Adams Smith es un CEO frío, calculador y tremendamente exitoso en los negocios. Pero su vida personal es un desastre. Hace seis años, una noche apasionada con una mujer marcó su corazón, aunque las circunstancias los separaron. Esa noche dejó una huella más profunda, un secreto que él desconoce. Desde entonces, el poderoso empresario se ha convertido en un mujeriego empedernido, acumulando escándalos y titulares que han dañado su imagen pública. Hoy, siete años después, Adam decide dar el salto a la política y postularse como gobernador del estado de Nueva York. Sin embargo, limpiar su reputación es urgente y esencial para su campaña. Cuando todos los relacionistas públicos lo rechazaron, Glenda Carter, una experta de Miami conocida por rescatar carreras artísticas y empresariales, acepta el desafío. Lo que ella no se esperaba, era descubrir en su primer día de trabajo que su nuevo cliente fue el hombre que cambió para siempre su vida. Ahora, mientras Glenda intenta salvar la carrera política de Adams, también lucha por proteger su propio corazón y su secreto. ¿Podrá Adams rehabilitar su vida y ganarse un lugar en la política? ¿Podrá Glenda manejar el dilema de trabajar con el hombre que cambió su vida para siempre? Y, más importante. ¿Podrán enfrentarse al pasado, salvar su presente y construir juntos un futuro?
Leer másAl día siguiente del enfrentamiento en la oficina de presidencia, Adams decidió "escaparse" con unos amigos de sus tiempos de universidad para celebrar el cumpleaños de uno de ellos. La fiesta, organizada en un yate en las costas de la Florida, tuvo de todo: alcohol, strippers y mucho sexo, todo un desenfreno.Sin embargo, lo que empezó como un viaje de celebración y diversión terminó convirtiéndose en el nuevo escándalo mediático de Adams Smith. Aunque supuestamente la privacidad estaba asegurada, varios tabloides y redes sociales, obtuvieron la noticia inundando sus espacios la siguiente semana con vídeos y fotos comprometedoras del CEO. En las imágenes, se veía a Adams bañándose desnudo en el mar, acompañado de mujeres y, en otras recostado relajadamente sobre el trasero de una joven cuya cara no aparecía en las tomas.Glenda lloró al darse cuenta de lo poco que le había importado a Adams la noche que pasaron juntos. Pero sus lágrimas pronto se transformaron en una ola de rabia que
Al llegar a la empresa, Glenda subió con determinación al piso de la presidencia. Al pasar junto a Ángel, le dedicó una sonrisa radiante, una que junto a su deslumbrante presencia mataría a cualquiera, no detuvo sus pasos. Entró en la oficina sin anunciarse.Adams, que estaba revisando unos documentos, se levantó del sillón sorprendido al verla entrar. El recuerdo de la noche que pasaron juntos, presente aún en su mente hizo que mostrara una sonrisa seductora y cómplice.¡Plaf!El sonido resonó en toda la oficina. La cabeza de Adams giró bruscamente hacia un lado por la fuerza de la bofetada. Cuando logró recomponerse, encontró frente a él a Glenda, roja de ira, con los ojos chispeando fuego.—¡Qué sea la última vez que tu Adams Smith me mientes descaradamente para térneme en tu cama!¡Imbécil de mierda! —gritó Glenda mientras le apuntaba con el dedo—. No sé qué haces con tus ligues y tus putas, pero yo no soy ninguna de ellas. ¿Pensaste que no me iba a dar cuenta, que me quedaría call
Una vez solos en la habitación, Adams intentó levantarse de la cama, pero tropezó y cayó al suelo con un golpe sordo. Glenda, que descansaba en un sillón cercano, se levantó apresuradamente para ayudarlo.—Adams, por favor, déjame ayudarte —dijo mientras trataba de levantarlo, aunque la diferencia de peso y altura hacía la tarea casi imposible.Determinada, Glenda se inclinó con fuerza para intentar incorporarlo, pero el esfuerzo resultó en ambos cayendo al suelo. Quedó tendida sobre él, respirando agitadamente por el esfuerzo.De repente, Adams, con un movimiento rápido giró sobre ella, dejándola atrapada bajo su cuerpo. Glenda no tuvo tiempo de reaccionar, pues Adams no lo pensó dos veces, para besar con pasión sus labios.Adams Smith:Sentir que Glenda me devolvía el beso con la misma pasión que yo sentía fue como echar gasolina al fuego que ya ardía dentro de mí. Mi deseo se avivó aún más.Es cierto que había bebido, pero no estaba tan borracho como para caerme. Morgan lo sabía pe
Adams, llegó a las nueve de la noche a los bajos del departamento de Glenda y le envió un mensaje de texto:"Buenas noches, Carter. Estoy abajo, te espero."Un rato después, llegó la respuesta:"Ya bajo. Buenas noches Adams."Adams Smith:Al poco tiempo, apareció Carter, vestida con un vestido de lentejuelas doradas, de un solo hombro y una manga larga. El vestido se ajustaba a su cuerpo como un guante, con un sensual y profundo tajo que dejaba ver casi toda su hermosa pierna derecha al caminar. Su sensualidad era innegable, pero no había vulgaridad. Su maquillaje impecable la hacía parecer una modelo; toda ella irradiaba elegancia. Me quedé sin aire, y un recuerdo lejano vino a mi memoria. Carter me recordó a la Reina... No, mentira, ella es la emperatriz. Solo por eso impresiona.—Hola, buenas noches otra vez. Estás preciosa.Ella me sonrió por primera vez genuinamente ante un halago mío.—Gracias, Adams. Tú también estás muy guapo. Ven, te arreglo el lazo, está torcido.Pensé que e
Sobre las cinco de la tarde, Adams y Glenda salieron de las instalaciones dirigidas por Sandy. La directora, junto con la “pandilla”, salió muy contenta a despedirlos. Glenda prometió volver otro día, dejando a todos con una sonrisa en el rostro.Subió al Jeep con la ayuda de Adams, y una vez en camino, Glenda activó su interrogatorio, aunque esta vez con un tono de admiración hacia él.—Sr. Smith...—Adams, por favor, Carter. Al menos durante estos días, solo usa mi nombre —respondió Adams, sin rastro de coquetería, pero en un tono cordial que denotaba confianza.—Ok, Adams. Para ti sigo siendo Carter —respondió ella, esbozando una ligera sonrisa mientras lo miraba.Adams levantó una ceja con una sonrisa divertida y dijo:—Bueno, ahora sí, dime tu pregunta, Carter.—¿Por qué no usaron el corporativo para financiar este proyecto? —preguntó Glenda, intrigada.—Es simple —respondió Adams, manteniendo la vista en la carretera—. A los accionistas solo les importa si algo genera dinero. No
El auto se deslizó hasta los suburbios de la ciudad y se detuvo frente a una gran propiedad. Adams ayudó a Glenda a bajar, y juntos se dirigieron a la puerta.—Buenos días —dijo Adams, justo cuando la puerta comenzaba a abrirse.—¡Adams! ¡Buenos días! Qué sorpresa tan agradable. Por favor, pasen —respondió la voz desde el umbral.—Hola, señora Sandy —dijo Adams, cediendo el paso a Glenda para que ingresara.—Señora Sandy, ella es... —comenzó a decir Adams, pero fue interrumpido por la efusiva mujer.—¡Tu novia! Qué linda —exclamó Sandy, mirando a Glenda con una sonrisa amplia.Ambos jóvenes se sonrojaron levemente, pero después Adams, recuperando su compostura, respondió:—No, Sandy, ella es la nueva gerente de relaciones públicas del Corporativo. Le estoy mostrando el trabajo que hago, el que no aparece en ninguna noticia.—Discúlpame, mi niña. Es que me puse feliz, él siempre viene solo, o con Morgan —se disculpó Sandy, con una mirada cálida hacia Glenda.—No se preocupe —dijo Glend
Morgan detuvo su Bentley frente a la entrada del Pediatric Day Hospital. Con su habitual caballerosidad, bajó del auto y abrió la puerta para Glenda.—Ven, Carter, te voy a mostrar algo.Ambos ingresaron al hospital, donde los esperaba el director, el doctor Hubert, con una cálida sonrisa.—Buenos días, Sr. Harris. Es un placer tenerlo por aquí nuevamente. Señorita... —dijo extendiendo la mano.—Carter. Glenda Carter. —respondió ella, devolviendo el gesto con profesionalidad.—Doctor Hubert, le presento a la señorita Carter, nuestra nueva gerente de relacionista pública. Estamos aquí para que conozca el trabajo que, por iniciativa del señor Adams Smith, se realiza en este hospital —dijo Morgan con tono seguro.—Encantado, señorita Carter. Por favor, acompáñenme. Les daré un recorrido mientras les explico más detalles.El doctor Hubert los guio por las instalaciones, deteniéndose en áreas clave mientras hablaba con pasión sobre la labor del hospital.—Aunque este hospital ya cuenta con
-Hola.- ¿Morgan?¡Eres un hijo de tu señora madre! Yo creí que eras mi amigo. -Dijo Adams cuando Morgan contestó el teléfonoLa risa de Morgan se escuchaba fuerte a través del teléfono. Él sabía el motivo del insulto de su amigo. Todo porque él, decidió intencionalmente omitir el hecho de que Carter, su gerente de relaciones públicas era una mujer deslumbrante.-¿Y qué, divina la Sta. Carter, no? Estoy seguro que te quedaste babeando.-¡Hermano, esa mujer es un sueño! Y tiene un culo que me dejó durísimo solo con verla caminar hacia la puerta. Te juro que antes de que renuncie debido a mis hijueputadas, yo la tengo en mi cama, como quiero.-Verás, so pendejo, que ella no es tu puta de turno. Vino a trabajar, y me parece que tiene lo necesario para hacer el trabajo. No más llegó y ya disipó el escándalo. Así que te aguantas usa tus manos y la imaginación. Que ya estás muy viejo para echar todo a perder por una calentura.- ¿Pero Morgan, tú la viste? -Preguntó Adams, algo agitado.-Sí,
—Hola, Glen.—¡Ay, Marty! Cómo quisiera que estuvieras aquí.—Glen, tranquilízate. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada?—Martha, encontré al padre de Adri.—¿Qué? No puede ser. Pero cuéntame, tú no te alteras así por cualquier cosa. ¿Qué más pasó?—Hermana, casi me da algo cuando lo vi. Pero, como bien sabes, yo no me descontrolo, y menos cuando estoy trabajando. Resulta que mi nuevo cliente, el Sr. Adams Smith, es el padre de Adri. Y te juro, Marty, verlo a él es como ver a Adri. Tienen los mismos gestos, el mismo carácter, todo.—¿Y tú? ¿Qué sentiste? ¿Él te reconoció?—Marty, me quedé de piedra cuando lo vi. El hombre es un sueño, pero así de divino, también es un mujeriego y descarado. Estoy segura de que no me reconoció, pero no perdió ni un segundo para coquetearme.—¿Y?—Y nada, Marty. Le apliqué la ley del hielo. Yo vine a trabajar, nada más.—Glen, cuéntame más. ¿Cómo se ve? ¿Está casado? ¿Tiene más hijos? ¿Es agradable? ¿Soportó tu presión o explotó como una olla de presi