Rob—Samanta, la razón por la que decidí llamarte, es porque sé que estuviste trabajando como modelo en Londres en los últimos dos años, aparte, estudiaste química cosmética en la universidad.
Samanta. —Si, pero casi no recuerdo mucho de mí profesión. Rob—Descuida. Tú elegirás en dónde quieres pertenecer, si en el área de química o modelaje. Samanta—Prefiero el modelaje. —Excelente, puedes retirarte. Dagnes. —Señora Monroe que bueno que la veo, el desfile será en 3 días. —¿Por qué tan rápido? —Orden de su padre señora. —¿Que necesitas? —Debemos de ensayar. Por cierto, sabe donde está la señorita Laurence. —Con el señor Monroe me imagino. —No la vi pasando a la oficina del señor Monroe y tengo un ratico aquí. —No dónde el señor Rob. —Ahh. Se queda mirándome de una manera extraña. —¿Qué ocurre? —Nada, es solo que usted le dice señor a su esposo. —Ahh, eso, le sonrió de forma forzada y me voy. Alberto. —Camila no me gustó que trajeras a tu padre para que invirtiera. No quiero que esto salga mal. —Descuida, mi padre sabe lo que hace, además invertirá una cantidad que no nos dé problemas. Toc toc. Alberto—Pase. Dagnes. —Hola, disculpe la molestia, necesito a la señorita Laurence. —¿Para qué? —pregunta con una sonrisa cautivadora. —Tiene que ensayar para el desfile. —Ahh si, ¿a qué hora? —Sera de 2—6 —Cuatro horas. ¿Por qué tantas horas? —Porque dependiendo como salga el desfile, las compras de ambas empresas se realizarán. —Bien, y Samanta cuántas horas va a ensayar. —Ella ensayará una vez. —¿Perdón? ¿Por qué yo ensayare tantas horas y ella solo una vez? Creo que hay favoritismo. —Dice está última frase mirando a Alberto a los ojos y haciendo un puchero. —Para nada señorita Laurence, la Señora Monroe tiene experiencia en este tema, a diferencia de usted que es la primera vez. Alberto. —Ella solo quiere que te luzca en el desfile, recuerda lo que siempre decíamos, si trabajamos duro, el resultado será igual de duro que el esfuerzo. Ambos dicen la frase juntos y Camila ríe como una niña. —Bien, entonces la veré a las 2. Dagnes. —Muchas gracias, mañana también tiene que ensayar. —Okey. Día del desfile. Luces, camaras y acción. Las modelos de la empresa Magi Queen y la empresa Love modelan su campaña de primavera. Camila quiso ser la primera en salir, Samanta por orden de Dagnes fue la última. Luego de casi una hora de desfile. Sale una Chica de una altura de 1,74 con curvas pronunciada y un cuerpo de infarto, cabello negro recogido en un cola alta, vestido beige cuello de tortuga con una abertura en la cintura, su maquillaje es todo un espectáculo, su pasarela dejo a todos más que encantados, le lanzaron rosas y muchos aplausos. En redes sociales, no paraban de elogiar a la nueva señora Monroe, su belleza y carisma. Camila. —¿Cómo es posible que en los artículos de la prensa solo se hable de esa desgraciada? Rosana —Esa era la idea, se habla más de la persona que sale a último momento que de la primera. —¿De qué hablas? —Según algunos profesionales de la moda, la persona que cierra en un desfile es quien se lleva toda la atención. —Investiga todo lo que pueda, ¿Por qué no estudio aquí? y eso. —Entendido. Alberto. —Quiero felicitarte por tu gran debut. Samanta. —Gracias. Quiero lo mejor para la empresa. —Al final si podemos trabajar juntos. Dagnes. —El informe del desfile está hecho, tuvimos más del ochenta y nueve por cierto en aciertos, las ventas subieron a un quince por ciento, aunque casi todas las compras se lo llevó la empresa Magi Queen Rob. —Fue un gran avance, pero no nos podemos dormir, debemos seguir trabajando duró para avanzar. Los próximos días son cruciales para el crecimiento. Luego de la reunión terminar, todos están felices por el avance que tuvo la empresa. Rob y yo charlamos de manera amigable, tengo que admitir que se ha comportado como un caballero. Gustavo. —Lamento interrumpir, pero necesito hablar con mi preciosa hija. Me despido del señor Rob y sigo a mi padre. —Bien Samanta, todo está saliendo a la perfección, espero que te mantengas así mismo como ahora, sobria y sin nada de sustancias en tu sangre o te la verás conmigo, tienes la costumbre de estropear todo a tu paso, y ya no pienso cargar con tus estupideces. Ahora vete. Samanta. Decido no seguir con el festejo, de todas formas no tengo nada que festejar, estoy amarrada hasta que esto termine, no puedo evitar que salgan lágrimas de mis ojos, me siento atrapada en una burbuja, deseo que esto acabe pronto y que Dios me proteja en este camino. Camila. —Rosana, me puedes decir que investigaste. —Aún nada señorita, pero ya me puse en contacto con una excompañera de la secundaria y es la misma que trabaja en la casa Monroe, ella nos dirá todo. —Pero aparte de esa muchacha, tienes a otra persona, ¿Verdad? —Claro, mandé un investigador profesional, me dijo que hay información, pero no completa. —Bien, espero que esa información sea importante y valiosa.Samanta. Mi mente no ha podido sanar las heridas del pasado, las duras palabras de mi padre vienen una y otra vez. Toc Toc. Alguien toca la puerta y me apresuró a preguntar. —¿Quién es? —Es Gloria señora. Le abro a la chica de servicio. Gloria. —Buenas tardes. Es para informarle que la cena está lista. Samanta. —Esta bien. Comeré aquí. La chica sale sin más. Nuevamente me hundo en mis pensamientos, de repente siento que mi puerta se habré de un tirón. —¿Se puede saber que haces aquí? ¿Quién te dió permiso de entrar a mi habitación de esa manera? Camila. —Tú habitación. Por favor, no me hagas reír. Te recuerdo que tú no tienes nada, todo esto—lo dice mirando y señalando todo alrededor —es de Alberto. Samanta—Y yo soy su esposa. Camila—Pero no por amor, es como si fuera una esclava. Samanta—Los documento dicen lo contrario. Camila. —No voy a perder el tiempo con alguien como tú, sin valor. Samanta. —¿Sé puede saber que te hice para que me fastidie
Samanta. Termino de alistarme, me pongo un vestido largo, de tirantes, negro, es estrecho, pero no tanto, me permite caminar libremente, me hago un recogido y me pongo una pequeña piedra en el pelo. Subo en la parte trasera del auto porque sé perfectamente que Camila irá con él. Estoy en silencio tratando de no incomodar. Alberto. —Cuando dije que quería llevarme bien contigo, hablé encerio. Samanta. —Aja. —De verdad, pero no puedo hacerlo si tú no me ayudas. —¿Por que nos casamos? —Le pregunto sin rodeos. —¿A que viene la pregunta? —Me contesta él con la misma curiosidad. —Quiero saber. —Sabes la respuesta, necesitamos que las personas piensen que estamos en el mejor momento. —Si quieres que trabaje contigo, tienes que decirme la verdad, porque no te creo nada. —Lo siento, la verdad es que, no confío en tu padre, la reputación de Andrés Love en cuanto a los negocios es buena, pero también tiene fama de ser ambicioso y estafador. —Y eso que tiene qu
Samanta. Me despierto por la alarma en mi reloj, me doy un baño y mi celular no deja de sonar, reviso que está pasando y veo llamadas y miles de mensajes, reviso un mensaje de mi padre. —¿Como ocurrió esto? Quiero una explicación. Luego del mensaje veo una imagen, en donde aparece una foto mía y un artículo en donde describe que tuve un periodo de adicción. Mi corazón se acelera inmediatamente leo el artículo, lo subió una página de chisme muy famosa en el país y fuera de este, también subieron pruebas de mi estadía en una clínica para personas adictivas. No puedo evitar sentirme nerviosa, y no tanto por mi reputación, más bien es por ese trato que mi padre tiene con los Monroe, esto arruinara por completo cualquier venta existente. Me almo de valor, busco una ropa elegante, pantalón de tela fina, blusa y un blazer, tacones y me maquillo de forma natural. Al salir, Gloria me dice que Alberto salió muy temprano. Salgo de la casa en un auto, y al salir me inunden ci
Luego de una hora y media, inicia la reunión. Samanta y yo entramos juntos, en la sala está mi padre, el de Samanta y una secretaria, luego entra Camila. Samanta. Camila llega, se sienta como toda una diva. —Espero que se encuentren todos bien, y lamento este bochorno ocurrido. —Dice ella con un rostro lleno de pena. —No eres tu la que debe sentir pena. —Responde mi padre con cara de disgusto. Luego de escuchar su comentario trato de mantener mi cabeza baja, está reunión será dura para mí. Camila. —Creo que Samanta no debe ser la imagen de la empresa, por lo menos no por ahora y es algo que me apena mucho, porque ella es una mujer trabajadora y hermosa. Samanta. Escucho el comentario de Camila y me mantengo con mi rostro en el suelo, trataré de ser lo más invisible posible, quizás así tengan piedad de mí. No escucho más opiniones y no sé si alegrarme o inquietarme. Levanto mi rostro y Alberto mira a Camila con un rostro que no puedo describir, el señor Rob
Samanta. Termino de hablar con Dagne y me retiro. Alberto. —Samanta, necesito hablar contigo. Samanta. —Claro, aquí estoy. —En privado. —Me contesta él. Ambos entramos a su oficina. —¿Cómo te sientes? ya sabes con lo que pasó. Camila abre la puerta de par en par. —¿Se puede saber que te pasa? ¿Por qué abre mi oficina de esa forma? —Le pregunta Alberto de forma un poco furioso. —Lo siento. Es solo que se me olvidó comentarte que conseguí que la empresa Loan se uniera a nosotros. La empresa Loan es una empresa bastante grande y una fusión nos podría salvar. —¿Encerio? Guaao, es una excelente noticia.—Responde Alberto con una sonrisa. —En cuánto a la pregunta que me hiciste, ¿Cómo me sentía con la situación? me siento bien, realmente la persona sin vida social que investigo mi vida, porque la suya es una miseria, al final me ayudó. —Responde Samanta. Alberto se ríe del comentario de Samanta. mientras que Camila tiene cara de pocos amigos. —Bueno,
Samanta. Luego de terminar la sección de foto y ver la cara de Camila me regreso a casa de Alberto de buen humor, admito que me voy a divertir un poco en este periodo de falso matrimonio. Llegó a la mansión y al entrar veo a mi madre sentada como toda una señora. —Madre, ¿Qué haces aquí? —Digo sorprendida. —¿No puedo visitar a mi hija? —Contesta ella a la defensiva. —Tengo varios día aquí, y ahora es que vienes. —Le respondo igual de defensiva. —Porque quería darte tu espacio. Eres una mujer recién casada. —Sabes bien que todo es una falsa. —Si, Samanta, sé que es una falsa, pero debemos actuar como si fuera real. —Okey, pero entonces vuelvo a la pregunta, ¿Qué haces aquí? —Eres un poco fastidiosa, ¿Sabés? Me le quedó mirando de forma interrogativa. Porque sé que quiere algo. —Esta bien, solo vine a ver cómo estabas, ya sabes por la publicación.. —¿Mi padre te pidió que vinieras? Mi madre pone los en blancos. —La verdad sí, él tiene miedo que to
Camila. Llegó a casa, entro a mi habitación y tiro lo primero que veo. —ÁÁÁÁÁÁH. Lanzo un enorme grito porque aún no se cómo desahogarme. Al cabo de unos segundos llega mi ayudante. —¿Qué ocurre señorita? —Pregunta ella un poco sorprendida. —¿Qué ocurre? Ocurre que tengo días esperando la información de la sirvienta de cuarta y no veo nada. Busca a esa gata y pregúntale que ha pasado con Samanta. —Sii, señorita. —Luego de decir esto, se va. Comienzo a caminar de un lado para otro, busco mi celular y empiezo a comprar ropa, es algo que me ayuda en momentos de frustración. —Tengo excelente noticia señorita. —Lidia entra a mi habitación con una sonrisa de oreja a oreja y admito que me contagió. —¿Que pasó? ¿Qué noticias me tiene? —Gloria me dijo que ellos no duermen juntos. Mi cara se arrugó en cuestión de segundo. —Eso ya lo sé, que estúpida eres, quiero información valiosa. Fuera de mi vista. Samanta. Toc toc. —¿Quién es? —Pregunto un poco ner
Camila. Decido ir al Multicentro, necesito distraerme y en ese lugar existe variedades de cosas para entretenerse. —Señorita, acabo de ver algo. —Dice Mi asistente. —¿Que viste? —Le pregunto sin prestar mucha atención. —Allá. —Me señala a dos personas, que sé perfectamente quienes son, de inmediato mi sangre hierve de furia, esa rata me tiene asqueada. —Bien, Vamos a dar una vuelta, en lo que pensamos que hacer. —Le digo a mi asistente y nos marchamos. Samanta. Alberto realizada unas que otras cosas, yo me entretuve mirando algunos artículos que salieron nuevos, y busco idea para la empresa. Alberto sale de una de las oficinas y entramos en el ascensor. Hay un señor mayor, Alberto se coloca muy cerca de mi, casi siento su respiración. El señor sale y nosotros nos regresamos al último piso. No sé porqué, pero me giro un poco, Alberto está tan cerca de mí que nuestras respiraciones se mezclan, de un momento siento sus labios en los míos y no pude rechazarlo, hast