Adams Smith es un CEO frío, calculador y tremendamente exitoso en los negocios. Pero su vida personal es un desastre. Hace seis años, una noche apasionada con una mujer marcó su corazón, aunque las circunstancias los separaron. Esa noche dejó una huella más profunda, un secreto que él desconoce. Desde entonces, el poderoso empresario se ha convertido en un mujeriego empedernido, acumulando escándalos y titulares que han dañado su imagen pública. Hoy, siete años después, Adam decide dar el salto a la política y postularse como gobernador del estado de Nueva York. Sin embargo, limpiar su reputación es urgente y esencial para su campaña. Cuando todos los relacionistas públicos lo rechazaron, Glenda Carter, una experta de Miami conocida por rescatar carreras artísticas y empresariales, acepta el desafío. Lo que ella no se esperaba, era descubrir en su primer día de trabajo que su nuevo cliente fue el hombre que cambió para siempre su vida. Ahora, mientras Glenda intenta salvar la carrera política de Adams, también lucha por proteger su propio corazón y su secreto. ¿Podrá Adams rehabilitar su vida y ganarse un lugar en la política? ¿Podrá Glenda manejar el dilema de trabajar con el hombre que cambió su vida para siempre? Y, más importante. ¿Podrán enfrentarse al pasado, salvar su presente y construir juntos un futuro?
Leer más—Sam, necesito que rastrees de dónde fueron enviados todos estos archivos.—Sí, jefe —respondió Sam, pero esta vez su expresión era pensativa, lo que no pasó desapercibido para Adams.—¿Qué pasa? ¿En qué estás pensando? —preguntó Adams.—Jefe, hace un mes Frank salió de prisión. Ese hombre se volvió más peligroso dentro.—¿Y por qué me entero de esto hasta ahora? —preguntó Adams, cada vez más molesto. —Aunque no creo que sea solo él, no obstante, empecemos por ahí. Quiero que lo vigiles y conozcas cada uno de sus movimientos, incluso con quién vive y quiénes lo visitaron en la cárcel.El doctor Isaac, que había estado escuchando la conversación, intervino con algo que en su momento no le había parecido relevante, ya que aparentemente no había tenido consecuencias.—Hace dos años, tuve una enfermera en el hospital que era muy atenta y eficiente. Se ganó la confianza de todos y fue asignada a mi área. Se encargaba de las historias clínicas de los pacientes y tenía acceso a los archivos.
La pareja contó con emoción todo lo sucedido: desde el encuentro de Glenda con Violeta, en la finca de los Harris, donde Adri recibe sus clases de equitación. Pasando por la discusión entre él y Glenda, provocada por Lili, que hiso que Adams terminara en el rancho de los Harris, y allí conoció a Adri.Adams dijo que, tras conversar con su tía, descubrió la verdad sobre Glenda. Y que fue ese mismo día a confrontarla, que después de una discusión acalorada y a la vez de mucho amor de por medio, le pidió matrimonio, ella aceptó. Y se casaron al día siguiente, en Las Vegas.Gladys frunció el ceño al enterarse de que su hermana había guardado silencio, pero dejó de lado la molestia cuando Glenda abrió un archivo en la computadora del estudio y mostró las fotos de aquel día.—Estabas preciosa, querida. Realmente, los dos estaban guapísimos —dijo Gladys con lágrimas en los ojos, sin dejar de admirar las imágenes.Pero Carlos, con su característico tono autoritario, dijo:—Sí, sí, todo muy he
Una hora después, Carlos y Gladys llegaron a la casa de Adams. Al estar frente a la puerta, el matrimonio vio algo que los desconcertó.—Hola, buenas tardes —saludó una hermosa niña de aproximadamente seis años, vestida con el uniforme de una prestigiosa institución escolar de Nueva York—. Disculpen, ¿ustedes buscan a mi papi o a mi mami? —preguntó Adri, manteniendo su sonrisa.Gladys miró a la niña con la emoción apenas contenida. Carlos, apretando su mano, le transmitía fuerzas mientras él mismo intentaba controlar sus sentimientos.Entonces, Gladys, con una sonrisa que Carlos identificó como idéntica a la de la pequeña frente a ellos, se agachó a su altura y preguntó:—Hola, buenas tardes, preciosa. ¿Cómo te llamas?Adri titubeó un momento antes de responder.—Mi nombre es Adriana Carter, pero mi papi dijo que pronto sería Smith.Los Smith quedaron paralizados. Por supuesto que era una Smith. Para ninguno de los dos pasó desapercibido el parecido de Adriana con su padre a esa misma
El lunes por la mañana, Adams encontró a Elizabeth sentada en la antesala de su oficina, esperándolo. Ángel, su asistente, le hizo una señal discreta, preguntándole si debía deshacerse de ella, pero Adams negó con la cabeza. Elizabeth se puso de pie de inmediato cuando él abrió la puerta y, sin pronunciar palabra, lo siguió hacia el interior. Adams, cerró la puerta tras ellos, y avanzó hasta quedar peligrosamente cerca de ella.—Hola, cariño —murmuró, su voz baja, casi burlona.Lili se estremeció, pero no por deseo, sino por una repulsión helada que se enredó en su estómago.—Buenos días, Adams —susurró, obligándose a responder.Él sonrió con suficiencia llevando su mano al cabello de Lili, para jugar con uno de sus mechones sueltos.—¿Qué pasa, mi querida Lili? ¿Desde cuándo una prometida es tan distante?El pánico se apoderó de ella. No quería que la tocara. No quería que estuviera tan cerca. Con ambas manos, empujó su pecho para apartarlo, cuando Adams aparentó querer besarla, pero
Lili despertó abrazada a Morgan, con una sonrisa tatuada en los labios. A medida que la consciencia volvía a ella, notó que estaba desnuda y que su cabello era un completo desastre. Intentó moverse, pero en cuanto lo hizo, los brazos de Morgan se aferraron aún más a su pequeña cintura.El hombre hundió su rostro en su cabello, aspirando su esencia, y acomodó su cuerpo hasta dejarla completamente atrapada debajo de él. Con voz ronca por el sueño y cargada de deseo, murmuró en su oído:—¿Adónde vas? Sigue durmiendo, hoy es sábado.Lili se quedó inmóvil. Su corazón latía acelerado. Morgan no estaba borracho, ella lo sabía. Él era plenamente consciente de con quién, había pasado la noche. Un sinfín de preguntas se arremolinaban en su mente, alejándola por completo del sueño. Quiso moverse, pero en el instante en que intentó escapar, él la inmovilizó con un beso. Y su conciencia se apagó. Para dejar que su cuerpo y su corazón tomaran el control.Lili vibró en los brazos de Morgan, entregán
Morgan salió del salón del hotel y, su teléfono vibró con un mensaje de Glenda:"Ya lo sacamos de la habitación, ronca como piedra. Todo está bien. Más vale que mantengas a tu mujer tranquila, porque si le pongo las manos encima, no vas a poder casarte. Gracias."Morgan leyó el mensaje y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Sin perder tiempo, respondió:"No te preocupes, cuñada. Ella no es mala, solo que no sabe qué es amar. Tú tranquila, que yo me ocupo."-------Morgan entró a la habitación donde Lili había dejado a Adams dormido, se desnudó y se acostó en la cama, fingiendo ser él. Tal vez no era ese el mejor método, pero ella había ido demasiado lejos; necesitaba una cucharada de su propia medicina.Una hora después, Lili llegó, algo tomada, pero perfectamente consciente de lo que quería hacer. Mantuvo la luz apagada, pues no tenía la confianza para mostrarse desnuda ante Adams; después de todo, era su primera vez con un hombre. Dudó al pensarlo. En su interior, muy profundo,
Luego de aquella gala, el ambiente en la oficina se volvió tenso. Morgan y Elizabeth apenas se hablaban. Ella, estaba decidida a concentrarse en su trabajo, se enfocó en su objetivo: que todos supieran que Adams Smith era su prometido. La noticia corrió como pólvora, y sin un solo comunicado que lo desmintiera, se tomó como un hecho. De vez en cuando, Elizabeth y Adams eran vistos almorzando juntos. Él siempre serio, pero ella sonriendo con una felicidad que se notaba a kilómetros.--------Helen, por su parte, se cruzaba con bastante frecuencia con Elizabeth en los pasillos del CORPORATIVO´SMITH, siempre que iba a visitar a Morgan. Esos encuentros eran auténticas batallas silenciosas. La mirada de Elizabeth se volvía filosa, y más de una vez. Como hoy, su hombro se encargó de empujar a Helen con fuerza mientras pasaba.—Cariño, esa fiera que tanto, amas me va a matar un día —soltó Helen con falsa alarma al entrar en la oficina de Morgan.—¿Qué te hizo esta vez? —preguntó él, ya con
Elizabeth contemplaba complacida su reflejo en el espejo de su dormitorio. Su cabello negro estaba recogido con elegancia, mientras unos mechones ensortijados caían al descuido, enmarcando su linda carita. Sus ojos azules, perfectamente delineados y ahumados, brillaban con intensidad, y sus labios, pintados de un rojo pasión, parecían susurrar: bésame.El vestido, del mismo tono que sus labios, se ceñía a su figura con la suavidad de la seda satinada. De escote halter y largo hasta el piso, dejaba su espalda al descubierto en un corte atrevido que terminaba justo donde comenzaba su trasero. Completó el look con unos pendientes de ónix y unas sandalias Marchavekel negras de Christian Louboutin, que añadían unos centímetros a su estatura de metro cincuenta y ocho, aunque realmente, eso nunca le había preocupado. Era imposible no mirarla.El momento era perfecto. Sería su primera aparición con Adams y todo estaba calculado; nada podía salir mal. Sonrió con satisfacción, lanzó un beso a s
—Ok, ok, sin violencia —dijo levantando las manos en señal de rendición—. No es un juego, pero sí una lección para alguien que no deja de insistir y que tampoco escucha un "no" por respuesta.—No te entiendo, explícate —pidió Morgan, frunciendo el ceño y cruzando las piernas en el sillón.—Tú sabes que ella jamás me ha interesado. Pero ni ella, ni mi hermana escuchan a nadie. Lili se atrevió a insinuar delante de Scott y Hamilton que éramos una pareja comprometida -. Morgan abrió los ojos, incrédulo al escuchar lo que Adams le decía.—No puede ser… ¿Pero será tonta?—No, amigo, la “chiquitica” es de todo menos tonta. Tú lo sabes, que ella, solo juega sus cartas. Y para mi disgusto sabe cómo y cuándo hacerlo.—Bueno… ¿y qué vas a hacer?—Nada, de momento. Solo preparar mi fiesta de compromiso, en la que voy a presentar a mi mujercita hermosa —dijo Adams, con una sonrisa—. Y lo mejor es que Lili la va a organizar… para luego darse cuenta de que ella no es la anfitriona.Morgan negó con l