26

Con mueca de fastidio y la respiración ridículamente disparada, Lily se montó a su lado y no pudo mirarlo ni una sola vez a la cara.

Se tuvo que resignar a mirarlo de reojo y, para su desgracia, el maldito de Rossi la miraba con orgullo con una amplia sonrisa de victoria.

Lily se vio tan agitada que se acordó de esas inútiles clases de deporte que tomaba para ponerse en forma. Se acordó de cómo respirar para tranquilizarse, para nada surgió efecto.

Su cuerpo era un traidor.

—¿Qué? —le preguntó enojada cuando ya no pudo soportarlo y lo miró a la cara para enfrentarlo.

Ser cobarde no era lo suyo.

Rossi levantó la comisura de sus labios en una traviesa sonrisa y su mirada se oscureció cuando olió lo excitada y agitada que estaba.

Se mantuvo fijo en su rostro y con atrevimiento cogió uno de sus mechones de cabello entre sus dedos.

Lily pensó en detenerlo, en marcar límites, pero apenas pudo moverse. Estaba hipnotizada.

De la nada, un calor abrasador la invadió entera y pensó que iba a gemir cuando su dedo largo se deslizó por su mejilla caliente.

—Jaque mate, Lilibeth —susurró Christopher a pocos centímetros de su rostro y, aunque Lily pensó que iba a besarla otra vez, se marchó caminando por su amplio y luminoso pent-house.

Habían llegado a su piso y ella apenas se había enterado.

Soltó el aire que había contenido durante todo el viaje y apurada corrió detrás de él.

—Claramente no sabe nada de ajedrez —le reclamó ella, manteniéndose digna.

Aunque en el fondo seguía muy ofendida consigo misma por ser tan traidora.

Christopher se dio vuelta para enfrentarla.

Ella no se guardó nada y añadió:

—Solo hay jaque si el rey está acorralado. —Los dos se miraron con agudeza—. No la reina. —Le dedicó una mueca de superioridad.

Rossi sonrió y se paseó junto a ella con el hámster entre sus manos.

—Jugué en un club de ajedrez por quince años —le confesó él y ella miró sorprendida—. Yo nunca dije que la reina estaba acorralada… —Le sonrió malicioso.

Lily se ruborizó otra vez, cuando entendió lo que él estaba insinuando y Christopher sonrió tan satisfecho que, la muchacha no supo dónde esconderse.  

Fue entonces cuando el editor en jefe de Craze descubrió su nueva fascinación: verla sonrojarse.

Era la m****a más maravillosa que había visto, después de su hoyuelo único que aparecía solo con esas sonrisitas divertidas que le regalaba de vez en cuando.

La joven recordó que tenía que respirar o le iba a dar un infarto y, aunque se preparó para refutar, su teléfono timbró y la burbuja de tensión en la que estaban contenidos estalló en un dos por tres.

Lily atendió la llamada. Era de trabajo, o eso pensó.

Una bonita sonrisa apareció en la mitad de la llamada y Rossi tuvo celos de la persona que llamaba.

Cuando Lily terminó, dejó la charla tensa con su jefe y se dispuso a buscar el “Libro”. Tenía algunos asuntos que añadir y no quería olvidarlos.

—¿Quién era? —preguntó Christopher.

Lily le miró con lio y supo que no podía mentirle.

—El representante de la cosmética natural que lanzaremos en este número —le dijo ella con calma.

Rossi apretó el ceño y con desconfianza avanzó hacia ella.

—¿Y qué quería? —insistió.

—Dice que nos envió por correo los contratos de publicación y que mañana recibiremos en la dirección indicada los productos para la sesión fotográfica —dijo Lily, omitiendo la parte más importante.

La había invitado a salir. Una cena romántica en un rascacielos de la gran ciudad.

Rossi no se creyó toda la historia y siguió mirándola con mueca sospechosa.

—¿Y por qué la sonrisa? —curioseó mirándola con agudeza a los ojos.

Lily levantó las cejas por la sorpresa.

—¿Sonrisa? —preguntó haciéndose la tonta—. Solo me alegra saber que avanzamos en este… —Se calló cuando se dio cuenta que le estaba dando explicaciones a él. ¡A su controlador y machista jefe!—. Sabe, no tengo porque darle explicaciones. Ni a usted, ni a nadie.

Cogió la portátil y la abrió con bruteza. No volvió a mirarlo, porque temía delatarse.

Tampoco sabía porque temía que él la descubriera en enredos con otro hombre.

No le debía explicaciones, mucho menos a él.

Se puso cómoda en el piso y empezó a trabajar. Él también lo hizo, tras meter a su nueva mascota en su pequeña casa de cristal.

Estuvieron tan callados y tensos que Lily tuvo que poner un poco de música en su teléfono para relajar las cosas.

Se sentía demasiado ahogada escuchando sus pensamientos y pensando en todo momento en la mirada de su jefe.

Trabajaron hasta las nueve. Planificaron una sesión de fotos para los nuevos productos, contactaron a las modelos, todas primerizas y comieron la comida que habían comprado.

Cuando el lugar se puso oscuro y frio, Christopher no perdió su oportunidad:

—¿Quieres ir a cenar? —Lily le miró con lio—. Conozco un lugar genial y sé que te gustará…

Lily le dio una de sus bonitas sonrisas con su sexy hoyuelo único y negó.

—Ya tengo planes, señor.

La cara de simpatía de Christopher se redujo a celos, ardor y caos.

—¿Sí? ¿Con quién? —disparó tenso.

Lily le sonrió por segunda vez y caminó hacia el elevador. Cogió su abrigo y le dio una miradita al hámster que dormía en su pequeña cama de espuma.

Como Rossi la persiguió por el lugar como un niño desolado, tuvo que darle una respuesta:

—Lo que yo haga fuera de mi horario laboral no es de su incumbencia, señor Rossi.

El hombre la escuchó con atención y esa maliciosa sonrisa que la ponía nerviosa resurgió otra vez en su seductora boca.

Cuando se trataba de cazar, se convertía en el cazador más hijo de puta de todos. El más astuto, el más sigiloso.

Y, m****a, cómo estaba disfrutando de cazar a Lily.

—¿Quieres ponerme a prueba, Lilibeth? —le preguntó él con un noto demasiado desafiante para el gusto de Lily.

Lily le miró con desconfianza y con un poco de nervios se vistió con su abrigo.

—Creo que no lo entiendo, Señor… —murmuró atemorizada y caminó hacia el elevador.

—Mañana verás —le respondió él con total calma y la despidió sin dar un paso más.

Los dos alzaron sus manos para despedirse segundos antes de que las puertas del elevador se cerraran.

Lily se fue con un extraño sentimiento dentro del pecho, pero se olvidó de las palabras amenazantes de su jefe cuando llegó al primer piso.

Por supuesto que se reunió con el representante de la marca de cosmética que habían conocido antes.

Como le había prometido por teléfono, la llevó a cenar a un elegante rascacielos en la ciudad y disfrutaron hasta la medianoche.

Después de meses en soledad, Lily sintió por fin que encontraba a un hombre decente y transparente con el que salir, con el que abrir su corazón.

Joel fue un caballero y la llevó hasta su casa. Como en los libros de romance que Lily había leído en su adolescencia, recibió un cálido beso en los labios antes del adiós y se acostó soñando con ese guapísimo representante, seguro de sí mismo y con excelente aroma.

Christopher revisó las cámaras del edificio en el que vivía y por supuesto que vio al representante de la cosmética y a Lily reunirse después de su horario de trabajo.

Ardió por los celos y maldijo al entrever que, no era él su interés romántico, sino alguien que ni siquiera la merecía.

Ni siquiera entendió porque le obsesionaba tanto. Se dio un sinfín de vueltas por el pent-house y hasta habló en voz alta con su nuevo hámster, intentando aclarar lo que estaba empezando a sentir.

Cuando ya no pudo soportarlo más, decidió que la ataría a él con un contrato. No se le ocurría otra forma de obligarla a estar a su lado.

Eso quería. Tenerla día y noche con él.

Mientras ella se divertía, Christopher viajó hasta Craze y con atrevimiento entró a las instalaciones como si fuera el maldito dueño del mundo.

Y tal vez lo era.

Viajó por los pasillos hasta llegar al departamento de recursos humanos y buscó el contrato de Lilibeth Lopez.

Subió hasta su oficina privada y se sentó detrás de su escritorio a escribir un nuevo contrato para su asistente.

Lo redactó con su maliciosa sonrisa y se carcajeó cuando se la imaginó furiosa.

La haría caer en su trampa.

La haría suya por contrato.

Lila Steph

Hola, lamento la tardanza, estaba pasando por enfermedad, pero ya mejorando. Recuerden dejar su amor en la novela, adoro sus comentarios *-* Les mando abrazos y para mañana le dejé otro capítulo. Besos.

| 99+
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo