanto a la alimentación se
Lilia camina en medio del campus con una sonrisa en la cara que evidencia lo mucho que le agrada estar allí. El ambiente es diferente al de la secundaria, ya que nadie está pendiente a su apariencia, debido a que cada quien se encuentra ocupado en sus propios asuntos.—Hola, ¿me puedo sentar aquí? —pregunta una chica de piel mulata, ojos grises y cabello crespo.—Sí —responde Lilia con una sonrisa mientras observa con fascinación a la hermosa mulata, de cuerpo atlético y mirada firme.—Gracias —dice, al tiempo en que se coloca en el asiento que le queda de frente a Lilia.Ellas se encuentran en uno de los tantos parques y áreas de recreación del campus, donde tienen disponibles banquetas, sillas y mesas.Muchos estudiantes prefieren tender una manta sobre la grama, donde se acuestan o se sientan solos, en grupo o en parejas; mientras que otros, ocupan los asientos y las mesas, ya sea para estudiar o para comer.En ese momento, Lilia utiliza una de las mesas de hierro con detalles fino
Después de saludar a varias personas, Lilia se escabulle del gentío y se sienta en una banqueta que se encuentra al frente de una fuente gigante.Ella admira las gotas caer de forma magistral, cuyo brillo colorido le da una apariencia fantasiosa al lugar rodeado de luces de diferentes colores.Lilia suelta un suspiro del aburrimiento porque se siente fuera de lugar, entonces decide llamar a sus amigas para saber si ya llegaron a la celebración.Cuando va a teclear, escucha su nombre en boca de ellas, lo que hace que se levante del asiento de un salto, luego se voltea en su dirección; sin embargo, se queda petrificada en su lugar al vislumbrar a Bratt, quien es abrazado por Serena.La decepción logra desvanecer la sonrisa que le adornaba el rostro y los ojos se le cristalizan. No lo entiende, ¿por qué se pone tan triste de repente?—¡Aquí estás! —exclama Taís mientras llega a ella.La mirada de sorpresa de Bratt la pone nerviosa y de momento se siente muy tonta. Quizás debió advertirle
Un año después…Bratt camina con nerviosismo en medio del campus de la universidad que se encuentra en otra ciudad, decidido, aunque muerto del miedo. Sus manos tiemblan de manera involuntaria, como si todo un terremoto estuviera ocurriendo dentro de su cuerpo y todo debido a esas emociones caóticas y contradictorias que están tomando el control de él en ese momento.A los temblores se le suman el exceso de sudor, las palpitaciones fuertes de su corazón y la resequedad en la garganta. Para él, dar ese paso en su vida es demasiado difícil, ya que nunca antes se había encontrado en tal encrucijada. Lo que es de entender, pues es la primera vez que abrirá su corazón y que será sincero en cuanto a sus verdaderos sentimientos.El mareo y las ganas de ir al baño aumentan, a medida en que él se acerca al punto de encuentro. Tiene un largo tiempo sin verla en persona, desde aquella noche que lloraron abrazados por segunda vez, puesto que de nuevo se tuvieron que separar.Por tal razón, Bratt
Bratt da vueltas en la cama de su apartamento, tratando de conciliar el sueño, pero le es imposible. Se recuesta boca arriba y suspira, debido a que no logra poner en orden ni sus sentimientos ni sus pensamientos, como tampoco sus emociones.—¿Qué diablos me pasa? Me frustra lo que sucedió con Serena, pero también me frustra el no haber recordado lo que hice con Lilia. ¿Acaso me he vuelto loco? Se trata de Lilia, ¿para qué quiero recordar esa pendejada?Después de pensar en todo y no entender nada de lo que siente, Bratt se queda dormido.***Dos meses después...Lilia mira al hombre frente a ella, quien se encuentra vestido con ropa elegante, lleva el cabello castaño oscuro peinado hacia atrás y sus orbes cafés la observan con amor.—Adrián... —balbucea ella con voz trémula.—Hola, Lilia —saluda con nerviosismo.—Regresaste... —musita con alegría y un poco desorbitada.—Pero no por mucho tiempo. Me iré a Diamond.Lilia lo mira extrañada, puesto que tiene entendido que él vive en un p
La familia Rocca se reúne en una sala privada de la mansión para escuchar la noticia que Lilia les quiere dar. Tanto sus padres como su hermana mayor miran a la pareja de enamorados con asombro y disgusto, entonces el señor Rocca rompe el silencio en el que se habían sumido y mira a su hija con expresión amenazante.—¡Déjate de pendejadas, Lilia! —exclama su padre al borde del colapso—. ¡Ya te dije que no acepto estra estupidez, así que, por favor, echa a este miserable de aquí!Lilia traga pesado y toma aire, debido a que esta vez, a diferencia de todos esos años, desea ser valiente y enfrentar a su padre.—¡No lo haré, papá! ¡Amo a Adrián y contra eso ni tu ni nadie podrá decidir! Ya estoy cansada de que seas tú quien tome las decisiones importantes de mi vida, asimismo, de que me trates como a una marioneta.» ¡No, papá! ¡Ya basta de querer controlar mi existencia! Yo soy dueña de mi futuro y, por lo tanto, soy quien debe decidir qué haré con este. Mi matrimonio con Adrián es una d