Christopher se plantó frente a Romina, con cariño tomó su barbilla y le dijo:
—Sé qué crees que tu hijo murió ese día, pero no es así, él está aquí, con nosotros. Contigo. —Los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Christopher... —sollozó ella.
Rossi pensó que sería fácil, pero pronto se vio enmarañado en todas esas conmociones punzantes que lo llevaron hasta las lágrimas.
Julián se aferró de su hija cuando escuchó lo que el señor Rossi había hecho y con valentía se contuvo sus lágrimas. Tenía que ser fuerte para sostener a su hija.
—Organicé esta fiesta para que vieras toda la vida que tu hijo entregó... —susurró Rossi frente a ella—. Tu acto de amor llenó de esperanza a todas estas familias y les dio una segunda oportunidad para ser feliz. —Le secó las mejillas humedecidas con cariño—. Y sé que tú perdiste tus esperanzas, y que un pedazo de tu corazón se fue con tu hijo... pero ahora todos sus fragmentos están aquí... y es momento de que los unas y entiendas que él vivirá para siempre...
Romy se cubrió el rostro con las dos manos y sollozó fuerte.
Lily la abrazó por la espalda y, tras ella, todos se sumaron en un abrazo familiar.
Christopher los abrazó a todos y desde su alta posición le tocó mantenerse firme, mientras todos se derrumbaban al conocer el verdadero motivo del porqué estaban allí, en esa fiesta repleta de niños felices.
Desde la distancia, el abogado de Rossi miró todo con atención, pero escogió mantenerse en las sombras.
A Romy le tomó unos minutos recomponerse. Cuando creyó que estaba lista, volvió a leer el certificado y sollozó destrozada cuando entendió lo mucho que su hijo había logrado.
Corazón, pulmón, hígado, riñones, páncreas, corneas, válvulas cardiacas, huesos, piel...
—Salvó ocho vidas —le dijo su padre—. Mi nietecito, un héroe —sollozó y Christopher le miró con cariño.
—Y mejoró la vida de casi diez niños —unió Lily, revisando el certificado.
Sollozó incontenible y cuando miró a Christopher, solo pudo echarse a sus brazos a llorar con más fuerza. Le restregó la cara mojada por sus lágrimas en su camisa fina y culpó a su fase lútea por su sentimentalismo exagerado.
Toda la familia tuvo que beber ponche de huevo para pasar las penas. Estaban todos tan sentimentales que, un poco de ponche les ayudó a calmar esos nervios.
Tras eso, continuaron con el intercambio.
—Romina, es tu turno —le dijo su padre, feliz.
Romina chilló feliz y tomó el obsequio que llevaba en su bolsa.
—Mi amigo secreto es... —dijo riéndose y causando intriga—. ¡Sasha! —gritó feliz y se acercó a ella para abrazarla fuerte y entregarle su obsequio.
—Oh, Romina, que felicidad —le dijo Sasha con su divertido acento y trabajó para abrir el envoltorio del paquetito que Romina le había llevado.
Era curiosamente pequeño.
Todos estuvieron atentos.
Apenas la mujer terminó de abrirlo, se quedó paralizada y boquiabierta.
—Mi padre me dijo lo que pasó e hice algunos arreglos para que aceleraran su proceso y...
—¡Mi residencia permanente! —gritó al ver la tarjeta y dio brincos de la felicidad.
Primero se lanzó sobre Julián, quien la abrazó cariñoso y le mostró el pulgar a Rossi. Lily se rio al ver su complicidad y, tras eso, abrazó a Romina con felicidad.
Romina le levantó el pulgar a Rossi en son de agradecimiento y Lily supo que Chris había “hecho los arreglos” para que aceleraran el proceso de Sasha.
Se rio fuerte, pero estuvo locamente complacida.
—Sasha, te toca —le dijo Lily, impaciente y miró a todos con intriga.
Sasha se rio nerviosa y tomó el obsequio que había preparado para su amigo secreto.
—Mi amiga secreta es... —Miró a todos con risitas nerviosas—. ¡Lily!
Lily chilló emocionada y aceptó el obsequio de Sasha con una gran sonrisa.
Lo desenvolvió con cuidado, puesto que le encantó el papel especial que la rusa había escogido para ella y se derritió cuando vio una agenda para notas, pero personalizada.
Tenía su nombre, su fotografía, sus frases más célebres. Un enmarcado especial de su primer número en Craze, su primera fotografía paparazzi, su legendario vestido con zapatillas y mucho más.
—¡Dios mío, Sasha, qué ocurrente eres! —chilló Lily feliz y la besó en las dos mejillas.
Lily guardó su nueva agenda en su bolso elegante y con tono juguetón dijo:
—Es mi turno. —Tomó el obsequio de su amigo secreto con mueca divertida y lo alzó para que todos lo vieran—. Mi amigo secreto es... —Puso una mueca divertida, infantil—... mi papito amado.
—Ay, mi niña preciosa —se deslumbró su padre y la recibió entre sus brazos para llenarla de besos—. Sabes que no tienes que darme nada, porque ya viniste a mi vida y soy el más feliz del mundo... las dos, me han hecho el hombre más feliz... —dijo, mirando a Romy con orgullo.
—Papito y tú me diste la vida, así que mereces todo —le dijo ella, ofreciéndole su obsequio—. Te amo.
Julián tomó su obsequio y lo agitó un par de veces. Curioso al no escuchar nada, se impacientó por abrirlo.
Encontró dos cosas, pero primero tomó los cascos especiales para aislar el ruido y enarcó una ceja.
—Lilibeth López —la reprendió él, tomando los cascos con mueca furiosa, pero luego se rio y se los puso en el cuello, a sabiendas de que le serían muy útiles.
Cuando tomó lo que estaba en el fondo, arrugó el ceño y miró el documento con los ojos llorosos.
—Papito... —le dijo ella, riéndose emocionada—. Es hora de que empieces de nuevo, en un nuevo hogar y que hagas nuevos recuerdos...
Eran las escrituras de su nueva casa, un lugar no muy lejos de Craze.
—Hija... —Él estaba emocionado.
Solo pudo abrazarla fuerte y agradecerle.
Lily le levantó su pulgar a Christopher, puesto que él la había ayudado a encontrar un comprador para su casa antigua y liquidar la deuda con el banco, pero, lo que ella no sabía era que ese comprador era él.
Por supuesto que era él.
—Aunque estoy confundido —dijo Julián y todos lo miraron divertidos—. ¿Para qué son estos cascos si voy a mudarme? —preguntó.
Lily y Chris se rieron fuerte.
—Para que vengas cuando quieras y puedas dormir bien —le dijo Lily.
Julián se rio fuerte.
Christopher se sonrojó, pero también se rio.
Cuando la celebración terminó, el señor López miró a Christopher con enorgullecimiento y, antes de que dijera algo, se le adelantó:
—Señor Rossi, usted es mi amigo secreto.
—Lo mejor siempre al final —bromeó él.
Todos se rieron de sus locuras.
Julián se plantó frente a él con firmeza y puso su obsequio en sus manos.
Era un pequeño paquete envuelto en un delicado papel negro que al señor Rossi le robó una sonrisa. Era elegante, como le gustaban.
Lo desenvolvió con prisa, como un niño pequeño en navidad.
Cuando Chris vio su obsequio, le pasó los dedos al cristal sintiendo el corazón quebrantado.
—Pensé... ¿qué puedo darle a un hombre que lo tiene casi todo? —le preguntó Julián con franqueza. Chris le miró con los ojos llorosos—. Sé que en el pasado, su familia no fue su fortaleza, así que le traje esto, para que sepa que siempre seremos su fortaleza...
—Mi familia —dijo él, con los ojos llenos de lágrimas y volvió a mirar el gran retrato que Julián había preparado para él.
No tenía idea de cómo lo había logrado, pero era una fotografía familiar. Todos estaban allí, reunidos en la sala del pent-house, incluso los hámsteres.
Su primera fotografía familiar.
—Espero que le guste —le dijo Julián con una sonrisa.
—Es perfecto —susurró él y se acercó a su suegro para abrazarlo en agradecimiento—. Mi primer retrato familiar.
—Así se empieza —le dijo Julián.
Romy se rio sarcástica.
—Cuidado, que después no podrá detenerse —bromeó Romy al recordar su antigua casa.
Estaba llena de retratos familiares. Por todas partes, incluso en el cuarto de baño.
Christopher se rio y Lily se colgó de su brazo de forma cariñosa.
Junto a él y en silencio, admiró su primer retrato familiar y supo lo feliz que eso lo hacía.
Brindaron emocionados, riéndose de sus locuras y degustaron las golosinas navideñas con efusión.
Antes de que la fiesta terminara, Christopher se acercó a Romina y con valentía le preguntó:
—¿Quieres dar una vuelta y conocer a los niños? —Romy le miró con grandes ojos.
—¿Podemos hacer eso? —preguntó ella, sorprendida—. Pensé que era ilegal, yo...
—Es la m****a más ilegal que he hecho en mi vida —se rio Rossi y Romy le miró con horror—, pero mi abogado dice que no estamos rompiendo ninguna regla —le dijo él. Romy miró al abogado que se había mantenido distante—. Nadie tiene porque saberlo. Nunca.
—Secreto —le dijo ella.
Romina se hinchó de valentía y se colgó de su brazo para aceptar su propuesta.
Rossi la llevó con los niños y con las familias para que ella pudiera ver lo mucho que su hijo había logrado, para que entendiera que su hijo vivía y viviría en esos niños por muchas generaciones.
Romina se sentó entremedio de todos esos niños, llenos de vida, risas, alegrías incontables y se desmoronó entre ellos, y lo dejó ir.
Dejó ir para siempre a su pequeño niño.
Hola, queridos lectores. Espero disfrutaran estos capítulos, son muy especiales, porque por fin Romina pudo ver lo mucho que su hijo ayudó a otros. Hay que tener un corazón muy grande para dejar ir para siempre a un hijo y empezar una vida de cero. Romina tendrá su historia de amor también y se las contaré aquí, para que todo vaya unido y gratis. Con amor Caro Yimes.
Les fue difícil dormir esa noche.Les fue difícil sobreponerse a todas las emociones a las que se habían enfrentado durante la fiesta de intercambios.Dormir fue una hazaña que terminó uniéndolos en la sala.Lily y Romy se levantaron y se encontraron con Christopher sentado junto al árbol navideño con sus luces brillantes encendidas.Parecía encandilado, perdido en sus pensamientos.—¿Amor, estás bien? —Lily lo llamó preocupada.Chris sonrió al verlas y, si bien, quiso levantarse del piso para recibirlas, ellas no lo dejaron cuando se unieron a él.La alfombra se sentía cómoda y abrigada; la chimenea encendida ayudaba y el árbol navideño con sus luces tintineantes les recordó la magia de la navidad.—No podía dormir...—Nosotras tampoco —dijo Lily y se acunó entre sus piernas con dulzura.Romy cogió un par de cojines y se tumbó junto a ellos para mirar a los hámsteres dentro de su jaula de cristal.—Creo que comí demasiados dulces —se rio Romy, sobándose la barriga y con la punta de l
Tragó duro para coger valor. —Yo... —titubeó y suspiró acomplejado.Romy enarcó una ceja, queriendo que dijera jamás.Era un hombre de porte indiscutible, con una presencia fuerte, pero sin lengua.—Me imagino que busca al señor Rossi —especuló Romy al entender que el hombre no sabía qué decir—. Está en la cocina, puedo...—No, yo... —James Dubois titubeó.Romy dio un par de pasos hacia él, buscando entender qué estaba ocurriendo.Apenas James la vio acercándose, su cuerpo la sintió como una amenaza y su voz se convirtió en un susurro que ella ya no pudo escuchar.Toda ella, con esa mirada tímida y sus labios tentadores, se lo absorbió.Lo consumió. —Si gusta, puedo ir a buscarlo y...—No —refutó James con firmeza. Romy dejó de moverse. Tenía una voz gruesa, imponente—. Estoy aquí por usted, señorita —dijo con valentía y Romy se quedó atónita unos instantes. Cuando entendió que, tal vez, corría peligro, retrocedió desconfiada y respiró fuerte cuando tuvo su mirada verde encima—. Señ
El señor López se despertó por las voces indistintas que se oían a los lejos y, curioso se levantó para ver qué estaba ocurriendo afuera.Como era semana navideña, época que él amaba, pero la que también le traía recuerdos amargos de su familia rota, se vistió con su viejo chaleco de renos, un chaleco que usaba cada año, como parte de una tradición familiar.Apenas salió de su cuarto, se encontró de frente con Sasha.—Buenos días. —Se saludaron al unísono y se rieron nerviosos.Con cierta tensión se acercaron para besarse en las mejillas.Ella vestía de blanco, muy ajena a la celebración en la que se encontraban.—¿También se despertó por los ruidos? —preguntó Julián al verla en pie tan temprano.Sasha se rio coqueta.—¿Usted también escuchó los gritos? —Ella le miró divertida—. Algo estaba pasando, pero... —Los interrumpieron mientras se preparaban para entrar al chisme.—¡Señor L, ya se despertó! —gritó Rossi al verlo en pie y lo saludó cariñoso—. Sasha, buenos días... —La besó tamb
—¿Acaso ese hombre te dijo algo, Romy? ¿Algo que te ofendió? —El señor “L” estaba a la defensiva.No iba a permitir que lastimaran a su niña otra vez.Romy le miró asustada. Siempre tenía respuesta para todo, pero no para eso.Titubeó otra vez.—¿Romy? —Lily empezó a preocuparse.Y si Lily se preocupaba, Christopher entraba en alerta.—Solo... —Los miró a todos con terror y le dio vergüenza reconocer la verdad frente a ellos, pero supo que no era normal y les dijo—: dijo que estaba aquí por... ¿mi? —Fue una pregunta nerviosa, porque ni siquiera ella estaba segura de lo que estaba diciendo.Rossi arrugó el ceño y su mueca incómoda fue tan evidente que se tuvo que levantar de la mesa.—¿Christopher? —Lily lo llamó confundida y se tuvo que levantar para ir tras él.Lo llamó otro par de veces, pero él no respondió. Iba caminando firme a su oficina.Cuando entraron a la oficina, ella le miró perpleja, pero Chris no le dio tiempo de hacer preguntas cuando levantó el teléfono para llamar a s
Dubois se preparaba para viajar a Big Sky, Montana, para pasar la navidad con una de las mujeres que se acostaba de vez en cuando.No tenía familia con la que pasar las fiestas. Acostumbraba a pasarlas solo en su apartamento o a trabajar, pero después de lo que Rossi le había dicho por la mañana, no pensaba trabajar ni un solo día.Eso le había removido algo que creía tener olvidado.Cogió la maleta y su abrigo y le dio una mirada fría a la mujer de la limpieza. Ella se quedaría allí un par de días, vigilando que todo estuviera en orden.La mujer lo vio alistándose para partir y se quedó de pie frente a la televisión, sosteniéndose en la escoba. Estaba mirando un programa de chismes que siempre la acompañaba en sus mañanas de limpieza.Dubois la miró con cierta arrogancia y rodó los ojos antes de llamar el elevador.—Las visitas están prohibidas. Eso incluye la familia —ordenó antes de que el elevador llegara.Sabía que la mujer acostumbraba a llevar a sus hijos y a sus hermanas. Se c
No sé rio en su propia cara porque no quería seguir ofendiéndola, pero la sonrisa socarrona la tuvo hasta que vio el ramo terminado.Solo allí aterrizó y tuvo que enfrentarse a la verdad, a lo que estaba haciendo.¿En serio iba a enviarle flores a Romina? ¿Con que excusa?—Un ramo de rosas julieta. No hay nada más perfecto sobre la tierra —explicó la mujer, ofreciéndole el ramo.Se marchó tras pagar y tuvo que detenerse en una cafetería para pensar con un café en la mano.El hombre más metódico del mundo, convertido en un impulsivo que abandonaba la lógica para comprarle flores a una mujer a la que ni siquiera conocía.El informe que había leído de ella no era ella. Eso era una ilusión. Algo que ya no existía.Volvió a repetirse que todo era lástima, pero la excusa que buscaba no tenía raciocinio cuando recordaba que se había enfrentado a casos más horribles y nunca había sentido nada. Mientras James se debatía y luchaba con lo que Romy había despertado en él, Christopher recibió un
James se quedó de pie frente al edificio en el que Rossi vivía.Desde la acera del frente lo miró con terror y supo que nunca había tenido tanto miedo como en ese momento.Su cliente lo había invitado a subir, con la excusa de “solucionar algunos pendientes”, pero la verdadera intención era que empezara con el pie derecho con Romina y, si todo salía bien, se quedara a cenar con ellos.Era un ganar - ganar, o al menos eso había dicho Rossi.Las dudas lo asaltaron cuando supo que, una vez allí, no tendría escapatoria.Recordó lo sucedido en la mañana y arrepentido se lamentó por haber sido tan cobarde. Se había expuesto frente a Romina como un maldito loco.En esos minutos, mientras se buscaba las pelotas que se le habían escondido por el frío y se armaba de valor para subir al pent-house de Rossi, se dijo a sí mismo que Romina solo era una mujer más a la que conquistaría como a muchas otras, y a la que llevaría a la cama para terminar con esa maldita angustia de una buen vez.Se lo dij
James se adelantó para abrirle la puerta a Romina, quien iba caminando primero y tan apresurada que James supo que lo estaba evitando.—Déjeme ayudarla —dijo, sosteniéndole la puerta.Liada, ella le miró por un instante que para él fue eterno, pero no le dijo nada. Se limitó a escabullirse hasta el elevador.Tras ella, Lily la excusó:—Discúlpela, nunca un hombre fue caballeroso con ella.James se quedó con esa frase pegada en la cabeza. ¿Caballeroso? ¿Acaso él sí?Subieron los tres al elevador sin decir ni una sola palabra.Lily iba sonriente. Sabía que la segunda visita de James no era mera coincidencia.Pero, por otro lado, Romy y Dubois estaban tensos. Ella aun recordaba su extraña visita de la mañana y él sentía que le faltaba el aire.El encierro lo obligaba a conocer el aroma de Romina y no sabía si estaba preparado para hundirse más en lo que una muchacha con estabilidad cero le estaba causando.Lily presionó la tecla de su piso y, apenas las puertas se cerraron, fijó sus ojos