Lily entró a la cocina y saludó a su madre y a su hermana con alegría. Estaba tan feliz que no pudo ocultarlo ni un poquito. Ahora era la novia de Christopher Rossi y era absolutamente perfecto.
Vicky estaba con mala cara sentada en el mesón, bebiendo su batido energético de la mañana.
—Mamá, vine a recoger lo que Christopher me dejó ayer —le dijo Lily.
Su madre tragó duro y dejó lo que hacía para enfrentarla.
—Pero si ya te lo entregué —le dijo la mujer en cuanto volteó y tuvo el descaro de decírselo mirándola a los ojos.
Lily apretó el ceño e inclinó la cabeza.
Su madre estaba tan seria que, Lily tuvo que reírse nerviosa por su respuesta.
—Pero si ayer... —Balbuceó confundida—. No, mamá, no me has entregado nada.
—Sí, Lily —le dijo su madre con tanta firmeza que, por breves segundos, la muchacha dudó—. Viniste ayer, te lo entregué y te marchaste.
Lily se tensó y miró a su hermana de reojo. Ella actuaba tan bien que Lily no pudo notar nada extraño.
—No, imposible… —pensó Lily y empezó a temblar.
—Hija, en serio, viniste ayer con tu padre, te lo entregué y te fuiste rápido en un taxi —insistió la mujer.
Christopher y el padre de Lily se unieron a ellas cuando notaron que se estaba tardando mucho.
—¿Estás lista? —preguntó Christopher y notó que algo más estaba ocurriendo—. El taxi ya llegó... —La miró con el ceño apretado.
Lily separó los labios y no supo qué decir. Volvió a mirar a su madre. Ella estaba firme como una piedra.
—Mamá, no es una broma, por favor, entrégamelo —dijo Lily, tratando de oírse firme.
Pero la pobre nunca le había hablado duro a su madre, ni siquiera después de que decidiera abandonar a su padre; sentía que era una falta de respeto y no sabía cómo alzarle la voz o gritarle.
—¿Qué está pasando? —preguntó el señor López.
Notó lo mal que estaba Lily.
—Ah... —Lily balbuceó y con mucha vergüenza miró a Christopher—. El señor Rossi va a ayudarnos con el tratamiento de Romina y ayer me dejó el cheque aquí para que yo pagara en el hospital, pero...
—Yo se lo entregué —dijo la madre cuando la joven balbuceó.
Cobardemente se aprovechó de ese titubeó para orillarla en una mentira cruel.
Christopher apretó el ceño y las miró a todas con agudeza.
—No, no es cierto —se defendió Lily, atemorizada por lo que estaba pasando.
—Hija, ayer viniste con tu padre, te lo entregué y te marchaste.
—No —dijo el padre y se plantó firme ante ella—. Lily no se bajó del taxi...
—Ay, no lo puedo creer —se metió Vicky y rápido se unió a ellos—. Papá, ayer llegaste con Lily... ¿acaso no lo recuerdas? —le preguntó con su voz dulce. Su padre apretó el ceño y negó. Fijó sus ojos en Lily y ella negó también—. Papito, no habías dormido nada, por eso no lo recuerdas... estás tan cansado...
—Debe ser —dijo Nora con arrogancia—. Señor Rossi, ayer vinieron los dos. Yo le entregué el sobre en sus manos. Si ella lo perdió, es su problema —dijo la mujer, tan tajante que hasta se oyó convincente.
Christopher miró a Lily con embrollo.
—No es cierto, Señor Rossi, no es cierto —se defendió Lily con poco y con los ojos llorosos.
¿Qué más podía decir?
—Mamá les ofreció pastel de papa y los dos se negaron. Dijeron que ya habían comido —dijo Vicky, haciéndolos dudar aún más, usando lo poco que sabía para manipularlos—. Papá subió las escaleras y se encerró en su cuarto hasta hoy... —Le mostró su apoyo a su madre—. Y la mamá le entregó el cheque a Lily...
—Lily no se bajó —pensó el señor López en voz alta.
—Papito, si se bajó —refutó Vicky.
—Se bajaron los dos —insistió Nora.
Lily y su padre se miraron con lio. Por un instante, no supieron que era real y que era falso. Lily incluso dudó de sus pasos, de sus acciones. De todo lo que había ocurrido el día anterior.
—Yo... —Lily escondió la mirada.
Se sentía muy avergonzada.
—Era un sobre, Lily... —insistió Vicky—. Te fuiste corriendo...
Lily miró a su padre con angustia y cuando no pudo soportar toda esa presión, salió corriendo de la cocina.
Extrañado, Rossi caminó calmo tras ella. Podía intuir la m****a que estaba ocurriendo y, por alguna extraña razón, no estaba sorprendido.
Desde la puerta se despidió y le regaló un asentimiento respetoso a su suegro.
Encontró a Lily en las afueras de la casa. Ella registraba todo su bolso con angustia, buscando el sobre. Había derramado todas sus pertenencias femeninas en las escaleras y entre los papeles y páginas de su agenda buscaba el famoso sobre.
La habían hecho dudar tanto que, hasta creía que sí había hecho todo lo que ellas decían.
—No lo tengo, señor Rossi, lo juro —sollozó cuando Christopher la levantó del piso.
—Lo sé —le dijo él con tristeza y le secó las lágrimas tibias—. Sé que tu no lo tienes —susurró y ella empezó a llorar fuerte cuando supo que él le creía. Esa era lo único que necesitaba en ese momento—. Tranquila, no llores... solo es un estúpido cheque.
La contuvo fuerte contra su cuerpo y cuando el señor López se asomó a la puerta para entender las cosas, Christopher le pidió a Lily que se subiera al taxi.
Ella estaba tan destrozada, se sentía tan humillada que, llorando se montó en el taxi.
Christopher se plantó frente al señor López, rápido firmó un cheque para él y se lo entregó en sus manos.
—Hijo, no... —El padre no quería aceptarlo—. No puedo aceptarlo —insistió.
Rossi lo forzó a que lo recibiera. Lo puso en su palma y cerró sus dedos para que lo apisonara.
—Solo es dinero, no significa nada. Solo cero, números... —le dijo Rossi con firmeza—. Vaya al banco, escriba la cifra que Romy necesite y haga lo que tenga que hacer para ayudar a su hija —le ordenó. El señor López le miró consternado—. No se quede en esta casa, no es segura para usted. —Miró las ventanas. Nora miraba todo a través de las cortinas, escondida y acobardada—. Al mediodía enviaré un taxi a recogerlo al hospital.
Con suavidad, Rossi soltó su mano. El hombre ya sostenía el cheque con fuerza. Lo estaba aceptando con los ojos llorosos.
Le dio una palmada en el brazo en forma de apoyo y se despidió con ese gesto respetuoso que siempre habían intercambiado.
El Señor López lo vio montarse en el taxi y desaparecer.
No dudó en hacer lo mismo.
Diossss santooooo, aquí todos los que odiamos a esas mujeres del infierno... Están dispuestas a hacerle caer a Lily algo que no es, pero Rossi, bien macho, sabe que su Lily jamás robaría, jamás mentiría *-* Lo amo *-* Recuerden dejar amor, Gracias por tanto. CY
Christopher se montó en el taxi, junto a Lily y sintió mucha angustia de verla llorar así. Estaba tan dolida y avergonzada que ni siquiera tuvo el valor para mirarlo a la cara.Él puso su mano en su espalda y trató de consolarla, pero no tenía palabras para ofrecerle alivio, muy por el contrario, él solo pensaba en venganza.Aprovechó del desgarrador silencio para enviarle un mensaje a su abogado. Lo citó de forma urgente en Craze.En cuanto el taxi se acercó al edificio de Revues, Lily se forzó a recomponerse. Se secó las lágrimas con rabia y dejó de llorar. No iba a darle en el gusto a ninguno de sus compañeros de trabajo de verla así, destruida.Porque así se sentía y no quería que nadie mostrara lástima por ella y sus problemas.Christopher pagó por el viaje y se bajaron rápido del taxi. Por suerte aún era temprano y toda la zona estaba desierta.Lily lo agarró por el brazo antes de que se refugiaran en el edifico de Revues y con valentía le dijo:—Sé que no podremos hablar de est
El señor López llegó al hospital temblando por los nervios y no se tranquilizó hasta que logró pagar todo el tratamiento de Romina.Solo allí, con el recibo de pago en sus manos, el hombre pudo respirar aliviado y, adormecido por todo lo sucedido buscó un lugar en la sala de espera para descansar y esperar.Las piernas le temblaban.El doctor nunca estuvo disponible para hablar con él. Tenía demasiados pacientes a los que atender y el señor López fue comprensivo y paciente.Al mediodía, un hombre llegó al hospital a recogerlo. Julián López supo que se trataba de la acción del Señor Rossi y no dudó en subirse al coche de vidrios oscuros que esperaba a por él.El conductor le ofreció agua fresca y una charla divertida. Julián estuvo tenso durante todo el camino. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido con Vicky y su exmujer.Aun intentaba recordar los hechos y, por algunos instantes dudó de sus propios recuerdos.Se regañó mentalmente cuando se dio cuenta que estaba poniendo en
(Recuerdas todas las veces...) No, no.(Cuando era niña...) Ay, no, que cliché.(Quisiera no hablarles de moda, porque ya tienen doscientas paginad e lo mismo y porque además Wintour me mataría...) No puedes poner eso, Lilibeth. Te matarían de verdad.Nunca he sido asidua en la moda, pero, aquí entre chicas, debo (decirles) confesarles que me (imaginé) fantaseé vistiendo la chaqueta de cuero negra de Bershka con sus letras coloridas y su épica frase: “tener vibraciones radicales”.Por supuesto, en ese momento, no comprendía (entendía) del todo cómo esa frase (repercutiría) vibraría en mi vida.“En la moda hay un mensaje y es nuestro deber descifrarlo”. Pensé un día mientras visitaba una tienda de segunda mano, con cientos de prendas clásicas, pero tristemente olvidadas. ¿Cómo pueden olvidar lo clásico? Pensé con desazón y, aunque no estaba muy segura de lo que hacía, me compré mi primer “clutch” de Saint Laurent. Con orgullo lo llevé a casa; lo limpié, lo reparé y le di una segunda vid
Por la tarde regresaron a la oficina y solo para hacer acto de presencia.Christopher sabía lo que Marlene decía de él en los rincones de Craze y tuvo que seguir su juego antes de que los rumores cobraran vida propia.No llevaron todos los portafolios, puesto que Christopher no sentía confianza de lo que sucedía en Craze. Creía que sus ideas terminarían en las manos equivocadas, así que escogió proteger parte de su número en su pent-house, bajo la custodia de Sasha y el señor L.El señor López se quedaría hasta la tarde para hablar con Lily con más calma. Eso significaba más tiempo a solas con Sasha.Apenas Lily se acomodó detrás de su escritorio, terminó de escribir su primer borrador de su columna y se levantó para correr con Christopher y darle la buena noticia; estaba segura de lo que había hecho, pero, prontamente, la asaltaron miles de dudas.Recordó entonces que lo mejor era esperar un par de horas para releer lo escrito y encontrar así todos los errores cometidos, así que lo g
A Lily se la comieron los nervios. Anheló miles de veces reunirse en privado con Christopher para que le dijera lo que pensaba de su columna, pero cada vez que encontraba un momento para estar a solas, eran invadidos por importantes rostros del mundo en el que Rossi se desenvolvía.Las horas se fueron volando y la joven empezó a perder las esperanzas, peor se sintió su corazón cuando Joel apareció para saludarla.Aun recordaba lo descortés que había sido antes, dejándolo olvidado en la subasta. —Recibí tu correo —dijo el hombre y con formalidad añadió—: Aprobamos la sesión. Creemos en la armonía producto y exposición.Lily sonrió agradecida. Se lo estaba haciendo fácil, cuando podría haberle sacado muchas cosas en cara.Era un caballero.—Me alegra saber que la han aprobado —le dijo sonriente—. Será un éxito, estoy segura de eso.Desde la distancia, Christopher los miró interactuar y respiró profundo para no perder la compostura.—Será un éxito gracias a ti, Lily —reconoció Joel y es
Lily logró impresionar al representante de Balenciaga y esa noche se fueron a casa con una victoria.Su padre estaba en el pent-house, esperándolos. Junto a Sasha había preparado la cena y los cuatro comieron hablando de “Tronquitos”.Por supuesto que Chris se reservó sus motivos para nombrar a su mascota así. No quería que su suegro lo viera como un depravado amante de los troncos de su hija.Ya empezaba a mirarlo con otros ojos y quería que así continuara todo. Bebieron vino blanco junto a la chimenea. Mientras el señor L y Sasha admiraban la belleza de la ciudad iluminada en esa noche lluviosa, Lily le pidió a Christopher un favor especial.—¿Crees que mi padre pueda quedarse con nosotros un par de noches? —preguntó y rápido se retractó—: digo, aquí, en tu pent-house.Las mejillas se le pusieron rojas cuando entendió lo que había dicho. Bajó la mirada y trató de apaciguarse.Christopher sonrió. Le había fascinado ese “nosotros” porque significaba que estaban juntos en todos los se
Cuando Christopher regresó a su pent-house, Lily continuaba trabajando. Su padre le ayudaba con los correos que nunca se detenían y, a veces, atendía el teléfono.Él se quedó asombrado mirándolos desde la entrada. Los dos sincronizaban de una forma muy espontánea. Ella pinchaba un tablero organizador con los eventos previos al lanzamiento y él hablaba por teléfono. Confirmaba el catering para la fiesta.Adoró verlos trabajar juntos y supo que él nunca tendría algo así con su familia.Suspiró derrotado por sus sueños de niño y alcanzó a caer apenas un par de metros, cuando Julián lo vio por el rabillo del ojo y entusiasta se levantó para saludarlo con alegría.—¡Señor Rossi, que bueno que llegó! ¡Justo a tiempo! —Caminó hacia él a darle la bienvenida y agarró una taza humeante para ofrecérsela—. Chocolate caliente, la especialidad de mi Lily...Christopher la recibió y lo olió con una sonrisa melancólica. Tuvo que suspirar cuando el aroma del cacao y el dulzor lo tranquilizaron desde ad
Rossi y López viajaron a la imprenta y entregaron el libro justo a tiempo.Quisieron ir a celebrar, pero prefirieron esperar a tener el primer ejemplar de la revista en sus manos.Era una cuestión de desconfianza. Marlene llevaba tantos años trabajando en Revues que, Christopher temía que las lealtades fueran puestas a pruebas y, por supuesto, él no pasaba ninguna prueba.¿Quién le sería leal a un recién llegado? ¿Al hijo de papi?—Yo lo sería —le dijo Lily con dulzura, sentada a su lado y con esa sonrisa bonita que a él lo desestabilizaba.Christopher ya no pudo tener ojos para su primera edición y se tuvo que centrar en Lily. La encontró tan sonriente que tuvo que acariciarla.—Gracias —susurró Christopher al pasar su pulgar por la comisura de sus labios.Ella se rio.—Gracias a usted —le dijo divertida. Él apretó el ceño—. Me dio mi primera oportunidad para escribir algo verdadero.Un fuerte carraspeo los interrumpió. Los dos miraron al frente y se encontraron con Connor Rossi.—Pad