Chris y Lily acompañaron a Marlene hasta el aeropuerto a las tres de la madrugada.
Cuando llegaron a su pent-house, encontraron al padre de la joven esperándolos nervioso en la sala, junto a la chimenea y la pareja de hámsteres.
—Dios, estaba muy nervioso —les comunicó el señor López en cuanto los vio llegar.
A Christopher le encantó saber que, por muy tarde que fuera, siempre habría alguien en casa esperándolos.
—Papito, le dije que llegaríamos tarde —le dijo Lily para consolarlo y se acercó para abrazarlo.
—Sí, pero estaba muy preocupado.
El señor López se aproximó para saludar a Christopher.
—Lamentamos la hora, pero teníamos que terminar todo antes de las vacaciones navideñas —le informó él.
El señor López suspiró y los miró con orgullo. Se esforzaban tanto por cumplir con cada exigencia en su trabajo que, no podía sentirse más orgulloso de ellos.
Eran la pareja perfecta. No solo románticamente, en lo laboral destacaban más cuando estaban juntos.
—¿Y ya comieron? —les preguntó preocupado.
Christopher se vio tentado por su oferta y no pudo negarse a un platillo caliente antes de irse a la cama.
—Podríamos repetir —insinuó Chris y Lily se rio.
—Un poco de tarta me vendría bien —dijo ella, sonriente y se quitó la bufanda que se envolvía en su cuello.
Aunque estaba muerta del cansancio y los ojos le pesaban, no podía negarle nada a su padre. El pobre madrugaba esperándolos. Lo mínimo que podía retribuirle era tiempo de calidad junto a él.
Se sentaron los tres a comer macarrones con queso.
—Macarrones con queso en la madrugada —dijo Chris—. Me gusta. —Tenía la boca llena.
Lily se carcajeó al ver ese niño feliz que siempre salía a relucir cuando se sentía seguro y contenido, y con dulzura le limpió la comisura de los labios.
A él le encantaba su trato cariñoso. Le curaba las penas más angustiosas con las que cargaba.
—¿Y ya tienen todo listo para mañana? —preguntó Julián, sirviendo un poco de vino blanco.
—¡Sí! —gritó Lily, emocionada porque la fiesta de intercambio llegara.
La joven miró a su prometido con mueca curiosa.
Él le sonrió cariñoso y, como no quería decir mucho al respecto, puesto que también se sentía muy ansioso, le dijo:
—Todo listo. —Levantó el pulgar en señal de positivismo.
Lily le sonrió, pero en el fondo se quedó pensativa, tratando de entender cuál era el obsequio que Chris había preparado para el intercambio y quien era su “amigo secreto”.
Se quedó abstraída haciendo cálculos en su mente, pero Chris nunca le dio ninguna señal que pudiera conducirla a la verdad.
Pensó con detalle en los últimos días, mientras se prepararon para ir a la cama.
Mientras se cepillaba los dientes, recordó que Chris no salió ni un solo día de la oficina. Nunca se escabulló en secreto o actuó extraño. Si bien, ella aún era su asistente, no le había encomendado ni un propósito especial.
Tampoco había recibido ningún paquete en casa, ni en la oficina. Entonces, ¿cuál era su regalo?
—¿Estás bien? —La pregunta de su prometido la hizo salir de sus miles de interrogantes. Ella asintió—. Estás muy silenciosa... y me resulta un poco... —La miró agudo—... sospechoso.
Lily se rio nerviosa.
Chris la conocía tan bien que, sabía cuándo algo la alteraba. Era difícil guardarle secretos.
—Solo pensaba... —respondió ella, ablandando su almohadón con sus manos, lista para meterse bajo las sábanas de seda.
Chris suspiró.
—Los libros de historia decían que, cuando una mujer pensaba, era peligroso —le dijo él con mueca intrigada—. ¿Eres una mujer peligrosa, Lilibeth López? —le preguntó.
Ella se rio y sacudió la cabeza con diversión.
—Por favor, el peligro y yo no encajamos —le respondió ella, metiéndose a la cama con su sonrisa de un hoyuelo, perfecta, según la perspectiva de Rossi.
Él se carcajeó y se acostó a su lado. La abrazó fuerte y la atrajo hacia su cuerpo.
—Para mí eres muy peligrosa, porque eres la mujer más inteligente con la que he tenido el honor de intercambiar ideas...
Con los dedos le arregló el cabello ondulado por su espalda y tocó su piel opuesta a la suya con mucha delicadeza.
La besó en la sien para tranquilizarla.
Ella se rio.
—Pensar, precisamente, no nos hace inteligentes —le respondió ella, muy sabelotodo.
Christopher se carcajeó.
—Y esa es la respuesta de una mujer inteligente que piensa —bromeó él, acunándola en su pecho.
Sabía que algo la perturbaba, pero entendía los motivos de su agónico silencio. No le preocupaba que no le transparentara sus sentimientos, le inquietaba lo que “esa preocupación” causaba en ella.
—Lo que sea que te esté molestando... —susurró él sobre su rostro—... vas a solucionarlo. Lo sé...
Lily sonrió y encontró un espacio cómodo en su pecho.
No le tomó mucho para dormirse, aun cuando sus sueños fueron terribles.
Sonó, como buena sobrepensadora, que Rossi no asistía a la fiesta familiar de intercambio. Las abandonaba porque era un juego estúpido y patético del que no quería ser parte.
Les rompía el corazón, sobre todo a ella.
—¡No es patético! —gritó al despertar, tan sobresaltada que Christopher apareció asustado por la puerta del cuarto de baño—. Tuve una pesadilla... —jadeó, tocándose el pecho.
Rossi la miró con una ceja enarcada.
—¿Pesadilla mala o buena? —preguntó él con la máquina de rasurar en la mano.
Lily se rio.
—No sé si existen las pesadillas buenas... —Ella le miró divertida, buscando un poco de alivio a lo que sentía.
Chris se rio, dejó la rasuradora sobre un mueble y se sentó en la cama, a sus pies.
—Cuando era niño, tenía una pesadilla recurrente —le dijo él con esa mirada azul fría que a ella la paralizaba. Era la consecuencia de revivir su pasado—. Era navidad y mamá venía a casa, pero su avión se estrellaba y... —Escondió la mirada.
—Dios santo, Christopher —le respondió ella al entender el sueño de un niño—. Lo siento mucho. —Dejó la cama para sentarse a su lado y abrazarlo.
—Era una pesadilla, porque mi madre moría en ella, pero era buena porque... —Chris no quería escucharse despiadado. Suspiró y le dijo la verdad, porque confiaba en ella—: Era buena porque se terminaba. —La miró con los ojos llorosos—. Mi angustia de saber si algún día vendría a casa, se acababa.
Lily acarició sus manos masculinas con suavidad. Tomó sus dedos y se inclinó para besarlo un par de veces.
—Eras solo un niño... —musitó ella, mientras él se rompió fácil y entre sus brazos—. No era tu culpa, Christopher. Nunca lo fue. —Lo besó en la cabellera en repetidas veces—. Un niño nunca será el culpable de la irresponsabilidad de los adultos. —Ella se oyó tan firme que Chris dejó de llorar y, atrapado entre sus brazos, se carcajeó, aliviado de escuchar aquello.
Era su niño herido el que buscaba respuestas a las interrogantes que no lo dejaba dormir en la noche, las que lo hacían deambular, buscando apagar esa angustia que la inseguridad de su hogar en ruinas causaba en él.
—Siempre tan sabía —le dijo acunado en su regazo y desde su lugar, la acarició en las mejillas—. Lo lamento...
—No, cariño, no tienes nada que lamentar —musitó ella, acariciándole las mejillas a medio afeitar.
—Te arruiné tu pesadilla —le respondió él con mueca entristecida.
—Sin dudas, tu pesadilla era mejor que la mía —se rio ella.
Él amaba que ella siempre encontrara el lado hermoso de las cosas, por muy horrorosas que fueran.
Se levantó con todo el ánimo que Lily encendía en él y la tumbó en la cama para besarla.
La agarró por las muñecas para controlarla bajo su cuerpo masculino y ella se carcajeó fuerte, aguantándose las cosquillas que sus besos juguetones le causaban.
—¡Ejem! —escucharon un carraspeo forzoso de fondo y cuando miraron a la puerta, grande fue la sorpresa cuando se encontraron con Romina.
—¡Romy! —gritó Lily y Chris al unísono y se levantaron emocionados de verla allí, con ellos, en casa—. ¡Viniste! —gritó Lily y se arrojó a sus brazos para llorar con ella.
Las hermanas sollozaron emocionadas de poder reencontrase después de tan difíciles semanas.
Romy miró a Chris con gesto de agradecimiento y mientras consoló a su hermana menor, le sonrió a quien todo lo hacía posible.
—Fue Christopher quien lo hizo posible —reconoció la mujer con felicidad.
Lily miró a Rossi con grandes ojos y se quedó perpleja admirándolo desde su lugar.
—En realidad, el mérito es todo tuyo —le sinceró él, aclarándole que nada sería posible si ella no hubiera puesto de su esfuerzo.
Romy se rio emocionada y no vaciló en tomarlo por la nuca para estrecharlo en un gran abrazo al que él correspondió gustoso.
El señor López no tardó en llegar y unírseles.
Él había recogido a Romina en la clínica, así que cargaba sus maletas y los libros viejos para llevarse los libros nuevos.
Rossi dejó su habitación para ayudar a su suegro y juntos llevaron todas las pertenencias de Romina al que sería su cuarto.
—¡Te encantará tu cuarto! —le dijo Lily, muy emocionada y la cogió por el brazo para mostrarle la grandeza del pent-house—. Lo decoré un poco, pero si quieres hacer cambios, Chris no tiene problemas.
Romy estuvo maravillada por lo espacioso que el lugar era. Se había acostumbrado un poco a la estrechez de su habitación privada en la clínica, pero no iba a negar que le encantaba la idea de estar en familia, con los suyos, sobre todo en esa fecha tan importante.
—Es muy... espacioso —musitó al ver su habitación—. Pero... me encanta —dijo con los ojos brillosos—. Muchas gracias...
—Yo dormiré contigo hasta que te sientas segura —le dijo Lily, puesto que se imaginaba que tanto espacio podía jugarle en contra con sus noches sin dormir.
Romy se rio y con mueca traviesa miró a Rossi y le dijo:
—No quiero robártela...
—Puedo secuestrarla mientras duermes —bromeó él y le guiñó un ojo.
—Y no es broma —respondió el señor L, con muecas divertidas—. Te compraré tapones para los oídos...
—¿Tapones? —Romy estaba confundida.
—Papá —peleó Lily con espanto y se puso colorada.
Romy se carcajeó fuerte al entender los hechos. Qué bueno era estar en casa, con su adorada y loca familia.
Sasha no tardó en unírseles y no vaciló en caminar rápido para abrazar a Romina y darle la bienvenida.
—Es muy bueno tenerla con nosotros, Romina —le dijo Sasha con su acento ruso.
Romina se recostó en su hombro y miró la belleza de su familia con los ojos llorosos.
Julián suspiró encantado y con alegría exclamó:
—¡Amo la magia de la navidad!
Todos se rieron y se reunieron en la sala, junto al árbol navideño para beber chocolate caliente y comer galletas de jengibre. Tenían mucho de lo que hablar, así que estuvieron toda la mañana entre chisme y chisme. Riéndose de cada locura que se les ocurría.
Para la tarde, todos se prepararon para el intercambio de regalos.Christopher se vistió elegante y esperó a que las hermanas López estuvieran listas.Si bien, el intercambio familiar solían realizarlo un par de días antes de la navidad, con una cena hogareña hasta la madrugada, Rossi había torcido un poco la tradición López para hacerla más a su estilo.Para esa ocasión especial, Rossi le pidió al conductor de Revues que los llevara hasta el hotel en el que se celebraría su fiesta privada.Lily nunca dudó de lo que estaba ocurriendo y, después de una noche de pesadillas, tuvo alivio al saber que Chris si había preparado algo especial.Pero todo cambió cuando llegaron al hotel y se encontraron con una fiesta infantil.Una fiesta navideña, pero infantil.La decoración era preciosa, no iban a negarlo. Un enorme árbol navideño al centro del salón atraía todas las miradas. El lugar estaba repleto de Santas, duendes y muchos obsequios, también mucha comida.Decenas de mesas bordeaban el sa
Christopher se plantó frente a Romina, con cariño tomó su barbilla y le dijo:—Sé qué crees que tu hijo murió ese día, pero no es así, él está aquí, con nosotros. Contigo. —Los ojos se le llenaron de lágrimas.—Christopher... —sollozó ella.Rossi pensó que sería fácil, pero pronto se vio enmarañado en todas esas conmociones punzantes que lo llevaron hasta las lágrimas.Julián se aferró de su hija cuando escuchó lo que el señor Rossi había hecho y con valentía se contuvo sus lágrimas. Tenía que ser fuerte para sostener a su hija.—Organicé esta fiesta para que vieras toda la vida que tu hijo entregó... —susurró Rossi frente a ella—. Tu acto de amor llenó de esperanza a todas estas familias y les dio una segunda oportunidad para ser feliz. —Le secó las mejillas humedecidas con cariño—. Y sé que tú perdiste tus esperanzas, y que un pedazo de tu corazón se fue con tu hijo... pero ahora todos sus fragmentos están aquí... y es momento de que los unas y entiendas que él vivirá para siempre...
Les fue difícil dormir esa noche.Les fue difícil sobreponerse a todas las emociones a las que se habían enfrentado durante la fiesta de intercambios.Dormir fue una hazaña que terminó uniéndolos en la sala.Lily y Romy se levantaron y se encontraron con Christopher sentado junto al árbol navideño con sus luces brillantes encendidas.Parecía encandilado, perdido en sus pensamientos.—¿Amor, estás bien? —Lily lo llamó preocupada.Chris sonrió al verlas y, si bien, quiso levantarse del piso para recibirlas, ellas no lo dejaron cuando se unieron a él.La alfombra se sentía cómoda y abrigada; la chimenea encendida ayudaba y el árbol navideño con sus luces tintineantes les recordó la magia de la navidad.—No podía dormir...—Nosotras tampoco —dijo Lily y se acunó entre sus piernas con dulzura.Romy cogió un par de cojines y se tumbó junto a ellos para mirar a los hámsteres dentro de su jaula de cristal.—Creo que comí demasiados dulces —se rio Romy, sobándose la barriga y con la punta de l
Tragó duro para coger valor. —Yo... —titubeó y suspiró acomplejado.Romy enarcó una ceja, queriendo que dijera jamás.Era un hombre de porte indiscutible, con una presencia fuerte, pero sin lengua.—Me imagino que busca al señor Rossi —especuló Romy al entender que el hombre no sabía qué decir—. Está en la cocina, puedo...—No, yo... —James Dubois titubeó.Romy dio un par de pasos hacia él, buscando entender qué estaba ocurriendo.Apenas James la vio acercándose, su cuerpo la sintió como una amenaza y su voz se convirtió en un susurro que ella ya no pudo escuchar.Toda ella, con esa mirada tímida y sus labios tentadores, se lo absorbió.Lo consumió. —Si gusta, puedo ir a buscarlo y...—No —refutó James con firmeza. Romy dejó de moverse. Tenía una voz gruesa, imponente—. Estoy aquí por usted, señorita —dijo con valentía y Romy se quedó atónita unos instantes. Cuando entendió que, tal vez, corría peligro, retrocedió desconfiada y respiró fuerte cuando tuvo su mirada verde encima—. Señ
El señor López se despertó por las voces indistintas que se oían a los lejos y, curioso se levantó para ver qué estaba ocurriendo afuera.Como era semana navideña, época que él amaba, pero la que también le traía recuerdos amargos de su familia rota, se vistió con su viejo chaleco de renos, un chaleco que usaba cada año, como parte de una tradición familiar.Apenas salió de su cuarto, se encontró de frente con Sasha.—Buenos días. —Se saludaron al unísono y se rieron nerviosos.Con cierta tensión se acercaron para besarse en las mejillas.Ella vestía de blanco, muy ajena a la celebración en la que se encontraban.—¿También se despertó por los ruidos? —preguntó Julián al verla en pie tan temprano.Sasha se rio coqueta.—¿Usted también escuchó los gritos? —Ella le miró divertida—. Algo estaba pasando, pero... —Los interrumpieron mientras se preparaban para entrar al chisme.—¡Señor L, ya se despertó! —gritó Rossi al verlo en pie y lo saludó cariñoso—. Sasha, buenos días... —La besó tamb
—¿Acaso ese hombre te dijo algo, Romy? ¿Algo que te ofendió? —El señor “L” estaba a la defensiva.No iba a permitir que lastimaran a su niña otra vez.Romy le miró asustada. Siempre tenía respuesta para todo, pero no para eso.Titubeó otra vez.—¿Romy? —Lily empezó a preocuparse.Y si Lily se preocupaba, Christopher entraba en alerta.—Solo... —Los miró a todos con terror y le dio vergüenza reconocer la verdad frente a ellos, pero supo que no era normal y les dijo—: dijo que estaba aquí por... ¿mi? —Fue una pregunta nerviosa, porque ni siquiera ella estaba segura de lo que estaba diciendo.Rossi arrugó el ceño y su mueca incómoda fue tan evidente que se tuvo que levantar de la mesa.—¿Christopher? —Lily lo llamó confundida y se tuvo que levantar para ir tras él.Lo llamó otro par de veces, pero él no respondió. Iba caminando firme a su oficina.Cuando entraron a la oficina, ella le miró perpleja, pero Chris no le dio tiempo de hacer preguntas cuando levantó el teléfono para llamar a s
Dubois se preparaba para viajar a Big Sky, Montana, para pasar la navidad con una de las mujeres que se acostaba de vez en cuando.No tenía familia con la que pasar las fiestas. Acostumbraba a pasarlas solo en su apartamento o a trabajar, pero después de lo que Rossi le había dicho por la mañana, no pensaba trabajar ni un solo día.Eso le había removido algo que creía tener olvidado.Cogió la maleta y su abrigo y le dio una mirada fría a la mujer de la limpieza. Ella se quedaría allí un par de días, vigilando que todo estuviera en orden.La mujer lo vio alistándose para partir y se quedó de pie frente a la televisión, sosteniéndose en la escoba. Estaba mirando un programa de chismes que siempre la acompañaba en sus mañanas de limpieza.Dubois la miró con cierta arrogancia y rodó los ojos antes de llamar el elevador.—Las visitas están prohibidas. Eso incluye la familia —ordenó antes de que el elevador llegara.Sabía que la mujer acostumbraba a llevar a sus hijos y a sus hermanas. Se c
No sé rio en su propia cara porque no quería seguir ofendiéndola, pero la sonrisa socarrona la tuvo hasta que vio el ramo terminado.Solo allí aterrizó y tuvo que enfrentarse a la verdad, a lo que estaba haciendo.¿En serio iba a enviarle flores a Romina? ¿Con que excusa?—Un ramo de rosas julieta. No hay nada más perfecto sobre la tierra —explicó la mujer, ofreciéndole el ramo.Se marchó tras pagar y tuvo que detenerse en una cafetería para pensar con un café en la mano.El hombre más metódico del mundo, convertido en un impulsivo que abandonaba la lógica para comprarle flores a una mujer a la que ni siquiera conocía.El informe que había leído de ella no era ella. Eso era una ilusión. Algo que ya no existía.Volvió a repetirse que todo era lástima, pero la excusa que buscaba no tenía raciocinio cuando recordaba que se había enfrentado a casos más horribles y nunca había sentido nada. Mientras James se debatía y luchaba con lo que Romy había despertado en él, Christopher recibió un