Capítulo 5

Lilia camina en medio del campus con una sonrisa en la cara que evidencia lo mucho que le agrada estar allí. El ambiente es diferente al de la secundaria, ya que nadie está pendiente a su apariencia, debido a que cada quien se encuentra ocupado en sus propios asuntos.

—Hola, ¿me puedo sentar aquí? —pregunta una chica de piel mulata, ojos grises y cabello crespo.

—Sí —responde Lilia con una sonrisa mientras observa con fascinación a la hermosa mulata, de cuerpo atlético y mirada firme.

—Gracias —dice, al tiempo en que se coloca en el asiento que le queda de frente a Lilia.

Ellas se encuentran en uno de los tantos parques y áreas de recreación del campus, donde tienen disponibles banquetas, sillas y mesas.

Muchos estudiantes prefieren tender una manta sobre la grama, donde se acuestan o se sientan solos, en grupo o en parejas; mientras que otros, ocupan los asientos y las mesas, ya sea para estudiar o para comer.

En ese momento, Lilia utiliza una de las mesas de hierro con detalles finos y creativos, de color blanco. Se ha sentado allí con el propósito de almorzar lo que se compró en el comedor.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunta la morena con amabilidad.

—Liliana, pero todos me llaman Lilia. ¿Cuál es el tuyo?

—Soy Taís, es un placer.

—El placer es mío —le regala una sonrisa tímida.

—¿Qué estás estudiando? —le pregunta con curiosidad mientras mezcla una ensalada con su aderezo.

—Medicina. ¿Qué estudias tú?

—¡Oh! Entonces ambas pertenecemos a la facultad de salud. Yo estudio nutrición.

—¡Aquí estás! —Son interrumpidas por una chica esbelta, de cabellera rojiza, larga y ondulada. La joven desconocida, quien posee una hermosa mirada de color miel, se sienta al lado de Lilia, acción que la hace sentir un poco incómoda, puesto que no está acostumbrada a la cercanía de los demás.

—Te estuve buscando, pero no te hallé —le responde la morena, antes de echarse un bocado de su ensalada.

La pelirroja abre el contenido que saca de la bolsa plástica, la cual lleva el logo de una tienda, entonces empieza a comer una especie de pasta blancuzca con camarones.

—Salí más temprano de la facultad para ir a comprar esta delicia, ¿quieres? —Le extiende el tenedor en su dirección. La morena abre la boca y prueba la comida, luego de que traga le da el visto bueno.

—Oh, disculpa, ¡qué mala educada soy! —exclama la pelirroja. Lilia se queda observándola fascinada porque pocas veces conoce ese tipo de belleza rara y angelical.

Le llama la atención las facciones delicadas de la chica y las pecas que le adornan el rostro de belleza natural.

—¡Yo también! —exclama Taís—. Ni las presenté. Lilia, ella es Serena, mi mejor amiga; Serena, ella es Lilia. La acabo de conocer.

—Mucho gusto, Lilia —Serena la saluda con un abrazo que agarra a la castaña desprevenida—. ¡Qué linda eres! —Le acaricia el cabello—. Es raro encontrarme a una persona con los ojos verdes y los tuyos son hermosos —expresa emotiva mientras mira a Lilia, como si ella fuera la octava maravilla del mundo.

Lilia, por su parte, se queda estática al no saber cómo reaccionar a las palabras bonitas, ya que está acostumbrada a los maltratos y a las humillaciones.

—Muchas gracias, tú también eres muy hermosa —contesta con timidez y sonrojo.

—¡Ay, gracias! Me agradas mucho; además de linda, eres un dulce.

Lilia baja la mirada y sus mejillas se ruborizan. Se siente tan bien que le hablen tan bonito. Cómo desea ser amiga de esas chicas, pero le da pena preguntarles.

—Lilia, ¿quieres ir con nosotras a tomarnos una bebida? Lo hacemos siempre que tenemos una tarde libre —la invita Serena.

—Me encantaría —responde ella con timidez.

«Se llama igual que la amiga de Bratt», piensa mortificada, «Aunque eso no significa que se trate de la misma persona», razona.

Esa tarde, después de la última clase; Lilia, Serena y Taís se reúnen en una cafetería, donde piden capuchino con galletas. Aquel día, es el principio de una bonita amistad entre las tres.

***

Dos meses después...

Lilia regresa a Diamond junto a Taís y Serena, puesto que ellas viven en la misma ciudad. A diferencia de la castaña y la pelirroja, Taís no es parte de una familia poderosa, pero tampoco es de la clase baja.

Ella fue criada por una madrina que se dedica a ser entrenadora de fútbol, de ahí nació su amor a los deportes y al fitness.

—¡Mi niña! —exclama María cuando Lilia entra a la cocina, puesto que ese fue el primer lugar a donde ella se dirigió—. ¡Qué hermosa y radiante estás!

—Tampoco tienes que mentir, María —espeta Lilia con una risa irónica. De inmediato, la señora la mira con desaprobación y la encara con firmeza.

—No estoy mintiendo. ¿Qué es eso, mi niña? Tú eres una jovencita hermosa. Y ahora te ves mucho más linda con esa alegría que desprendes. Dime, ¿te está yendo bien en la universidad?

—¡Sí! Incluso hice dos amigas que son muy lindas e inteligentes —responde con entusiasmo.

—Me alegro mucho, mi princesa. —Ella la abraza.

Después de que ambas se ponen al día, Lilia se dirige a su habitación para prepararse, pues el motivo para ellas haber regresado a Diamond por unos días, ha sido porque las familias de la cúspide han preparado una reunión con el objetivo de presentar a sus hijos mayores de edad a posibles candidatos para el matrimonio.

Esas fiestas suelen hacerlas cada cierto tiempo, de manera que puedan crear buenos acuerdos matrimoniales. Y, dado que su hermana ya ha sido comprometida para una alianza matrimonial con un chico extranjero y muy rico, es a Lilia a quien le corresponde representar a la familia en dicha actividad.

Del grupo de amigas, Lilia es la primera en llegar a la fiesta.

Serena se ofreció a llevar a Taís, puesto que Lilia no podría porque sus padres son muy clasistas. Y, aunque Taís no es pobre, el hecho de que su origen no es de una familia reconocida en la sociedad, para el señor Rocca sería una ofensa el tener que llegar con ella a tan importante encuentro.

—¡Hola! —Lilia siente que el corazón le palpita con intensidad al reconocer esa voz que tenía mucho tiempo que no escuchaba.

—¡Bratt! —exclama, cuando al girarse para encararlo, confirma que se trata de él.

—Hola, Lilia. Estás hermosa. —Él la mira de arriba a abajo con una sonrisa.

—Gracias —responde sonrojada y le evade la mirada—. Tú te ves muy apuesto. —Se relame los labios con nerviosismo.

—Me alegra verte por aquí. Aunque odio este tipo de actividades, podemos disfrutar de la fiesta. Me causa gracia que muchos padres me quieran presentar a sus hijas con fines de alianza, mas yo me he comido a la mayoría sin tener que atarme. —Ríe divertido.

Por su parte, Lilia hace una mueca como intento de risa fingida, puesto que le molesta saber acerca de sus revolcones; sin embargo, pretende que no es así para no ahuyentarlo. Prefiere ser como un camarada para él a nada.

—Me imagino... —Ella juega con los dedos.

—Oye, ten cuidado. Por ahí andan unos buitres que buscan asociarse con tu familia a como dé lugar, y yo no te quiero ver casada aún.

—Eso no pasará. Cuando me case será por amor.

—Ustedes las mujeres son todas iguales. No entiendo cuál es el afán de casarse, pero bueno, ustedes son seres incomprensibles. Bien, fue lindo verte. Hablamos luego... —Él se rasca la cabeza como si recordara algo importante—. Cierto, perdí todos mis contactos, así que voy a necesitar el tuyo de nuevo. —Bratt saca su celular y lo abre, entonces empieza a escribir en la parte del teclado mientras ella le dicta.

«Por eso nunca más me respondió», piensa ella aliviada.

—Gracias —contesta él y se pierde entre la multitud. Por un momento, Lilia siente un vacío en el pecho y una sensación de desamparo, al verlo desaparecer de su campo de visión.

Por otro lado, el señor Rocca y el señor Nisson se reúnen en un salón aparte, donde, frente a algunos de sus hombres, hablan de negocios.

—Me parece buena idea —responde el señor Rocca, satisfecho con la oferta.

—Lo mejor es que mi nieto se lleva bien con tu hija, de alguna manera, eso hará todo más fácil.

—¿Cuándo le diremos acerca de la alianza?

El señor Nisson se queda pensativo por unos segundos, luego le responde un poco mortificado:

—Esperemos a que tengan más edad y que sus carreras estén avanzadas. Por mi parte será más difícil convencer a mi nieto, por eso debo planear bien cómo manipularlo y chantajearlo.

» Creo que lo haré con su carrera, esa es la razón para esperar a un momento crítico, al que yo pueda sacarle provecho.

—Eres un demonio, Dino Nisson. —El señor Rocca suelta una carcajada divertida—. En cuanto a mí no hay inconvenientes. Tengo bien controlada a mi hija, aparte de que para ella sería un premio casarse con tu nieto.

» Al único que hay que compadecer es al pobre Bratt, ya que tendrá que casarse con esa chiquilla tan insípida.

El señor Nisson hace una mueca de disgusto debido a que no le agrada la manera despectiva con la que ese hombre habla de su propia hija. Sin embargo, prefiere ignorar aquello porque simplemente no le importa.

—Perfecto. Firmemos una pre alianza matrimonial que nos comprometa a no hacer el acuerdo con otras personas —dice Nisson mientras extiende una carpeta en dirección a su socio.

—¡Perfecto!

Dino Nisson sonríe satisfecho por su nueva pesca, cuyo resultado a futuro le será muy beneficioso. Su plan era casar a Bratt con Serena, pero la familia Rocca es mucho más poderosa que los Bell, por lo que esa alianza le sería mucho más provechosa.

***

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