Camila.
Esa noticia me cayó como balde de agua fría, ni en mi cinco sentido podría deducir eso. ¿Cómo paso eso? Solo me fui por 6 meses. —No entiendo Alberto, no sabía que tenías novia. Alberto. —Vamos a mi despacho, yo te explico... Andrea. —Hola señora, estoy aquí porque nunca me dijo que desea comer. Samanta. —Lo siento, ¿Puedes hacer una lasaña? por favor. —Por supuesto que sí. Camila. —Pero entonces, rompiste nuestra promesa. —Dice esto con una tristeza que cualquier hombre cae completamente rendido. —¿Qué promesa? —La que hicimos cuando estábamos en último año de secundaria. —Han pasado como diez años, no recuerdo de que promesas hablas. —Dijimos que nos casaríamos por amor. —Ya recuerdo, pero a veces las cosas no pasan como planeamos, pero no puedes decir nada de lo que hablamos aquí. —Sabes que soy una tumba, por algo somos los mejores amigos. Samanta. En lo que Andrea termina de hacer la lasaña, decido pasear por la casa, tengo que conocer cada rincón para no perderme. Camila. —Oh, mira a quien tenemos aquí. A la vendida. Samanta. —Disculpa. —Me vas a negar que te casaste con Alberto Por una deuda, Alberto solo te ve como una mercancía, no te ama. —Para tú información yo tampoco lo amo, así que no te preocupes, no me voy a robar tu amor platónico. Camila. —¿Quién te crees que eres para hablarme en ese tono? —¿Y quien te crees tú? —Soy mejor que tú en todo lo sentido. —Si así fuera, no tendrías que estar marcando territorio. Alberto. —¿Pasa algo? Camila. —Nada, estoy conociendo a tu esposa, es muy encantadora. Samanta. —No puedo decir lo mismo de tí. —Luego de decir esto, me retiro dejandolo a ambos con cara de sorpresa. Luegos de darme un largo baño, me pongo algo de ropa, Andrea me trae la comida a mi habitación y me siento de forma tranquila a devorar mi plato. No eh terminado de comer bien cuando siento que alguien intenta abrir la puerta. —Necesito que habrás la puerta. —Dice Alberto. Alberto —¿Qué pretendes? —¿Con qué? —Sabes bien con qué. No voy a permitir que le vuelvas hablar a Camila de esa forma, ella no te ha hecho nada. —Ayy, la pobre necesita de un príncipe azul que la rescate. —Samanta por favor, te pedí que nos lleváramos bien, no es algo tan grande. —Pues habla con tu amiga, dile que no me moleste y no me meteré con ella. —Camila no hizo nada, ella me explico todo. —¿Y que te dijo la arpía? —No la llames así, ella es pura, una chica inocente, no como tú. —Tú no sabes nada de mí. —Sé lo suficiente, como por ejemplo, que tú padre está en banca rota porque metiste a un drogadicto a tu casa y mientras tú te drogabas, él se robaba todo el dinero que tenía tu padre en los bancos. —Veo que investigaste sobre mí. —No fue necesario, tú padre me lo contó, si supieras la decepción que él tiene de tí, pusiera más empeño en esto. Ahora por favor, trata a Camila como ella te trata a tí. —Eso es una orden. —Sonrió ampliamente. —No es un juego Samanta. Deja de actuar como una niña. —No necesito tus consejos. Gracias. —Haz lo que quieras, solo te digo que sí tu comportamiento daña cualquier cosa o entorpece el negocio. Me la vas a pagar. —Tus amenazas me la paso por dónde no me da la luz del sol. —Eres un caso perdido. Samanta. A la mañana siguiente me levanto y voy al comedor. —Buenos días señora Monroe. —Buenos días Andrea. Andrea—El señor Monroe dice que cuando termine de desayunar que le avisé para irse a la empresa. —Avisa que estoy lista. No pienso desayunar. Alberto. —De ahora en adelante te harás cargos de algunas cosas en la empresa, nuestros padres nos esperan. Al llegar veo a la chica inocente en un asiento. —Esto tiene que ser una broma. Alberto—¿Qué haces aquí Camila? Camila se acerca a él, le da un profundo abrazo. Le dice algo en el oído. Rob —Buenos días. Camila creo que no es prudente acercarte a un hombre casado de esa forma, las personas podrían malinterpretar las cosas. La cara de Camila se volvió roja de la vergüenza en un segundo. Camila. —Es cierto, me disculpo. Rob. —Entremos por favor a la sala de reuniones. Todos entramos, aún así no entiendo que hace Camila aquí. Rob.—El señor Laurence está aquí porque desea invertir en la nueva colección de maquillaje que se realizará. Camilo. —Mi hija me convenció, realmente no me dedico a esto, pero creo que será una excelente oportunidad de crecimiento. Alberto tiene cara de pocos amigos. No entiendo porque le molesta que su adorada princesa invierta en el negocio. Bien, ahora dejaremos a Dagnes que nos dira como será el desfile. Buenos días. Para el desfile nos unimos por una noche con la empresa de vestimenta Magi Queen. Por esa noche algunas de nuestras modelos lucirán tanto el maquillaje como los vestidos. Nuestra modelo principal de esa noche e imagen de la empresa será Samanta, por eso hemos solicitado que venga el día de hoy. Camila. —¿Podría ser imagen de la empresa también? Dagnes. Nunca hemos tenido dos modelos principales. Camilo. —Creo que se puede hacer una excepción. Gustavo. —Por supuesto que sí, mi hija será la modelo principal en las demás campañas, por está ocasión, puede ser la señorita Camila. Dagnes. —Puede haber dos modelos principales, yo me encargo de todo para que quede a la perfección. Los ojos de Camila me furminan, no es de mi interés, por ende la ignoro completamente. Salimos todos y yo salgo de esa empresa y trato de irme sin que nadie me note. Rob—Samanta quiero hablar contigo. Me dirijo a su oficina, mientras Alberto y Camila se van a no se dónde, y mi padre se queda con el señor Laurence.Rob—Samanta, la razón por la que decidí llamarte, es porque sé que estuviste trabajando como modelo en Londres en los últimos dos años, aparte, estudiaste química cosmética en la universidad. Samanta. —Si, pero casi no recuerdo mucho de mí profesión. Rob—Descuida. Tú elegirás en dónde quieres pertenecer, si en el área de química o modelaje. Samanta—Prefiero el modelaje. —Excelente, puedes retirarte. Dagnes. —Señora Monroe que bueno que la veo, el desfile será en 3 días. —¿Por qué tan rápido? —Orden de su padre señora. —¿Que necesitas? —Debemos de ensayar. Por cierto, sabe donde está la señorita Laurence. —Con el señor Monroe me imagino. —No la vi pasando a la oficina del señor Monroe y tengo un ratico aquí. —No dónde el señor Rob. —Ahh. Se queda mirándome de una manera extraña. —¿Qué ocurre? —Nada, es solo que usted le dice señor a su esposo. —Ahh, eso, le sonrió de forma forzada y me voy. Alberto. —Camila no me gustó que trajeras a
Samanta. Mi mente no ha podido sanar las heridas del pasado, las duras palabras de mi padre vienen una y otra vez. Toc Toc. Alguien toca la puerta y me apresuró a preguntar. —¿Quién es? —Es Gloria señora. Le abro a la chica de servicio. Gloria. —Buenas tardes. Es para informarle que la cena está lista. Samanta. —Esta bien. Comeré aquí. La chica sale sin más. Nuevamente me hundo en mis pensamientos, de repente siento que mi puerta se habré de un tirón. —¿Se puede saber que haces aquí? ¿Quién te dió permiso de entrar a mi habitación de esa manera? Camila. —Tú habitación. Por favor, no me hagas reír. Te recuerdo que tú no tienes nada, todo esto—lo dice mirando y señalando todo alrededor —es de Alberto. Samanta—Y yo soy su esposa. Camila—Pero no por amor, es como si fuera una esclava. Samanta—Los documento dicen lo contrario. Camila. —No voy a perder el tiempo con alguien como tú, sin valor. Samanta. —¿Sé puede saber que te hice para que me fastidie
Samanta. Termino de alistarme, me pongo un vestido largo, de tirantes, negro, es estrecho, pero no tanto, me permite caminar libremente, me hago un recogido y me pongo una pequeña piedra en el pelo. Subo en la parte trasera del auto porque sé perfectamente que Camila irá con él. Estoy en silencio tratando de no incomodar. Alberto. —Cuando dije que quería llevarme bien contigo, hablé encerio. Samanta. —Aja. —De verdad, pero no puedo hacerlo si tú no me ayudas. —¿Por que nos casamos? —Le pregunto sin rodeos. —¿A que viene la pregunta? —Me contesta él con la misma curiosidad. —Quiero saber. —Sabes la respuesta, necesitamos que las personas piensen que estamos en el mejor momento. —Si quieres que trabaje contigo, tienes que decirme la verdad, porque no te creo nada. —Lo siento, la verdad es que, no confío en tu padre, la reputación de Andrés Love en cuanto a los negocios es buena, pero también tiene fama de ser ambicioso y estafador. —Y eso que tiene qu
Samanta. Me despierto por la alarma en mi reloj, me doy un baño y mi celular no deja de sonar, reviso que está pasando y veo llamadas y miles de mensajes, reviso un mensaje de mi padre. —¿Como ocurrió esto? Quiero una explicación. Luego del mensaje veo una imagen, en donde aparece una foto mía y un artículo en donde describe que tuve un periodo de adicción. Mi corazón se acelera inmediatamente leo el artículo, lo subió una página de chisme muy famosa en el país y fuera de este, también subieron pruebas de mi estadía en una clínica para personas adictivas. No puedo evitar sentirme nerviosa, y no tanto por mi reputación, más bien es por ese trato que mi padre tiene con los Monroe, esto arruinara por completo cualquier venta existente. Me almo de valor, busco una ropa elegante, pantalón de tela fina, blusa y un blazer, tacones y me maquillo de forma natural. Al salir, Gloria me dice que Alberto salió muy temprano. Salgo de la casa en un auto, y al salir me inunden ci
Luego de una hora y media, inicia la reunión. Samanta y yo entramos juntos, en la sala está mi padre, el de Samanta y una secretaria, luego entra Camila. Samanta. Camila llega, se sienta como toda una diva. —Espero que se encuentren todos bien, y lamento este bochorno ocurrido. —Dice ella con un rostro lleno de pena. —No eres tu la que debe sentir pena. —Responde mi padre con cara de disgusto. Luego de escuchar su comentario trato de mantener mi cabeza baja, está reunión será dura para mí. Camila. —Creo que Samanta no debe ser la imagen de la empresa, por lo menos no por ahora y es algo que me apena mucho, porque ella es una mujer trabajadora y hermosa. Samanta. Escucho el comentario de Camila y me mantengo con mi rostro en el suelo, trataré de ser lo más invisible posible, quizás así tengan piedad de mí. No escucho más opiniones y no sé si alegrarme o inquietarme. Levanto mi rostro y Alberto mira a Camila con un rostro que no puedo describir, el señor Rob
Samanta. Termino de hablar con Dagne y me retiro. Alberto. —Samanta, necesito hablar contigo. Samanta. —Claro, aquí estoy. —En privado. —Me contesta él. Ambos entramos a su oficina. —¿Cómo te sientes? ya sabes con lo que pasó. Camila abre la puerta de par en par. —¿Se puede saber que te pasa? ¿Por qué abre mi oficina de esa forma? —Le pregunta Alberto de forma un poco furioso. —Lo siento. Es solo que se me olvidó comentarte que conseguí que la empresa Loan se uniera a nosotros. La empresa Loan es una empresa bastante grande y una fusión nos podría salvar. —¿Encerio? Guaao, es una excelente noticia.—Responde Alberto con una sonrisa. —En cuánto a la pregunta que me hiciste, ¿Cómo me sentía con la situación? me siento bien, realmente la persona sin vida social que investigo mi vida, porque la suya es una miseria, al final me ayudó. —Responde Samanta. Alberto se ríe del comentario de Samanta. mientras que Camila tiene cara de pocos amigos. —Bueno,
Samanta. Luego de terminar la sección de foto y ver la cara de Camila me regreso a casa de Alberto de buen humor, admito que me voy a divertir un poco en este periodo de falso matrimonio. Llegó a la mansión y al entrar veo a mi madre sentada como toda una señora. —Madre, ¿Qué haces aquí? —Digo sorprendida. —¿No puedo visitar a mi hija? —Contesta ella a la defensiva. —Tengo varios día aquí, y ahora es que vienes. —Le respondo igual de defensiva. —Porque quería darte tu espacio. Eres una mujer recién casada. —Sabes bien que todo es una falsa. —Si, Samanta, sé que es una falsa, pero debemos actuar como si fuera real. —Okey, pero entonces vuelvo a la pregunta, ¿Qué haces aquí? —Eres un poco fastidiosa, ¿Sabés? Me le quedó mirando de forma interrogativa. Porque sé que quiere algo. —Esta bien, solo vine a ver cómo estabas, ya sabes por la publicación.. —¿Mi padre te pidió que vinieras? Mi madre pone los en blancos. —La verdad sí, él tiene miedo que to
Camila. Llegó a casa, entro a mi habitación y tiro lo primero que veo. —ÁÁÁÁÁÁH. Lanzo un enorme grito porque aún no se cómo desahogarme. Al cabo de unos segundos llega mi ayudante. —¿Qué ocurre señorita? —Pregunta ella un poco sorprendida. —¿Qué ocurre? Ocurre que tengo días esperando la información de la sirvienta de cuarta y no veo nada. Busca a esa gata y pregúntale que ha pasado con Samanta. —Sii, señorita. —Luego de decir esto, se va. Comienzo a caminar de un lado para otro, busco mi celular y empiezo a comprar ropa, es algo que me ayuda en momentos de frustración. —Tengo excelente noticia señorita. —Lidia entra a mi habitación con una sonrisa de oreja a oreja y admito que me contagió. —¿Que pasó? ¿Qué noticias me tiene? —Gloria me dijo que ellos no duermen juntos. Mi cara se arrugó en cuestión de segundo. —Eso ya lo sé, que estúpida eres, quiero información valiosa. Fuera de mi vista. Samanta. Toc toc. —¿Quién es? —Pregunto un poco ner