Christopher y Lily salieron con disimulo del cuarto de baño. Para su suerte, nadie estaba cerca y pudieron cubrirse sin problemas.
Les habría encantado seguir juntos, pero el trabajo no les dio respiro hasta pasado las ocho de la noche.
Lily fue la primera en terminar. Por suerte logró cumplir con la exigencia de Marlene y entregó a tiempo todas las columnas para que la exigente mujer las revisara y aprobara.
Lily pasó por la oficina de Christopher. Él seguía reunido con el equipo de reseñas. Debatían sobre los productos que reseñarían para ese número. Las opciones eran infinitas y la reunión se había alargado más de la cuenta.
—¿Quiere que les traiga café? —preguntó Lily.
Christopher la miró con una sonrisa y asintió. No quería ponerla a preparar café, porque sabía que poseía potencial para más, pero en se momento de debilidad lo necesitaba más que nada.
También la necesitaba a ella. Sentía alivio y seguridad cuando estaba cerca.
Lily preparó café para todos y compró galletas.
Acomodó las bandejas con galletas de chocolate y, aunque los primeros minutos muchos se resistieron a comer, cuando Christopher se metió un puñado entre los labios, todos lo siguieron sin vacilar.
Claro, estuvieron confundidos. Los carbohidratos estaban prohibidos, pero ver al mismísimo editor en jefe disfrutar de una galleta, quisieron unirse también a él.
Christopher aprovechó de ese relajo entre sus trabajadores para acercarse a Lily.
—¿Qué quieres cenar? —le preguntó discreto.
Podía sentir como todos los observaban. Bien sabía que todo el mundo estaba hablando de ellos. Se morían de ganas por tener la primicia de su relación. ¿Acaso era Lily una más que desfilaría por su cama?
—Macarrones —se rio Lily.
Christopher apretó el ceño y la miró con lio.
Ella supo que el hombre no había comido macarrones como debía y tuvo que decirle:
—Iré al pent-house y le prepararé los mejores macarrones de su vida.
Christopher se rio tan fuerte que, prontamente descubrió que todos se habían callado para escucharlo reír.
Lily se ruborizó y disimuló su risita. Christopher inhaló para llenarse de paciencia y cuando todos retomaron sus conversaciones indistintas, le preguntó:
—¿Entonces me esperarás con la cena?
Ella se ruborizó, más al ver la forma en que la miraba. Si parecía que la desnudaba y la recorría completa.
—Quiero aclarar algo —se defendió ella, sonriéndole con su hoyuelo único—. Nunca me imaginé cocinándole la cena a nadie, pero no sé porque tengo estás locas ganas de... no lo sé... —suspiró cuando sintió las mariposas en su estómago. Se recompuso y lo miró a los ojos—. Lo esperaré con la cena.
Christopher sonrió. Se sentía magnetizado y tuvo que acariciarla. Las manos le picaban por sentirla, por saborear su piel contra la suya.
Le cazó el mentón con los dedos y con una sonrisa seductora le dijo:
—Estoy ansioso por comer tus macarrones.
Tuvieron que separarse porque la presión era grande.
Lily recogió su agenda y el resto de sus pertenencias y tomó un taxi para ir al pent-house.
Afuera había empezado a llover otra vez.
La muchacha llegó, se quitó los zapatos y corrió a la cocina a ver qué había cocinado Sasha.
Sintió mucha tristeza cuando guardó sus platillos en la nevera para otro día y tras asearse se dispuso a cocinar sus simples, pero sabrosos macarrones con queso.
Programó el horno y se escabulló hasta su habitación para tomar una rápida ducha. Se recogió el cabello y se acomodó una bata encima de la ropa de pijama de Christopher.
Casi una hora después, Christopher atravesó las puertas del elevador totalmente empapado.
Cuando ella lo vio llegar se levantó del sofá sobresaltada y dejó a Tronquitos en su casa para ayudarlo con el saco mojado.
—¿Qué pasó? —le preguntó nerviosa.
—Hay tormenta —dijo él y rápido se deshizo de la corbata y la camisa.
Lily se sintió pequeñita cuando estuvo de pie frente a ese torso masculino desnudo. Él se sacudió el cabello con la mano y se lo cepilló hacia atrás. Ella tuvo que cazarse el labio con los dientes cuando apenas pudo soportar tanta sensualidad.
—Porque no toma una ducha, yo prepararé todo para que podamos comer —dijo ella, con el corazón latiéndole fuerte dentro del pecho.
Christopher asintió y le sonrió. Antes de partir la tomó por la mejilla y le dedicó un suave beso en ese lugar donde se le dibujaba su bonito hoyuelo.
Lily se acercó a las amplias ventanas que rodeaban todo el pent-house y miró como la tormenta cogía forma.
Frente a ella, los relámpagos iluminaron todo el cielo negro.
Le gustó la increíble vista y no dudó en mover su cena a un lugar más especial.
Acomodó cojines por el suelo alfombrado y encendió un par de velas para alumbrar el entorno.
Llevó vino, mantas, la comida hirviendo y algunos platillos y copas.
Cuando Christopher se unió a ella, secándose el cabello con una toalla, encontró todas las luces apagadas y no pudo negar que le gustó ese ambiente romántico que los envolvía.
—No es una cena romántica —le aclaró ella.
No quería que él la viera como una romanticona básica. Quería que viera más.
Las muecas de Christopher fueron divertidas. Estaba de muy buen humor.
—Me habría gustado que lo fuera.
—¿Sí? —preguntó ella, anhelante de saber más—. No quiero que piense que estoy desesperada por romance.
Christopher avanzó hacia ella hasta que sus cuerpos se tocaron. Lily palideció al sentirlo tan cerca. No había imaginado que su cuerpo reaccionaría así ante su cercanía.
—¿Y qué te gustaría que pensara? —le preguntó tomando su mentón con sus dedos.
—No lo sé. —Ella levantó los hombros—. Tal vez algo más profundo...
Christopher enarcó una ceja.
—Sé que eres profunda —le dijo con doble sentido y la miró con agudeza
Ella entendió su referencia a la brevedad y se ruborizó de golpe.
—Qué puerco es —le dio riéndose—. No puedo creer que me dijo eso... —Se mostró ofendida, pero divertida.
—He llegado muy profundo —bromeó él.
Ella se rio mientras lo invitó a sentarse en el piso.
Christopher se sentó en un par de cojines y miró su entorno sin decir nada. Ella se arrodilló a su lado y levantó una tapa metalizada para mostrarle el recipiente con los macarrones.
Vio el gratín del queso y no pudo negar que tenían muy buena pinta y aroma.
Ella le sirvió una porción perfecta y le ofreció una copa de vino.
Christopher se puso cómodo con las piernas estiradas y empezó a disfrutar de su cena. Lily no tardó en acomodarse a su lado y en silencio disfrutaron de los macarrones con queso.
El vino les vino perfecto. Sus cuerpos entraron en calor.
Christopher comió silencioso. Procesó todo. Era muy diferente a lo que él acostumbraba. Muy simple. Muy silencioso. Poco a poco dejó de estar en alerta y su cuerpo se relajó.
Un relámpago iluminó todo el cielo y los dos se rieron cuando se sobresaltaron por la belleza de la luz y el sonido.
Algunos rayos cayeron sobre el parque bajo ellos y cuando terminaron de cenar, dejaron los platos vacíos a un lado y se pusieron cómodos para contemplar la belleza de la lluvia.
Lily apagó las velas y con valentía se metió entre las piernas de Christopher. Él la recibió gustoso y se abrazaron mientras bebieron de la botella de vino y miraron el cielo iluminarse.
Conversaron sobre la niñez de Christopher, mientras ella jugueteó con sus dedos de forma delicada. Los acarició todos con los ojos cerrados, uno a uno y grabó sus manos masculinas entre sus recuerdos.
—Macarrones, una vez a la semana —le dijo él en la oreja y con locura le besó el cuello, la mejilla, el mentón y la hizo reír con sus besos ruidosos.
—Un plan perfecto —respondió ella cómodamente recostada sobre su pecho—. En verano en la terraza —pensó y volteó ligero para mirarlo.
Christopher sintió el corazón tibio. Nunca había hecho planes a futuro con una mujer.
Se sintió perfecto.
—En otoño en el Central Park —unió él.
Ella sonrió y se puso feliz.
—En primavera en el jardín botánico —le dijo ella y se rio cuando Christopher la abrazó tan fuerte que, hasta le quitó el aire.
Bebieron un poco más de vino y se besaron con lentitud y tibieza. La lluvia no cedió y los relámpagos siguieron iluminando toda la ciudad.
Se olvidaron de la hora, de sus responsabilidades.
—¿Cómo te fue en el hospital? ¿Pudiste pagar el tratamiento de tu hermana? —le preguntó Christopher, pensando que ella ya tenía el cheque en su poder—. Creo que tendrás que ir al banco primero...
Lily se levantó confundida en cuanto lo escuchó y volteó liada para mirarlo.
—Ah... —balbuceó.
No supo qué decirle. Le daba vergüenza confesarle que no tenía dinero y presionarlo con su ayuda.
Christopher lo pudo entrever en su mirada e intuyó que ella no había recibido el sobre con el cheque.
—Te dejé el cheque con tu madre, ¿no te lo dijo? —preguntó Chris con cierta desconfianza.
Lily apretó los labios y pensó brevemente.
—No pasé por mi casa —le dijo entristecida—. Venía tarde y solo acompañé a mi padre, pero...
—Tranquila. —Christopher la consoló. Podía ver que se sentía culpable—. Mañana vamos temprano y pagamos todo.
Lily suspiró aliviada y con dulzura lo miró a los ojos.
—No sé cómo agradecerte, yo...
—Un beso me basta, Lilibeth.
Ella se rio y negó con la cabeza.
Se revolvió completa antes de atreverse. Con una sonrisa tímida se estiró para besarlo con suavidad.
Le puso la mano en el pecho con encogimiento y se recostó con mucho cuidado sobre él. Christopher la agarró por la espalda y se tumbó con ella en el piso. Lily chilló por su hazaña y se revolcaron entre los cojines sin dejar de besarse.
—Gracias, es lo más honorable que nadie ha hecho por mi familia y por mí —susurró ella a su lado, acostada en el piso.
Christopher supo que su agradecimiento era sincero. El más sincero que había escuchado nunca y no pudo evitar sentir su pecho invadido de algo nuevo, diferente.
Estaba cambiando y empezaba a notarlo.
Comenzaba a percibir que su corazón había estado congelado por tanto tiempo que, con el calor de Lily se descongelaba poco a poco.
AMOO ESTE CAPÍTULO los dos se dan un poquito de lo que sus corazones anhelan *-* Recuerden dejar su amor Siempre vengo a dejar capis a esta hora, que es cuando mis hijos me dan tiempito libre. Abrazos, Caro Yimes.
Antes de las siete de la mañana, Lily y Chris tomaron un taxi para viajar hasta la casa de la muchacha.El plan era coger el sobre con el cheque, tomar camino al hospital y pagar la deuda del tratamiento de su hermana para regresar a las nueve a Craze y no tener problemas con nadie.En el taxi hablaron sobre los pendientes que tenían para con el número. Tenían apenas unos días a su favor para que la fecha del primer borrador llegara.—Tienes que enviarle a Joel las fotografías de sus productos. No queremos que solicite cambios, porque no tenemos tiempo para repetir la sesión, así que es importante enfocarnos en los puntos positivos del anuncio —le dijo Christopher a Lily, refiriéndose al representante de la marca nueva con la que trabajaban.Su voz se oyó tensa. Lily pudo sentirlo.Y no era para menos. Christopher sabía que algo sucedía entre ella y Joel. Sabía que habían tenido una cita, también lo había visto poniendo sus manos sobre Lily en la subasta y su intuición masculina le de
Lily entró a la cocina y saludó a su madre y a su hermana con alegría. Estaba tan feliz que no pudo ocultarlo ni un poquito. Ahora era la novia de Christopher Rossi y era absolutamente perfecto.Vicky estaba con mala cara sentada en el mesón, bebiendo su batido energético de la mañana.—Mamá, vine a recoger lo que Christopher me dejó ayer —le dijo Lily.Su madre tragó duro y dejó lo que hacía para enfrentarla.—Pero si ya te lo entregué —le dijo la mujer en cuanto volteó y tuvo el descaro de decírselo mirándola a los ojos.Lily apretó el ceño e inclinó la cabeza.Su madre estaba tan seria que, Lily tuvo que reírse nerviosa por su respuesta.—Pero si ayer... —Balbuceó confundida—. No, mamá, no me has entregado nada.—Sí, Lily —le dijo su madre con tanta firmeza que, por breves segundos, la muchacha dudó—. Viniste ayer, te lo entregué y te marchaste.Lily se tensó y miró a su hermana de reojo. Ella actuaba tan bien que Lily no pudo notar nada extraño.—No, imposible… —pensó Lily y empezó
Christopher se montó en el taxi, junto a Lily y sintió mucha angustia de verla llorar así. Estaba tan dolida y avergonzada que ni siquiera tuvo el valor para mirarlo a la cara.Él puso su mano en su espalda y trató de consolarla, pero no tenía palabras para ofrecerle alivio, muy por el contrario, él solo pensaba en venganza.Aprovechó del desgarrador silencio para enviarle un mensaje a su abogado. Lo citó de forma urgente en Craze.En cuanto el taxi se acercó al edificio de Revues, Lily se forzó a recomponerse. Se secó las lágrimas con rabia y dejó de llorar. No iba a darle en el gusto a ninguno de sus compañeros de trabajo de verla así, destruida.Porque así se sentía y no quería que nadie mostrara lástima por ella y sus problemas.Christopher pagó por el viaje y se bajaron rápido del taxi. Por suerte aún era temprano y toda la zona estaba desierta.Lily lo agarró por el brazo antes de que se refugiaran en el edifico de Revues y con valentía le dijo:—Sé que no podremos hablar de est
El señor López llegó al hospital temblando por los nervios y no se tranquilizó hasta que logró pagar todo el tratamiento de Romina.Solo allí, con el recibo de pago en sus manos, el hombre pudo respirar aliviado y, adormecido por todo lo sucedido buscó un lugar en la sala de espera para descansar y esperar.Las piernas le temblaban.El doctor nunca estuvo disponible para hablar con él. Tenía demasiados pacientes a los que atender y el señor López fue comprensivo y paciente.Al mediodía, un hombre llegó al hospital a recogerlo. Julián López supo que se trataba de la acción del Señor Rossi y no dudó en subirse al coche de vidrios oscuros que esperaba a por él.El conductor le ofreció agua fresca y una charla divertida. Julián estuvo tenso durante todo el camino. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido con Vicky y su exmujer.Aun intentaba recordar los hechos y, por algunos instantes dudó de sus propios recuerdos.Se regañó mentalmente cuando se dio cuenta que estaba poniendo en
(Recuerdas todas las veces...) No, no.(Cuando era niña...) Ay, no, que cliché.(Quisiera no hablarles de moda, porque ya tienen doscientas paginad e lo mismo y porque además Wintour me mataría...) No puedes poner eso, Lilibeth. Te matarían de verdad.Nunca he sido asidua en la moda, pero, aquí entre chicas, debo (decirles) confesarles que me (imaginé) fantaseé vistiendo la chaqueta de cuero negra de Bershka con sus letras coloridas y su épica frase: “tener vibraciones radicales”.Por supuesto, en ese momento, no comprendía (entendía) del todo cómo esa frase (repercutiría) vibraría en mi vida.“En la moda hay un mensaje y es nuestro deber descifrarlo”. Pensé un día mientras visitaba una tienda de segunda mano, con cientos de prendas clásicas, pero tristemente olvidadas. ¿Cómo pueden olvidar lo clásico? Pensé con desazón y, aunque no estaba muy segura de lo que hacía, me compré mi primer “clutch” de Saint Laurent. Con orgullo lo llevé a casa; lo limpié, lo reparé y le di una segunda vid
Por la tarde regresaron a la oficina y solo para hacer acto de presencia.Christopher sabía lo que Marlene decía de él en los rincones de Craze y tuvo que seguir su juego antes de que los rumores cobraran vida propia.No llevaron todos los portafolios, puesto que Christopher no sentía confianza de lo que sucedía en Craze. Creía que sus ideas terminarían en las manos equivocadas, así que escogió proteger parte de su número en su pent-house, bajo la custodia de Sasha y el señor L.El señor López se quedaría hasta la tarde para hablar con Lily con más calma. Eso significaba más tiempo a solas con Sasha.Apenas Lily se acomodó detrás de su escritorio, terminó de escribir su primer borrador de su columna y se levantó para correr con Christopher y darle la buena noticia; estaba segura de lo que había hecho, pero, prontamente, la asaltaron miles de dudas.Recordó entonces que lo mejor era esperar un par de horas para releer lo escrito y encontrar así todos los errores cometidos, así que lo g
A Lily se la comieron los nervios. Anheló miles de veces reunirse en privado con Christopher para que le dijera lo que pensaba de su columna, pero cada vez que encontraba un momento para estar a solas, eran invadidos por importantes rostros del mundo en el que Rossi se desenvolvía.Las horas se fueron volando y la joven empezó a perder las esperanzas, peor se sintió su corazón cuando Joel apareció para saludarla.Aun recordaba lo descortés que había sido antes, dejándolo olvidado en la subasta. —Recibí tu correo —dijo el hombre y con formalidad añadió—: Aprobamos la sesión. Creemos en la armonía producto y exposición.Lily sonrió agradecida. Se lo estaba haciendo fácil, cuando podría haberle sacado muchas cosas en cara.Era un caballero.—Me alegra saber que la han aprobado —le dijo sonriente—. Será un éxito, estoy segura de eso.Desde la distancia, Christopher los miró interactuar y respiró profundo para no perder la compostura.—Será un éxito gracias a ti, Lily —reconoció Joel y es
Lily logró impresionar al representante de Balenciaga y esa noche se fueron a casa con una victoria.Su padre estaba en el pent-house, esperándolos. Junto a Sasha había preparado la cena y los cuatro comieron hablando de “Tronquitos”.Por supuesto que Chris se reservó sus motivos para nombrar a su mascota así. No quería que su suegro lo viera como un depravado amante de los troncos de su hija.Ya empezaba a mirarlo con otros ojos y quería que así continuara todo. Bebieron vino blanco junto a la chimenea. Mientras el señor L y Sasha admiraban la belleza de la ciudad iluminada en esa noche lluviosa, Lily le pidió a Christopher un favor especial.—¿Crees que mi padre pueda quedarse con nosotros un par de noches? —preguntó y rápido se retractó—: digo, aquí, en tu pent-house.Las mejillas se le pusieron rojas cuando entendió lo que había dicho. Bajó la mirada y trató de apaciguarse.Christopher sonrió. Le había fascinado ese “nosotros” porque significaba que estaban juntos en todos los se