Samanta Love una chica de 23 años, que es criada en el extranjero por una escuela privada, es obligada a casarse con Alberto Monroe un joven de 28 años que es un adicto al trabajo, el temperamento de ambos es un claro impedimento para que estos tortolitos se enamoren completamente, pero lograrán romper obstáculos para llegar al amor que desean formar.
Leer másSamanta. Al salir de la oficina de Dagne, me encuentro a Alberto en el pasillo, este me sonríe y se acerca a mí, me da un abrazo y no me pasa por la mente en ningún momento rechazarlo, me hundo en su pecho y absorbo todo el olor que emana de él, mi corazón se acelera nuevamente, pero ahora de emoción, al levantar un poco la cabeza, Camila nos mira de manera fija, me acuerdo de sus amenazas y sin pensar en nada, levanto un poco la cabeza, Alberto hace lo mismo, nuestras respiraciones se entrelazan, acerco un poco, mis labios a los suyos, y él actúa de inmediato. Nuestros labios bailan al mismo tiempo, chupamos y saboriamos cada uno el sabor del otro. Nos alejamos un poco y puedo imaginar que mi cara está ruborizada por la forma en la que él me mira, sonrió de manera tierna y él me cubre con sus brazos dándome un fuerte abrazo. —Buenos días. —Dice Camila. —Buenos días, Camí, ¿Cómo estás? —Le responde Alberto, sin soltarme. Por mi parte me mantengo neutral con ella, no piens
Samanta. Cierro la puerta de forma calmada, pero por dentro estoy llena de rabia, delante de él quedó como la villana. Respiro profundo y trato de calmarme, pero es en vano, mi rabia crece cada vez mas. Al siguiente día aprovecho que es domingo y salgo para encontrarme con Tatia que está en el país. —Tatia, que bueno que estás aquí, me siento sola.—Le digo dándole un fuerte abrazo. Ella me responde el abrazo y agrega un beso en una de mis mejillas. —Sabes que siempre estare para tí, ahora, hablame de la perra esa. —Me contesta ella al mismo tiempo que pide una piña colada para ambas. Le cuento todo con lujo y detalles nuevamente, y no se porque, pero mi rabia crece cada vez más. Tatia se ríe a carcajadas. —¿Por qué te estás riendo? —Le pregunto un poco incómoda. —Querida, debemos de aceptar que esa chica está bien loca. —Si, pero esa loca me está haciendo la vida imposible, y para colmo, Alberto me ve como la mala del cuento. Tatia me mira de arriba abajo
Alberto. Termino de realizar una llamada, aunque quiero recuperar la parte que mi padre y yo invertimos en la empresa Love, no me puedo descuidar de mis otros negocios. —Alberto, ¡que sorpresa tan agradable! —Me dice Camila dándome un abrazo cálido. Yo le devuelvo el saludo junto al abrazo. —¿Me acompañas a comprar algo? Por favor. Necesito tú opinión. —Ahora mismo no puedo. —Le respondo de inmediato. —Andale, por favor, vamos, será rápido. Nos vamos y entramos a una tienda de joyas. Ella empieza a observar cada una de esta y no se decide. —Por favor, Camila necesito salir rápido. —No te preocupes, la veo súper rápido, ¿mira está te gustan?—Me pregunta ella con entusiasmo. —Si, están hermosas. ,—Le respondo. —No me estás prestando atención. —Lo lamento Camila, es solo que estoy ocupado. —Pero solo será un segundo, quiero elegir una hermosa. Es para algo importante. Comenzamos a ver las joyas, estoy convenciendo la para que elija una, en eso recibo una llamada,
Camila. Decido ir al Multicentro, necesito distraerme y en ese lugar existe variedades de cosas para entretenerse. —Señorita, acabo de ver algo. —Dice Mi asistente. —¿Que viste? —Le pregunto sin prestar mucha atención. —Allá. —Me señala a dos personas, que sé perfectamente quienes son, de inmediato mi sangre hierve de furia, esa rata me tiene asqueada. —Bien, Vamos a dar una vuelta, en lo que pensamos que hacer. —Le digo a mi asistente y nos marchamos. Samanta. Alberto realizada unas que otras cosas, yo me entretuve mirando algunos artículos que salieron nuevos, y busco idea para la empresa. Alberto sale de una de las oficinas y entramos en el ascensor. Hay un señor mayor, Alberto se coloca muy cerca de mi, casi siento su respiración. El señor sale y nosotros nos regresamos al último piso. No sé porqué, pero me giro un poco, Alberto está tan cerca de mí que nuestras respiraciones se mezclan, de un momento siento sus labios en los míos y no pude rechazarlo, hast
Camila. Llegó a casa, entro a mi habitación y tiro lo primero que veo. —ÁÁÁÁÁÁH. Lanzo un enorme grito porque aún no se cómo desahogarme. Al cabo de unos segundos llega mi ayudante. —¿Qué ocurre señorita? —Pregunta ella un poco sorprendida. —¿Qué ocurre? Ocurre que tengo días esperando la información de la sirvienta de cuarta y no veo nada. Busca a esa gata y pregúntale que ha pasado con Samanta. —Sii, señorita. —Luego de decir esto, se va. Comienzo a caminar de un lado para otro, busco mi celular y empiezo a comprar ropa, es algo que me ayuda en momentos de frustración. —Tengo excelente noticia señorita. —Lidia entra a mi habitación con una sonrisa de oreja a oreja y admito que me contagió. —¿Que pasó? ¿Qué noticias me tiene? —Gloria me dijo que ellos no duermen juntos. Mi cara se arrugó en cuestión de segundo. —Eso ya lo sé, que estúpida eres, quiero información valiosa. Fuera de mi vista. Samanta. Toc toc. —¿Quién es? —Pregunto un poco ner
Samanta. Luego de terminar la sección de foto y ver la cara de Camila me regreso a casa de Alberto de buen humor, admito que me voy a divertir un poco en este periodo de falso matrimonio. Llegó a la mansión y al entrar veo a mi madre sentada como toda una señora. —Madre, ¿Qué haces aquí? —Digo sorprendida. —¿No puedo visitar a mi hija? —Contesta ella a la defensiva. —Tengo varios día aquí, y ahora es que vienes. —Le respondo igual de defensiva. —Porque quería darte tu espacio. Eres una mujer recién casada. —Sabes bien que todo es una falsa. —Si, Samanta, sé que es una falsa, pero debemos actuar como si fuera real. —Okey, pero entonces vuelvo a la pregunta, ¿Qué haces aquí? —Eres un poco fastidiosa, ¿Sabés? Me le quedó mirando de forma interrogativa. Porque sé que quiere algo. —Esta bien, solo vine a ver cómo estabas, ya sabes por la publicación.. —¿Mi padre te pidió que vinieras? Mi madre pone los en blancos. —La verdad sí, él tiene miedo que to
Samanta. Termino de hablar con Dagne y me retiro. Alberto. —Samanta, necesito hablar contigo. Samanta. —Claro, aquí estoy. —En privado. —Me contesta él. Ambos entramos a su oficina. —¿Cómo te sientes? ya sabes con lo que pasó. Camila abre la puerta de par en par. —¿Se puede saber que te pasa? ¿Por qué abre mi oficina de esa forma? —Le pregunta Alberto de forma un poco furioso. —Lo siento. Es solo que se me olvidó comentarte que conseguí que la empresa Loan se uniera a nosotros. La empresa Loan es una empresa bastante grande y una fusión nos podría salvar. —¿Encerio? Guaao, es una excelente noticia.—Responde Alberto con una sonrisa. —En cuánto a la pregunta que me hiciste, ¿Cómo me sentía con la situación? me siento bien, realmente la persona sin vida social que investigo mi vida, porque la suya es una miseria, al final me ayudó. —Responde Samanta. Alberto se ríe del comentario de Samanta. mientras que Camila tiene cara de pocos amigos. —Bueno,
Luego de una hora y media, inicia la reunión. Samanta y yo entramos juntos, en la sala está mi padre, el de Samanta y una secretaria, luego entra Camila. Samanta. Camila llega, se sienta como toda una diva. —Espero que se encuentren todos bien, y lamento este bochorno ocurrido. —Dice ella con un rostro lleno de pena. —No eres tu la que debe sentir pena. —Responde mi padre con cara de disgusto. Luego de escuchar su comentario trato de mantener mi cabeza baja, está reunión será dura para mí. Camila. —Creo que Samanta no debe ser la imagen de la empresa, por lo menos no por ahora y es algo que me apena mucho, porque ella es una mujer trabajadora y hermosa. Samanta. Escucho el comentario de Camila y me mantengo con mi rostro en el suelo, trataré de ser lo más invisible posible, quizás así tengan piedad de mí. No escucho más opiniones y no sé si alegrarme o inquietarme. Levanto mi rostro y Alberto mira a Camila con un rostro que no puedo describir, el señor Rob
Samanta. Me despierto por la alarma en mi reloj, me doy un baño y mi celular no deja de sonar, reviso que está pasando y veo llamadas y miles de mensajes, reviso un mensaje de mi padre. —¿Como ocurrió esto? Quiero una explicación. Luego del mensaje veo una imagen, en donde aparece una foto mía y un artículo en donde describe que tuve un periodo de adicción. Mi corazón se acelera inmediatamente leo el artículo, lo subió una página de chisme muy famosa en el país y fuera de este, también subieron pruebas de mi estadía en una clínica para personas adictivas. No puedo evitar sentirme nerviosa, y no tanto por mi reputación, más bien es por ese trato que mi padre tiene con los Monroe, esto arruinara por completo cualquier venta existente. Me almo de valor, busco una ropa elegante, pantalón de tela fina, blusa y un blazer, tacones y me maquillo de forma natural. Al salir, Gloria me dice que Alberto salió muy temprano. Salgo de la casa en un auto, y al salir me inunden ci