Esa noche, cuando regresaron a su pent-house, emocionados por su compromiso y con los corazones más hinchados de amor que nunca, encontraron que todo el lugar estaba en completo silencio.
Lily especuló que su padre continuaba visitando a Romy. De seguro la celebración por su divorcio exitoso lo retenían en el hospital y ella no podía sentirse más feliz por él.
Por ellos, como familia.
—Tengo una sorpresa... —susurró Chris en su oreja en cuanto atravesaron el salón principal.
Lily volteó divertida y con mueca simpática le preguntó:
—¿Más sorpresas? —Se rio—. Dios mío, no quiero ni imaginar cuando sea mi cumpleaños —bromeó.
Chris se sonrojó al escuchar aquello. Él planeaba arduamente un cumpleaños que la muchacha jamás fuese a olvidar, pero no le importaba quedar como un excesivo. Estaba enamorado y los libros de romance le decían que podía gritar su amor a los cuatro vientos.
Y así sería.
Chris tomó a Lily por los hombros y se acomodó gustoso detrás de ella. Con cuidado la guio por el salón y el comedor espacioso. Esquivaron los sofás de forma sincronizada y pasaron junto a Tronquitos Jr. y Tronca. Las mascotas dormían enrolladas en sus propios cuerpos sin forma.
Juntos se plantaron frente al cristal destrozado, pero que continuaba resistiendo. Sus fracturas se dibujaban en líneas largas, formando un bonito dibujo que les recordaba su noche de pasión.
Sobre ella y con orgullo, se podía leer una placa dorada con la palabra “confianza”.
Lily apretó el ceño al verla y se levantó en puntita de pies para estudiarla mejor. Cuando creyó comprender, volteó sorprendida para enfrentarse a él.
Christopher la estaba esperando. Le encantaba embelesarse con sus fascinantes muecas de sorpresa.
—¡Confianza! —gritó y se largó a reír cuando terminó de cerrarle el significado de la placa—. ¿Tú lo hiciste? —le preguntó enamorada.
Chris se sorprendió, pero rápido sacudió la cabeza.
—No, claro que no. —Se sentía hechizado—. Mis manos no saben hacer manualidades, solo saben firmar cheques... —se rio.
Lily se carcajeó con él y con dulzura tomó su mano masculina entre las suyas y con los ojos cerrados le besó los dedos.
—Mi amor, tus manos saben hacer muchas cosas —le respiró dulce sobre sus dedos y desde su lugar lo miró a los ojos—. Algunas cosas maravillosas —susurró traviesa.
Chris se emocionó y no vaciló en cogerla por la nuca para besarla.
—Por eso te amo tanto —musitó él atrapado en sus adictivos labios.
Podrían haber tenido un segundo encuentro, como les era usual, pero las puertas del elevador se oyeron resonando por todo el silencioso lugar y, además, Tronca los miraba desde su jaula de cristal.
Los observaba con sus brillantes ojos negros y con el hocico abierto.
De seguro estaba impactada con sus manoseos descarados.
—¡Papá, llegaste! —gritó Lily, evidentemente agitada y no vaciló en unirse a su encuentro.
—¡Tortolitos! —se rio al verlos juntos, como siempre—. ¿Y cómo les fue en la cena? —Los miró divertido. Le alzó las cejas a Chris, esperando saber la verdad, pero Lily se la dio cuando le mostró su mano—. ¡Un anillo! —gritó y los miró a los dos con excesiva felicidad.
—¡Estamos comprometidos! —chilló feliz—. ¡¿Puedes creerlo?! —le preguntó con los ojos llorosos.
Su padre quiso fingir sorpresa, pero era pésimo para la actuación.
Lily pudo entrever que su padre ya conocía la verdad y los miró a los dos, descubriendo que eran cómplices.
—Por supuesto que puedo creerlo —susurró su padre y la tomó por la mejilla con dulzura—. El señor Rossi tendría que estar loco para no querer casarse contigo, mi amor —le dijo y con firmeza miró a su yerno con una sonrisa divertida—. ¿No es así, señor Rossi?
—Por supuesto —respaldó él con la misma firmeza de la pregunta de su suegro.
No podía vacilar, no en ese momento, en el que le estaba demostrando a su suegro la clase de hombre qué era.
El señor López sonrió satisfecho y, tras eso, regresó con su pequeña niña.
—Hija, estoy muy orgulloso y feliz por ti. —La besó en la mejilla y la abrazó cariñoso. Fue cuando vio la placa dorada sobre la gran marca del cristal—. ¿La confianza? —preguntó y los miró a los dos con lio—. ¿Eso que significa? —Estaba perdido. Lily y Chris se sonrojaron y dejaron en evidencia la verdad—. ¡Oh, Dios mío! —exclamó el señor López al darse cuenta de todo. La cara se le puso roja—. No quiero saberlo... —Sacudió la cabeza.
Se negaba a saber de las andanzas sexuales de su hija. Ya le bastaba con compartir un espacio con ellos, aunque nunca dejaría de estar agradecido por la hospitalidad de ambos.
Intentaba ser lo más respetuoso posible, pero existían situaciones que, simplemente, lo superaban.
Imaginar a su hija empotrada en ese vidrio, era algo que quería quitarse de la cabeza lo más rápido posible.
—No diremos nada —dijo Lily y se pasó el dedo por los labios.
Chris se rio como un pequeño niño travieso.
A Julián le vinieron más respuestas a los hechos.
Fueron como ráfagas de realidad. «Cómo pudo ser tan ciego», se preguntó riéndose.
—Ahora sé porque se murió Tronquitos —susurró Julián y se rio al entenderlo todo. Le dio un par de palmadas a Chris en el brazo y antes de irse a la cama le dijo—: Cuídala, es el tesoro más grande que tengo.
—Con mi vida —respondió Chris con orgullo.
El señor López lo miró a los ojos con evidente emoción y al ver su mirada azul más tibia que nunca, supo que Rossi era el hombre perfecto para su hija.
No existía otro hombre que pudiera valorarla como Lily merecía ser valorada.
Como la piedra más exótica y hermosa del mundo; corrección, del maldito universo.
—Descansa, papá...
—¡Romy les mandó saludos! —gritó antes de encerrarse en su habitación.
Lily sonrió satisfecha y se quedó con el corazón tranquilo, a sabiendas de que su hermana estaba bien.
Se quedaron abrazados frente al cristal en total silencio, admirando la marca bajo las luces brillantes de toda Nueva York.
—La confianza —repitió Lily con una sonrisa bonita.
—Tu fuiste la primera y la única en confiar en mí, en todos los sentidos —susurró Christopher a su lado.
Lily lo miró con curiosidad y le regaló una sonrisa tímida.
Chris tuvo que ser valiente y confesarle algunas cosas que a veces no lo dejaban dormir tranquilo o que lo despertaban en las madrugadas:
—Llegaste a mi vida cuando todos estaban empecinados en probar que era un fracaso y que estaba destinado a serlo siempre. —Lily le contempló con angustia—. Empezaba a creérmelo, pero tu creíste en mi... tú creías en mí incluso con todo el mundo en contra... —Los ojos le brillaban por la emoción de poder decírselo en voz alta—... creías en mi trabajo como editor, en mi visión...
—Christopher... —ella hipó con las emociones a flor de piel.
Chris rompió el abrazo para plantarse frente a ella. Sus manos se envolvieron en sus mejillas y ella le obsequió esa bonita sonrisa de un hoyuelo que a él le calmaban todos sus fantasmas y tormentos.
—Quiero que esta marca nos recuerde de lo que estamos hechos... —susurró Chris y la miró con firmeza a la cara—. Tú, yo, la confianza y los troncos... —Les echó una mirada divertida a sus hámsteres—. Nunca la olvidemos, ni en nuestros peores momentos.
Lily sonrió embelesada y asintió.
—Nunca... —musitó con las emociones atoradas en la garganta.
—Prométemelo —ordenó Chris con los ojos llorosos—. Prométeme que, pase lo que pase, siempre tendrás confianza en mí.
—Siempre... —gimió ella—. Lo prometo.
Chris se aferró de ella con todo lo que tenía, incluso con sus miedos.
Podía estar seguro de que Lily lo salvaría, siempre.
Un par de días después y sin dejar de trabajar arduamente en el nuevo número de Craze, el día del juicio llegó. Ni siquiera tuvieron tiempo de pensar en ello. Estaban tan agobiados con el trabajo, los fotógrafos y nuevos catálogos de venta que, apenas pudieron recordar a Vicky o Nora. La pareja sentía calma al saber que los abogados tenían todo bajo control. Para ese entonces, los medios ya especulaban y ardorosamente, sobre el compromiso entre Lily y Rossi.La entrada del edificio en el que vivían y la entrada del conglomerado de Revues estaban atestadas de reporteros todo el tiempo. El que consiguiera la exclusiva sobre su compromiso, se llevaría el premio dorado.Los titulares de los periódicos no cesaban con especulaciones sobre su matrimonio. Algunos incluso se atrevían a inventar reuniones a las que Lily jamás asistía. Esa mañana se prepararon para el juicio. Christopher pidió un traje especial para su suegro. Negro, elegante y hecho a la medida. Aunque el señor Lopez no qu
Antes de las nueve, dejaron el pent-house, pero por el subterráneo. La entrada del edificio estaba atestada de reporteros. Ahora no solo les importaba saber la verdad de su “compromiso secreto”, sino también tener sus declaraciones sobre el juicio.—¿Cómo saldremos de aquí? —Julián pensó en voz alta, preocupado por llegar al juicio—. Pidamos un taxi, pero...—Iremos en mi coche... —Rossi presionó la llave de contacto de su coche y las luces parpadearon desde la distancia.Todos se mostraron sorprendidos. —¿Tienes un coche? —Lily corrió apuradita detrás de él, tratando de seguirle el ritmo a sus grandes zancadas.Era un hombre imponente, de casi dos metros. Ella tenía que correr para poder alcanzarlo y mirarlo a la cara. Rossi los llevó hasta su coche. Un moderno Rolls Royce de carrocería negra brillante. Era perfecto. Todos se quedaron impresionados unos instantes, intentando procesar lo que estaba ocurriendo. —¿Tienes un Rolls? —Lily estaba impactada.—Un hombre con un Rolls Royc
Al principio fue un viaje difícil.Los reporteros descubrieron que dejaban el edificio en un coche que no tenían identificado y por más que se esforzaron en perseguirlo, Julián mostró sus habilidades cuando logró dejarlos atrás y desaparecer entre las avenidas.Para Lily, fueron los veinte minutos más calurosos de su vida.No podía negarse a los roces de Rossi, aun con su padre presente. Se sentía terriblemente descarada, pero estaba tan tensa que, las caricias húmedas de Chris solo la hicieron sentir aliviada.No iba a negarlo. Estaba preocupada y tensa. Su cuerpo estaba endurecido por todas las preocupaciones y los dedos de Chris se deslizaban tan gustosamente entre sus labios congestionados que, después de una noche sin poder dormir y una mañana de lágrimas silenciosas, logró relajarse y excitarse. —Eso es, cariño, relájate —susurró Christopher en su oreja y con su mano libre la acercó a su cuerpo para que su calor la ayudara a sentirse mejor.Lily cerró los ojos y saboreó cada
A Vicky se le rompió el corazón cuando el hombre que la había criado y la había visto crecer, dijo lo que sentía:—Considero que le duele no poder conseguir las cosas por sus propios méritos, sino, que siempre ha usado su belleza u otras tácticas para conseguir lo que quiere.—¡Eres un desgraciado! —gritó Nora desde el fondo y se echó a llorar con desconsuelo.Por primera vez, a Julián no le afectó el llanto dramático de su exesposa. Fue allí cuando supo que se había desenamorado y desencantado.El hechizo había terminado.El juez puso orden y pudieron continuar tras algunos segundos de ruidos molestos.—Continúe, por favor —le pidió el juez al abogado.—Señor López. —El abogado lo miró con seriedad—. Háblenos de la dinámica entre hermanas. ¿Eran unidas, cercanas, amigas?—Solo Lily y Romy, pero siempre protegían a Victoria, incluso en la escuela, pero...Un incómodo silencio ocupó la sala. —Entonces las hermanas mayores si incluían a Victoria en la dinámica, pero... —El abogado quer
Ese era el último día de trabajo antes de que comenzaran las vacaciones navideñas.Lily tenía que terminar antes de las cinco, así que empacó todos los artículos, “El Libro”, las sesiones de fotografía pendientes de registro y las computadoras y las envió al pent-house en el que vivía con su prometido.Envió a July, porque era la única en la que confiaba y quien amaba a “Craze” con su vida. Siempre protegería el tesoro, costase lo que costase, en ese caso... El Libro.Si bien, tendrían dos semanas de descanso, en casa seguirían trabajando. Con pijamas navideños estampados, junto a la chimenea y muchas tazas de chocolate caliente y trozos de tarta, pero seguirían escribiendo, editando y preparando el número navideño.Christopher seguía encerrado en la sala de juntas, con su padre y Marlene. Discutían sobre la Semana de la moda de Alta Costura Primavera-Verano, la que se acercaba con fiereza.Los eventos eran tan rápidos y las exigencias de los organizadores tantas que, debían aclarar c
—No pienso agradecerle a una asistente que solo hace su trabajo. Le pago para eso.—Yo le pago y te exijo que le agradezcas. Ya no eres el editor en jefe y...—¡Soy el maldito dueño! —bramó Connor, fuera de sí.—Por favor, vamos a terminar, tengo un vuelo en la madrugada a París y quisiera poder llegar a tiempo —dijo Marlene, queriendo calmar los ánimos.Se estaban poniendo calientes, pero de muy mala forma.Christopher sonrió pacífico.—Por supuesto, padre, todos sabemos que eres el dueño. —Le sonrió Chris—. No necesitas gritar —le dijo—. Ser el dueño no te convierte en Dios. Puedes agradecer... No te vas a morir por decir “gracias”.Connor refunfuñó. Se levantó de su puesto y con mueca asqueada, dejó caer el sándwich que Lily le había preparado en el cesto de la basura.Lily se impresionó tanto que, se quedó boquiabierta. Recordaba algo similar en el inicio de su relación con Chris.Pudo entender entonces de donde Christopher había heredado tanto desdén y rabia.Sintió lástima por C
Chris y Lily acompañaron a Marlene hasta el aeropuerto a las tres de la madrugada.Cuando llegaron a su pent-house, encontraron al padre de la joven esperándolos nervioso en la sala, junto a la chimenea y la pareja de hámsteres.—Dios, estaba muy nervioso —les comunicó el señor López en cuanto los vio llegar.A Christopher le encantó saber que, por muy tarde que fuera, siempre habría alguien en casa esperándolos.—Papito, le dije que llegaríamos tarde —le dijo Lily para consolarlo y se acercó para abrazarlo.—Sí, pero estaba muy preocupado.El señor López se aproximó para saludar a Christopher.—Lamentamos la hora, pero teníamos que terminar todo antes de las vacaciones navideñas —le informó él.El señor López suspiró y los miró con orgullo. Se esforzaban tanto por cumplir con cada exigencia en su trabajo que, no podía sentirse más orgulloso de ellos.Eran la pareja perfecta. No solo románticamente, en lo laboral destacaban más cuando estaban juntos.—¿Y ya comieron? —les preguntó pre
Para la tarde, todos se prepararon para el intercambio de regalos.Christopher se vistió elegante y esperó a que las hermanas López estuvieran listas.Si bien, el intercambio familiar solían realizarlo un par de días antes de la navidad, con una cena hogareña hasta la madrugada, Rossi había torcido un poco la tradición López para hacerla más a su estilo.Para esa ocasión especial, Rossi le pidió al conductor de Revues que los llevara hasta el hotel en el que se celebraría su fiesta privada.Lily nunca dudó de lo que estaba ocurriendo y, después de una noche de pesadillas, tuvo alivio al saber que Chris si había preparado algo especial.Pero todo cambió cuando llegaron al hotel y se encontraron con una fiesta infantil.Una fiesta navideña, pero infantil.La decoración era preciosa, no iban a negarlo. Un enorme árbol navideño al centro del salón atraía todas las miradas. El lugar estaba repleto de Santas, duendes y muchos obsequios, también mucha comida.Decenas de mesas bordeaban el sa