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Llegar al pent-house fue caótico.

El elevador les trajo recuerdos vivaces de lo que había ocurrido en los inicios de su tensa relación y, por supuesto, se agitaron aún más.

Aunque se esforzaron por mantener las manos quietas, les fue difícil no tocarse.

Cuando Chris vio que estaban llegando a su piso, se volvió loco y rasgó la falda de tela roja que Lily vestía.

Ella chilló excitada por la locura del hombre. No podía negar que sus arrebatos de animal la estaban volviendo loca.

Con el culo al aire, Chris se la cargó en el hombro otra vez.

Le propinó una gran nalgueada antes de que las puertas se abrieran y, para su mala suerte, apenas atravesaron la recepción de su hogar, se encontraron de frente con el Señor “L”.

Chris se paralizó cuando vio a Sasha y al padre de su novia compartiendo la cena. Lo peor era que los estaban esperando.

Su única reacción fue taparle el culo a Lily con su gran mano.

Todos compartieron una sonrisa incómoda, excepto Lily, quien colgaba por la espalda del fuerte hombre y no sabía lo que estaba sucediendo; con las mejillas enrojecidas, Christopher les dijo:

—Si me disculpan unos minutos.

Rápido y sin que su suegro viera más o hiciera preguntas incómodas, se escabulló hasta el cuarto principal, el que compartía con Lily cada noche.

Lily alcanzó a levantar la cabeza y gimió despavorida cuando vio a su padre y a Sasha sentados en la mesa, con muecas horrorizadas mientras los veían desaparecer en su habitación.

Christopher la tumbó en la cama, se arrancó la corbata y desarmó su nudo con habilidad. Tras eso, y sin decir ni una sola palabra, se acercó a ella, se le montó a horcajadas y la maniató con su corbata.

Ella solo pudo pensar en lo que su padre había visto, pero él no estaba dispuesto a que nadie les arruinara esa noche de locura.

—Regreso en cinco minutos —le dijo y la agarró por los muslos, la deslizó por la cama, con la falda despedazada atrapada en las caderas—. No te muevas —susurró sobre sus muslos níveos, pasándole la lengua por esa piel que adoraba morder.

—Pero... —Lily intentó refutar, pero él rápido salió por la puerta—. Mi padre... —hipó Lily, nerviosa—. Qué vergüenza —se lamentó.

No le quedó de otra que quedarse allí, tumbada en la cama, maniatada, esperando a que él regresara.

Chris se calmó un poco antes de enfrentarse a su suegro. Iba totalmente revolucionado, podía sentir la respiración agitada y las ansias de sexo prendidas en su piel. Se acomodó la erección en el pantalón para disimular.

Apenas su suegro lo vio aparecer por el salón, le preguntó:

—¿Van a cenar?

Chris sonrió nervioso y con cortesía miró a Sasha.

Con disimulo se acercó a su suegro, pero él no parecía entender que quería hablarle en privado, sin la mirada acusatoria de Sasha.

—¿Podemos hablar en privado unos minutos? —le preguntó Chris a su suegro.

El señor López siempre tenía tiempo para él. Era su hogar, le había abierto las puertas y también las de su corazón, era correcto siempre estar a su disposición.

—¿Pasa algo malo? —El padre de Lily se mostró preocupado en cuanto se alejaron lo suficiente para hablar a solas.

Chris frunció los labios. No sabía cómo decirle lo que estaba sucediendo sin ofenderlo. Se iba a follar a su hija mientras ellos cenaban. No le parecía correcto que la oyeran gemir mientras ellos disfrutaban del pan.

—¿Puedo pedirle un favor? —Chris necesitaba que se fueran.

No quería parecer descortés. Aun cuando ese era su pent-house y podría haberlos sacado a todos a patadas.

—El que quiera. —El padre de Lily seguía confundido.

Chris le ofreció su tarjeta de crédito: Black Centurion de American Express.

Para el señor “L” solo fue una tarjeta más. Ni siquiera sabía del poder que el señor Rossi le estaba ofreciendo.

—Podría llevar a Sasha a un lugar más romántico, a cenar, a pasar la noche... rentar un yate o...

Su suegro se rio fuerte y le dio un par de palmaditas en los brazos para tranquilizarlo. Christopher se quedó consternado ante su buen humor.

—Hijo, si le preocupa que yo escuche algo... —le dijo riéndose con tono picarón—, no se preocupe... los escucho todas las noches, ya estoy acostumbrado —le aseguró. Chris se quedó perplejo. El señor “L” les dio unos cuantos golpes a los muros—. Lindos muros, muy elegantes, pero pésima aislación —bromeó.

Chris estaba pálido. Al Señor “L” le dio más gracia verlo tan afectado.

»Nos iremos ahora, no se preocupe —le dijo cuando Christopher no tuvo las palabras correctas para responderle a su suegro—. Solo dígame una cosa... ¿Quiere que pase la noche afuera o?...

—No es necesario —le interrumpió Christopher con los ojos brillantes.

Su suegro le miró divertido.

—¿Me da tiempo para cenar e ir al cine? —El señor López jugueteó.

Chris le miró ofendido. Si hubiera estado hablando con otro hombre, le habría dicho que necesitaba más de una noche, pero era su suegro y las cosas relacionadas al ego sexual se terminaban al recordarlo. 

—No sé si sea correcto que responda eso... —Los dos se miraron con intensidad—. Digo, usted es su padre y...

El señor “L” se rio otra vez, más fuerte que antes.

—Hijo, disfrute de su noche, no se preocupe por mí.

Le dio una palmada en la mejilla y tras guiñarle un ojo, aceptó la tarjeta de crédito y se fue con Sasha.

Christopher suspiró aliviado; se aseguró de que cogieran sus abrigos y que el elevador se marchara.

Solo allí, cuando estuvo seguro de que estaban solos, regresó con Lily.

Ella seguía en donde la había dejado. Maniatada y con esa carita bonita que a él tanto le encantaba.

En cuanto la vio, ella le regaló una sonrisa de un solo hoyuelo y él rugió enloquecido.

Se quitó el saco con habilidad y como no tenía tiempo para los botones, se despedazó la camisa con las dos manos, rugiendo salvaje y sacando la lengua para mostrarle a ella su transformación.

Lily se carcajeó tan fuerte que sintió que se orinaba.

Tras eso, vinieron los pantalones. Los zapatos volaron por el aire. Uno rompió una pequeña lámpara elegante, pero nada lo detuvo. Estaba tan sumergido en su personaje que, se acercó violento a ella y la olfateó completa.

Ella se rio al tener su nariz escarbándole en todas las partes sensibles, la barba crecida pinchándole y su lengua saboreándola.

Con los dientes le rompió los cierres elegantes de su camisa femenina. Ella intentó pelear, pero estaba maniatada y tuvo que seguir el ritmo alocado de sus juegos.

—Realmente me gustaba esta camisa —le dijo ella, entristecida de verla hecha añicos entre sus garras—. Eres un lobo muy malo...

—Este lobo puede comprarte mil camisas si quieres —musitó él sobre sus senos cubiertos por el sujetador.

Ella suspiró fascinada.

Lily lucía un bonito sujetador de encaje delgado. Él le mordió los pezones por encima de la tela para provocarla y terminó de arrancarle la falda ya despedazada que le había quedado atrapada en las caderas.

Lily vio su atuendo elegante destrozado por la locura de un hombre y le encantó.

Si alguien le hubiera dicho que Dios le mandaría un nombre que se la follaría como ella lo necesitaba, de seguro ese no hubiera sido Dios.

Un hombre que la trataba como Chris la trataba en la cama, no era un enviado divino.

Eso era algo más... infernal.

Podía sentir las llamas sobre su piel cuando estaban juntos. Tenía siempre tres puntos que bien sabía equilibrar. Uno delicado, uno al punto y uno salvaje. Últimamente prefería el salvaje.

Lila Steph

Hola, ayer no tuve oportunidad de venir a subir capítulos, por eso hoy dejé dos. Muchas gracias por la paciencia. Les envío abrazos.

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