Él quería ser un romántico y sorprenderla; así que llamó para reservar una mesa en un elegante restaurante no muy lejos de allí.
Durante el día recibió en breves reuniones a diferentes equipos que conformaban a Craze. Todos trabajaban en el número nuevo y era importante que todos tuvieran la guía del editor en jefe.
Cuando el almuerzo llegó, Lily ya había enviado las cartas, los obsequios a quienes los habían criticado con tanto valor y confirmado las reuniones con los nuevos clientes que ocuparían los anuncios del número nuevo.
Tenían una semana agitada y Lily lo agradecía. No quería pensar en sus asuntos personales. El trabajo le ayudaba a desligarse de todo: Romina, su madre, Victoria en la prisión, esperando su juicio.
Apagó la computadora y desvió los teléfonos cuando tuvo a Chris frente a ella.
—¿Lista?
—Para ir a comer, siempre —le respondió ella. El hombre contuvo una sonrisa—. ¿Y dónde quiere comer? —le preguntó agarrando su bolso.
Él sonrió. Le gustó estar preparado.
Con orgullo le dijo:
—Reservé mesa en “La grande Boucherie”.
Ella se emocionó. Nunca había podido visitar ese lugar.
Se marcharon juntos sin decir mucho.
Caminaron distantes hasta que dejaron el edifico de Revues atrás. Christopher fue el primero en romper la distancia y pasó su brazo por su cintura para acercarla a él.
No tuvieron que andar mucho para llegar al restaurante.
Los estaban esperando y los recibieron con aperitivos como cortesía.
Christopher Rossi y la nueva “It girl” los visitaban y, aunque todo el mundo sabía que el restaurante francés no requería de popularidad gracias a su increíble arquitectura, la pareja del momento llevaba prestigio al elegirlos.
—Señor Rossi, Señorita López, es un honor tenerlos aquí —les dijo el hostess con clara emoción—. Me tomé el atrevimiento de cambiarlos de mesa. Escogí un lugar más privado en el salón superior. —Les mostró las escaleras.
—Muchas gracias por su consideración —le dijo Lily con alegría y le regaló su bonita sonrisa de un hoyuelo.
Chris supo que estaba verdaderamente feliz y tomó su mano para ayudarla con la escalera que parecía infinita.
Los comensales presentes los reconocieron y se inquietaron; era cuestión de tiempo para que los paparazis aparecieran allí. Chris supo que lo mejor era tener privacidad.
El salón se hallaba completamente vacío. Había sido adaptado para ellos. Su mesa los esperaba frente a los cristales amplios que mostraban la ciudad en caos navideño, bajo un cielo de cristales biliosos y hermosos candeleros suspendidos de cristal.
—Espero que les guste —dijo el hostess cuando los acompañó hasta la mesa.
—Es perfecto, muchas gracias —repitió Lily y quiso sentarse, pero Chris le demostró que era un caballero y la ayudó con su silla.
Lily terminó de disfrutar del coctel que llevaba en la mano, sin despegar sus ojos del cielo que tenían frente a ellos.
Chris se encargó de escoger un vino.
Lily no sabía francés, así que Chris le leyó la carta y le explicó la mayoría de los platillos.
Cuando la comida llegó, los camareros del restaurante los dejaron a solas para que disfrutaran de su almuerzo privado y romántico.
Lily cortó su carne mirándolo en repetidas veces, hasta que él pudo percibirlo y esperó paciente a que ella volviera a mirarlo.
Los dos se rieron cómplices cuando sus miradas se encontraron.
—Estuve pensando... —Se rio Lily por los nervios.
Chris alzó las cejas.
—Te escucho. —Él dejó su copa de vino y juntó sus manos al frente para escucharla mejor.
Ella se rio traviesa bajo su mirada seria; ese azul que antes la paralizaba, ahora solo sabía encenderla más.
—Estuve pensando qué pasaba si me deslizaba por debajo de la mesa y... —Le miró seductora—... y ya sabes...
Christopher se quedó boquiabierto y carraspeó cuando entendió lo que ella le estaba proponiendo.
—¿Estás segura? —preguntó y rápido añadió—: puedo esperar a que lleguemos a casa y...
—Yo no quiero esperar —le interrumpió ella con lo que sentía.
—Mierda —jadeó él cuando fue consciente de que ya estaba palpitante y durísimo.
Asintió apenas, porque no le nacieron las palabras correctas, aunque por dentro gritaba: “ven y almuérzatela toda, nena”.
Lily se rio y se empinó toda su copa de vino para darse valor. Miró a todos lados y cuando comprobó que nadie estaba cerca, se dejó caer de rodillas al piso.
Rápido se metió por debajo del mantel y Chris se tensó cuando sintió sus manos en sus rodillas.
Se acomodó para abrirse los pantalones.
—Pon las manos sobre la mesa para disimular —le dijo ella, metida entre sus piernas—. Separa las piernas —ordenó después.
Chris apretó el ceño y abrió las piernas todo lo que pudo.
No se pudo aguantar; levantó el mantén para mirarla a la cara y le preguntó:
—¿Ya habías hecho esto antes?
Ella se rio y negó.
—¡Cómo crees! —se rio—. Es mi primera vez.
—Mierda, m****a. —Jadeó Chris y bajó el mantel para disimular.
Se aferró de sus cubiertos cuando sintió la tibieza de su boca invadiendo toda su polla.
Lily le dio una primera probada delicada, lenta, deleitosamente húmeda.
Chris tuvo que cerrar los ojos para disfrutarla más.
Por primera vez se descubrió nervioso.
No iba a negar que ya le habían hecho sexo oral y en los lugares más inimaginables; siempre se había comportado con petulancia, porque poco le importaba ser descubierto, muy por el contrario, si lo descubrían, más crecía su ego de macho conquistador.
Con Lily fue todo lo contrario.
Le preocupaba que la descubrieran, que su integridad se viera dañada. Le preocupaba lo que dirían de ella en las revistas. No quería que nadie la lastimara de ninguna forma.
—Relájate —le pidió ella y masajeó sus muslos para ayudarlo a calmarse.
Chris respiró profundo y cerró los ojos.
Gimió contenido cuando sus chupetones se tornaron increíbles. Se sintió temerosamente tentado de cogerla por la nuca y guiar cada una de sus engullidas a su gusto, pero se contuvo y se dejó llevar por lo que ella le hacía sentir.
Lily usó su mano, su lengua, sus labios. Lo besó tanto que, Chris no tardó en correrse en el fondo de su garganta. Ella lo supo cuando él la apretó entre sus piernas y se tensó tanto que, Lily aceleró cada caricia húmeda con gusto.
Chris gimió olvidándose incluso del lugar en el que estaba.
No pudo contenerse y tuvo que meter sus manos por debajo del mantel para acariciarla.
—¿Todo está en orden, Señor Rossi? —Escuchó y a la fuerza tuvo que salir del mundo placentero al que Lily lo había llevado.
Frente a él, un camarero le miraba expectante.
De reojo miró el asiento de Lily vacío, pero nada dijo.
—Sí —dijo Chris y rápido carraspeó. Dejó una mano bajo la mesa para agarrar a Lily para que no saliera y la otra la puso sobre la mesa—. ¿Podría traernos el postre? —preguntó tenso.
El camarero asintió.
—La señorita López... ella... —El camarero no supo qué decir.
—Ella fue al tocador, vendrá pronto —mintió y fingió una sonrisa tranquila.
Con un poco de desconfianza, el camarero se retiró.
Lily escuchó todo escondida debajo de la mesa. Podía sentir la adrenalina, los latidos descontrolados de su corazón diciéndole que eso era lo más extremo que había hecho nunca.
Podía ver los pies del camarero y la tensión de Christopher le decía que no estaban solos.
—Ya se fue —jadeó Christopher cuando volvieron a estar a solas.
Lily quiso salir rápido. Temía que el camarero regresara y la pillara con las manos en la masa. En su ajetreo urgido, se levantó demasiado rápido y se dio un golpe tan duro con la mesa que provocó la caída de todo.
—¡Lily, espera! —gritó Chris cuando la mesa se sacudió.
El vino se resbaló y las copas también. Los cristales rompiéndose advirtieron a todos.
—Ay, m****a, no... —sollozó Lily y peor se puso todo cuando el camarero regresó por las escaleras al escuchar el gran estruendo.
La encontró a ella de rodillas en el piso y a Christopher sentado, pero con el miembro afuera.
Por suerte, el camarero había visto de todo en ese trabajo y comprendía, mejor que nadie, las aventuras secretas de los enamorados.
El hombre abrió grandes ojos cuando fijó sus ojos en el miembro de Rossi.
Christopher siguió su mirada y solo allí fue consciente de que tenía la polla colgando fuera del pantalón.
Se cubrió con las dos manos. La cara se le puso roja.
Lily seguía en el piso, mareada por el golpe y muerta de la vergüenza.
El camarero se acercó para ayudarla.
—Lo siento mucho —hipó ella.
Se veía complicada.
El camarero le sonrió y para calmarla le dijo:
—He visto cosas peores. —De reojo miró a Christopher.
Él tragó duro y supo que tendría que darle una propina de cuatro cifras.
Salieron de allí muertos de la risa. Lily podía sentir un chichón en la coronilla de su cabeza, pero le dijo a Chris que sería el recordatorio de ese almuerzo tan especial.Prometieron volver y al camarero les dijo que los estaría esperando con todo gusto.Llegaron a la torre de Revues con el tiempo a su favor. En el elevador ya entraron en sus papeles de jefe editor y asistente.Lily le leyó su agenda; detalló cada reunión que tenía por la tarde, pero todos sus planes se cancelaron cuando July les anunció que un abogado los estaba esperando.Lily se tensó cuando oyó que era el representante de Victoria, su hermana y palideció al imaginar lo que estaban planeando. Sus sentimientos afloraron cuando la recordó en prisión, en invierno, en vísperas de navidad. Christopher rápido comprendió lo que estaba ocurriendo y tuvo que actuar antes de que Lily cediera. Rossi lo invitó a pasar a su oficina de forma cortés y cerró la puerta para hablar con Lily.—Necesito que vayas a por un café,
Christopher estaba esperándola con toda la calma del mundo.En cuanto ella apareció por la puerta, escoltada por dos policías, respiró aliviado y caminó para recibirla.—Estoy bien —le dijo ella para calmarlo.También le regaló una sonrisa sincera.Christopher asintió y tomó su mano para acompañarla, para mostrarle su apoyo.Un coche privado los esperaba afuera.Solo cuando estuvieron a solas, ella le dijo todo lo que había sucedido.Christopher se quedó consternado escuchando su historia. Se hallaba perplejo, pensando en el peso de las confesiones de Vicky.—¿Crees que dice la verdad? —preguntó Chris, rompiendo el silencio.Era tenso.Lily suspiró cansada.—La verdad, no lo sé. —Estaba complicada. Solo podía pensar en su padre, en su corazón herido—. No quiero ocultarle algo así de grave a papá, pero tampoco sé si me corresponde a mí, como hija, decirle esto...Christopher sacudió la cabeza de forma negativa.—La única que puede hacerlo es tu madre —le dijo Chris, liberándola de toda
Lily acompañó durante todo el día a su jefe en múltiples reuniones de negocios.En las de la mañana cabeceó porque estaba muerta del cansancio y para cuando las de la tarde llegaron, tuvo que abusar del café.El trabajo lo sintió doble; por supuesto que así era, si trabajaban arduamente en dos ediciones.Las más importantes del año: Edición navideña y la Edición de final de año, la que debía ser inolvidable.Christopher se había reunido a almorzar con el embajador ruso, quien prometía solucionar el problema de Sasha, pero, hasta ese momento, Rossi no había dicho ni una sola palabra respecto a ese tema.Lily estaba preocupada; se imaginaba que tal vez las cosas no habían resultado bien y temía tener que decirle adiós a Sasha para siempre.—En veinte minutos tenemos una cena con el organizador de la Semana de la moda de Alta Costura Primavera-Verano —le dijo Rossi, caminando apresurado hasta su oficina.Lily tuvo que correr detrás de él para poder seguirle el paso.—Cierto —recordó ella
Llegaron retrasados a la reunión con el organizador de la Semana de la moda de Alta Costura Primavera-Verano, pero Christopher arregló la mala cara pidiendo una botella de vino de una cosecha del setenta y dos, algo que cambió la tensión de la reunión.Pero también lo hizo la presencia de Lily, quien parecía ajena a todo ese mundo, pero que, sin saberlo, había causado una revolución entre los diseñadores ingleses. El organizador estuvo sorprendido de ver a la muchacha allí.—Señorita López, que honor conocerla por fin y qué gran coincidencia —dijo el inglés y se levantó de su asiento para estrechar su mano y besarla en la mejilla—. Sí el señor Rossi me hubiera dicho que estaría presente, mi esposa nos hubiera acompañado. Ella es su admiradora.—Muchas gracias. Qué gran honor —respondió Lily, emocionada y asintió humilde.El hombre sonrió y buscaron sus lugares en la mesa. Chris ayudó caballerosamente a Lily a sentarse.—Se enamoró de su estilo cuando leyó su artículo en Craze en el
El organizador entrevió en Lily la humildad de una muchacha con grandes sueños, pero también con temor de cumplirlos. Se imaginó que no había vivido una vida fácil y que los sueños llamando a su puerta desestabilizaban todo su mundo.Lo ponían en caos.—Nunca he ocultado un secreto tan grande —siseó ella y miró a Chris y al organizador del evento con pánico—. ¿Cómo voy a decirle al mundo qué...? —No supo cómo continuar, porque ni siquiera ella se lo creía. —¿Qué? —Chris trató de que continuara hablando.Lily se tomó el agua con hielo de golpe.—¿Cómo voy a decirle al mundo que “La chica del momento” y “Petit Diable” son la misma persona? —Se tocó las mejillas con las manos.Chris se rio y puso su mano en su hombro para darle consuelo.—¿Lo dices por qué el mundo no está preparado para tanta grandeza? —le preguntó enamorado.Ella se rio y negó.—No, tonto —se rio más calma y cuando entendió lo que el hombre trataba de decirle, lo miró con enamoramiento—. ¿Eso crees? —Le miró con los
Algunos días después, Lily visitó a Romina en el hospital psiquiátrico; le llevó algunos obsequios que sabía que la harían feliz: ropa nueva, libros y golosinas navideñas; Romy sintió un poco de congoja al entender que la Navidad estaba cerca y que no la pasaría con su familia como cada año.Lily supo de inmediato lo que la estaba atormentando.—Sabes que estaremos aquí... —Lily le dijo con una dulce sonrisa—. Nunca te abandonaríamos...—¿Vendrías con un pavo? —se rio Romy.Lily se carcajeó.—No me subestimes, Romina —dijo Lily con firmeza—. Con un pavo y ponche de huevo; incluso secuestraría al maldito santa con tal de verte feliz.Romina se carcajeó. Podía sentir que su hermana hablaba en serio. No pudo evitar imaginándosela, secuestrando a Santa.—Sabes que ya dejé de creer en esas cosas...—¿Por fin? —bromeó Lily—. Dios, ya era hora... tienes como treinta años y crees en santa, el maldito ratón de los dientes y el coco...Romy se carcajeó.Se hizo un ovillo y se recostó en el rega
Los días siguientes, Christopher y Lily trabajaron arduamente en los números que debían lanzar. Tenían una sobrecarga de trabajo que les imposibilitó dejar las dependencias de Craze.Trabajaron de sol a sol y, unas cuantas veces, el señor “L” los visitó para llevarles el almuerzo.Al señor López no le gustaba la idea de que su hija y el señor Rossi se la pasaran comiendo comida envasada, así que, en casa y con la ayuda de Sasha, les preparaban la famosa “vianda”.Ese día, no fue la excepción. El padre de Lily llegó y sin pizca de vergüenza, con arroz, frijoles y pollo; una limonada casera de sandía y un postre de natilla dulce que Rossi miró con curiosidad.Christopher pudo apostar que nunca había visto una comida tan contundente, pero, apenas la tuvo en frente, la boca se le hizo agua.Llevaba unos cuantos días comiendo frituras, comida china aceitosa y ensalada césar.Un poco de comida casera le venía bien.Partió a lavarse las manos para comer más a gusto el pollo y cuando regresó,
Cuando las labores terminaron al final del día y a medida que los trabajadores fueron retirándose al caer la noche, Christopher le pidió a July en registro de la correspondencia. Necesitaba saber dónde estaba la invitación y la carta que el Chambre Syndicale de la Couture había enviado para su escritora anónima. Para la sorpresa de todos, July descubrió que el registro había sido adulterado. Le habían arrancado una página completa al libro de recepción y las sospechas del editor en jefe se prendieron con fuerza. —¿Quién pudo hacerlo? —preguntó Lily, tensa.A Christopher le pasaron muchas ideas por la cabeza, pero no quiso arriesgarse a realizar acusaciones sin tener pruebas sólidas con las que respaldar sus inculpaciones.—Es un delito, así que no pudo ser cualquiera... —razonó Chris.Lily le miró con lio.—¿A qué te refieres? —Tuvo una extraña sensación.Chris le dedicó una mueca.—Se arriesgó, aun sabiendo que podríamos denunciarlo. —Hizo una pausa y señaló las cámaras de segurida