El organizador entrevió en Lily la humildad de una muchacha con grandes sueños, pero también con temor de cumplirlos. Se imaginó que no había vivido una vida fácil y que los sueños llamando a su puerta desestabilizaban todo su mundo.
Lo ponían en caos.
—Nunca he ocultado un secreto tan grande —siseó ella y miró a Chris y al organizador del evento con pánico—. ¿Cómo voy a decirle al mundo qué...? —No supo cómo continuar, porque ni siquiera ella se lo creía.
—¿Qué? —Chris trató de que continuara hablando.
Lily se tomó el agua con hielo de golpe.
—¿Cómo voy a decirle al mundo que “La chica del momento” y “Petit Diable” son la misma persona? —Se tocó las mejillas con las manos.
Chris se rio y puso su mano en su hombro para darle consuelo.
—¿Lo dices por qué el mundo no está preparado para tanta grandeza? —le preguntó enamorado.
Ella se rio y negó.
—No, tonto —se rio más calma y cuando entendió lo que el hombre trataba de decirle, lo miró con enamoramiento—. ¿Eso crees? —Le miró con los ojos brillantes.
Chris alcanzó a acariciarle la mejilla antes de que el organizador carraspeara y les recordara de su presencia.
Él también estaba allí. Era una reunión de negocios.
—Mis disculpas —dijo Chris con seriedad y regresó a ser el editor en jefe formal que Lily admiraba.
Por debajo de la mesa y sin que el organizador lo notara, puso su mano sobre el muslo de Lily. Era su forma cariñosa de decirle que “estaba con ella”.
—Señorita López, aún tiene tiempo para decidir cómo quién se presentará en el evento. Sí como la fabulosa Chica del momento, o como la inspiradora Petit Diable.
Para sus adentros Lily entró en un gran debate: ¿Fabulosa o inspiradora?
¿Qué quería ser?
¿Qué anhelaba representar?
¿Quién era verdaderamente Lilibeth López? ¿La chica del momento o Petit Diable?
Lily suspiró y asintió.
Tras eso, le tocó ocupar el papel de asistente y registró en su moderna tableta todos los puntos tratados en la reunión. También usó su agenda, donde registró futuras reuniones con los organizadores del evento.
Sin dudas, Christopher tendría una semana agitada.
Por primera vez Craze había conseguido un lugar en el evento. Antes siempre se lo otorgaban a King, su competencia más directa.
Mientras Rossi y el organizador británico hablaron de sus vacaciones pasadas en la península itálica, algo que Lily jamás había disfrutado y de lo que no podía opinar, aprovechó del tiempo para pedir citas para su jefe: barbería, sastrería, mesas en restaurantes en rascacielos; gimnasio, masaje, estilista.
La reunión terminó cerca de la medianoche. Se despidieron de forma amigable y en el coche en el viaje de regreso a su pent-house, Chris encontró que era el momento perfecto para hablar con Lily sobre la situación de Sasha.
—El embajador fue un poco exigente. —Chris se mostró complicado.
Lily fue inocente.
—¿Quiere que realice el papeleo de nuevo? —preguntó creyendo que todo sería legal—. Eso podría tardar meses...
Chris sonrió y con calma le dijo:
—Este es el mundo oscuro, cariño, aquí no te permiten hacer un papeleo por tercera vez sin algo a cambio.
—¿Algo a cambio? —preguntó ella con los ojos brillantes. Chris asintió—. ¿Dinero? —insistió. Él movió la cabeza—. ¿Cuánto dinero?
—Seis cifras.
Lily suspiró y se mostró rendida.
No tenía ni un solo centavo.
—Creo que papá tiene una cuenta de retiro, tal vez podemos usar ese dinero y...
—Es el retiro de tu padre, no me parece justo —le dijo él con calma—. Además, es mi empleada.
Lily le miró con caos.
—Christopher, ya has perdido mucho dinero por mi culpa, deja que mi papá use su fondo de retiro. De seguro Sasha encontrará una forma de pagarle.
—Mi amor...
—Christopher —le refutó ella con firmeza—. Por favor, deja que nosotros ayudemos a Sasha. Ya nos has ayudado mucho.
—Lily...
—Por favor, Chris, prométemelo —pidió ella con los ojos brillantes.
Él entrecerró los ojos. Nunca había prometido algo así.
Con una sonrisa traviesa le dijo:
—Dejaré que tu padre use su dinero para pagar la estadía de Sasha. Prometo no involucrarme en eso.
—Gracias —le respondió ella y le besó la mejillas.
Christopher asintió y ella se mostró dulce y agradecida por su comprensión.
Llegaron al pent-house tarde. El padre de Lily los estaba esperando con la ansiedad a mil.
Lily se quedó con él en la sala para explicarle sobre la situación de Sasha y el hombre estuvo de acuerdo en pagar su estadía con su fondo de retiro.
Sasha huía de una vida difícil en Rusia. Enviarla de regreso era cruel y él no estaba dispuesto a hacer algo así.
Al otro día, el señor López se levantó a primera hora para solicitar un cheque con todo su dinero ahorrado para su retiro.
Regresó al pent-house a tiempo para entregárselo al señor Rossi. Él se encargaría de cerrar el acuerdo con el embajador, quien trabajaría para que Sasha tuviera su visa sin problemas y pudiera quedarse en el país de forma permanente.
Christopher lo recibió sin decir nada y lo guardó en su saco.
Respetó la decisión de Lily; la estadía de Sasha en el país sería pagada por su familia, pero tras terminar de reunirse con el avaricioso embajador, llamó a su abogado y solicitó una transferencia del triple del dinero para la cuenta de retiro del señor López.
Cuando el señor López fue notificado por su garantizadora de todo el dinero que acababa de recibir, no dudó en llamar a su hija y contarle la verdad.
Al enterarse de los hechos, Lily corrió con desespero a la oficina de su jefe.
Solo existía alguien en el mundo capaz de hacer algo así: Christopher Rossi.
—Christopher... ¿Qué hiciste? —le preguntó con la respiración entrecortada.
Confundido, él se quedó con la boca llena de frituras y apenas pudo tragar.
Con la boca llena le dijo:
—Pedí papas fritas sin decirte... —La mirada era la de un niño cometiendo una travesura—. Ojalá las empleadas no me vean o tendré que cambiar las reglas del manual. —Masticó rápido—. Ya sabes, la regla 13, la que dice que se prohíben los carbohidratos...
Ella negó y cerró la puerta de la oficina para hablar más privado.
—Le transferiste dinero a mi padre, a su fondo... mucho dinero —jadeó alterada.
Él sonrió.
—Ah, eso... —musitó y se tragó todas las papas de forma ruidosa.
—Me prometiste que no lo harías —refutó ella con el corazón en descontrol.
Chris se rio y se levantó de su asiento. Dio pasos firmes y lentos hacia ella, algo que la hizo sacudirse nerviosa en su puesto.
—No, mi amor, yo no te prometí eso —le refutó firme—. Mi promesa fue y cito textual: “Dejaré que tu padre use su dinero para pagar la estadía de Sasha. Prometo no involucrarme en eso”.
Lily le miró con las cejas en alto. Movió la cabeza, exigiéndole una explicación.
Chris se rio y le dijo:
—Yo nunca prometí que no usaría mi dinero para pagar el fondo de retiro de tu padre. Son dos cosas diferentes.
Había una sonrisa traviesa, incluso infantil en sus labios. Los ojos azules le brillaban con calidez, como un cielo de verano.
Lily estaba exasperada, pero no pudo negar que esa sonrisita tierna le quitó todo pesar.
Se rio cuando entendió su actuar y no pudo evitar cerrar todo el espacio que los dividía para estrecharlo en un apretado abrazo.
—Eres un...
—¿Maravilloso hombre al que amas con locura? —Unió él y la sostuvo firme por la cintura para poder mirarla a la cara—. Vamos, dímelo... —Se mostró arrogante.
Ella se rio, más cuando le vio la comisura de los labios llenas de la sal de las frituras.
Se las limpió con dulzura y lo miró a los ojos.
—Eres el hombre más increíble que conocí en mi vida... y sí, te amo con locura —le dijo ella, sin vacilar ni una sola vez.
Algunos días después, Lily visitó a Romina en el hospital psiquiátrico; le llevó algunos obsequios que sabía que la harían feliz: ropa nueva, libros y golosinas navideñas; Romy sintió un poco de congoja al entender que la Navidad estaba cerca y que no la pasaría con su familia como cada año.Lily supo de inmediato lo que la estaba atormentando.—Sabes que estaremos aquí... —Lily le dijo con una dulce sonrisa—. Nunca te abandonaríamos...—¿Vendrías con un pavo? —se rio Romy.Lily se carcajeó.—No me subestimes, Romina —dijo Lily con firmeza—. Con un pavo y ponche de huevo; incluso secuestraría al maldito santa con tal de verte feliz.Romina se carcajeó. Podía sentir que su hermana hablaba en serio. No pudo evitar imaginándosela, secuestrando a Santa.—Sabes que ya dejé de creer en esas cosas...—¿Por fin? —bromeó Lily—. Dios, ya era hora... tienes como treinta años y crees en santa, el maldito ratón de los dientes y el coco...Romy se carcajeó.Se hizo un ovillo y se recostó en el rega
Los días siguientes, Christopher y Lily trabajaron arduamente en los números que debían lanzar. Tenían una sobrecarga de trabajo que les imposibilitó dejar las dependencias de Craze.Trabajaron de sol a sol y, unas cuantas veces, el señor “L” los visitó para llevarles el almuerzo.Al señor López no le gustaba la idea de que su hija y el señor Rossi se la pasaran comiendo comida envasada, así que, en casa y con la ayuda de Sasha, les preparaban la famosa “vianda”.Ese día, no fue la excepción. El padre de Lily llegó y sin pizca de vergüenza, con arroz, frijoles y pollo; una limonada casera de sandía y un postre de natilla dulce que Rossi miró con curiosidad.Christopher pudo apostar que nunca había visto una comida tan contundente, pero, apenas la tuvo en frente, la boca se le hizo agua.Llevaba unos cuantos días comiendo frituras, comida china aceitosa y ensalada césar.Un poco de comida casera le venía bien.Partió a lavarse las manos para comer más a gusto el pollo y cuando regresó,
Cuando las labores terminaron al final del día y a medida que los trabajadores fueron retirándose al caer la noche, Christopher le pidió a July en registro de la correspondencia. Necesitaba saber dónde estaba la invitación y la carta que el Chambre Syndicale de la Couture había enviado para su escritora anónima. Para la sorpresa de todos, July descubrió que el registro había sido adulterado. Le habían arrancado una página completa al libro de recepción y las sospechas del editor en jefe se prendieron con fuerza. —¿Quién pudo hacerlo? —preguntó Lily, tensa.A Christopher le pasaron muchas ideas por la cabeza, pero no quiso arriesgarse a realizar acusaciones sin tener pruebas sólidas con las que respaldar sus inculpaciones.—Es un delito, así que no pudo ser cualquiera... —razonó Chris.Lily le miró con lio.—¿A qué te refieres? —Tuvo una extraña sensación.Chris le dedicó una mueca.—Se arriesgó, aun sabiendo que podríamos denunciarlo. —Hizo una pausa y señaló las cámaras de segurida
Llegar al pent-house fue caótico.El elevador les trajo recuerdos vivaces de lo que había ocurrido en los inicios de su tensa relación y, por supuesto, se agitaron aún más.Aunque se esforzaron por mantener las manos quietas, les fue difícil no tocarse.Cuando Chris vio que estaban llegando a su piso, se volvió loco y rasgó la falda de tela roja que Lily vestía.Ella chilló excitada por la locura del hombre. No podía negar que sus arrebatos de animal la estaban volviendo loca.Con el culo al aire, Chris se la cargó en el hombro otra vez.Le propinó una gran nalgueada antes de que las puertas se abrieran y, para su mala suerte, apenas atravesaron la recepción de su hogar, se encontraron de frente con el Señor “L”.Chris se paralizó cuando vio a Sasha y al padre de su novia compartiendo la cena. Lo peor era que los estaban esperando.Su única reacción fue taparle el culo a Lily con su gran mano.Todos compartieron una sonrisa incómoda, excepto Lily, quien colgaba por la espalda del fuert
Christopher se terminó de desnudar. Estaba erecto desde que habían salido de las dependencias de Revues. Puso su polla entre sus manos atadas y se masturbó entre ellas sin dejar de mirarla a los ojos.A Lily le encantaba lo imaginativo que era. Siempre encontraba una forma de masturbarse con cualquier parte de su cuerpo. Todas le resultaban seductoras cuando se trataba de ella.Su piel era suave y su carne siempre lo recibía con gusto.Si alguien le hubiera hablado a Christopher Rossi de los placeres de la carne, se habría declarado carnívoro mucho antes.Sentía que, hasta ese momento solo había vivido de las sobras, pasando hambre con mujeres delgadas, pero no bonitas.Lily no era delgada, pero, m****a, era hermosísima.Le metió un dedo en la panti negra que vestía y la rasgó lentamente, sintiendo como el hilo se rompía al jalarla más y más.Lily sonrió traviesa cuando supo lo que estaba haciendo. No tuvo que mirar, solo sentir. Sus dedos despedazaron los hilos de sus pantis elegantes
Rossi se hundió en ella otra vez. Lo hizo con los ojos cerrados, sintiendo las cosquillas en todo su largor. Se aferró de su cintura clavándole los dedos y la embistió con fuerza.Los roces se tornaban cada vez más intensos, porque su centro también se contraía y eso lo orillaba más al orgasmo.Se detuvo cuando decidió que no estaba listo para correrse. Abandonó su interior de golpe e inhaló profundo para calmarse.Por encima de su hombro y en esa posición seductora, Lily lo miró con la boca abierta.Tenía la mirada más oscurecida que de costumbre y las mejillas sonrosadas por lo impetuosa que se sentía. Su corbata marina aún estaba envuelta en su cuello, entrelazada con sus cabellos castaños.—Te ves perfecta con mi corbata.... —susurró él y con suavidad la liberó para que pudiera respirar mejor.Lily se rio y se acarició el cuello con los dedos.Se puso de pie y pasó sus manos atadas hasta su nuca. Lo envolvió seductoramente y lo atrajo hacia ella. Compartieron un beso lento y profu
Christopher se despertó un par de horas después.No pasaba de la media noche. Supo que su suegro no tardaría en regresar cuando revisó su teléfono móvil y vio las compras que había realizado con su tarjeta.Sonrió satisfecho al ver que su suegro había tenido una velada maravillosa junto a una bonita mujer rusa y adormilado por la intensa noche, se levantó para llevar a Lily a la cama.No quería que su padre la encontrara desnuda en el sofá de la sala.Con mucho cuidado la llevó entre sus brazos. Se preocupó de que no se despertara.La arrulló en la cama con suavidad y se puso un batín en la espalda para organizar todo el lugar.Buscó papel para limpiar el piso del salón. Arregló los cojines del sofá y recogió todas las prendas despedazadas de la alfombra.Guardó la camisa de Lily para pedirle a su estilista que buscara el mismo modelo. Sabía lo mucho que le gustaba y pensaba comprarle una docena de todos los colores existentes.Tras eso, botó la lampara despedazada a la basura y revis
Lily viajó hasta el hospital en el que su hermana se recuperaba en cuanto recibió su llamada.Consideró que no era prudente hablarle de algo tan delicado por teléfono, así que le prometió una charla abierta entre hermanas.Pasó por algunos pastelitos para no llegar con las manos vacías y llamó a su padre para ponerlo en alerta.Padre e hijas se reunieron en ese lugar que se había convertido en su segundo hogar.Romy estaba esperándolos. Deambulaba por el cuarto con ansias, aunque había hecho grandes esfuerzos por controlar sus crisis.Había preparado su cuarto amplio para ellos. Eso les dio gusto a sus familiares. Cada vez sentían que su recuperación avanzaba.Cuando se pusieron todos cómodos alrededor de la mesa, Lily sirvió los pastelitos y preparó chocolate caliente. Romy repartió los malvaviscos.—¿Te sientes traicionada por qué Lily no te contó la verdad? —le preguntó su padre.La dinámica entre las hermanas era muy profunda. Su padre creía que, tal vez, Romy se sentía traicionad