Al principio fue un viaje difícil.
Los reporteros descubrieron que dejaban el edificio en un coche que no tenían identificado y por más que se esforzaron en perseguirlo, Julián mostró sus habilidades cuando logró dejarlos atrás y desaparecer entre las avenidas.
Para Lily, fueron los veinte minutos más calurosos de su vida.
No podía negarse a los roces de Rossi, aun con su padre presente. Se sentía terriblemente descarada, pero estaba tan tensa que, las caricias húmedas de Chris solo la hicieron sentir aliviada.
No iba a negarlo. Estaba preocupada y tensa.
Su cuerpo estaba endurecido por todas las preocupaciones y los dedos de Chris se deslizaban tan gustosamente entre sus labios congestionados que, después de una noche sin poder dormir y una mañana de lágrimas silenciosas, logró relajarse y excitarse.
—Eso es, cariño, relájate —susurró Christopher en su oreja y con su mano libre la acercó a su cuerpo para que su calor la ayudara a sentirse mejor.
Lily cerró los ojos y saboreó cada caricia con una amplia sonrisa en sus labios.
Por unos instantes, Christopher la hizo sentir como si estuviera en el mismísimo cielo. Flotaba entre nubes y sus dedos largos que se ondeaban entre sus pliegues empapados.
Recostada en su pecho, con los ojos cerrados y una boba sonrisa en los labios, disfrutó de sus besos románticos en su cuello y de sus dedos atrevidos perdidos en su coño.
A dos minutos antes de llegar a la audiencia, el señor López miró a la pareja a través del vidrio retrovisor.
Sabía que las cosas estaban ardientes atrás, pero había actuado como si fuera sordo y ciego.
Bien había aprendido viviendo con ellos. Eran intensos y él no podía hacer nada para delimitar la forma en que vivían y descubrían su sexualidad.
—Señor Rossi, las manos, donde yo pueda verlas —advirtió el señor L en cuanto se acercaron al tribunal.
—Si, suegro…
Lily y su prometido se rieron cómplices y se acomodaron en el asiento como si nada hubiese ocurrido. Él fue un caballero y le arregló el vestido y los cabellos ondulados detrás de las orejas.
No quería que se bajara hecha un desastre. Quería que reluciera su belleza y que Vicky pudiera ver que no había ganado.
Lily era hermosa y exitosa por sus propios medios.
Pudieron acceder al tribunal por el subterráneo. En pocos minutos se reunieron con los abogados y, como era de esperarse, se encontraron de frente y de forma muy incómoda con Nora y el representante de Vicky.
Como Rossi había adelantado, Nora no pudo ocultar su disimulo al ver el cambio de Julián, su exesposo. Si hasta parecía otro. Sasha le subía diez puntos. Era una mujer bella y, a diferencia de ella, lucía elegante con poco.
Intentó acercarse, pero la cercanía de Sasha la ponía rabiosa y celosa.
—Se lo dije, señor L —le cuchicheó Rossi a su suegro—. Ahora pasará el resto de sus días lamentándose por haberlo dejado ir...
Los dos se rieron como dos niños traviesos.
—Sabe, hijo, ahora veo que es mejor así —dijo Julián, reconociendo por fin que nunca había estado mejor.
Sin Nora hasta se sentía libre.
—Me alegra que lo vea, suegro. —Una sonrisa conciliadora entre los dos bastó para que todo estuviera bien.
Antes de entrar a la sala, Lily le envió un mensaje de texto a su hermana, a Romy, quien continuaba recuperándose en la clínica.
Su psicólogo consideraba que no era prudente que se enfrentara a tantas emociones que revivieran su doloroso pasado, por ende, no había autorizado su presencia en el juicio contra su hermana mejor.
Y era mejor así. Romy no quería encontrarse con ella. Podía apostar que la arrastraría por los pelos.
Lily le contó los hechos antes de entrar y le prometió visitarla con toda la familia en cuanto todo terminara.
El juicio fue rápido, tan rápido que Lily apenas pudo saborearlo.
Tal vez eran los nervios que lo hicieron sentirlo así o, tal vez, fueron los abogados de Christopher que manejaron todo con tal habilidad que, Victoria ni siquiera pudo defenderse.
Cada cosa que decía, solo empeoraba su historia, su versión de los hechos. Los abogados tenían preparadas preguntas capciosas para ella y les fue fácil descubrir sus mentiras y juegos.
Quedó en ridículo frente al juez y el resto de su familia, no una vez, sino en incontables veces.
Aunque intentó dejar a Lily como la mala de la historia, como la hermana envidiosa que siempre había celado su posición en su familia, fue la declaración del padre de las López que lo cambió todo.
Julián refutó a todo lo que Victoria trató de armar y con un par de frases, destruyó sus mentiras:
—Lily siempre ha sido nuestra hija ejemplar. Estudiosa, trabajadora, centrada. —Les ofreció una sonrisa orgullosa—. A diferencia de Victoria, no necesitó de apoyo para entrar a la universidad. Harvard, Princeton, Stanford, Brown, todos la querían y con becas completas.
Rossi se hinchó de orgullo al escuchar aquello. Él lo sabía, por supuesto y no podía sentirse más fascinado.
»Victoria no. Ninguna universidad apostó por ella. Tuvo que hacer entrevistas todo el verano y solo consiguió quedar en lista de espera.
El abogado asintió con una sonrisa satisfecha. Justo a ese punto querían llegar: Lily no tenía nada que envidiarle a su hermana. Era al revés.
—¿Usted cree que es Victoria la que tiene celos de su hija Lilibeth, no al revés? —le preguntó el abogado.
—Por favor —bufó Victoria, sintiéndose expuesta.
El juez le ofreció una mirada amenazante. También Rossi, quien la aborrecía con todo lo que tenía. Por primera vez, pudo entender el significado de lo que Romy siempre decía: arrastrarla por los pelos.
A Vicky se le rompió el corazón cuando el hombre que la había criado y la había visto crecer, dijo lo que sentía:—Considero que le duele no poder conseguir las cosas por sus propios méritos, sino, que siempre ha usado su belleza u otras tácticas para conseguir lo que quiere.—¡Eres un desgraciado! —gritó Nora desde el fondo y se echó a llorar con desconsuelo.Por primera vez, a Julián no le afectó el llanto dramático de su exesposa. Fue allí cuando supo que se había desenamorado y desencantado.El hechizo había terminado.El juez puso orden y pudieron continuar tras algunos segundos de ruidos molestos.—Continúe, por favor —le pidió el juez al abogado.—Señor López. —El abogado lo miró con seriedad—. Háblenos de la dinámica entre hermanas. ¿Eran unidas, cercanas, amigas?—Solo Lily y Romy, pero siempre protegían a Victoria, incluso en la escuela, pero...Un incómodo silencio ocupó la sala. —Entonces las hermanas mayores si incluían a Victoria en la dinámica, pero... —El abogado quer
Ese era el último día de trabajo antes de que comenzaran las vacaciones navideñas.Lily tenía que terminar antes de las cinco, así que empacó todos los artículos, “El Libro”, las sesiones de fotografía pendientes de registro y las computadoras y las envió al pent-house en el que vivía con su prometido.Envió a July, porque era la única en la que confiaba y quien amaba a “Craze” con su vida. Siempre protegería el tesoro, costase lo que costase, en ese caso... El Libro.Si bien, tendrían dos semanas de descanso, en casa seguirían trabajando. Con pijamas navideños estampados, junto a la chimenea y muchas tazas de chocolate caliente y trozos de tarta, pero seguirían escribiendo, editando y preparando el número navideño.Christopher seguía encerrado en la sala de juntas, con su padre y Marlene. Discutían sobre la Semana de la moda de Alta Costura Primavera-Verano, la que se acercaba con fiereza.Los eventos eran tan rápidos y las exigencias de los organizadores tantas que, debían aclarar c
—No pienso agradecerle a una asistente que solo hace su trabajo. Le pago para eso.—Yo le pago y te exijo que le agradezcas. Ya no eres el editor en jefe y...—¡Soy el maldito dueño! —bramó Connor, fuera de sí.—Por favor, vamos a terminar, tengo un vuelo en la madrugada a París y quisiera poder llegar a tiempo —dijo Marlene, queriendo calmar los ánimos.Se estaban poniendo calientes, pero de muy mala forma.Christopher sonrió pacífico.—Por supuesto, padre, todos sabemos que eres el dueño. —Le sonrió Chris—. No necesitas gritar —le dijo—. Ser el dueño no te convierte en Dios. Puedes agradecer... No te vas a morir por decir “gracias”.Connor refunfuñó. Se levantó de su puesto y con mueca asqueada, dejó caer el sándwich que Lily le había preparado en el cesto de la basura.Lily se impresionó tanto que, se quedó boquiabierta. Recordaba algo similar en el inicio de su relación con Chris.Pudo entender entonces de donde Christopher había heredado tanto desdén y rabia.Sintió lástima por C
Chris y Lily acompañaron a Marlene hasta el aeropuerto a las tres de la madrugada.Cuando llegaron a su pent-house, encontraron al padre de la joven esperándolos nervioso en la sala, junto a la chimenea y la pareja de hámsteres.—Dios, estaba muy nervioso —les comunicó el señor López en cuanto los vio llegar.A Christopher le encantó saber que, por muy tarde que fuera, siempre habría alguien en casa esperándolos.—Papito, le dije que llegaríamos tarde —le dijo Lily para consolarlo y se acercó para abrazarlo.—Sí, pero estaba muy preocupado.El señor López se aproximó para saludar a Christopher.—Lamentamos la hora, pero teníamos que terminar todo antes de las vacaciones navideñas —le informó él.El señor López suspiró y los miró con orgullo. Se esforzaban tanto por cumplir con cada exigencia en su trabajo que, no podía sentirse más orgulloso de ellos.Eran la pareja perfecta. No solo románticamente, en lo laboral destacaban más cuando estaban juntos.—¿Y ya comieron? —les preguntó pre
Para la tarde, todos se prepararon para el intercambio de regalos.Christopher se vistió elegante y esperó a que las hermanas López estuvieran listas.Si bien, el intercambio familiar solían realizarlo un par de días antes de la navidad, con una cena hogareña hasta la madrugada, Rossi había torcido un poco la tradición López para hacerla más a su estilo.Para esa ocasión especial, Rossi le pidió al conductor de Revues que los llevara hasta el hotel en el que se celebraría su fiesta privada.Lily nunca dudó de lo que estaba ocurriendo y, después de una noche de pesadillas, tuvo alivio al saber que Chris si había preparado algo especial.Pero todo cambió cuando llegaron al hotel y se encontraron con una fiesta infantil.Una fiesta navideña, pero infantil.La decoración era preciosa, no iban a negarlo. Un enorme árbol navideño al centro del salón atraía todas las miradas. El lugar estaba repleto de Santas, duendes y muchos obsequios, también mucha comida.Decenas de mesas bordeaban el sa
Christopher se plantó frente a Romina, con cariño tomó su barbilla y le dijo:—Sé qué crees que tu hijo murió ese día, pero no es así, él está aquí, con nosotros. Contigo. —Los ojos se le llenaron de lágrimas.—Christopher... —sollozó ella.Rossi pensó que sería fácil, pero pronto se vio enmarañado en todas esas conmociones punzantes que lo llevaron hasta las lágrimas.Julián se aferró de su hija cuando escuchó lo que el señor Rossi había hecho y con valentía se contuvo sus lágrimas. Tenía que ser fuerte para sostener a su hija.—Organicé esta fiesta para que vieras toda la vida que tu hijo entregó... —susurró Rossi frente a ella—. Tu acto de amor llenó de esperanza a todas estas familias y les dio una segunda oportunidad para ser feliz. —Le secó las mejillas humedecidas con cariño—. Y sé que tú perdiste tus esperanzas, y que un pedazo de tu corazón se fue con tu hijo... pero ahora todos sus fragmentos están aquí... y es momento de que los unas y entiendas que él vivirá para siempre...
Les fue difícil dormir esa noche.Les fue difícil sobreponerse a todas las emociones a las que se habían enfrentado durante la fiesta de intercambios.Dormir fue una hazaña que terminó uniéndolos en la sala.Lily y Romy se levantaron y se encontraron con Christopher sentado junto al árbol navideño con sus luces brillantes encendidas.Parecía encandilado, perdido en sus pensamientos.—¿Amor, estás bien? —Lily lo llamó preocupada.Chris sonrió al verlas y, si bien, quiso levantarse del piso para recibirlas, ellas no lo dejaron cuando se unieron a él.La alfombra se sentía cómoda y abrigada; la chimenea encendida ayudaba y el árbol navideño con sus luces tintineantes les recordó la magia de la navidad.—No podía dormir...—Nosotras tampoco —dijo Lily y se acunó entre sus piernas con dulzura.Romy cogió un par de cojines y se tumbó junto a ellos para mirar a los hámsteres dentro de su jaula de cristal.—Creo que comí demasiados dulces —se rio Romy, sobándose la barriga y con la punta de l
Tragó duro para coger valor. —Yo... —titubeó y suspiró acomplejado.Romy enarcó una ceja, queriendo que dijera jamás.Era un hombre de porte indiscutible, con una presencia fuerte, pero sin lengua.—Me imagino que busca al señor Rossi —especuló Romy al entender que el hombre no sabía qué decir—. Está en la cocina, puedo...—No, yo... —James Dubois titubeó.Romy dio un par de pasos hacia él, buscando entender qué estaba ocurriendo.Apenas James la vio acercándose, su cuerpo la sintió como una amenaza y su voz se convirtió en un susurro que ella ya no pudo escuchar.Toda ella, con esa mirada tímida y sus labios tentadores, se lo absorbió.Lo consumió. —Si gusta, puedo ir a buscarlo y...—No —refutó James con firmeza. Romy dejó de moverse. Tenía una voz gruesa, imponente—. Estoy aquí por usted, señorita —dijo con valentía y Romy se quedó atónita unos instantes. Cuando entendió que, tal vez, corría peligro, retrocedió desconfiada y respiró fuerte cuando tuvo su mirada verde encima—. Señ