La señora Nora caminó por la cocina y notó que el sobre del señor Rossi no estaba en el mismo lugar que ella lo había dejado.
Apurada dejó lo que estaba haciendo y regresó a buscarlo. Notó que estaba abierto, con los bordes forzados y con el pulso tembloroso lo revisó. Notó que estaba vacío y lo que hubiese en su interior, había desaparecido.
Desconfiada y con ceño apretado caminó por la casa, intentando entender qué había ocurrido. Sospechó de Vicky, por supuesto, porque estaban solas y apresurada la buscó por la casa.
Subió las escaleras, pensando lo peor y la encontró en su cuarto, con música fuerte y tan animosa que supo que algo más estaba ocurriendo.
Decidida la encaró:
—¿Tú sacaste lo que había aquí? —le preguntó firme y le mostró el sobre abierto.
Vicky la miró de reojo y nada dijo. Ni siquiera se inmutó.
Siguió doblando su ropa sobre la cama, preparando su maleta para partir.
Nora entrevió sus acciones y más sospechó.
—Vicky...
—Sí, yo lo tomé —le confesó firme y con una sonrisa caminó a su lado.
Nora titubeó al escucharla. La muy descarada tenía el atrevimiento de decirle la verdad y ni siquiera sentir vergüenza por eso.
—Devuélvemelo, era para tu hermana. Su jefe se lo dejó y...
—Solo di que lo perdiste —la interrumpió Vicky, atrevida y la miró desafiante desde la puerta.
Nora gruñó cuando la menor de sus hijas la dejó hablando sola y Vicky caminó por las escaleras para seguir reuniendo sus pertenencias para marchar.
Tenía cien mil dólares e iba gastárselos como se le diera la m*****a gana.
Por fin iba a poder darse los lujos que merecía.
Nora caminó apurada detrás de ella para enfrentarla.
—¿Qué era? ¿Qué había aquí? ¿Qué te robaste? —insistió agarrándola por el brazo en la mitad de las escaleras.
Vicky sonrió maliciosa.
—Un cheque con muchos ceros —le contestó y le guiñó el ojo.
Nora sintió que desfallecía. La respiración se le agitó y no encontró las palabras correctas para detenerla. Estaban hablando de dinero. Dinero ajeno.
—Entrégamelo ahora, devuélvemelo —ordenó con histeria.
Vicky se rio. Se deshizo de su agarre y bajó un par de escalones para escapar de su enfrentamiento.
Cuando recordó hechos pasados, se detuvo y volteó para responderle:
—Dile lo mismo que le dijiste a papá cuando se perdió el dinero de su indemnización.
Nora abrió grandes ojos. Su propia hija le estaba recordando que le había robado dinero a su propio esposo.
—¡No es lo mismo! —chilló Nora furiosa y la persiguió con la misma agilidad con la que ella se escapaba—. ¡Este dinero no es de la familia! ¡Es de un tercero! ¡Es del Señor Rossi!
—Dijo que era para Lily, así que, en resumen, si es de la familia. Y ahora es mío —respondió Vicky dispuesta a quedárselo—. Como dije, dile que lo perdiste.
—¡No puedo decirle eso! ¡Él confió en mí! —gritó Nora, alterada y fuera de sí—. Le voy a decir la verdad, llamaré a la policía y...
Vicky se plantó desafiante ante ella y Nora no pudo seguir. Podía apostar que nunca había visto a su hija actuar así.
Sintió temor. Era un monstruo.
—Llamas a la policía y le digo a papá la verdad —la amenazó—. Le dices a Christopher o a Lilibeth que yo tengo el maldito cheque y le diré la verdad a papá...
—No serias capaz —sollozó Nora, atemorizada de quedar expuesta después de tantos años de engaño.
—Sé que lo quieres recuperar porque te quedaste sola... ¿o crees que no sé cómo juegas? —la fastidió, llevándola al borde—. Por favor, le cocinaste ese estúpido pastel de papa que tanto le gusta —le dijo firme. Los ojos de su madre se aguaron—. Vicent me dijo lo que pasó entre ustedes. —La miró con mueca divertida, refiriéndose al “colágeno” con el que mantenía una relación—. Mamá, eres tan obvia —susurró sobre su rostro con crueldad, mientras le arregló el cabello negro detrás de las orejas—. ¿Creíste que papá te recibiría con los brazos abiertos? —La miró burlesca.
—Tu padre y yo podemos solucionarlo... —sollozó ella—. Somos adultos y nuestro amor...
Vicky levantó el dedo índice y la hizo callar.
—No es mi padre —le recordó para torturarla—. Lo sabes, pero él no. ¿Quieres que se lo diga?
—No, hija, por favor —sollozó compungida.
—Entonces olvida el cheque —la amenazó y se dio la vuelta para regresar a su cuarto organizando sus maletas.
Se iba a la m****a a disfrutar de su dinero.
Ni siquiera le importaba el estado de Romina o el desastre que era su familia.
—¡Lo que estás haciendo está mal! —gritó Nora, deteniéndola otra vez—. ¡¿Crees que ellos no lo notarán?! —gritó.
—¡No me importa! —le increpó Vicky de regreso.
—¡Podrías ir a prisión! —bramó su madre.
—¡Pues vendrás conmigo! —le clamó Vicky.
La puerta de entrada se abrió y el señor López entró con paso lento.
Venía cansado, porque apenas había dormido y aunque difícilmente había escuchado los gritos, si notó lo alterada que estaban Vicky y su exmujer.
—¿Todo está bien? —preguntó mirándolas por igual.
La tensión entre las dos era clara. Él pudo sentirla, aun cuando apenas venía llegando.
Madre e hija se miraron agudas. Vicky sonrió y se relajó tan notoriamente que su madre temió percibir esos cambios que no había visto antes.
—Sí, papito, todo está bien —dijo Vicky con voz suave—. Mamá está muy preocupada por Romy, es todo...
El señor López asintió, aunque no muy convencido por esa explicación y miró a Nora con recelo.
Ella estaba tiritando y tenía las mejillas marcadas por lágrimas secas.
Le hubiera gustado preguntarle si todo estaba bien, pero no quería mostrar compasión por ella, ni la más mínima muestra de clemencia, así que subió las escaleras y se apresuró para encerrarse en su cuarto y descansar.
—¡Preparé pastel de papa y queso! —le gritó Nora—. ¿Te sirvo un poco? Sé que te encanta. —Se rio coqueta.
Quería recuperarlo y bien sabía que su comida era un puente que podía usar para fortalecer los cimientos rotos de su relación.
El señor López se detuvo en la mitad de la escalera y sonrió con fastidio. Antes que todo era un caballero, así que volteó para agradecerle.
—Gracias, pero ya comí. No debiste molestarte —le dijo él y la cara de Nora fue de total decepción—. Dormiré una siesta. Nos vemos después.
—Descansa, papito —le dio Vicky y esperó paciente a que la puerta de su cuarto se cerrara para continuar.
Cuando eso pasó, regresó con su madre. Con mueca triunfante la miró y le repitió su amenaza para que no se le olvidara:
—Ya sabes... le dices a alguien la verdad y papá sabrá que llevas años engañándolo... riéndote en su cara.
Nora contuvo la respiración para no explotar.
Solo cuando Vicky se dio la media vuelta para seguir con lo suyo, lloró con desconsuelo, recibiendo la cosecha de todo lo que había sembrado.
Christopher y Lily salieron con disimulo del cuarto de baño. Para su suerte, nadie estaba cerca y pudieron cubrirse sin problemas.Les habría encantado seguir juntos, pero el trabajo no les dio respiro hasta pasado las ocho de la noche.Lily fue la primera en terminar. Por suerte logró cumplir con la exigencia de Marlene y entregó a tiempo todas las columnas para que la exigente mujer las revisara y aprobara.Lily pasó por la oficina de Christopher. Él seguía reunido con el equipo de reseñas. Debatían sobre los productos que reseñarían para ese número. Las opciones eran infinitas y la reunión se había alargado más de la cuenta.—¿Quiere que les traiga café? —preguntó Lily.Christopher la miró con una sonrisa y asintió. No quería ponerla a preparar café, porque sabía que poseía potencial para más, pero en se momento de debilidad lo necesitaba más que nada.También la necesitaba a ella. Sentía alivio y seguridad cuando estaba cerca.Lily preparó café para todos y compró galletas.Acomodó
Antes de las siete de la mañana, Lily y Chris tomaron un taxi para viajar hasta la casa de la muchacha.El plan era coger el sobre con el cheque, tomar camino al hospital y pagar la deuda del tratamiento de su hermana para regresar a las nueve a Craze y no tener problemas con nadie.En el taxi hablaron sobre los pendientes que tenían para con el número. Tenían apenas unos días a su favor para que la fecha del primer borrador llegara.—Tienes que enviarle a Joel las fotografías de sus productos. No queremos que solicite cambios, porque no tenemos tiempo para repetir la sesión, así que es importante enfocarnos en los puntos positivos del anuncio —le dijo Christopher a Lily, refiriéndose al representante de la marca nueva con la que trabajaban.Su voz se oyó tensa. Lily pudo sentirlo.Y no era para menos. Christopher sabía que algo sucedía entre ella y Joel. Sabía que habían tenido una cita, también lo había visto poniendo sus manos sobre Lily en la subasta y su intuición masculina le de
Lily entró a la cocina y saludó a su madre y a su hermana con alegría. Estaba tan feliz que no pudo ocultarlo ni un poquito. Ahora era la novia de Christopher Rossi y era absolutamente perfecto.Vicky estaba con mala cara sentada en el mesón, bebiendo su batido energético de la mañana.—Mamá, vine a recoger lo que Christopher me dejó ayer —le dijo Lily.Su madre tragó duro y dejó lo que hacía para enfrentarla.—Pero si ya te lo entregué —le dijo la mujer en cuanto volteó y tuvo el descaro de decírselo mirándola a los ojos.Lily apretó el ceño e inclinó la cabeza.Su madre estaba tan seria que, Lily tuvo que reírse nerviosa por su respuesta.—Pero si ayer... —Balbuceó confundida—. No, mamá, no me has entregado nada.—Sí, Lily —le dijo su madre con tanta firmeza que, por breves segundos, la muchacha dudó—. Viniste ayer, te lo entregué y te marchaste.Lily se tensó y miró a su hermana de reojo. Ella actuaba tan bien que Lily no pudo notar nada extraño.—No, imposible… —pensó Lily y empezó
Christopher se montó en el taxi, junto a Lily y sintió mucha angustia de verla llorar así. Estaba tan dolida y avergonzada que ni siquiera tuvo el valor para mirarlo a la cara.Él puso su mano en su espalda y trató de consolarla, pero no tenía palabras para ofrecerle alivio, muy por el contrario, él solo pensaba en venganza.Aprovechó del desgarrador silencio para enviarle un mensaje a su abogado. Lo citó de forma urgente en Craze.En cuanto el taxi se acercó al edificio de Revues, Lily se forzó a recomponerse. Se secó las lágrimas con rabia y dejó de llorar. No iba a darle en el gusto a ninguno de sus compañeros de trabajo de verla así, destruida.Porque así se sentía y no quería que nadie mostrara lástima por ella y sus problemas.Christopher pagó por el viaje y se bajaron rápido del taxi. Por suerte aún era temprano y toda la zona estaba desierta.Lily lo agarró por el brazo antes de que se refugiaran en el edifico de Revues y con valentía le dijo:—Sé que no podremos hablar de est
El señor López llegó al hospital temblando por los nervios y no se tranquilizó hasta que logró pagar todo el tratamiento de Romina.Solo allí, con el recibo de pago en sus manos, el hombre pudo respirar aliviado y, adormecido por todo lo sucedido buscó un lugar en la sala de espera para descansar y esperar.Las piernas le temblaban.El doctor nunca estuvo disponible para hablar con él. Tenía demasiados pacientes a los que atender y el señor López fue comprensivo y paciente.Al mediodía, un hombre llegó al hospital a recogerlo. Julián López supo que se trataba de la acción del Señor Rossi y no dudó en subirse al coche de vidrios oscuros que esperaba a por él.El conductor le ofreció agua fresca y una charla divertida. Julián estuvo tenso durante todo el camino. No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido con Vicky y su exmujer.Aun intentaba recordar los hechos y, por algunos instantes dudó de sus propios recuerdos.Se regañó mentalmente cuando se dio cuenta que estaba poniendo en
(Recuerdas todas las veces...) No, no.(Cuando era niña...) Ay, no, que cliché.(Quisiera no hablarles de moda, porque ya tienen doscientas paginad e lo mismo y porque además Wintour me mataría...) No puedes poner eso, Lilibeth. Te matarían de verdad.Nunca he sido asidua en la moda, pero, aquí entre chicas, debo (decirles) confesarles que me (imaginé) fantaseé vistiendo la chaqueta de cuero negra de Bershka con sus letras coloridas y su épica frase: “tener vibraciones radicales”.Por supuesto, en ese momento, no comprendía (entendía) del todo cómo esa frase (repercutiría) vibraría en mi vida.“En la moda hay un mensaje y es nuestro deber descifrarlo”. Pensé un día mientras visitaba una tienda de segunda mano, con cientos de prendas clásicas, pero tristemente olvidadas. ¿Cómo pueden olvidar lo clásico? Pensé con desazón y, aunque no estaba muy segura de lo que hacía, me compré mi primer “clutch” de Saint Laurent. Con orgullo lo llevé a casa; lo limpié, lo reparé y le di una segunda vid
Por la tarde regresaron a la oficina y solo para hacer acto de presencia.Christopher sabía lo que Marlene decía de él en los rincones de Craze y tuvo que seguir su juego antes de que los rumores cobraran vida propia.No llevaron todos los portafolios, puesto que Christopher no sentía confianza de lo que sucedía en Craze. Creía que sus ideas terminarían en las manos equivocadas, así que escogió proteger parte de su número en su pent-house, bajo la custodia de Sasha y el señor L.El señor López se quedaría hasta la tarde para hablar con Lily con más calma. Eso significaba más tiempo a solas con Sasha.Apenas Lily se acomodó detrás de su escritorio, terminó de escribir su primer borrador de su columna y se levantó para correr con Christopher y darle la buena noticia; estaba segura de lo que había hecho, pero, prontamente, la asaltaron miles de dudas.Recordó entonces que lo mejor era esperar un par de horas para releer lo escrito y encontrar así todos los errores cometidos, así que lo g
A Lily se la comieron los nervios. Anheló miles de veces reunirse en privado con Christopher para que le dijera lo que pensaba de su columna, pero cada vez que encontraba un momento para estar a solas, eran invadidos por importantes rostros del mundo en el que Rossi se desenvolvía.Las horas se fueron volando y la joven empezó a perder las esperanzas, peor se sintió su corazón cuando Joel apareció para saludarla.Aun recordaba lo descortés que había sido antes, dejándolo olvidado en la subasta. —Recibí tu correo —dijo el hombre y con formalidad añadió—: Aprobamos la sesión. Creemos en la armonía producto y exposición.Lily sonrió agradecida. Se lo estaba haciendo fácil, cuando podría haberle sacado muchas cosas en cara.Era un caballero.—Me alegra saber que la han aprobado —le dijo sonriente—. Será un éxito, estoy segura de eso.Desde la distancia, Christopher los miró interactuar y respiró profundo para no perder la compostura.—Será un éxito gracias a ti, Lily —reconoció Joel y es